FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Me pasé 12 horas en Ikea

Rodeado de parejas, mujeres embarazadas y sofás, conocí la más absoluta soledad. Además comí un montón.

Ikea, el gigante sueco del mobiliario. Casi todo el mundo odia ir, pero todos acabamos allí cuando tenemos que amueblar el triste agujero al que llamamos hogar. Trampa para consumistas, refugio para familias, agente alienador del capitalismo y paraíso del diseño escandinavo a bajo precio. Hoy voy intentar sobrevivir 12 horas en su interior. Y no pienso comprar nada.

8:30 - Me despierto con un sol radiante entrando por la ventana de mi habitación. Aparentemente es un día cojonudo para ir a la playa o hacer alguna actividad al aire libre. En mi caso prefería poder dormir un poco más e ir a hacer un vermut algo más tarde. Pero no, porque me tengo que levantar, duchar y pasar 12 horas en Ikea. Sí, 12 horas. La mitad de un día. Todo su horario comercial. Dejo los auriculares en casa para no caer en la tentación de abstraerme de la realidad.

Publicidad

9:50 - Llego a la parada de Ferrocarriles de la Generalitat Europa - Fira . Pienso que el nombre es apropiado, ya que Ikea es algo así como la principal red de embajadas Suecas en Europa y, para mucha gente, la idea que se tiene de Europa es la que promueven los países nórdicos. Así que acabo de hacer un viaje de 30 minutos en metro y tren a "EUROPA".

9:55 - Me llaman la atención unos stickers a tamaño real de unas siluetas de personas que dicen ir a la vecina Feria de Muestras, lo curioso es que las figuras tienen cierto aire de derrota (en especial el francés). Como si no les quedará más remedio que ir a esa maldita Feria (que hoy está cerrada). Eso o son zombies.

10:00 - Me doy cuenta de que me he equivocado al salir del tren y que he llegado al macro centro comercial Gran Vía II. Un mostrenco Bob Esponja hinchable me da la bienvenida. Doy media vuelta y camino 5 minutos por una avenida por la que podrían aterrizar cazas de combate. Es pronto pero hace realmente mucho calor.

10:05 - Sudando llego a Ikea. El edificio es enorme, de color azul y amarillo, como la bandera sueca. Han abierto la tienda hace 5 minutos y por increíble que parezca ya hay gente dentro. Quizá vivan allí.

Descubro que la cafetería estaba abierta desde las 9. Podría haber desayunado allí. Como tengo hambre compro unas galletas de avena en la tienda de productos suecos que hay junto a las cajas. Me fijo en que hay cervezas de marca Ikea (¿tendrán aroma de madera?). Luego daré buena cuenta de ellas. Pago 70 céntimos por 3 galletas. Están buenas.

Publicidad

10:10 - De camino a las escaleras que te llevan a la tienda, veo a un señor escuchando un transistor pegado a su oído. Supongo que su mujer lo habrá dejado aparcado allí. Lo que no me explico es qué coño escuchará con tanto interés en la radio a estas horas. Subo las escaleras que me llevan a la tienda. Paso por una foto enorme de los trabajadores del centro con las manos alzadas como celebrando algo. La verdad es que da un poco de miedo.

El señor del transistor

Lo primero que hago es coger un metro y unos cuantos lápices. No los voy a utilizar, pero son gratis. GRATIS.

10:15 - Empiezo a pasear por la tienda. La primera parte está dedicada a las habitaciones y los salones. Hay un box con una recreación de un piso de 55 metros cuadrados. Entro y veo que todo está como muy junto, hay una mini cocina, y cuando digo mini, me refiero a que no debe medir más de un metro del alto. Luego me doy cuenta de que es de juguete, pero es una réplica perfecta de una real.

Paso un rato imaginando que esta es mi casa de 55 m2. El sofá es cómodo. En la mesa del salón hay un peluche de un conejo con una copa en la mano abrazando por detrás a una rata. O al menos eso interpreto yo, me parece un poco turbador.

