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La comunidad científica advierte del fin inminente del capitalismo

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El capitalismo tal como lo conocemos se ha acabado. Eso sugiere un informe encargado por un grupo de científicos designados por el Secretario General de la ONU. ¿La razón? Estamos en pleno proceso de rápida transición hacia una economía mundial radicalmente distinta, como consecuencia de la explotación insostenible de los recursos medioambientales del planeta.

Se aceleran los efectos del cambio climático y el ritmo al que se extinguen las especies, y las sociedades están sufriendo mayor desigualdad, desempleo, menor crecimiento económico, aumento de la deuda y la ineptitud de sus gobiernos. En contra de lo que suelen creer los legisladores respecto a estos problemas, el informe señala que no se trata de crisis separadas.

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Estamos más bien ante crisis que forman parte de la misma transición radical hacia una nueva era caracterizada por la producción ineficaz de combustibles fósiles y el coste cada vez más elevado del cambio climático. En esta era que comienza, según el informe, la mentalidad capitalista convencional ya no es capaz de explicar, predecir o solucionar los entresijos de la economía mundial.

El cambio energético

Esas son las desoladoras conclusiones de un informe científico de antecedentes preparado por un equipo de biofísicos finlandeses. El cometido de este grupo de la finlandesa Unidad de Investigación BIOS era el de ofrecer datos para elaborar el Informe Mundial de Desarrollo Sostenible de la ONU, previsto para este año.

Por “primera vez en la historia de la humanidad”, reza el informe, las economías capitalistas “están pasando a fuentes de energía menos eficientes”. Esto se aplica a todas las formas de energía. La producción de energía utilizable con la que seguir potenciando “actividades humanas básicas y no básicas” en la civilización industrial “requerirá más esfuerzo, y no menos”.

Los científicos se refieren al revolucionario trabajo del ecologista de sistemas Charles Hall, de la Universidad Estatal de Nueva York, y del economista Kent Klitgaard, del Wells College. A principios de 2018, ambos profesores publicaron una edición actualizada de su influyente libro, Energy and the Wealth of nations: An Introduction to Biophysycal Economics.


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Hall y Klitgaard se muestran sumamente críticos con la teoría económica capitalista predominante, la cual, según ellos, se ha alejado irremisiblemente de los principios más básicos de la ciencia. Aluden al concepto de “rentabilidad energética de la inversión” (EROI, por su acrónimo inglés) como indicador clave del cambio hacia una nueva era de precariedad energética. la EROI es un sencillo indicador que mide cuánta energía usamos para obtener más energía.

“En el último siglo, lo único que teníamos que hacer era extraer más y más petróleo del suelo”, señalan Hall y Klitgaard. Hace décadas, la EROI de los combustibles fósiles era muy elevada: un poco de energía permitía extraer grandes cantidades de petróleo, gas y carbón.

Sin embargo, esta ratio ha cambiado. Hoy día usamos más energía para extraer menores cantidades de combustibles fósiles. Esto se traduce en mayores costes de producción para obtener lo necesario para mantener la maquinaria de la economía en marcha. Todavía hay más material bajo tierra, miles de millones de barriles, seguramente suficientes para freír el planeta varias veces.

No obstante, ahora es más difícil y costoso extraerlo, Y el coste medioambiental es mucho peor, como ya demostró la ola de calor generalizada del año pasado.

Pero los mercados capitalistas no quieren reconocer estos elevados costes. Simplemente no pueden concebirse con los modelos económicos predominantes.

En agosto de 2018, el inversor milmillonario Jeremy Grantham ⎯conocido por haber predicho de forma sistemática las burbujas financieras⎯ publicó una actualización de su análisis de abril de 2013, The Race of Our Lives.

“Nos enfrentamos a una forma de capitalismo que ha centrado sus esfuerzos en la maximización del beneficio a corto plazo sin interés alguno por el bien social”

El nuevo documento, The Race of Our Lives Revisited, es una crítica brutal a la complicidad del capitalismo contemporáneo en la crisis ecológica. Su veredicto es que “el capitalismo y la economía predominante simplemente no son capaces de lidiar con estos problemas”, refiriéndose al agotamiento sistemático de los ecosistemas del planeta y de los recursos medioambientales:

“Ni siquiera se tiene en consideración el coste de sustitución del cobre, el fosfato, el petróleo y el suelo que usamos. Si así fuera, es probable que en los últimos 10 o 20 años (al menos para el mundo desarrollado) no haya habido beneficios ni aumento de los ingresos, sino todo lo contrario”, señalaba.

En resumidas cuentas, según Grantham, “nos enfrentamos a una forma de capitalismo que ha centrado sus esfuerzos en la maximización del beneficio a corto plazo sin interés alguno por el bien social”.

