Hablamos con los autores de ‘El Libro de Satán’ sobre lo que más les gusta del Oscuro

Imágenes extraídas de ‘El libro de Satán’

El maestro clásico Paganini se supone que pactó con el Diablo para dominar el violín… Ahí están los Led Zeppelin, los Rolling que le dedicaron una canción, Ozzy o Robert Johnson. Solo entre los músicos. O ilustres satanistas como Aleister Crowley y Anton LaVey, al mismo tiempo considerados como figura clave del pensamiento del siglo XX. Por no hablar de Hollywood, su Gran Reino. El satanismo no pasa de moda.

Por eso es una buena noticia que Hermeneaute reedite El Libro de Satán, de Carlos Aguilar y Frank G. Rubio, una joya que vio la luz por primera vez en 1999 y que se ha convertido en un libro mítico con el transcurrir del tiempo.

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“Nuestro libro aborda el satanismo desde perspectivas diversas pero, por supuesto, convergentes. Hablamos desde política a sociedades secretas, pasando por el cine y la música. Considero especialmente curioso el capítulo dedicado al sexo, creo que puede sorprender en especial. Brindamos asimismo una cierta riqueza de citas, de gente cualificada y fuentes extrañas”, nos comenta Carlos Aguilar.

Los autores califican el libro como un arduo trabajo de investigación. “A lo largo del cual barajamos mucha bibliografía, nacional y extranjera, sin recurrir demasiado a Internet, que entonces estaba empezando. Fue intenso y agotador, pero valía la pena, de cara a plasmas nuestro objetivo: o sea un ensayo riguroso y cualificado, sin las estupideces al uso cuando se habla del tema, sin estereotipos de ningún tipo”.

Charlamos con Carlos y Frank sobre Satán, sus adoradores más ilustres.

VICE: Ahora, en 2016, ¿por dónde anda suelto Satanás?
Carlos Aguilar: Por donde ha estado siempre, más o menos. Para él no hay crisis.

Frank G. Rubio: Al ser un arquetipo, y formar parte de la base psíquica del hombre y de la estructura simbólica del imaginario lo llevamos siempre con nosotros, en uno u otro formato: como si fuese nuestra sombra. Con las religiones y mitologías pasa lo mismo, lo nombran y posicionan de diversas maneras.

¿Ha cambiado mucho el satanismo desde que publicasteis la primera edición del libro? ¿Qué novedades nos vamos a encontrar?
C.A: El libro, aun siendo básicamente lo mismo, ha mejorado mucho, pues actualiza los apartados de bibliografía y filmografía, refina el estilo, robustece los apartados de cine y música, incorpora ilustraciones muy extrañas e interesantes… Preferimos con mucho esta edición, surgida de la admiración que el nuevo editor, Lluis Rueda, profesaba por la anterior.

F. G. R: Han cambiado el mundo y el hombre, debido a la aceleración de la Historia y al colapso (y a la vez extensión) de la civilización occidental; pero no ha habido tiempo, ni tenemos aún el utillaje conceptual para referirnos a ello con una mínima precisión o propiedad. Aunque la vía de la Mano Izquierda es anterior al Hombre y continuará tras su desaparición. Como todo arquetipo será vivenciado en función del signo de los tiempos…virtualización y planetarización. Muy posiblemente será concebido en breve como extraterrestre. Somos cada vez más, y más estúpidos.

¿Como y quiénes son sus adoradores en el siglo XXI?
F. G. R: Eso de los siglos es una manía de dar sentido que no funciona. El tiempo de Hiroshima aún no ha dado todos sus frutos… La Máquina Salvaje está al mando y en secreto se excavan galerías…

En vuestro recorrido histórico habláis de música, ¿cuáles son las canciones más satánicas?
C.A: Pues depende, habría que partir primero de una clasificación entre música culta y popular. Pero en cuanto a personalidades particulares, yo destacaría al legendario violinista Paganini, y como tema el Vals de Mefisto, de Listz.

