Intenté encontrar a Rober Wido, el porrero más famoso de España

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Rober llegó a mí como a muchos otros en 2017, a través del mensaje de Instagram de un colega compartiéndome su cuenta. Se trataba de la cuenta de un tío de 54 años, de aspecto grácil y voz rasgada, que se grababa en modo selfie, siempre en plano corto, contando anécdotas de su vida, normalmente mientras se liaba un porro con un canuto de repuesto cargado en la solapa de su oreja. Vestía siempre elegante, con un polo o camisa y acompañaba sus historias con una banda sonora de un gusto exquisito de fondo. Nada en él se ceñía a la imagen habitual que alguien de mi edad tiene de alguien de la suya.

Pero Rober no es un tío normal. Si Rober fuese un tío normal, sus historias serían una mierda, pero Rober es el mayor rocknrolla del mundo real. Sus historias son dignas de una película de Guy Ritchie: intercambios de droga, estafas y persecuciones policiales por medio mundo. Además, en todos estos líos siempre estaba acompañado por su enamorada, Scarlett, la hija díscola de un multimillonario texano que se dedica al petróleo; podrías pensar en ellos como la reencarnación contemporánea de Bonnie y Clyde. Si pensabas que todo este entramado no puede ir a más, solo te diré que Scarlett se acaba escapando a Kenya con el mismísimo Flavio Briatore. Todo según Rober, claro.

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Rober es también, y así se denomina a sí mismo más de una vez en sus vídeos, un yonki, sí, pero es sobre todo una persona muy culta, y como las personas cultas que lo son de verdad, no se jacta de ello para que los demás lo sepamos. Lo vemos cuando referencia a Charles Bukowski para justificarse por ir al hipódromo a apostar, cuando parafrasea a Publilio Siro para hacernos entender momentos de su vida, o cuando recita “La destrucción” de Charles Baudelaire con un may en la oreja.

Todo este gran cóctel provocó que su cuenta de Instagram se volviese viral. Miles de personas seguíamos sus anécdotas y tomábamos nota de sus consejos. No eran consejos banales, eran consejos útiles y de gentleman, de un tío con mucha experiencia en eso de mantener un alto nivel de consumo de drogas de puertas para dentro mientras aparenta una vida corriente de puertas para afuera. Consejos como “los canutos siempre hay que hacerlos en casa, porque fuera es como muy feo” o “entrar en una timba es muy fácil, lo que hay que hacer es saber salir con elegancia aunque te hayan despojao de los gallumbos”.

Pero de un día para otro, sin avisar ni dejar una nota, sin esperar a que la ola de la fama rompiese y quedase reducida a espuma, desapareció. Cerró su cuenta y nunca más volvió. Después de eso se crearon mil y un perfiles que compartían su contenido, que confundieron a muchos sobre su regreso, pero ninguno fue él. Nos dejó como más duele, esperando con una sonrisa.

“’Conozco a Rober, vive con su novia, no es Scarlett’, la parquedad de sus palabras era inversamente proporcional al peso de estas”

Tres años después de aquella maravillosa época, Roberto vuelve a ser viral, los mismos vídeos que una vez fueron subidos por él, están siendo compartidos ahora por distintas cuentas en Instagram. Incluso ha llegado a ser trendic topic a raíz de la aparición en Twitter de @wikiroberwido, que parece ser la cuenta con mayor contenido del perfil cerrado de Rober.

Toda esta nueva ola me hizo recordar, y preguntarme, ¿dónde estará?, ¿por qué se fue así?, ¿le habrá pasado algo? Así que me puse a investigar. Me volví a ver todos sus vídeos en busca de algo, hablé con algunos perfiles, repasé comentarios… nada. ¿Cómo se hará para ser detective desde casa?, No tengo siquiera conocimientos de informática más allá del Office, como para intentar ser un hacker y la deepweb se me escapa, pero tengo cuenta en Forocoches. Así que entré y revisé todos los hilos
sobre el tema en cuestión. La mayoría de los comentarios era gente en busca de las mismas respuestas que yo. Algunos decían tenerlas: “conozco a Rober, vive con su novia, no es Scarlett”. Joder, la parquedad de sus palabras era inversamente proporcional al peso de estas.

Un comentario avisaba en 2017 de que nuestro Wido tenía un blog. Entré y ahí estaba, intacto.
Rober no había borrado todo su rastro de internet. El título del blog ya vislumbraba el tipo de contenido que nos íbamos a encontrar: jonkies rabiosos. Treinta y una entradas desde septiembre de 2010 hasta abril del 2011. El único sitio de la red donde aún se puede encontrar contenido subido por el propio Rober. Y este es digno del mejor Rober, exclusivo y sin cortar. Las entradas de este blog se escribieron en una etapa un poco más hardcore de la vida de Rober (o al menos más de la que nos mostraba en Instagram), un momento de su vida en el que estaba enganchado a la heroina entre otras drogas.

