Música

22 años desde uno de los sucesos más ​importantes en la historia rave de México: Equinox

1988, Reino Unido, el acid house y el éxtasis toman por asalto los alrededores de la autopista londinense M25 durante el Segundo Verano del Amor, desafiando al régimen de la llamada Dama de Hierro, Margaret Thatcher. 1989, 1 de julio, tan sólo cuatro meses antes de la caída del Muro de Berlín, en la céntrica avenida Ku’damm, en el bloque occidental de la capital alemana, Matthias Roeingh, mejor conocido como Dr. Motte, acompañado de unos 150 jóvenes, irrumpe con un pequeño sound system a ritmo de techno, en la primera edición del festival de música electrónica que años más tarde se convertiría en el más grande de la historia reciente: Love Parade. 1990, el colectivo inglés Spiral Tribe, esparce por Europa sus postulados anarco punks con sus free parties itinerantes. Mientras tanto, ese mismo año, al otro lado del mundo, en Nueva York, Frankie Bones acuña el lema: Peace, Liberty, & Unity Movement, antecedente inmediato del PLUR, dotando de sustento ideológico al naciente movimiento raver.

A principios de los años 90, de forma casi paralela a lo que acontecía en el mundo, en el Distrito Federal mexicano comienzan a organizarse los primeros raves en bares, cines, jardines, teatros, casas y fábricas en desuso, de sitios como el Centro Histórico, la Roma-Condesa, el Pedregal, Coyoacán, las Lomas y Tacubaya.

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Rápidamente la efervescencia raver y sus utópicos ideales de libertad y unidad, se desbordaron, convirtiéndose en opción ante la elitista, conservadora y acartonada vida nocturna de entonces. La fiesta de baile, sonidos, colores, sensaciones e imágenes, se multiplicó. Raves como Expotecnología en el Palacio Mundial de las Ferias, el de la fábrica Eureka, los eventos de la productora Aceite, los Libido, Cosmic Eternity por el rumbo del Toreo de Cuatro Caminos y Spiral System, en el restaurante La Gruta en Teotihuacán, con Paul Van Dyk debutando en suelo mexicano, fueron sólo algunas de las primeras fiestas organizadas en la ciudad y en sus alrededores, durante la primera mitad de aquella década, para algunos: la época dorada del rave en México.

Hasta entonces, la celebración electrónica en su mayoría, se había concentrado en espacios cerrados. Sin embargo, sería el 21 de marzo de 1995, a los pies de las montañas mágicas de Tepoztlán, donde tendría lugar el que es considerado un parteaguas en la historia de los raves en México: Equinox, organizado por Xavier Fux, una de las figuras clave en la construcción de la escena electrónica nacional por sus aportes como DJ, productor y promotor, con presencia desde hace años en la escena internacional, principalmente en la isla de Ibiza. Xavier fue de los primeros visionarios en apuntar sus baterías a Playa del Carmen, como uno de los nodos a los que había que apostar a futuro.

Via Adrián Arena.

Xavier se involucró en la música electrónica luego de pasar algunos veranos en Ibiza a finales de los años 80. Durante su etapa universitaria en Canadá montó el club Factory. A su regreso a la Ciudad de México, a principios de los 90, continuo con su labor en la naciente escena raver, organizando eventos en la ciudad como el de la fábrica Eureka y el del Teatro Ágora.

Después de dos años de estar haciendo fiestas en México, el movimiento había crecido, ya había más productoras, estaba Martín Parra haciendo sus fiestas Factor 9000, ya habían traído a Paul Van Dyk a las grutas. Entonces a mí se me ocurrió hacer un festival masivo para celebrar el Equinoccio de primavera, y traer a Sven Väth. En aquella época era como el headliner. Equinox no fue nada más un parteaguas en México, fue en toda Latinoamérica, fue el primer rave al aire libre. ¡No existía nada de eso!”, afirma Xavier.

Equinox es considerado un hito en la historia de la música electrónica nacional, como lo narra Erich Martino (DJ Koggi) en el libro ¡Arde la Calle! de Julio Martínez: “me parece que hay cuatro eventos que marcan de manera muy formal el desarrollo de la música electrónica en México: el primero fue Sven Väth en Tepoztlán, el segundo Paul Van Dyk en Teotihuacán. Muchos años después, cuando terminó el ciclo de las fiestas masivas y se estableció un nicho que logró la apertura de la corriente principal, fue cuando vino Fatboy Slim al Salón 21 y por supuesto la catarsis sociocultural callejera del Love Parade de 2002”.

Via Adrián Arena.