10:35 - Paso por un salón preparado como para una cena de gala en la mansión de Isabel Preysler. Me hace gracia ver como la gente coge las copas balón como si estuvieran en una fiesta exclusiva.

10:40 – En la tele de un salón que parece diseñado por una pijippy veo que están poniendo el tráiler de Spiderman. Me siento con la esperanza de que luego empiece alguna película. Pero no, solo el trailer, en bucle y en 3D, pero no tengo gafas adecuadas y la experiencia a partir de la tercera vez empieza a volverse psicodélica. Así que decido apartar los ojos de la pantalla.

Publicidad

11:05 - Me adentro en la zona de las mesas. Es más aburrido que los salones pero venden mesas Lack por 6,99€. Me llevaba 5, aunque no sé para qué. A la gente parece fascinarles porque hasta les hacen fotos.

Un señor le hace una foto a la oferta de mesas

11:15 - Me siento como un espía al colarme en una zona cerrada al público. Están preparando algún tipo de nueva instalación, pero es un poco decepcionante.

11:40 - Vale, alguien tiene un problema con los peluches en este sitio. En una cocina encuentro un muñeco de un perro en posición muy cariñosa con un muñeco de un conejo. Supongo que alguien los ha puesto así deliberadamente. Pero me entran mis dudas porque justo después veo un peluche de un lobo vestido con camisa de leñador zampando literalmente a la abuelita de caperucita. Y este peluche es así. Se la esta comiendo literal. Algún sueco lo diseñó así para traumatizar a los niños. Solo asoma la cabeza de la pobre anciana entre las fauces del lobo.

12:00 – Ok, he encontrado otra casa donde habitar un rato. Esta es de 25 metros cuadrados. Me pregunto si sería legal alquilar un piso de ese tamaño. Mi nueva casa no tiene tele, pero tiene libros. Los mismo libros en sueco que están por todas partes.

12:30 - El horror. Sin saber cómo me veo en la zona infantil. Niños gritando, madres histéricas, colores chillones, olor a humanidad y peluches lascivos por doquier. Ya no voy a ver a los muñecos de Ikea de la misma forma. Una estantería de inocentes osos panda me parece un gang bang masivo.

Publicidad

Decido acabar el circuito completo de la tienda en plan rápido. Sin coger atajos pero sin pararme. Hay mucha gente, mucha. Y casi todo el mundo está cabreado con sus acompañantes. Es curioso, porque figura que si vienes a un sitio así es para crear un hogar o hacerlo más tuyo, pero sin embargo hay algo en el ambiente que despierta lo peor del ser humano.

13:00 - Tengo hambre. Salgo por las cajas sin comprar nada. Hay una especie de cafetería fast food donde venden bocadillos y refrescos. Hay un cartel enorme que anuncia Perritos calientes por 0'50 céntimos. Es tan barato que dudo que eso sea comida. Creo que será mejor comer en el restaurante de arriba.

13:10 - El señor que escuchaba el transistor sigue sentado en el sofá. Impertérrito. Ahora lee una revista. Me siento a su lado a ver si consigo averiguar algo más sobre él, pero al poco se levanta y se va. Ahora yo soy el rarito. Todavía más porque como estoy al lado de la zona de juegos estoy rodeado de familias con niños. Al alcance de mi vista hay tres madres amamantando a sus retoños.

13:30 – Al fin voy a comer algo, así que me dirijo hacia el restaurante de la primera planta. Joder, hay mucha cola y tengo mucha hambre. El ritmo atormentado de los consumidores es contagioso, alienante. Tardo 25 minutos en conseguir mi comida. Un ración de ensalada César y un plato de degustación con 15 albóndigas suecas de carne, pollo y vegetales (espero) acompañado de cus-cus y patatas fritas. Eso y todo el refresco que pueda tragar por 12 euros. Realmente me he pasado. La señora que va delante mío en la caja mete la zarpa en la cesta de la sal y agarra un mínimo de 15 paquetitos. Eso es saber cazar las oportunidades, ¡que no falte sal en casa!