A ver, las cábalas más lógicas podían suponerlo, llamar al blog jonkies rabiosos solo por fumar porros sería un poco pretencioso. Leerlo es como descubrir las primeras pinceladas de un artista, que ayudan a entender el desarrollo posterior de su obra así como sus primeras influencias. Rober escribía sin tapujos y sin el influjo de la fama que le llegaría años después, como si un diario se tratase, llegándose a preguntar en más de una ocasión si alguien estaría leyendo lo que escribe.

“Leer su blog es como descubrir las primeras pinceladas de un artista, que ayudan a entender el desarrollo posterior de su obra así como sus primeras influencias”

En él podemos encontrar anécdotas inéditas, algún vídeo que ahora no podría pasar el filtro de ninguna red social, la primera mención que tenemos registrada de Scarlett, y el día a día del consumo de de drogas. Roberto consigue exponer todas las etapas de un puestazo con mayor realismo que Danny Boyle en Trainspotting.

Por aquel entonces Rober trabajaba en una oficina, pero su mayor preocupación no era el balance de gastos, ni la subida del IBI, sino “encontrar heroína que no fuese una mierda”. Incluso llegó a escribirle una carta a Patxi López, lehendakari vasco en aquel momento, quejándose de ello. Me encantaría ser el lehendakari ese día. ¡Hostia! ¿Os dais cuenta de que Patxi López fue de los primeros en descubrir las historias de Wido? Ni un fragmento de esta historia sin su correspondiente parte de surrealismo.

En una de sus últimas entradas, bajo el título “Trastadas y anécdotas en la vida de un jonki”, encuentro el primer gran golpe de Rober, al menos el primero que salió bien. Lo había intentando antes, en el 82, con 18 años, mientras trabajaba en un buque mercante de 50 000 toneladas que daba la vuelta al mundo, aprovechó su parada en Marruecos para comprar 300 gramos de hachís del bueno, pero a su paso por Rotterdam, los de aduanas registraron su camarote y descubrieron el pastel. Sin el dinero, sin los porros y expatriado a España acompañado por un policía y unas esposas.

El caso es que el primer gran golpe de Rober fue en el 85. Rober vivía con sus padres en Bilbao, pero estos tenían una casa de veraneo a 100 kilómetros. Le dio por pensar cuanto valdrían todos los muebles de aquella segunda residencia, así que llamó a una empresa de mudanzas para que le hicieran un cálculo aproximado. Las ganas de jaco y la cuantía que le dijo aquel tipo resultaron demasiado tentadoras como para que todo quedara en un “y si”. En una tarde, la empresa se llevó absolutamente todos los muebles de la casa y los revendió después entre todo el vecindario, 300 000 pesetas para Rober y un profundo temor a que llegase el verano. El día llegó. Junio, sus padres le proponen ir a la casa, él acepta callado. Cuando llegan, su madre abre la puerta, ni un atisbo de duda, solo su nombre en forma de grito. Prometió hacernos saber en próximos capítulos lo que hizo con el dinero, pero al igual que haría años más tarde, Rober también se fue sin avisar.

“Me gusta creer que Rober es el tipo de persona al que le asusta la fama porque irrumpe la tranquilidad”

El motivo de su marcha aún es una incertidumbre. He intentado contactar con el escribiéndole a su mail, lo cierto es que sin mucha esperanza, y no me ha contestado. En 2017, poco después de su no-adiós, un periodista intento hacerle una entrevista pero Rober declinó. Me gusta creer que Rober es el tipo de persona al que le asusta la fama porque irrumpe la tranquilidad. A Rober le gustaba contar sus cosas en confianza, entre colegas, era como algo terapéutico para él, y 54 000 seguidores son demasiados colegas y muy poca confianza. Creo que la situación lo sobrepasó.

No sé si el mismo vídeo de Rober volverá a ser viral en 2022, si algún día dará señales de vida, ni siquiera sé dónde estará ahora, quiero imaginármelo en un lugar con el cielo gris, con lluvia y sirimiri, tumbado mirando al techo mientras suena “Little Green Bag” de George Baker, con un canuto en la mano, y otro, como no, en la oreja.

Solo hay una cosa mejor que escuchar las historias de tu abuelo una y otra vez, en ese sentido Rober ha sido un poco como el abuelo de todos nosotros.

@Don_Casas