Sexo

Hablemos de anticonceptivos masculinos

contraceptie pentru barbati

“Detrás de un embarazo no deseado hay un eyaculador irresponsable”, decía Majo Gerez, militante de Ni Una Menos, en su intervención en el debate por la despenalización del aborto en Argentina. Y el auditorio estallaba en aplausos.

Una de las definiciones más conocidas de “feminismo” es aquella que dice que se trata de la lucha por la igualdad, y que esto no sólo implica cambiar varones por mujeres en los espacios de poder, sino modificar la organización social en profundidad. Si tenemos en cuenta que cargar exclusivamente con las tareas de cuidado es la causa de que la mayoría de las mujeres no pueda insertarse en el mercado laboral o deba hacerlo de forma restringida, dejar de pensar a los hijos y los embarazos como “cosas de mujeres” es un paso fundamental en este camino.

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Por eso, a la hora de pensar sobre la responsabilidad conjunta en la concreción de un embarazo cabe una pregunta: ¿cuáles son las posibilidades y opciones anticonceptivas para varones y otras personas con capacidad de eyacular?¿Serán los desarrollos científicos los que nos permitan distribuir la responsabilidad a la hora de planificar e impedir embarazos?

No son pocas las feministas que se han preguntado acerca de las diferencias en la disponibilidad de métodos anticonceptivos. Por ejemplo, Nancy Tuana resalta que: “mientras que la cantidad de opciones anticonceptivas para mujeres ha crecido dramáticamente desde los años 60 hasta el presente, incluyendo anticonceptivos hormonales como píldoras, implantes e inyecciones, las opciones anticonceptivas masculinas se mantuvieron más o menos constantes: preservativos y vasectomías”. Y si bien no hay una única causa para ello, Tuana señala dos: que los varones estarían menos motivados a usar estos métodos y a soportar sus posibles efectos secundarios, lo que redundaría en que las farmaceúticas no encuentren rentable la inversión en investigación o marketing que se requeriría para desarrollar y vender estos productos.

Sobre lo que tenemos, nunca está de más un breve recordatorio. Los preservativos son el único método anticonceptivo que además previene las infecciones de transmisión sexual. Si bien existen en formato interno, pensados para uso vaginal, los de uso externo (pensados para penes) son por demás populares y en muchos países el Estado los entrega de forma gratuita en centros de salud. Además de su fácil acceso, ya que pueden comprarse en kioskos y farmacias y tienen un costo relativamente bajo, no implican ningún tipo de intervención corporal permanente o a largo plazo. Su única contraindicación son las reacciones alérgicas, que en general se dan por el látex y para esto existen preservativos de otros materiales.

Respecto a la vasectomía, consiste en una intervención quirúrgica por lo general ambulatoria en la que se ligan o cortan los conductos que transportan los espermatozoides. No cambia las relaciones sexuales ni el placer, no afecta los testículos ni el pene en su forma ni funcionamiento y no impide la eyaculación, que conserva el aspecto y cantidad. Durante las primeras veinte eyaculaciones luego de la cirugía o durante los tres meses siguientes es necesario usar preservativo o algún otro método anticonceptivo. Si bien en algunos casos es reversible, se recomienda optar por este método como si fuera definitivo.

Por último, el coito interruptus, también conocido como “acabar afuera”, no es un método anticonceptivo fiable. Primero, porque el líquido preseminal, que se produce previamente a la eyaculación también contiene espermatozoides y su expulsión es casi imperceptible. Segundo, porque muchas veces es difícil controlar la eyaculación y que se dé completamente en el exterior.

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Sobre lo que podemos llegar a tener, el desarrollo de anticonceptivos masculinos implica enfrentar el problema de inhibir la producción de esperma, lo que puede ser complicado dado que se producen millones de estas células por día. Sin embargo, la investigación avanza en algunos casos puntuales a pesar de los obstáculos:  

  • Un estudio publicado en octubre de 2016 respaldado por la Organización Mundial de la Salud mostró que una inyección hormonal reversible desarrollada por el Instituto CONRAD lograba prevenir de forma efectiva el embarazo en las parejas de quienes la habían recibido. 

    Los participantes de este estudio recibieron inyecciones cada dos meses. En las primeras 24 semanas (etapa de supresión), 274 de los 320 participantes iniciales habían reducido su concentración de esperma notablemente. En las 56 semanas siguientes (etapa de eficacia), se produjeron cuatro embarazos entre los 266 participantes que quedaban, lo que significó una tasa de eficacia del 95%. En la fase final de la investigación, la de recuperación, que duró 52 semanas, se observó que el 94.8% de los participantes volvió a tener una concentración de esperma dentro de los parámetros normales.

