Las riñas, motines y suicidios en las cárceles de México se han duplicado en este sexenio

En México los reos deciden morir entre las seis de la tarde y las doce de la noche. Prefieren partir en noviembre, antes de que entre el invierno o caiga la nieve que congela cada rincón de algunos penales del norte.

En las cárceles mexicanas los reos se pelean y se matan entre sí. Durante seis horas al día se concentra la tensión, el estrés y la depresión, que se intensifica en septiembre, justo cuando termina el verano. Y nunca antes tantos internos quisieron morir, pelear, escapar, como cuando llegó a la presidencia Enrique Peña Nieto, en diciembre del año 2012, un joven político que prometió durante su campaña “reordenar el sistema penitenciario”.

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Hay pocas formas de quitarse la vida en prisión, y la más habitual para los convictos es amarrarse de una sábana hasta morir ahorcados. En cambio, hay muchas maneras de empezar un disturbio: con navajas, cinturones, palos, puntas, tablas, charolas, cuerdas, tijeras, clavos, latas, pedazos de vidrio, sartenes y platos.

En un esfuerzo por explicar cómo se ha deteriorado el sistema penitenciario en este sexenio, VICE News lanza una serie de textos dividida en cuatro entregas, en la que se abordarán los distintos problemas que se han agudizado en las 21 cárceles federales del país (CEFERESOS), las cuales albergan en promedio unos 21.000 internos, según datos de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS).


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A través de la construcción de una base de datos creada a partir de solicitudes realizadas vía Transparencia, informes, y expedientes judiciales podemos explicar las razones por las que México se enfrenta a una crisis en el sistema penitenciario.

Desde diciembre del 2012 a la fecha, los disturbios que incluyen riñas, motines, suicidios y autoagresiones, entre otros, se han duplicado respecto al sexenio anterior. Esto a pesar de que la administración peñista destinó un presupuesto de más de 4.5 millones de pesos diarios para el funcionamiento de los penales, según un informe elaborado por académicos y congresistas.

De acuerdo con la estadística oficial interna del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), durante el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa se registraron 1.820 disturbios. Y hoy, a menos de un año de que termine la administración priísta ya se contabilizan 3.708, un incremento del 103 por ciento; es decir, la cifra se ha duplicado y aún no concluye el periodo presidencial. Esto quiere decir que en México se registran dos disturbios por día en los penales.

Durante los seis años de gobierno de Calderón los disturbios anuales oscilaron entre los 150 y los 550. En cambio, en la gestión de Peña Nieto fluctuaron entre los 700 y los 1.000. El 2013, su primer año de gobierno, ha sido el más violento con un total de 1.064 conflictos.

Durante los años siguientes se registraron pequeños decrementos, sin embargo, en general la tendencia se mantuvo.

De estos disturbios, el penal que concentró el 50 por ciento de los conflictos carcelarios fue el Centro Penitenciario Islas Marías, un complejo instalado en el Océano Pacífico hace casi un siglo.

Los penales donde las cifras son más altas son los CEFERESOS de Tamaulipas, Veracruz, Morelos, Oaxaca y Chiapas.

Cartas de los reos ofrecen otra mirada al motín ocurrido en el ‘El Pueblito’, una cárcel en Tijuana, que terminó en una masacre. Ilustración de Clementina León con imágenes de cuartoscuro.com/AFN.

El sistema penitenciario del país tiene focos rojos a todos los niveles: federal, estatal y municipal. Expertos consultados por este medio coinciden en señalar que a nivel federal el gran problema es que hay una presencia abusiva, excesiva y violatoria de derechos humanos de parte del Estado, mientras que en las prisiones estatales hay una ausencia total de éste; es decir están en manos del crimen organizado y fuera de toda legalidad.

En resumen, tenemos dos sistemas en los extremos opuestos. Aunado a ello, desde la visión de los especialistas, el gobierno del presidente Enrique Pena Nieto, ha desdeñado el tema.

Las cárceles, en muchos casos, son bombas de tiempo a punto de explotar, dice Orlando Camacho, integrante del Consejo Ciudadano de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS): “Hay penales que son verdaderamente antihumanos y tienen una gran problemática, y a pesar de ello no hemos escuchado a Peña Nieto hablar de este tema a la profundidad que requiere. Es una duda que tenemos, no sabemos si no está bien informado, pero en su discurso se refiere muy poco a la problemática tan seria que implica el sistema penitenciario para el país”, agrega en entrevista.

