Identidad

Cómo es la Navidad cuando tus padres están muertos

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Hace seis meses, un buen amigo me preguntó cómo iba a pasar la Navidad. La pregunta me sorprendió porque todavía era verano. Le contesté: “Probablemente vaya a casa de mis padres”, pero enseguida me di cuenta de a qué se refería.

Hace un par de años, perdió a sus padres. Todas las Navidades, tiene que pensar qué hacer, aunque la ansiedad llega mucho antes de que Mariah Carey suene en todas las radios. Este año, va a pasar la Navidad con nosotros, pero no todos tienen la misma oportunidad.

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Es cierto que este año va a ser una época dura para todos a causa de la COVID-19, pero hay gente que todos los años se enfrenta a situaciones de soledad y ansiedad durante estas festividades.

Marleen (28)

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MARLEEN – FOTO DE LIN WOLDENDORP

Mi madre murió hace ocho años, el 9 de diciembre y mi padre murió el 7 de noviembre de 2018. Ambos murieron de cáncer durante las peores épocas del año. Poco después de que fallecieran, entré en modo supervivencia. Pero ahora siento la pérdida de verdad.

La mayoría de la gente cuenta los días que faltan para Navidad; yo cuento los días que faltan para que se acabe. Nadie te enseña a celebrar la Navidad sin tus padres. Cuando todavía estaban aquí, solíamos celebrar nuestras propias tradiciones a lo grande. Nos vestíamos con trajes llenos de purpurina, veíamos películas malas, hacíamos chocolate caliente y jugábamos al Risk hasta la madrugada. Pero cuando mi madre murió, se llevó con ella las tradiciones. Intentamos pensar en otras, pero ya no eran tan divertidas. Y, entonces, mi padre se fue también.

Dos semanas después de que falleciera, empecé a ver anuncios “divertidos” de Navidad y a escuchar a mis amigos quejarse de que tenían que ir a ver a sus familias. Yo pensaba: “Ojalá pudiera quejarme de que mi madre se vuelve loca en Navidad”. La semana antes de Nochebuena es la peor, porque la gente solo piensa en sí misma, en su familia y en lo ocupada que está.

La primera Navidad sin mis padres, me sentí como un zombi. Me dolía el cuerpo de la pena. Fui a cenar con unos amigos, pero apenas me enteraba de lo que decían. Tenía la cabeza en otro sitio y no comí casi nada. Intenté pasármelo bien, pero sentía que estaba fingiendo. Lo único que quería hacer era sentarme en el sofá con una taza de té y hablar de la gente que extrañaba.

Por eso, no me gustan estas fechas. No quiero hablar de mi difunto padre mientras todos están tan felices. Me levanto, me pongo mi ropa de Navidad y trato de pasar el día lo mejor que puedo. El año pasado, la mayoría de mis amigos evitaron hablar del tema. No los culpo: yo tampoco sabría qué hacer. Algunos me escribieron por mensaje de texto, diciendo cosas como: “Vaya día más extraño. Me he acordado de ti”. Me parece muy dulce. Es muy bonito saber que alguien piensa en ti.

Este año, voy a pasar las vacaciones con mis amigos y familia política. Me gusta, pero todavía me siento como una extraña. Solía darle mucho valor a las Navidades con mi familia, pero ahora eso ha cambiado. Mis amigos son mi familia ahora.

Emma (26)

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EMMA – FOTO DE LIN WOLDENDORP

Cuando tenía 22 años, perdí a mis padres. Mi madre murió en 2015 y mi padre en 2016, ambos de cáncer. Recuerdo que no quería contárselo a nadie, porque no parecía verdad.

Solíamos tener una celebración de Navidad muy íntima. El día después, solíamos ir a ver a mi tía y, al siguiente, a mi tío. Cuando mis padres fallecieron, pensé: “¿Tengo que seguir con esta tradición?”. Pero se los debía.

La primera Navidad sin ellos, mi tío organizó una cena a lo grande. Todos parecían pasárselo bien: festejando, bebiendo y comiendo, pero yo me sentía totalmente fuera de lugar y quería irme de allí. Cuando mi tío me dijo que había 25 personas, conté y dije: “No, somos 23; 25 menos mamá y papá”. Fingió no escucharlo; creo que para él también era duro.

Mi cumpleaños es justo antes de Navidad. Es cuando más echo de menos a mis padres, porque no puedo celebrar sin aquellos que me dieron la vida. Siento tanto la pérdida ese día que, en comparación, el día de Navidad no es tan terrible. No obstante, extraño las peras al vino que solía hacer mi madre, los paseos de invierno o poner el árbol juntos. Teníamos un árbol falso, cubierto con una colección de guirnaldas y adornos que habíamos ido acumulando durante años. Me reconforta saber que todavía lo tengo. En la copa, poníamos un pequeño pajarito: a mi madre le encantaban los pájaros.

He pasado alguna que otra Nochebuena sola, pero, normalmente, mis amigos me invitan a sus casas o con sus familias. Se aseguran de que no esté sola. Es genial, pero todavía me cuesta pensar que estoy allí sola, que soy la rara.

Este año, mi hermano y yo vamos a cenar a casa de mi tía. El marido de mi prima una vez dijo que “la Navidad debía de ser difícil para nosotros”. Me gustó que dijera eso, que no se olvidaran de mis padres y los echaran de menos. La gente debería preguntar cosas libremente sobre los seres queridos que hemos perdido. Me gusta hablar de ellos: es como traerlos de vuelta, aunque sea solo un momento.

Emma (30)

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EMMA – FOTO DE LIN WOLDENDORP

Intento pasar las Navidades lo mejor que puedo. Me pongo un vestido bonito, me maquillo y tomo un montón de vino y queso. Trato de no verlo como un momento triste, aunque lo sigue siendo y a veces me siento muy sola. Sobre todo, extraño cuando mi casa estaba llena de cosas de la infancia y mis padres contaban historias de las Navidades pasadas.

Tenía 22 años cuando mi padre murió de un paro cardíaco y mi madre se suicidó hace dos años. Cuando escucho a la gente quejarse de la Navidad, me digo a mí misma: “Disfruta, nunca sabes lo que pueda ocurrir”.

Las primeras Navidades sin ellos fueron extremadamente difíciles. Acababa de romper la relación con mi novio después de siete años, así que lo perdí todo: mis padres, mi familia política y mi novio. Por suerte, mi mejor amiga del instituto me invitó a pasar la Navidad con su familia. Cuando me enteré de que su madre me había comprado algunos regalos, empecé a llorar a mares. Pensaba que nadie lo haría nunca más. Mi amiga me dijo: “Eres una de los nuestros, Em”. Me conmovió mucho; echaba de menos sentir que pertenecía a algún sitio.

Ofrecer a alguien que pase estas fechas contigo o incluso enviar un mensaje supone una gran diferencia. Recuerdo que alguien me dijo por mensaje: “Em, estoy segura de que es un momento difícil para ti, estaré pensando en ti”. Me hizo sentir que no estaba sola.

Normalmente, paso los días después de Nochebuena con mi hermano y mi hermana. Cuando mi madre murió, mi hermana se acababa de enterar de que estaba embarazada. Fue la primera Navidad sin mis padres y con un bebé de seis semanas. Creo que para ella fue especialmente difícil. Nos prometimos que, pasara lo que pasara, intentaríamos estar juntos”. Mi hermano se puso la pijama y yo un vestido brillante. Me siento orgullosa de cómo nos las apañamos ese año. Intento ser agradecida por las cosas que tengo.