Artículo publicado en VICE Argentina
Después de toda una vida de dar vueltas para conseguir buen porro, llega a tu vida la decisión de cultivar tu propio cannabis y de esa manera entrar en el maravilloso viaje de tener control sobre lo que se fuma, que, en definitiva, debe ser rico y puro para que cumpla sus propósitos. Ya hay bastante gente que lo hace. Por toda la ciudad de Buenos Aires y en el interior del país abundan los grow shops, a los que siempre es atinado recurrir para profundizar en el tema.
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¿Ventajas? Muchas: Cuando cultivas lo tuyo, evitás tanto la chala mediocre y nociva, como la ausencia absoluta de la misma. El proceso en sí es gratificante, te volvés autosuficiente e ingresas en el fantástico mundo del amor a las plantas.
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Hay muchos procedimientos, métodos y técnicas, pero también hay pasos y condiciones que sí o sí son comunes a todos los modos de hacerlo. Acá van:
1. Elegí el tipo de cultivo:
Se viene el otoño en el hemisferio sur y tenés que elegir entre hacerlo adentro o afuera. Si es afuera, necesitás semillas autoflorecientes sí o sí; adentro, podés usar semillas feminizadas comunes.
2. Elegí o acondicioná el lugar:
Afuera: tené en cuenta dos cosas: evitar los curiosos y que haya un mínimo de cinco horas de sol.
Adentro: proveer luz, aire y cuidar el entorno (temperatura y humedad).
3. Sean semillas autoflorecientes o no, podés elegir entra Sativas e Indicas:
Las Sativas traen un mambo más cerebral y excitante, producen menos y tienen tiempos de floración más largos. En cambio, las indicas tardan menos en florar, producen más y su efecto es más físico, relajan más.
4. Germiná las semillas:
Si te decidiste por autoflorecientes, hay que germinarlas, una vez que tenés los brotes van a la maceta definitiva (su tamaño, de 20 litros máximo). En cambio, si son feminizadas comunes, te conviene hacer dos trasplantes entre la germinación y la floración. A mayor cantidad de raíces, mayor cantidad y tamaño de flores. Pero las plantas sufren stress al ser trasplantadas lo cual, en el caso de las autoflorecientes, puede desembocar en plantas enanas.
5. Iniciá el periodo vegetativo:
Si elegiste autoflorecientes, significa simplemente poner la maceta con la mayor cantidad de sol posible. Este tipo de cannabis se regula por reloj biológico interno, por lo que no tenés que preocuparte por el fotoperíodo. Si optaste por feminizadas comunes podés poner macetas pequeñas (2 o 3 litros) y cuando veas raíces asomar por la parte inferior, trasplantarlas a macetas dos o tres veces más grandes.
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6. Floración:
Si usas autoflorecientes, vas a ver que tu cannabis comienza a florar en un período de cuatro a seis semanas; sólo tendrás que cambiar su dieta de un fertilizante rico en nitrógeno (adecuado para el crecimiento vegetativo) a otro rico en fósforo y potasio, vital para un buen desarrollo de las flores. Si elegiste las comunes, además de cambiar la dieta, es el momento de hacer el último trasplante a la maceta definitiva, que deberá tener una capacidad de entre 50 y 100 por ciento mayor que la anterior. Nuevamente, necesitas nutrientes adecuados para floración, ricos en fósforo y potasio. Es muy importante reducir la cantidad de horas de luz a 12 por día (lo mejor: usar un timer que lo haga automáticamente).
7. Final de floración:
Tanto en las autoflorecientes como en las comunes, el procedimiento es el mismo. Hay que lavar las raíces y vigilar el punto de maduración de las flores; en ambos casos, cuando falten dos semanas para el corte, las vas regar con abundante agua, sin fertilizantes. Para comprobar el punto de maduración es necesario controlar dos aspectos: el color de los pistilos y el de los tricomas (contendores de las sustancias psicoactivas del cannabis). Los pistilos (si la planta está madura) cambian de blancos a marrones. Los tricomas (pequeñas glándulas que parecen cristales y cubren la flor) cambian de trasparentes a blanquecinos y luego a ámbar. Esto se observa mejor con una lupa de relojero. Cuando más del 50 por ciento de los pistilos se vean marrones, y otro tanto de los tricomas, blanquecinos, las flores están en su punto de maduración. Si esperás más tiempo (cuando los pistilos ya están marrones o los tricomas color ámbar) las flores están pasadas de maduras, lo que provocará un efecto más pesado, más corporal; no es un inconveniente, sólo cambia el efecto. Tené en cuenta que, aún después de cortadas, las plantas continúan algunos procesos bioquímicos, por lo que es una buena idea no esperar hasta último momento para cortarlas.
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8. Cosecha:
En ambos casos (autoflorecientes o comunes) te conviene retirar las fan leaves (las hojas más grandes de la planta, que tienen tallo visible) con la planta aún en la maceta. A continuación, podés cortar las flores con una tijera, dejando un pedazo de tallo de donde colgarlas cabeza abajo. Antes de colgarlas, utilizando una tijera, cortá todas las hojas menores que sobresalgan de las propias flores; éstas están cubiertas de tricomas, por lo que son una excelente opción para cuando se te acaben las flores. Son mucho mejores para fumar que cualquier prensado. Colgá las flores de los tallos, cabeza abajo, en un lugar oscuro, fresco y seco, separadas entre sí. No las apiles, provocará que se llenen de moho y se echen a perder.
9. Secado:
Entre 7 y 14 días, las flores se habrán secado lo suficiente para iniciar el curado (podés comprobar si está en el punto justo quebrando manualmente los tallos de donde las colgaste; si se parten como un fósforo están en el punto justo; si se doblan, les falta secado).
10. Curado:
El cannabis, al igual que los vinos, se pone mejor con cierto estacionamiento. Para ello, podés utilizar frascos de vidrio o cajas de madera para curado. En el primer caso, asegurate que estén limpios y libres de cualquier olor. Simplemente meté las flores secas en el frasco, cerralo con su tapa y guardalos en un lugar fresco, alejados de la luz; al principio, las primeras dos o tres semanas, te conviene abrir los frascos unos 10 minutos por día para que los gases salgan y entre oxígeno fresco. Si vas a usar cajas de curado de madera, podés abrir las mismas cada dos o tres días, vigilando el Higrómetro (reloj que muestra la humedad relativa dentro de la caja), tratando de mantenerlo al 50 por ciento de humedad. Este tipo de cajas contienen, normalmente, un humidor (pequeña cápsula o receptáculo) que podes mojar si la humedad baja del 50 por ciento o dejar seco si está por encima. Dependiendo de la madera con que estén fabricadas las cajas, éstas pueden agregar notas al cannabis que contienen (cedro, incienso, sándalo son opciones comunes), lo que le otorga al cannabis aromas y sabores más complejos. Una vez iniciado el proceso de curado el cannabis está listo para ser consumido, si bien, al igual que con los vinos, cuanto más tiempo pase en la caja, más interesantes y complejos serán los sabores y aromas. El punto cúlmine del curado se da entre los 8 y 12 meses.
A esta altura se te debe estar haciendo agua el cerebro. Bienvenido al autocultivo. ¡A fumar!
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