Al mandatario le queda sólo un año en la presidencia y “tendría que mandar mensajes más claros”. Por ejemplo, poner orden y control en al menos cinco de los penales más peligrosos del país antes de acabar su gobierno, dice Camacho.

Elena Azaola, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) considera que el régimen de alta seguridad aunado a las malas condiciones penitenciarias, altera la conducta y el comportamiento de los reos. Este entorno es, en gran medida, un gran detonador de todo tipo de disturbios, que fácilmente se convierten en motines.

La doctora, experta en políticas de seguridad e instituciones carcelarias desde hace 30 años, indica que el régimen de seguridad extrema que se mantiene en los penales federales nunca ha sido sometido a una evaluación científica verdadera: “Todos los reos están sometidos a un régimen de alta seguridad, al que no necesitan estar sometidos, incluso algunos de manera más extrema, completamente aislados y con sólo media hora para salir”.

Con el pretexto de que “son delincuentes” el gobierno mexicano justifica los maltratos, la escasez y las pésimas condiciones en que se mantiene a los presos.

Estamos hablando de condiciones de vida indignas e inhumanas. “Estar recluido, efectivamente, no debería eximir a los presos de comida adecuada y sana, un uniforme limpio, control de plagas y servicios médicos” dice Camacho.


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Maïsa Hubert, Coordinadora del Programa de Sistema Penitenciario de la organización Documenta, indica que en los CEFERESOS han encontrado alarmas en casi todos los aspectos: “hay falta de custodios, de acceso a servicios de salud y de capacitación para el trabajo; en resumen, no hay absolutamente nada. Estamos hablando de un modelo de política penitenciara enfocado en la seguridad, en el aislamiento de los presos, bajo la lógica de que el hecho de teneros aislados va a garantizar que no pase nada” y por el contrario, los números muestran que los conflictos internos han crecido exponencialmente.

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Apenas en abril de este año un informe sobre el estado de los centros penitenciarios en México —elaborado por la Cámara de Diputados en conjunto con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Publica— se presentó ante el Congreso.

Ahí se destaca que la calificación promedio de los CEFERESOS es de siete, en una escala de 10, y los problemas estructurales son: vida indigna y en ocasiones infrahumana; falta de profesionalización y condiciones de trabajo deplorables del personal penitenciario; indiferencia social y de autoridades hacia la problemática que enfrentan las prisiones.

La base de datos realizada por VICE News corrobora a través de cifras lo que los académicos y expertos prisiones aseguran: con Peña Nieto se incrementaron exponencialmente los disturbios.

Mientras en la administración pasada se registraron 1.356 riñas, con Peña hasta julio de este año ya alcanzan los 2.681.

Otros disturbios que se dispararon fueron las autoagresiones (312) y las agresiones a terceros (199). Entre los conflictos que comenzaron a figurar en esta administración están las huelgas de hambre (35) y los intentos de suicidio (37).

Por eso, en cada reportaje exploraremos una problemática diferente: comenzamos hoy con este texto introductorio sobre las cifras que demuestran que el sistema penitenciario se enfrenta a la peor crisis en la última década y continuaremos abordando conflictos como los motines, las masacres, huelgas de hambre y el abuso de autoridad.

A través de expedientes y archivos judiciales que permanecieron ocultos para la ciudadanía por años, reconstruirnos la masacre en la que murieron 23 internos en ‘El Pueblito’, un centro de reinserción en Tijuana.

Hasta el día de hoy, según la narrativa oficial, en 2008 se registró una matanza entre grupos vendedores de drogas; sin embargo los testimonio de los reos, ofrecen una versión opuesta que apunta a que pudieron ser asesinados por tres corporaciones policiacas.

También se contará la historia detrás de una de las huelgas de hambre más grandes en prisión que logró que narcotraficantes de distintos cárteles y acusados por distintos delitos olvidaran su pertenencia a clanes contrarios y juntos ondearon la misma bandera. Eso sucedió en el Altiplano en 2015.

Y finalmente cerraremos nuestro especial Disturbios tras las Rejas, con la historia no contada detrás de la muerte de un grupo de reos en un penal estatal de Durango en 2011. En esta ocasión, los presos defendían sus cadenas de oro, relojes, perfumes, televisiones y otras pertenencias.

*Con información de Ollin Velasco y Karla Casillas.

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