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Cultură

Antiguos criminales explican cómo se justificaron sus crímenes a sí mismos

¿Cómo es que los criminales que llevan a cabo actos atroces día tras día logran convencerse a sí mismos de que son personas honradas?
Ilustración por Nick Gazin.

Hace poco hablé con algunos delincuentes reformados para que me contaran cómo y por qué dejaron de ser criminales. En la mayoría de los casos, el motivo fue que pasarse entrando y saliendo de la cárcel por el resto de sus vidas sería una mierda, que una vida tras las rejas no es vida cuando podrías estar afuera y comer decentemente, disfrutar clases de natación o meterte de lleno en blogs sobre bordado.

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Una revelación un poco confusa vino de John Lawson, ex miembro de una banda de motociclistas, quien me contó que un factor importante en su decisión de enderezarse fue leer una noticia sobre él mismo en el periódico y darse cuenta de que quizá no era la persona más amigable.

No pude evitar pensar: ¿en serio fue necesaria una noticia para que un cobrador de deudas de la mafia se diera cuenta de que su vida no era muy ética que digamos? Y en todo caso, ¿cómo es que los criminales que llevan a cabo actos inmorales día tras día logran convencerse a sí mismos de que son personas honestas?


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La única explicación en la que pude pensar fue que para ser un delincuente profesional tienes que ser un maestro del autoengaño o que de plano no te importe un carajo.

Según Shadd Maruna, experto en sicología criminal, hay estudios que indican que la mayoría de los criminales inventan pretextos para tratar de, o simplemente justificar sus acciones. Hay poca evidencia para demostrar que estas justificaciones se hacen antes de cometer los crímenes, así que es posible —y de cierto modo probable— que las formulen después como una manera de mitigar su culpa.

"Los criminólogos han entrevistado a cualquier tipo de infractor que te puedas imaginar y encontrado una correspondencia acentuada con el uso de lo que llamamos "técnicas de neutralización", explicó Maruna. "Se han estudiado cazadores ilegales, terroristas, violadores, ladrones, hackers, asesinos y todo lo que se te ocurra. Y en todos los casos, los individuos involucrados suelen utilizar una cantidad uniforme y evidente de racionalizaciones coincidentes para explicar lo que hicieron".

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Estas "técnicas de neutralización" forman la base de un concepto conocido como "teoría de la neutralización" que fue propuesto por los sociólogos David Matza y Gresham Sykes en la década de 1950. La teoría sostiene que los criminales son capaces de neutralizar valores que, de otro modo, les prohibirían realizar ciertos actos utilizando de uno a cinco métodos de justificación: "excluirse de la responsabilidad", "negación del delito", "negación de la existencia de víctimas", "condenación de quienes condenan" y "apelación a una instancia superior".

Un delincuente "se excluye de su responsabilidad" cuando sostiene que las circunstancias en las que estaba lo orillaron a cometer el crimen; la "negación del delito" se refiere a afirmar que el crimen fue inofensivo; la "negación de la existencia de víctimas" supone la creencia de que la persona afectada por el delito se lo merecía; y la "condenación de quienes condenan" ocurre cuando el criminal argumenta que aquellos que lo critican o castigan lo hacen por resentimiento o para utilizarlo como chivo expiatorio. El último método, "apelación a una instancia superior", implica la creencia de que la ley necesita romperse por el bien de una pequeña parte de la sociedad, por ejemplo, una mafia o un grupo de amigos.

Me daba curiosidad ver cómo funcionaban estas teorías en el mundo real, así que contacté a cinco criminales reformados y les pregunté cómo se justificaban sus acciones a sí mismos.

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Una foto (un poco borrosa) de Darren Armstrong.

La primera persona con la que hablé fue el exestafador y ladrón Darren Armstrong, quien ahora dirige una organización de beneficencia, cuyo fin es rehabilitar a antiguos delincuentes y adictos. "Como estafador, le robaba a empresas grandes y pensaba 'no extrañarán el dinero'" contó. "Cuando robaba en las calles, a menudo me encontraba drogado con gas butano, veía que alguien pasaba con cosas caras y pensaba: ¿por qué tienen cosas caras cuando yo no tengo nada? Vivía en la calle, y estaba lleno de odio hacia la sociedad y sentía que el sistema me había defraudado".

La idea de que Armstrong sólo le estaba robando a la gente que podía comprar lo que él no tenía parece encajar en la categoría de "negación del delito", y el que él pensara que sus víctimas no merecían su riqueza porque no era justo sugiere que también "negaba la existencia de sus víctimas".


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Después hablé con un exgángster de Glasgow, Kevin Dooley, quien fue encarcelado por uso de armas de fuego e intento de homicidio, pero ahora trabaja dando orientación sobre cómo recuperarse de adicciones. Él me explicó que sus pretextos, por lo regular estaban relacionados con malas acciones de las autoridades. "Yo minimizaba, racionalizaba y justificaba mis malas acciones con todos, incluyéndome", dijo. "Mis motivos incluían [culpar] a políticos corruptos, a la policía y a la sociedad".