F.G.R: Paganini se supone que pactó con el Diablo para dominar el violín… Stairway to Heaven de Led Zeppelin, los blues de Robert Johnson que, cuenta la leyenda, vendió también su alma al Diablo a cambio de la maestría en la guitarra, Mr Crowley de Ozzy Osbourne, Sympathy for the Devil de los Rolling… Según muchos pirados: todo lo que hace Lady Gaga. Más en serio: Current 93 o John Zorn hacen música inspirada por convicciones “telémicas”. Jack Parsons utilizaba ritualmente la composición de Rachmaninoff: La isla de los muertos. LaVey tocaba el órgano.

Y en arte, por ejemplo, ¿qué artistas o obras son más satánicas?
C.A: La relevancia del Diablo en la historia de la cultura no se debe menospreciar, menos todavía negar. Al contrario, debe conocerse realmente qué es el satanismo, cómo surge, a qué pulsiones responde, qué significa.

F.G.R: El mito faústico tratado por Cristopher Marlowe, Goethe o Thomas Mann, entre otros muchos, en literatura. Gran parte del arte precolombino o chino antiguo en escultura o bajorrelieves…todo lo pagano y exótico ha sido calificado, por los santurrones y misioneros del abrahamismo, como “diabólico” de una u otra manera. La literatura fantástica le da presencia de continuo en numerosas obras, sin obviar la pintura, el cómic, la ilustración, el graffiti o los videojuegos.

Algunos satanistas ilustres, personajes de esos cuya vida haya estado marcada por Satán…
C.A: Los satanistas emblemáticos del siglo XX son Aleister Crowley y Anton LaVey, cada cual a su manera y con sus perspectivas y obras correspondientes.

F.G.R: Numerosos artistas han vivido bajo este signo su inspiración, sin obviar los adoradores y cultistas que a partir de los siglos XIX y XX han podido manifestar, sin temor a ser torturados y quemados, su simpatía por el Diablo. Luego cada cual, según su ideología, califica de “diabólico” o “anticristo” a sus enemigos. A Donald Trump ya se lo han encasquetado los del New Yorker tras una lectura bastante poco sutil del poema de Yeats.

¿Qué rituales satánicos de los que habéis investigado acojonan más?
F.G.R: Aquí rige la regla de silencio, propia de las sociedades secretas.

Lugares satánicos en España, ¿existe alguno con especial magnetismo como si tienen otros países?
F.G.R: En cada comarca te indicarán un lugar especialmente no edificante. Pregunta a los lugareños, invitándoles a un buen copazo y te comentarán. Montañas, barrancos, islas, pantanos, ruinas, cavernas, bocas del infierno hay en muchos lugares. En Madrid la estatua de Bellver en el Retiro… o el Metro. La actual Plaza de Castilla de Madrid, como muy bien intuyó Alex de la Iglesia que se adelantó a su tiempo con El día de la bestia, es un espacio azufrado y grotesco. Otra muestra de las ‘malas artes’ de los arquitectos operativos, o, de verdad, también de los Otros: que llevan sin enterarse de nada, y creyendo que lo saben todo siglos.

De las representaciones de satanás, las imágenes, cuáles os gustan más…
C.A: Las representaciones diabólicas están en función de los artistas y el momento histórico, el libro brinda una óptima selección de imágenes al respecto, altamente sugestivas.

F.G.R: El original es insustituible, por lo sombría, tenebrosa y extraterrena que resulta su ‘presencia’ (quizás debiera decir: antipresencia) y es difícil escoger entre miles de propuestas. Goya, El Bosco…Pero donde cobra forma con más frecuencia es en las películas: Hollywood es Su Reino.

Se podrá revisar este libro otra vez, dentro de unos años, es decir, ¿seguirá el culto al Diablo?
C. A: Me gustó mucho colaborar con Frank G. Rubio, pues es una de las mayores autoridades en temas esotéricos de España. Nuestro trabajo en común pienso que fue altamente enriquecedor para ambos, y los dos autores nos identificamos con el contenido del libro sin discordancias. El culto del diablo es inmemorial, por tanto será también inmortal.

F.G.R: ¡Hágase la Oscuridad!