Este artículo se publicó originalmente en Tonic, nuestra plataforma dedicada a la salud.
Se dice que el autor francés Honoré de Balzac se tomaba hasta 50 tazas de café todos los días para aguantar sus agotadoras borracheras de escritura en medio de la noche. A pesar de que los adictos al café de hoy en día sin duda pueden estar de acuerdo con el consumo excesivo de café de Balzac para aumentar la productividad, según dos estudios nuevos importantes, puede haber otro gran beneficio para los que toman café: una vida más larga.
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El primer estudio, dirigido por Wendy Setiawan, profesora asociada de la Universidad del Sur de California (USC) de medicina preventiva, encontró que las personas que toman por lo menos una taza de café al día son aproximadamente 12 por ciento menos propensas a morir que los que no toman café. El descubrimiento se basa en 16 años de datos recopilados de 185.000 estadounidenses mayores de 45 años. Aquellos que bebían dos o tres tazas al día, fueron un 18 por ciento menos propensos a morir. Tal como se detalla en Annals of Internal Medicine, sin importar si el café tenía cafeína o no.
Aunque el estudio de Setiawan no fue el primero en vincular el consumo del café con la longevidad, es único en la diversidad étnica de sus datos. Antes de la investigación de la USC, la mayoría de los estudios que se enfocaban en el café y la salud se centraron específicamente en las poblaciones blancas. Sin embargo, en la investigación de Setiawan, los blancos sólo representaron 25 por ciento del grupo de investigación, mientras que los japoneses-americanos representaron el 29 por ciento, los latinos representaron el 22 por ciento y los afroamericanos representaron el 17 por ciento.
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“Hasta ahora, había muy pocos datos sobre el café y los que no son blancos”, dice Setiawan. “Pero los descubrimientos en los caucásicos pueden no ser aplicables a otros grupos, así que con este estudio tuvimos un grupo multiétnico y se mostró que el café también bajó las tasas de muerte en las poblaciones no caucásicas”.
Un segundo estudio publicado ayer en Annals of Internal Medicine del Imperial College de Londres refuerza las observaciones de Setiawan. Este estudio, que incluyó datos de más de 500.000 personas mayores de 35 años en diez países europeos, también señaló que el aumento del consumo de café se correlacionó con un menor riesgo de muerte por todas las causas, pero particularmente las enfermedades cardiovasculares. Según los investigadores, beber tres o más tazas de café al día está relacionado con un riesgo de muerte en el grupo.
Además, los investigadores del Imperial London también realizaron un subestudio sobre 14.000 individuos que analizaron biomarcadores metabólicos, o parámetros biológicos cuantificables que se usan para medir la salud. En general, encontraron que los que toman café tienden a tener hígados más saludables y un mejor control de la glucosa que aquellos que se abstienen de los granos de café.
Si bien estos resultados pueden ser como un soplo de aire fresco para los entusiastas del café, es importante reconocer que se trata de estudios observacionales, no de investigación clínica. En otras palabras, estos grupos de investigación han observado correlaciones estadísticamente significativas entre el consumo de café y la longevidad. Con el fin de establecer un mecanismo causal, los investigadores tendrán que hacer más investigación clínica para ver de qué manera el café afecta a ciertas áreas del cuerpo, como el hígado.
Sin embargo, estos estudios añaden una legitimidad estadística muy necesaria al estudio del café y la salud, que está plagada de investigaciones contradictorias. Por ejemplo, en 1991 la Organización Mundial de la Salud había etiquetado el café como un “posible carncerígeno” basado en sus aparentes vínculos con el cáncer en la vejiga urinaria. Esta etiqueta se mantuvo hasta 2016, cuando la OMS revirtió su postura y reconoció que el café realmente puede reducir la probabilidad de contraer ciertos tipos de cáncer basados en nuevas investigaciones.
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“Para las personas que han estudiado el café con anterioridad, a lo mejor estos estudios fueron pequeños o no se analizaron debidamente, dando lugar a resultados contradictorios sobre el efecto del café en la salud”, dice Setiawan. “Me encantaría ver a alguien haciendo ensayos clínicos con poblaciones al azar y controles que analicen el efecto del café en algo como la función hepática porque en un estudio observacional, no podemos probar la causalidad, sólo demostrar que hay una relación”.