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Este es un clásico caso de "condenación a quienes condenan". Hasta ahora todo ha sido acertado. Sin embargo, no todas las personas con las que hablé encajan tan fácilmente en una de las categorías de la "teoría de neutralización".

Mubarak Mohamud.

Mubarak Mohamud fue una figura importante en una banda de fraudes antes de retirarse de la vida criminal y dirigir una compañía de ropa. Hoy en día se dedica a guiar a otros para evitar que infrinjan la ley. Durante su época como miembro de la banda, fue capaz de minimizar su culpa y de convencerse de que el fin justificaba los medios.

"Yo sólo pensaba 'tengo que conseguir dinero", dijo Mubarak. "Estaba tratando de justificar los métodos que utilizaba para conseguir dinero, así que me la pasaba diciéndome a mí mismo que hacía un bien y que estaba siendo exitoso, y me lo repetí tantas veces que terminé por creérmelo".

Heith Copes, experto en toma de decisiones en criminales, explicó que ver la capacidad de cometer delitos como una habilidad puede ayudar a los criminales a mitigar su sentimiento de culpa, dado que su mente legitima su comportamiento. Mubarak justificaba lo que hacía al verse a sí mismo como un hábil empresario y no como alguien que se ganaba la vida cometiendo actos inmorales.

El siguiente fue el exasaltante armado Frank Prosper, ahora actor, quien contó que evitaba pensar en lo bueno y lo malo que hacía mientras vivía como criminal. Dio a entender que hubiera sido muy difícil llevar a cabo un robo si hubiera pasado tanto tiempo torturándose sobre la moralidad de la carrera que escogió.

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Según Copes, la voluntad de evitar pensar en las implicaciones éticas de un crimen es otra técnica documentada que utilizan los criminales para evitar que el remordimiento obstaculice su camino. "Expulsar esos pensamientos de su cabeza es una manera de subsanar la culpa", dijo. "Esto se ejemplifica al decir o pensar frases como 'al carajo' inmediatamente antes o después de cometer el crimen".

La última persona con la que hablé fue Marcus "Paradise" Dawes, a quien encarcelaron en Estados Unidos por uso de armas antes de regresar a Reino Unido y convertirse en el mentor de jóvenes criminales. Él mencionó que, en ese entonces se veía a sí mismo como parte de una "clásica historia de Robin Hood". Esto sugiere que podría encajar en la categoría de "apelación a una instancia superior". Frank Prosper alegó que las justificaciones sobre sí mismo vinieron después de su sentencia y estaban relacionadas con su creencia de que lo castigaban con demasiada severidad. Esto concuerda con la noción de que la neutralización no necesariamente ocurre cuando se comete el delito, puede ocurrir después.

Dawes también sostiene que "la condenación a los que condenan" podría ser vista como un motivo válido para quebrantar la ley, y no como una simple excusa posterior al acto. "Las personas que escriben las leyes, las interpretan a través del sistema judicial y las hacen cumplir por medio de las normas son considerados corruptos e hipócritas como el sistema que han creado", declaró.

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Posiblemente, mientras algunos consideran esto como otra justificación engañosa, otros piensen en los Panama Papers y los escándalos que han surgido a raíz de gastos excesivos de políticos y vean motivos para su declaración.

Aunque es aceptable considerar algunas de esas justificaciones como racionales, queda claro que otras se construyen tan sólo para evadir la culpa. En ese caso, ¿la capacidad de convencerte a ti mismo de que tus actos están bien —considerando que eso implica manipular tu propia conciencia para hacer algo malo— te convierte en alguien peligroso?

Según Maruna, la respuesta es, de hecho, lo contrario. "En los últimos 30 años, las excusas han adquirido una mala reputación, y la responsabilidad individual ha adquirido un carácter de culto como panacea social", explicó. "Se considera que los individuos en programas grupales de rehabilitación que dan explicaciones sobre por qué se involucraron en delitos sufren algún tipo de distorsión cognitiva o de pensamiento criminal, así que se les dice que no pueden dar pretextos ni justificarse; deben aceptar toda la responsabilidad de sus actos. El problema es que esto los deja con un sólo tipo de narrativa: lo hice porque quise. Si la gente en verdad lo cree, cumplirían los criterios de lo que algunos llaman 'sicopatía' y otros 'maldad. Esto difícilmente cumple el objetivo de una terapia".

Por lo tanto, las personas parecidas a John Lawson —criminales que se dicen a sí mismos que lo que hacen está bien— no son quienes deberían darnos más miedo. Más bien, hay que temerle a aquellos que no se ven en estos términos; aquellos que piensan "me importa un carajo si soy malo o no".

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