En la prisión de Mosul en Camp Nama, una base militar en Bagdad, había múltiples sistemas de sonido. En el campamento Cropper en la misma ciudad, un potente sound systemensamblado a las paredes del complejo. En otros lugares, como el campamento Romeo, un área de castigo en Guantánamo, el sonido era disparado desde parlantes especiales de forma cónica que se ubicaban frente a las celdas de los prisioneros.
Música a muy alto volumen. Es ese el cruel soundtrack de la guerra contra el terror de Estados Unidos. La frase “música a muy alto volumen”, (loud music) aparece 17 veces en el resumen ejecutivo que fue recientemente desclasificado sobre el aún-clasificado “reporte de tortura” de la CIA. No es secreto que EE.UU. desplegó música a través de gran número de centros de detención, lugares secretos y prisiones para así desorientar y quebrar la voluntad de los detenidos. Pero ¿Cuánto es “muy alto volumen”? y ¿cuánto es suficiente volumen?
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De acuerdo a una nota en un memo de la CIA sobre interrogación del año 2005, la CIA mantiene “condiciones para los detenidos” en cada uno de sus centros de detención, donde son sometidos a “ruido blanco/sonidos a alto volumen (que no exceden los 79 decibeles)” durante distintas etapas de las interrogaciones. El memo del 2005 también dice que la Administración de Seguridad Ocupacional y Salud encontró que “no hay riesgo permanente o pérdida auditiva al escuchar continuamente, por 24 horas, ruidos de hasta 82 decibeles”.
No existe ninguna ley internacional que diga cuánto es alto volumen cuando se habla de interrogaciones o tortura punitiva. Suzanne Cusick, una profesora de música en la Universidad de Nueva York, y quien investiga la violencia acústica en las guerras contemporáneas, me dijo que en 1970 se instauró una regla internacional contra el uso, por parte de los británicos en Irlanda del norte, de una serie de técnicas que incluían la privación del sueño, el mantener a personas paradas por la fuerza y el estar expuesto a ruido y ruido blanco continuo. Hay muchas organizaciones de derechos humanos que esperan establecer una regulación basada en estudios sobre la guerra sónica.
Eso es lo que tenemos por ahora. Es importante recordar que “los decibeles deben ser relacionados con el tiempo que una persona es expuesta a este sonido en un nivel de decibeles particular”, de acuerdo a Cusick, quien me contó sobre la vez que entrevistó a un hombre detenido en una prisión clandestina de la CIA, conocida como “Salt pit” (ella prefiere mantenerlo en el anonimato, pero es una de los 119 personas descritas en el reporte del Senado como torturadas por la CIA y sus contratistas).
Él le contó que había sido encerrado en la oscuridad por un mes, mientras un ruido blanco continuo y cercano reverberaba a través de los corredores y celdas de la prisión. “El me dijo que parecía un casete o algo así”, dice Cusick. Sonaba por 45 minutos y luego se detenía por unos siete segundos, en ese momento los prisioneros intentaban hablar entre ellos. Luego la música comenzaba a sonar nuevamente.
¿Interrogación? ¿Castigo? Tú decides.
Aparentemente los detenidos mostraban una aversión importante contra la música country.
El poner las mismas canciones, casi siempre metal a muy alto volumen o hiphop en repetición, es la piedra angular de un procedimiento operacional descrito por el Departamento de la Armada como “futilidad”: “El recolector convence a la fuente que el resistirse a las preguntas es inútil. Esto engendra un sentimiento de desesperación en la fuente”.
Es sobre quebrar a alguien. Cusick cree que la repetición, la música a alto volumen y el sonido no eran componentes “triviales” del programa de contraterrorismo de Estados Unidos, pero intrínsecos a este.
“‘La música a alto volumen’ que era utilizada en edificios de detención manejados por Estados Unidos no solo era tortura psicológica”, dice ella. “Los sonidos son la manifestación audible de ondas que se mueven por el aire, estas ondas necesariamente producen efectos físicos”. El rango de estos efectos va desde la sensación inmediata de haber sido golpeado, agrega Cusick, hasta el desarrollo o el aumento de la hipertensión y la pérdida auditiva mucho después de las últimas notas de esta “paliza acústica”.
¿De qué sonidos estamos hablando? El mixtape de la CIA es muy ecléctico, o al menos eso es lo que sabemos. Va desde “Born in the USA” de Bruce Springsteen, “Dirty” de Christina Aguilera, “I Love You” de Barney el dinosaurio, “Fuck You God” de Deicide, “Enter Sandman” de Metallica, “Babylon” de David Gray, “We Are the Champions” de Queen, “Killing in the Name of” de Rage Against the Machine y también canciones de Meat Loaf, Aerosmith, AC/DC, Marilyn Manson, Drowning Pool, 2Pac, Dr. Dre, Eminem, Britney Spears y Matchbox 20.
Se ha reportado también que los detenidos exhiben una gran aversión a la música country.
Por supuesto que EE.UU. ha estado haciendo guerra con sonidos por décadas, de una forma u otra. Cusick dice que la teoría para la guerra sónica es de un documento interno de la CIA del año 1963, el llamado Kubark Report. Incluso antes de eso, en los años 50 agrega, la “música a alto volumen” y la resistencia con “ruido” eran parte de un programa de entrenamiento de las Fuerzas Especiales llamado Sobrevive-Evade-Resiste-Escapa.
Luego en 1988, personal de seguridad de Estados Unidos tenía grabaciones para sacar de su escondite a Manuel Noriega, el derrocado dictador de Panamá que se refugió en la embajada del Vaticano, y también utilizaron amplificadores contra los Dravidianos, antes de quemar su casa en Waco, Texas. Por lo tanto hay 17 instancias donde se utiliza “música a muy alto volumen”, las que aparecen en el resumen ejecutivo de un próximo reporte sobre tortura, no son noticia. La única diferencia, de acuerdo a Cusick, es que ahora Estados Unidos finalmente admitió “hacer lo que todos saben que hicimos”.
Pero ¿Cuán alto es alto volumen? Es difícil decirlo. Porque todos experimentamos el dolor de manera diferente.
“Asumo que el efecto del sonido a alto volumen en los humanos debe ser difícil de medir y calibrar” dice Cusick, porque existe una compleja realidad de diferencias individuales.
También se debe considerar la duración de esta música a alto volumen y otros estímulos. ¿Cómo estos afectan la experiencia con alto volumen? Para poner en contexto, 79db es el límite que supuestamente la CIA utilizó en sus interrogatorios y palizas acústicas punitivas, lo que equivale al sonido de una lavadora o una máquina aspiradora. Basado en sus conversaciones con el prisionero en “Salt pit”, Cusick cree que el sonido estaba dentro de los 79db, pero era “tremendamente magnificado” dentro de la conciencia del prisionero por el aislamiento y las continuas condiciones sin luz.
En este contexto, los 79db son “muy alto volumen”. O, al menos en la perspectiva de la CIA y sus contratistas, lo suficientemente alto para quebrar la voluntad de alguien.
“Cuando se detenía” le dijo a Cusick el prisionero de Salt pit, “era como si una paliza hubiera terminado”.