Sin embargo, pese a su influencia y pensamiento crítico, Grantham olvida el factor más fundamental de la situación en la que nos encontramos actualmente: la transición a un futuro con una EROI baja en el que no podremos seguir extrayendo los mismos niveles de excedente de energía y materias que obteníamos hace décadas.

Multitud de expertos están convencidos de que estamos dejando atrás el capitalismo, si bien difieren respecto a las consecuencias que esto tendrá. En su libro Postcapitalismo: Hacia un nuevo futuro, el periodista económico británico Paul Mason señala que la tecnología de la información está allanando el camino para la emancipación de la fuerza laboral al reducir a cero el coste de la producción. De esta forma, asegura, se iniciará una era “poscapitalista” utópica caracterizada por la abundancia extrema y que trascenderá el sistema de precios y las reglas del capitalismo.

Puede sonar bien, pero Mason ignora por completo la infraestructura física colosal del “internet de las cosas”, que crece de forma exponencial. Se prevé que su alzamiento digital consumirá cantidades cada vez más ingentes de energía que producirían el 14 por ciento de las emisiones totales de carbono para el año 2040.

Hacia un nuevo sistema operativo económico

La mayoría de observadores, por tanto, desconocen por completo las realidades biofísicas señaladas en el informe de antecedentes encargado por el Secretario General de la ONU: que el motor de la transición al poscapitalismo es precisamente el declive de aquello que hizo posible el “capitalismo del crecimiento infinito”: la energía barata y abundante.

En general, el informe señala que hemos avanzado a un territorio nuevo, impredecible y sin precedentes en el que no hay respuestas para la economía convencional. El crecimiento económico se ha frenado, los bancos centrales han recurrido a tipos de interés negativos y están comprando grandes cantidades de deuda pública para mantener a flote nuestra economía. Pero ¿qué ocurrirá cuando estas medidas se hayan agotado? Gobiernos y bancos se están quedando sin opciones.

“Podría decirse sin dudar que no existen modelos económicos que puedan aplicarse a la nueva era”, señalan los científicos finlandeses.

Tras identificar este vacío, señalan oportunidades para la transición.

En un futuro con una EROI reducida, no queda otra que aceptar el hecho de que no seremos capaces de mantener los niveles actuales de crecimiento económico. “Durante las próximas décadas, va a ser extremadamente difícil, cuando no imposible, satisfacer los niveles actuales de consumo energético con soluciones basadas en bajos niveles de emisiones de carbono”, concluye el documento. La transición económica debe necesariamente ir acompañada de medidas para “reducir el consumo total de energía”.

Las áreas clave implicadas en esto son el transporte, los alimentos y el sector de la construcción. La planificación urbana debe adaptarse para fomentar los desplazamientos a pie y en bicicleta, así como la electrificación del transporte público. Los hogares y los espacios de trabajo estarán más conectados y adaptados. Por otra parte, el transporte de mercancías internacional y la aviación no pueden seguir creciendo a el ritmo actual.

“Pero los mercados capitalistas no serán capaces de facilitar los cambios necesarios. Será precisa la intervención de los gobiernos y las instituciones deberán ajustar los mercados a los objetivos de supervivencia humana”

Al igual que con el transporte, también será preciso revisar el sistema alimentario mundial. El cambio climático y la agricultura intensiva basada en el petróleo han provocado que haya países que dependan de la importación de alimentos de unas pocas áreas de producción. Será esencial efectuar un cambio hacia la autosuficiencia alimentaria en países pobres y ricos. Y por último, los productos lácteos y la carne deberían dar paso a dietas basadas en plantas.

Asimismo, la fabricación industrial basada en un elevado consumo energético y en el cemento y el acero deberá buscar materiales alternativos. El informe de BIOS recomienda recuperar las construcciones duraderas en madera y otras opciones, como la biomasa.

Pero los mercados capitalistas no serán capaces de facilitar los cambios necesarios. Será precisa la intervención de los gobiernos y las instituciones deberán ajustar los mercados a los objetivos de supervivencia humana. Actualmente, las perspectivas de que eso ocurra son escasas.

La cuestión de si el sistema resultante de este cambio seguiría constituyendo una forma de capitalismo es puramente semántica y depende de la definición de capitalismo que se tome.

“En esa situación, el capitalismo no sería como el que tenemos ahora”, señala uno de los autores, el doctor Järvensivu. “La actividad económica se rige por el significado ⎯mantener las mismas posibilidades para una vida aceptable a la vez que se reducen las emisiones drásticamente⎯ más que por el beneficio, y ese significado se creará política y colectivamente. Creo que este es el mejor caso posible en lo que respecta a un mercado moderno y a las instituciones de mercado. Sin embargo, no puede darse sin reformular profundamente el pensamiento económico-político”.

Este artículo apareció originalmente en VICE US. .