Es de subrayar lo sencillo que resultó armar el line up, con un top DJ como Sven Väth, quien pasaba entonces por uno de sus mejores momentos. El alemán viajó a tocar a México por primera vez con tan sólo el boleto de avión pagado, no exigió más. Condiciones imposibles de imaginar en la actualidad, sin miles de dólares de por medio. La primera mitad de los años 90 fue una época en la que no existían en nuestro país los contratos millonarios para los artistas extranjeros por tocar un set de dos o tres horas. La figura del DJ y el productor estaba aún muy lejos de las zonas VIP y la sobre exposición mediática de hoy en día.

Equinox convocó a miles de jóvenes como nunca antes había sucedido en un rave al aire libre en México, a pesar de no contar con una organización tal cual y sin la ayuda de los recursos tecnológicos de los que ahora se puede echar mano. Eran tiempos en los que el uso del internet era ínfimo, la red no tenía los alcances y el uso cotidiano de hoy en día. La gente se enteró del rave porque la información pasó de boca en boca. Xavier y un amigo recorrieron fiestas, bares y escuelas, repartiendo de mano en mano el flyer.

Yo estaba solo, Producciones Trance estaba conformada sólo por mí, sonaba más chido y profesional decir: ‘Producciones Trance’ (risas). En aquella época tenía 22 años, no había internet, no había WhatsApp, no había Excel, no había Word, no había nada de eso, era de libretita en mano hacer cálculos, hacer sumas, ir a las cervecerías, tratar de conseguir un patrocinio. El flyer lo diseñó Alexis Yasky. Tuve un par de juntas con él para hablar sobre qué era lo que yo buscaba. Él también era un chamaco, ni oficina tenía, nos sentamos en su habitación a diseñar el flyer durante dos días”, relata Xavier.

Via Adrián Arena.

Equinox planteaba regresar a los orígenes a través del baile y la música, proponía retomar la riqueza de nuestros ancestros y al mismo tiempo, conectarnos con la madre naturaleza. “Ahora, acercándonos al final del segundo milenio de la nueva era, es importante que también nosotros, los hijos de la tecnología moderna, nos pongamos en contacto con costumbres ya olvidadas, con las raíces más básicas y primitivas, y festejemos a nuestra manera el ritual de la regeneración”, líneas redactadas por Xavier y que aparecen en el flyer.

Al mediodía del 21 de marzo de 1995, fueron llegando a Santo Domingo, Tepoztlán, los primeros grupos de ravers. La expectativa era mucha. Miles de jóvenes procedentes de distintas latitudes del país como Guadalajara y Tijuana, se hicieron presentes. El flyer anunciaba la participación de los internacionales Sven Väth, Pauli, Patrick D., Polly P., Siko, Picou y los nacionales Martín Parra, Década 2, LLT, Light, Tini Tun, Pitt-E, Koggi, Voodoo, Zky y el mismo Xavier Fux.

Via Adrián Arena.

El acto de apertura corrió a cargo de Adrián Arena, Voodoo, con un set de ambient muy en sintonía con la temática prehispánica del rave. “Pude grabar el set porque llevaba un walkman ese día, y lo llevaba porque desde el walkman en modo de player reproduje un sampleo que extraje de un vhs de la palabra Mexhico, que es el nombre original de nuestra nación, con su pronunciación nativa. El vhs era de un documental sobre Regina, el personaje sobre el cual Antonio Velasco Piña escribió el libro de Regina y otros como ‘La Mujer Dormida debe de dar a luz’. Que hablan a grandes rasgos de la verdadera historia de México y su inminente despertar como nación hacia una nueva energía, y de donde saldrá la nueva raza cósmica. Ese sampleo lo repetí tres veces a manera de mantra para que las palabras tuvieran la energía e impacto suficiente”, cuenta Adrián.

Equinox rompió con todas las expectativas, como lo narra el propio Xavier: “Yo esperaba 2000 mil personas, jamás me imaginé que iban a llegar 6000 mil. ¡Fue un desmadre! porque la carretera de Santo Domingo se atiborró de coches. La policía local de Tepoztlán se enteró, llegaron, me metieron a un calabozo durante cuatro horas. Tuve que dejar el 40 o 50% de lo que habíamos vendido. Como a la 1 de la mañana me llevaron, yo estaba muy preocupado porque tenía que tocar Sven al amanecer, él tenía sus discos en mi cajuela, tuve que negociar rápido para que me dejaran salir”.

Agrega Xavier: “Llegué como una hora antes de que tocara Sven para darle sus discos. ¡Fue un amanecer impresionante!, ¡mágico! Sven al día siguiente me comentó que había sido de sus mejores fiestas, junto con una en Goa y otra en Tailandia, eran las tres mejores fiestas de su vida. Se impresionó mucho de la cantidad de gente, del lugar, del amanecer, de cuando salió el sol detrás de las montañas de Tepoztlán. ¡El tipo estaba completamente impactado!”.

