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Cultură

Las ex novias de un chico se pelearon en su funeral cuando supieron que murió de VIH

Desde esa fecha, al menos ocho mujeres se han hecho análisis que han resultado positivos de VIH y se rumora que otras 40 se están preparando para hacerse la prueba. El chico tenía apenas 24 años cuando murió.

He llegado a pensar esto: "Espero que todas mis parejas sexuales se peleen en mi funeral", porque, ¿cuál es el punto de morir si no vas a hacer que la gente se enoje tanto que se agreda físicamente? Si no hay al menos dos viudas sexys que se enteren que tuviste otras parejas mientas te entierran, ¿para qué naciste en primer lugar? Me niego a morir si no hay una batalla campal en mi funeral y aún no he enloquecido a suficientes mujeres.

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Una situación parecida sucedió en Rumania. Lothario Daniel Decu murió el mes pasado y lo enterraron en Segarcea, una región al sureste del país. A su funeral asistieron decenas de mujeres jóvenes para lamentar su pérdida. Fue ahí donde se enteraron de que había muerto de VIH y de pronto todo se volvió un caos.

Desde esa fecha, al menos ocho mujeres se han hecho análisis que han resultado positivos de VIH y se rumora que otras cuarenta se están preparando para hacerse la prueba. Cabe destacar que eso sólo es en Segarcea. Daniel vivió un año en Italia y las autoridades están tratando de contactar a sus parejas extranjeras.

Debo recordarles que Daniel Decu tenía 24 años cuando murió.

Esto ha causado revuelo en Rumania. Los medios de comunicación rumanos están convencidos de que su vida sexual no sólo consistió en acostones adolescentes irresponsables, sino que fue más de una década de actos delictivos. Un doctor local que investigó a Decu cuando se enteró que estaba saliendo con su hija asegura haber informado a Elena, la madre de Decu, sobre el estado de salud de su hijo y que ella amenazó con demandarlo si divulgaba esta información. "Yo sabía que tenía muchas amigas pero no podía hacer nada al respecto", dijo el doctor.

Si están pensando: "¡Hey, no puedes andar por la vida divulgando que alguien tiene VIH!", les doy la bienvenida a Rumania. Este país fue azotado por una ola de VIH y SIDA a finales de la década de los ochenta y noventa. Hubo tantos casos que casi podría considerarse una epidemia. La epidemia se dio a conocer sólo hasta que el dictador Nicolae Ceaușescu fue derrocado en 1989. Pero el problema no se detuvo ahí: a principios de la década de los noventa hubo una ola de contagios, principalmente en niños que acudían a los hospitales para recibir tratamiento y los atendían con instrumentos no esterilizados. Esto, aunado a la iglesia ortodoxa de Rumania, significaba que cualquier persona con VIH que diera a conocer su condición tendría que enfrentarse a la estigmatización social.

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A principios de la década de los noventa eran igual de negligentes con los diagnósticos de VIH que lo eran con las donaciones de sangre, es decir, lo escribían con mayúsculas en los informes médicos hasta llegar al punto en que todo el vecindario sabía que un paciente tenía VIH incluso antes de que el mismo paciente los supiera. En Rumania aún se cree que tener VIH significa estar sentenciado a morir —aunque están equivocados— y la gente se aleja de todo aquel que lo padece.

Lo que crea una combinación perfecta para desarrollar lo que ahora se conoce como una epidemia de VIH, con Daniel Decu como la víctima de más alto perfil. Le pregunté a la oficina de VICE Rumania cuál ha sido la respuesta que ha tenido el país con respecto a la noticia y respondieron que ha habido mucho análisis introspectivo gracias al caso Segarcea pero que no se ha confrontado el verdadero problema, es decir, la falta de educación sexual en el país.

"En Rumania, la educación sexual en las escuelas sólo se aborda en una sola clase dentro de una materia opcional llamada 'Educación de la salud'", explicó Mihai Popescu de VICE Rumania. "En esa clase te enseñan sobre los cambios hormonales, sexualidad, protección contra las ETS y cómo dar primeros auxilios. Pero nadie toma esa clase".

Éste es un caso del cual podríamos aprender mucho. En general, sólo un pequeño porcentaje de las personas con VIH están al tanto de su condición. Por más que mejoren los tratamientos contra el VIH, lo mejor que se puede hacer para combatir el virus es tener un diagnóstico oportuno. Más de cincuenta por ciento de los diagnósticos del año pasado no fueron oportunos debido a que las personas no se hacen pruebas con frecuencia. Aunque la iglesia esté en contra, la educación sigue siendo la herramienta clave para detener el contagio del VIH.

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