Publicidad

Mi comida

La ensalada tiene un pase, pero las albóndigas son bastante lamentables. Me como las vegetales porque las otras son incomibles. El comedor está lleno de familias de todas la nacionalidades, aunque todos los niños tienes un tono igual de agudo y desagradable, independientemente de su procedencia. Como tengo barra libre de hielos y refresco, decido probar algo sueco llamado Lingon Berry; un brebaje rojizo que sabe a medicina para la tos. Yo creo que con vodka mejoraría.

14:50 - Los lavabos de Ikea son una mierda. En serio, ¿cómo puede la mayor empresa del mundo dedicada al interiorismo tener unos lavabos tan mierder? Son feos, oscuros y sucios. Me esperaba algo elegante y funcional, con un toque escandinavo. Pero son como los lavabos de una gasolinera Cepsa a las afueras de Calatayud. Con la misma escobilla negra de plástico de Ikea que hay en todos los baños del mundo. ¿Es que ya no existen otras escobillas?

15:10 - Como me he olvidado de traer cepillo de dientes, me consuelo viendo un vídeo de un tío cepillándose los dientes que se emite desde un baño de la exposición. Minority Report ya está aquí.

15:10 - La sobredosis de comida, la falta de sueño y una ligera y extraña resaca empiezan a hacer mella en mi cuerpo. Encuentro una habitación digna de Barney Stinson o de un burdel moscovita y decido que es un buen lugar para descansar un rato.

Mi intento de siesta

15:40 – Por supuesto no he conseguido dormir, pero ahí tumbado me ha dado para pensar muchas cosas, como por ejemplo: ¿de donde coño sacan los nombres de los muebles en Ikea? Le envío un Whatsapp a mi amigo Edu, que vive en Gotemburgo y ahora mismo está en una isla indeterminada del archipiélago sueco, pescando arenques con sus amigos vikingos. "¿Sabes que coño significa en sueco Slatthult, South o Ingloff?", le pregunto. Me contesta que los nombres no tienen sentido ni para los suecos, que suenan como a nombres de pueblo, como si Zara llamara a sus jerséis Guarromán o Navatalgordo.

Publicidad

Aprovecho para preguntarle qué opinan los suecos de Ikea y me dice que "orgullo", aunque en los últimos años los medios de comunicación suecos han destapado muchas mierdas sobre la empresa, relacionadas con la evasión de impuestos, incluso que durante los 70 emplearon presos políticos de la antigua RDA para construir sus muebles en régimen de semiesclavitud. Joder.

16:00 - Vuelvo al baño para lavarme la cara y desperezarme después de una hora perreando en la cama de exposición. Mi consuelo es que no soy el único, allá donde voy hay gente tirada en los sofás y en las camas.

16:10 - Decido dar una vuelta por la planta baja, que antes he pasado muy rápido. La verdad es que no veo nada interesante. Aunque, es curioso, llevo ya 6 horas aquí dentro y aún no me he aburrido. Aunque empiezo a echar de menos la luz del sol.

16:25 - Cada vez llegan más familias, parece que te regalen un niño o un bombo en la entrada.

16:40 - Me doy cuenta de que junto con el señor del transistor soy el único que viene solo a Ikea. Y probablemente sea el único que salga sin comprar nada.

16:55 - ¿Estaré tirando mi vida a la basura? En vez de sobrellevar mi sábado de resaca observando a familias… ¿Debería crear la mía propia? ¿Este es el futuro que nos espera a todos? ¿Puedes tener familia sin pisar Ikea?

17:20 - Veo una puerta con un gran cartel que anuncia "Todo por Menos de 4 Euros" la atravieso con la esperanza de encontrar un paraíso de baratijas. Pero mi gozo en un pozo, solo salgo a la sección de textil del hogar.

Publicidad

Just do it

17:40 - Una madre joven y atractiva le echa la bronca a su hijo de unos tres años. "¡Si no te portas bien te dejo aquí y no me volverás a ver más!", le dice. La amenaza parece funcionar. Imagino al niño abandonado en Ikea sobreviviendo durante años a base de albóndigas pasadas y durmiendo en las hamacas.