Cortesía Xavier Fux.

La reacción del teutón, como lo cuenta Xavier, no fue para menos, Equinox logró generar instantes únicos. Creó una atmosfera cercana a la paz, a la libertad, a la unión y al respeto, con 6000 ravers rodeados por una de las cadenas de montañas más bellas y únicas por sus formas tan particulares, en una de las regiones del territorio mexicano con mayor concentración de energía, y a unos pasos del imponente cerro del Tepozteco, que en su cima alberga los vestigios de una pirámide. Incluso, hay quienes afirman que esa noche se pudieron observar ovnis sobrevolando la zona.

Nos tocó justo al amanecer. Antes de que tocáramos nosotros tocó Pauli, colega de Sven Väth, también de la Harthouse. ¡Traía música genial! Terminamos de tocar nosotros y tocó Sven, fue un momento ¡wow! Tocamos lo tres: Luis Enrique Guzmán, Hilda Acevedo y yo. ¡Cuando salió el sol fue alucinante!, porque fue en un vallecito entre las montañas, estábamos terminando de tocar y estaba clareando. Cuando comenzó a tocar Sven todavía había unas 3 mil, 4 mil gentes, ¡era muchísima!, ¡toda la banda prendida! ¡Sven estuvo tocando como de las 6 de la mañana a las 12 del día en un set larguísimo!, ¡pura pila!, ¡súper chido! El reventón terminó como a la 1 o 2 de la tarde del día siguiente, fue el primero que duró tanto. Hubo otros raves pero se acababan a las 6, a las 8 am”, recuerda Mauricio Rojas, DJ Klang, integrante de LLT.

Via Adrián Arena.

Hay una anécdota por demás curiosa y chusca, ocurrida en el contexto de Equinox, el protagonista fue Ramón Amezcua, Bostich, actual integrante del célebre Nortec Collective. Bostich tomó un camión rumbo a Tepotzotlán, en el Estado de México en lugar de Tepoztlán, Morelos, razón por la cual llegó tarde al rave. “Sólo iba yo, no sabía que existía Tepotzotlán, fui en camión. Tuve que ir en taxi desde Tepotzotlán a Tepoztlán, pero llegué y alcanzamos a presentar el tema con Década. Recuerdo a DJs de la Eye Q Records, de la Harthouse. ¡Super trip! Yo la pasé bailando hasta el amanecer. Fue el mejor rave en cuestión musical”, afirma Bostich.

Luego de casi 24 horas de festival, y a pesar de la inesperada avalancha de ravers que colapsó Santo Domingo, el saldo fue blanco, no hubo peleas ni robos, los postulados del Manifiesto Rave y los del PLUR, cobraron vida aquella noche, un capitulo en la historia de la música electrónica mexicana que tuvo la potencia suficiente para transformar para siempre a toda una generación, y que desencadenó una nueva forma de hacer y de experimentar la fiesta, aún vigente en nuestros días.

Via Adrián Arena.

Son varias las razones por las cuales aquel rave sigue siendo recordado hasta la fecha, Alejandro Dávila sintetiza el por qué hay un antes y un después de Equinox: “Porque movió a ravers de todo México, por el set maratónico de Sven, y por haber ocurrido en un sitio mágico y hermoso como Tepoztlán. A la escena del rave capitalina le hacía falta el contacto con la naturaleza para poder completar la hermandad con la madre tierra. Salieron de las bodegas a algo puro y limpio”.

Por su parte Carlos Saavedra, Expotecno, DJ, productor y organizador de algunos de los primeros raves en la Ciudad de México y Guadalajara, reconoce a Equinox como uno de los eventos que dio apertura a los festivales masivos con talento nacional e internacional: “Desde que apareció el primer evento denominado rave en México, Equinox tuvo una importancia muy fuerte como motor iniciador de eventos de música electrónica mundial”.

Luego de Equinox vendrían otras tantas fiestas legendarias como los Ecosistemas, con un Paul Van Dyk maravillado con el amanecer cargado de neblina y con los imponentes volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl de fondo. El primer Union Fest en el Parque de los Ciervos, con miles de jóvenes bailando entre el lodo y la lluvia al ritmo de los poderosos e hipnóticos beats de Juan Atkins y Sasha. Acid City en el Cine Ópera, con portazo incluido y más de 5000 ravers destrozando el dance floor y de paso, la tubería de agua. Y por supuesto, los portentosos Tecnogeist y Love Parade, en el corazón palpitante de la Ciudad de México, pero esa es otra historia…

Alejandro Arámburo está en Twitter @AlexAramburo

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