Los pilotos nos explican por qué no deberíamos preocuparnos por las turbulencias

Desde la desaparición del vuelo MH370, desde que el AirAsia cayó al mar y desde que Andreas Lubitz estrelló el vuelo 9525 de Germanwings en los Alpes franceses, he sentido con toda mi alma que —dejando la ciencia y la lógica de lado— los aviones no funcionan, que simplemente tienen suerte. Y de todos mis problemas con los aviones, las turbulencias son el peor. Ese traqueteo me provoca una especie de sensación de impotencia, y sobre todo cuando no sabes por qué ocurre. Así que para relajarme en futuros vuelos, le pedí a algunos pilotos que me explicaran qué son las turbulencias.

“La turbulencia no es algo que debamos temer”, dice Keith Tonkin, expiloto militar y director del grupo de consultoría Aviation Projects. “Los aviones modernos están diseñados para aguantar mucha más fuerza que la que la turbulencia puede crear”. Tonkin añade que incluso hay aviones militares que vuelan en huracanes para recabar datos meteorológicos.

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Dejando la fabricación de lado, quise saber si la turbulencia puede derribar un avión. Le recordé que en noviembre de 2001, el vuelo 587 de American Airlines se estrelló a un minuto de haber despegado del aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York, matando a los 260 pasajeros a bordo y a otras cinco personas más en tierra. ¿La razón? Despegó detrás de otro y cayó por la turbulencia creada frente a él.

Pero como me asegura Tonkin, el problema fue que el vuelo 587 despegó demasiado pronto. Como señala, los errores humanos son la razón más común de que los aviones se estrellen, mientras que las turbulencias meteorológicas son más una molestia que un peligro. “Evitamos la turbulencia porque estresa a los pasajeros”, dice, “pero para los pilotos no es problema”.

Hay tres tipos principales de turbulencia: térmica, mecánica y frontal. Las tres las has visto a pequeña escala en el agua en movimiento. El aire caliente se alza de la misma forma en que el agua sale del fondo. Esto se llama turbulencia térmica y la sientes como un golpe cuando el avión pasa a 800 kilómetros por hora por una columna de aire ascendente. Si alguna vez has pasado por las nubes de la tarde durante el despegue, entonces probablemente has experimentado turbulencia térmica.

Luego tenemos la turbulencia mecánica, que ocurre cuando hay estructuras físicas —como montañas y edificios— que interrumpen las corrientes de aire, igual que las piedras crean ondulaciones en un arroyo. Esto es peligroso, pero es muy fácil de predecir y los pilotos simplemente evitan volar cerca de grandes estructuras a altitudes bajas.

Una compilación de aviones aterrizando con turbulencia frontal

El último tipo es la turbulencia frontal, que básicamente describe la frontera entre dos masas de aire que se mueven a la inversa. Esta da miedo porque a menudo no se puede predecir su intensidad, como es el caso de cuando el piloto atraviesa una corriente en chorro.

Una corriente en chorro, como si fuera un camino de aire, es un flujo de aire que se encuentra en la atmósfera más alta. Para minimizar el consumo de combustible, los pilotos a menudo se montan en éstas para aprovechar su impulso. Seguramente estarías medio dormido cuando encendieron la luz de abrocharse el cinturón y te informaron de que el piloto está a punto de entrar o salir de una corriente en chorro. Generalmente, en este punto el piloto sabrá qué esperar, ya que otro avión habrá registrado la intensidad de la turbulencia en la zona de transición.

La turbulencia se registra y se comparte con otros aviones por medio de un sistema de radar. La turbulencia ligera describe un movimiento de 30 o 60 centímetros que hace que la mesita del asiento se tambalee. La turbulencia moderada es el momento en que las azafatas se ponen los cinturones de seguridad. La turbulencia fuerte hace que los objetos que no estén asegurados vuelen, incluyendo a la gente, y casi todos los pilotos viven unas turbulencias fuertes solo unas pocas veces en toda su trayectoria profesional. Sin embargo, la turbulencia extrema es la suma de todos los miedos. En este caso, un avión puede caer o subir 30 metros en segundos y los pasajeros sin cinturón de seguridad habrán muerto después de haberse golpeado contra las paredes del aparato. Como informó la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, “desde 1980 hasta 2008, las compañías aéreas estadunidenses tuvieron 234 accidentes de turbulencia que resultaron en 298 lesiones graves y tres muertes”.

2013 fue el año más seguro del que se tiene registro, mientras que 2014 no se queda atrás.

Ron Batsch es director de AvLaw Consulting, una consultora dedicada a la industria aeronáutica, y exjefe de seguridad en Qantas, la aerolínea australiana. Él dice que la turbulencia extrema es muy rara, aunque tuvo la mala suerte de encontrarla alguna vez. “Recuerdo que volaba de regreso a Sidney en un avioncito de dos asientos por fila y sobrevolábamos las Montañas Azules”, dijo. “Había tormentas y un poco de turbulencia mecánica sobre las montañas y yo volaba bastante bajo, a unos 3.048 metros”. Batsch dijo de repente haber golpeado una pared de aire que lo llevó hacia arriba, donde había mucho menos oxígeno. “El avión se despresurizó y tuve miedo de desmayarme. Todo el tiempo tuve el morro del avión hacia abajo, pero pasamos de los 3.000 metros a los 3.600. Es en momentos como ese cuando realmente te estás ganando tu sueldo de piloto”.

Este es un ejemplo de por qué los pilotos comerciales vuelan tan alto para evitar la turbulencia. Una aerolínea comercial nunca se acercaría a las montañas a tan solo tres mil metros de altura y siempre volará alrededor de las tormentas en lugar de pasar a través de ellas. Y de nuevo, no es porque los aviones no soporten estas condiciones, sino porque el pasajero promedio no entendería qué pasa. Tanto para Keith como para Ron, pasar por una turbulencia es como pasar por un bache: llama la atención del conductor, pero no causa problemas.

“Puede parecer que el año pasado hubo muchos accidentes”, dice Ron Bartsh dirigiéndose a mi problema de fondo con los aviones. “Pero es más una percepción que una realidad. 2013 fue el año más seguro del que se tiene registro, mientras que 2014 no se queda atrás”. Además señaló que los conocidos accidentes del año pasado no tenían precedentes y que ninguno fue resultado de turbulencias. Después me pidió que viera unas cifras.

En 2014, tres mil millones de personas volaron y tan solo hubo 692 muertes en vuelos comerciales. Con cifras así, tienes más oportunidad de ganar la lotería que de morir en un accidente aéreo.