18:00 - Hora de merendar, voy a por algo dulce a la cafetería. Solo encuentro tartas suecas. Está bien. Eso y un zumo de naranja natural. Unas señoras me ceden el paso en la máquina de exprimir naranjas, prefieren ver "a este señor a ver como lo hace". Les informo que no tiene ningún misterio, que sencillamente pones el vaso debajo y pulsas el grifo. La señoras están fascinadas.

18:15 - Aprovecho el vaso de zumo vacío para llenarlo de cocacola en los surtidores, no por qué tenga sed, si no porque es gratis. Tardo tres intentos en servirme la cocacola, por error le doy al refresco de naranja de al lado repetidamente. Creo que mis funciones cognitivas se están viendo afectadas.

18:30 - Me doy cuenta que en todo el día sólo he hablado con las señoras del zumo de naranja y con un tío al que le he pedido que me hiciera una foto mientras estaba en la cama del burdel ruso. Es como una fábula sobre el mundo moderno, estamos rodeados de gente pero solos. Me estoy poniendo demasiado místico.

18:40 - ¿Cómo harán las fotos a los espejos para los catálogos sin que el fotógrafo salga reflejado?

19:10 - Me doy cuenta de que llevo más de media hora caminando a la deriva, alienado.

Publicidad

19:15 - Casi todo el mundo está tirado por donde puede. Esto parece el recinto del Primavera Sound a las 8 de la mañana.

19:20 - Mi único amigo aquí dentro es un guante de látex rojo. Se llama Willy. Estoy perdiendo al cabeza.

Willy

19: 30 - Necesito una birra. Borracho todo parece más fácil.

19:40 - Salgo fuera por la línea de cajas. Voy al colmado sueco y compro dos cervezas de marca Ikea. En el tapón te advierten de que el abrebotellas no está incluido. Cómo son estos suecos.

Las abro con el borde metálico de un carrito y las bebo. Me bebo las dos, una detrás de la otra. No están mal.

19:55 - Uno de seguridad me advierte de que no puedo hacer fotos. "Ok, no si yo estaba… nada es por una cosa…"

20:00 - Doy otra vuelta por el interior de la tienda. El cansancio va haciendo mella en la gente. Ancianos, niños y embarazadas tiradas por doquier en cualquier esquina.

20:15 - Un sofá manchado de sangre ¿homicidio? ¿Sexo menstrual?

¿Qué coño?

20:40 - No puedo más, necesito un poco de aire fresco. Salgo a la calle sorteando familias que cargan con cajas enormes. Un montón de productos que luego tendrán que llevar a casa. Necesito hablar con alguien, así que me dirijo hacia donde están los transportistas piratas que le hacen la competencia a los oficiales de Ikea.

La mayoría son latinos. Me para uno y me da su tarjeta profesional. Se llama Jorge, es ecuatoriano y tiene una furgoneta, cobra unos 25 € por el desplazamiento a Barcelona, pero es negociable, además a diferencia de los de Ikea, te llevan a ti en la furgoneta.

21:00 - Entro de nuevo y me doy cuenta de que aún no he bajado al parking. Las cosas más divertidas siempre pasan en los parkings. Para acceder tienes que pasar por una báscula para pesar tus productos. Una señora se pesa delante mío.

Señora de 73,25 kilos

A estas horas el parking ya está casi vacío. Cojo un carrito y me doy una vuelta con él como si fuera un patinete. No soy el único.

21:30 - Decido dar una última vuelta por todo el recinto, para despedirme de la que ha sido mi casa por 12 horas. Está casi vacío.

21:50 - Creo que tengo que irme de aquí. Salgo por las cajas sin compras por tercera o cuarta vez. Ni lo sé. Creo que molará más salir por el parking. Ya que estoy deshumanizado después de tanto rato me parece que tiene más sentido salir como una máquina.

La desolación del parking

22:05 - Ikea ya está cerrado y yo estoy fuera. Aún hay gente cargando cosas en furgonetas. Cojo el autobús con otros náufragos y vuelvo a casa. Exhausto.