Música

A 25 años del Like a Prayer: En la cama con Madonna… y Sonic Youth

We’re gonna kill the California girls

we’re gonna fire the exploding load in the milkmaid maiden head

Videos by VICE

we’re gonna find the meaning, of feeling good

and we’re gonna stay there as long as we think we should

“Madonna, Sean and me” de Sonic Youth

Puede ser que Madonna sea la última adquisición decente de la comunidad lésbico-gay en el último par de décadas en cuanto a ídolos pop se refiere. Después de ella, aquellas figuras asociadas con la identidad del arcoíris son de una simplicidad insultante, cantantes pop prefabricados con un cinismo vulgar, más endeudados hacia la industria del marketing que con la diversidad sexual a la que supuestamente se sienten agradecidos.

Eso de la inclusión se ha convertido en una marca que los gay están comprando a ciegas, vacían sus carteras y sus quincenas con tal de sentirse parte de eso que hoy significa ser gay: cortes de cabello tal y como lo ordene su majestad closetera Robbie Williams, chalequillos sobre jeans que ni las Flans usaban tan ajustados, obesas y patéticas petacas con las dos asas echadas en el mismo hombro. Los más ridículos llevan gafas de aumento sin aumento, a veces sin micas.

Y de entre todo ese montón de ofertas, la música como estandarte de una supuesta nueva apertura hacia todos aquellos que disfrutamos de meter la verga en el ano de otro macho, o viceversa. Después de todo, a eso se reduce ser gay. Lo demás es bisutería, aunque los productores de canales como Logo TV intenten convencernos de lo contrario.

El catálogo deprime, empezando por Lady Gaga y su travestismo barroco, falso e innecesario, Katy Perry, Ricky Martin y sus fantasías de ama de casa con carreolas de miles de dólares (¿acaso podía ser de otra manera? Puerto Rico no deja de ser Latinoamérica con sus respectivas mamás con mandiles de cuadritos), Miley Cyrus y hasta un vomitivo Justin Bieber. En México las cosas se vuelven aún más denigrantes, con Christian Chávez ser amanerado nunca fue tan corriente e ignaro, María José es lo más cínico (pero definitivamente la más abusada, o ella o su manager o el productor) a lo que pudo llegar ese fetichismo gay por las canciones de amantes dejadas de los 80 que en el fondo ansiaban ser la señora oficial de ese hombre que tu ves ahí.

En Madonna, hasta hace poco, hasta el Confessions on a dance flor, había una auténtica visión de vanguardia, de no confundir lo pegadizo con lo mediocre. Cuando perdió el norte de su brújula pop, se rindió ante la “exigencia” de esa comunidad gay ya convertida en un mercado poco exquisito.

Un auténtico fan de Madonna sabría que ella ocupa un lugar muy especial en las obsesiones de los Sonic Youth.

Por muchos años, dos décadas y más, Madonna hizo un pop accesible y perspicaz que los de Sonic Youth supieron reconocer sin prejuicios. Tanto que no pudieron resistirse a la idea de rendirle un distorsionado, trémulo y poco convencional tributo. Mucho antes que se le adjudicara el mote de La reina del pop, los Sonic supieron que ella sería grande, desde que la conocieron haciendo electrizantes coreografías en bares de glamur callejero de Nueva York, como lo recuerdan en su libro Goodbye 20th Century: A Biography of Sonic Youth.

Meses antes se corrió el rumor que sería un tributo al White Album de los Beatlles. Y cuál es la sorpresa cuando en 1986 salió al mercado el primer sencillo: un 45 con una portada que parecía ser el recorte de un tabloide sensacionalista y el close up a Madonna en primer plano, el 7´´ incluía dos covers: “Burning up (Burnin up)” e “Into the Groove(y)” más el track original Tough Titty Rap. Interpretados por Sonic escondidos bajo el nombre de Ciccone Youth, en honor al último nombre de la chica material: Madonna Louise Veronica Ciccone.

Después de aquel invaluable 7´´en 1988 se lanzó el disco completo: The Whithey Album, en compañía de Mike Watt, bajista de dos bandas legendarias del veloz y hardcore-garage gringo, fIRESHOSE y Minutemen, con una portada que fotocopiaba en una Xerox el característico lunar de la hoy reina del pop. De hecho, en 2006, cuando se lanzó una reedición de lujo del Whitey Album, una de las más entusiastas con el suceso fue la misma Madonna, quién aprobó y aceleró la autorización de los derechos de la portada, asegurando que era una de las carátulas más brillantes y contemporáneas que había visto en su vida, y que sentía una conexión particular con la banda pues ambos empezaron su carrera, de la nada, en uno de los cuatro pisos del Danceteria.

Fue extraño, aunque ingenioso, que un tributo a una de las figuras más emblemáticas del pop terminara por ser un capricho complejo de no muy fácil acceso, uno de los trabajos más hipnóticos y experimentales de los Youth, el Whitey Album está compuesto por episodios de silencios, rap low fi, piezas instrumentales corrosivas, un cover a Addicted to love de Robert Palmer hecha desde una cabina de karaoke, monólogos, cajas de ritmos trepidantes. Gracias a Ciccone Youth supe que Madonna tenía una canción synth-pop guitarrera llamada “Burning Up” y que venía incluida en su primer disco, Madonna, que por cierto forma parte de la lista de los 10 álbumes indispensables para el guitarrista de Sonic Youth, Lee Renaldo, junto al BLANK GENERATION de Richard Hell & the Voidoids , el Hunky Dory de David Bowie o el The Freed Man de Sebadoh, de acuerdo con una entrevista para la Spike Magazine.

Escucha The Whithey Album completo en nuestro playlist de Spotify.