Drogas y políticos españoles

Aquí en VICE somos muy fans de Rob Ford, el alcalde de Toronto. Es por eso que ayer, al leer esta noticia, mi pequeño cerebro destruido por el alcohol empezó a pensar, ¿Cómo es que nosotros no tenemos ningún político capaz de pronunciar frases como “Sí, he fumado crack. Probablemente en una de mis noches de borrachera (…) Hace un año”? Como España es el país de la fiesta y la coca no podía entenderlo así que fui a casa de mi gran amigo Google y empecé a buscar entre sus corpulentos volúmenes de datos y, maldita sea, descubrí que en España tenemos bastante buen material.

La verdad es que no tenemos nada que envidiarles a esos pseudo-americanos sin pistolas ni sentido del humor. Aquí tenemos políticos con frases igual de enormes y con acciones igual de jodidas; o más. España, tierra de sueños, aceituneros y políticos colocados (espero que se siga utilizando el verbo “colocarse” porque sino pareceré un jodido anciano).

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Vayamos poco a poco. Empecemos por las acciones más inocentes, los pequeños guiños simpáticos a la droga. Recordemos esas palabras de Enrique Tierno Galván, el que por aquel entonces era el alcalde de Madrid: “¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque… y al loro!” (ver vídeo). Eran los 80, todo era distinto, pero bueno, esas palabras quedaron impregnadas en el subconsciente madrileño y supongo que es por eso que los ciudadanos de la capital se pasan toda la semana bebiendo cañitas y saliendo de fiesta.

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De esta simpática anécdota saltemos a otra un poco más extraña. José María Aznar, a parte de político, era poeta. En el 2007, siendo ex presidente, lanzó una de sus más elocuentes perlas literarias. Sin esfuerzo alguno. Ya lo decía Bukowski, si no sale de tus entrañas por necesidad, si tienes que esforzarte, es que no mereces ser poeta. Fue al recibir la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León cuando pronunció: “Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí? Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás”, haciendo un pequeño guiño a la campaña de la Dirección General de Tráfico que había por aquel entonces, esa que espetaba “No podemos conducir por ti”. Sensibilidad digna de Flaubert.

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También tenemos al ex alcalde de Rasquera, Bernat Pellisa, quien hizo un referéndum para que esta pequeña localidad de Ribera de Ebro pudiera llevar a cabo un cultivo de cannabis a gran escala para un club de fumadores de Barcelona. “Puede dar mucha vida al pueblo. Además, si también se dedica a la medicina y está controlado, ¿dónde está el problema?” decía Bernat.

Vale, es verdad, de momento esto tampoco es tan jodido como ser alcalde y haber fumado crack. Tranquilos, no saltéis tan deprisa, que ahora viene lo bueno. Ahora nos vamos a adentrar en el auténtico lado oscuro, allí donde los políticos flirtean directamente con la fiesta y la droga, allí donde política y subidón se dan la mano y se funden en una nueva entidad etérea y preciosa.

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El nombre es Francisco Guerrero, director general de Trabajo de la Junta de Andalucía que entre 2001 y 2010 concedió subvenciones a su antojo, sin ningún tipo de control. Era eso del caso ERE. Según su chófer –el llamado “chófer de la cocaína”- en 2004 Guerrero le animó a crear dos empresas y le dijo que les asignaría una subvención de 450.000 euros a cada una. El papeleo fue sencillo y una parte de las subvenciones se la quedó el chófer y otra Guerrero. Según dice el conductor, “cuando Guerrero acababa su jornada iba de copas y consumíamos cocaína a diario pagada con el dinero de la subvención”. Los tipos se gastaban sin pudor el dinero del ERE destinado a los obreros en unas buenas juergas. El tipo le daba mucha chusta al asunto y dejó de aparecer en reuniones y a hacer todo eso que hacen los drogadictos.

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Venga, ahora un caso bastante viejuno. Estamos en el jodido 1989, en Gibraltar, el jodido paraíso de la coca. Enrique Bollín, senador del PP por Málaga fue sorprendido conduciendo un yate con 28 gramos de polvo blanco, resina de cannabis y 12 vídeos pornográficos. Yo siempre he dicho que estos son los tres ingredientes indispensables para montarse una buena puta fiesta. El tipo aseguró que varios médicos le recomendaron el consumo del alcaloide tropano cristalino para combatir sus jodidos problemas de puta ansiedad. Pobre, debía estar seriamente agobiado.

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“En este juicio se ha querido dar una imagen falsa de mí. (…) Yo soy adicto a la droga y no al sexo”. Eso fue lo que dijo el concejal de Urbanismo del PP del Ayuntamiento de Palma, Rodrigo de Santos, quien se gastó entre 2006 y 2007 exactamente 50.804 €, provenientes de una empresa pública, en droga y clubes de alterne homosexuales en Palma y Madrid. El tipo se metía hasta 22 o 23 gramos de cocaína diarios e iba a su burdel de confianza, el Casa Alfredo, donde podía disfrutar de la coca, los culitos y la privacidad. El tipo recalca que estaba enganchado a la droga y eso le hacía hacer locuras sexuales, pero que no estaba enganchado al sexo. Bien por ti Rodrigo.

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[NOTA: Este tipo de la moto no es Gustavo Hernández, es un trabajador de la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos]

Al presidente del PP en Los Cortijos (a estos tipos del PP les va la drogaína), Gustavo Hernández, le pillaron yendo a recoger un paquete con 1.300 gramos de cocaína a la oficina de Correos de Puertollano en 2011. Presidente del PP. Paquete de cocaína. Oficina de Correos. Hay que estar muy desesperado para aceptar algo así.

Como veis tenemos unos cuantos ejemplos de políticos interactuando con drogas, y eso es solamente la parte visible del iceberg, me juego mis tres pelotas a que en la mayoría de casos de corrupción y de malversación de fondos públicos nuestro viejo amigo la cocaína está rondando por allí. Tiempo al tiempo, somos la sociedad de la diversión, esto es espectáculo y nuestros gobernantes tienen que hacer lo pertinente.