    Por recomendación de un panel externo, la investigación se frenó luego de varios casos de cambios de humor entre severos y moderados (el 6% de los voluntarios descontinuó el tratamiento debido a efectos secundarios). Ni el CONRAD, ni la OMS cuentan con fondos para destinar a un nuevo desarrollo. 
  • En 2011 una compañía china publicó los resultados de un ensayo en el que administró exitosamente una inyección hormonal reversible a 1045 hombres una vez por mes durante 30 meses. Al igual que la inyección de CONRAD, estaba basada en testosterona, que bloquea las señales hormonales necesarias para la producción de esperma. Sin embargo, a pesar de los buenos resultados, la empresa no volvió a pedir financiamiento para seguir con los ensayos o la aprobación regulatoria.
  • Parsemus Foundation está experimentando con Vasalgel, un gel de polímero que se inyecta en los conductos deferentes —los que transportan el esperma desde los testículos al pene— que fue probado en perros, conejos, ratas y monos, y demostró ser un buen inhibidor de la producción de esperma, aunque con problemas de reversibilidad en animales grandes. Es bastante similar al RISUG, un desarrollo indio que está en la última etapa de ensayos clínicos y esperando autorización para poder fabricarse. 
  • Clemens Bimek, un carpintero alemán, desarrolló el Bimek SLV, un interruptor que se coloca dentro del escroto, y controla el flujo de esperma hacia la uretra. Tan simple como suena, este artefacto está diseñado para dejar pasar el esperma o no, según su posición. Se coloca en una cirugía simple de media hora y, una vez implantado, puede sentirse a través de la piel para “prender/apagar, abrir/cerrar”. Otro aspecto destacable del dispositivo es que brinda a la pareja sexual la posibilidad  de comprobar que la persona realmente está utilizando el método anticonceptivo que dijo estar usando (lo cual nunca está de más).

    El interruptor se coloca sobre el conducto deferente, que conecta los testículos con la uretra. De esta manera, puede bloquear el paso de los espermatozoides, pero no tiene efecto sobre el resto de los fluidos seminales, así que no impide la eyaculación.

    Bimek, que ya utiliza el prototipo y lo patentó, tiene una campaña de crowdfunding para iniciar los ensayos clínicos. Si todo sale bien, el Bimek SLV ofrecerá ventajas frente a una vasectomía, ya que el usuario puede controlar su potencial fertilidad, en vez de eliminar la posibilidad de manera permanente (algunas vasectomías son reversibles, pero hay que hacer otra cirugía). Aún hacen falta más pruebas para determinar su costo y si el implante debe cambiarse cada cierto tiempo. Algunos urólogos expresan preocupación y sostienen que podría causar lesiones en el conducto deferente y continuar bloqueando el flujo de esperma aun cuando se cambiara la posición del interruptor para permitirlo.
  • En la Universidad de Minnesota un equipo está desarrollando una droga no hormonal, el Gamendazole, que bloquea las señales hormonales involucradas en  el desarrollo del esperma. Esto difiere de la testosterona, que directamente inhibe el proceso. En el caso del Gamendazole, los testículos reabsorben los fragmentos del esperma a medio fabricar y el semen no tiene capacidad para fecundar. El compuesto ha resultado altamente efectivo y reversible en ratas. En los últimos años se han publicado varios estudios sobre la síntesis de la droga, pero aún no se ha avanzado a otras etapas de ensayo.
  • En Indonesia se está experimentando con píldoras sintetizadas a partir de un arbusto. Las Gendarussa, como se las conoce, interrumpen la actividad de una enzima en la cabeza del espermatozoide, inhibiendo su capacidad para penetrar el óvulo. Sus efectos han sido reportados pero no publicados.
  • En Harvard descubrieron el JQ1, un compuesto que actúa inhibiendo la producción y la movilidad del esperma, y se están haciendo pruebas en ratones para determinar los mecanismos por los que se genera ese efecto, que aún debe ser esclarecido para poder utilizarlo en formulaciones.
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Entre drogas y dispositivos a medio probar, la reflexión es poder. Intervenir o modificar los cuerpos masculinos supone revertir concepciones muy arraigadas sobre los roles que debemos ocupar. Y la ciencia, que es una actividad cultural y política en la que se invierten fondos estatales y privados, tiene una responsabilidad en ese proceso. 

A la hora de analizar este tema es necesario volver al principio y no dejar de preguntarnos por su raíz estructural. Si siguen siendo las mujeres quienes dejan de trabajar o reducen significativamente sus ingresos para hacerse cargo del cuidado, ¿cómo podrían los varones interesarse en la planificación familiar? ¿Qué interés podrían tener en evitar embarazos no deseados si sus vidas no cambian significativamente ante la obligación de paternar? Y más aún, ¿cómo generamos una noción de corresponsabilidad sin pensarla como una distribución de la carga o el reparto equitativo de un perjuicio? ¿Es esa la igualdad que queremos, efectos secundarios para todos y todas?

La equidad llegará cuando todos tengamos las mismas posibilidades en un sistema adaptado a nuestras necesidades particulares. Reclamar anticonceptivos masculinos es demandarle a la ciencia que haga lo que mejor sabe y a la sociedad, que sea lo mejor que pueda ser.