Acidandali: Les dije que se cambiaran el nombre. No me hicieron caso.

Nos quedamos de ver en el Salón Covadonga a las 6:00 PM. Todo fue por escrito. Nunca tuve que decir el nombre de la banda en voz alta. Cuando les quise decir a los editores de qué iba mi nota de hoy me encontré por primera vez con el problema: se llaman Acidandali. “Así, junto. Sin acento.” Puse cara de becario cuando trae el café frío. Mejor ya ni me hicieron caso. Cada quién regresó a lo suyo. “Una vez estaba de fiesta y le mandé un mensaje a Poli con esa palabra.” me respondió Yiruim (bajo) cuando le pedí que me explique qué diablos estaban pensando cuando escogieron el nombre. Qué balcón. Pero bueno, es su banda y pueden hacer con ella lo que quieran.

Nos sentamos en una mesa cuadrada, rodeada de otras mesas cuadradas llenas de viejitos jugando dominó. Poli (guitarra) contó que hace un par de años quería armar su banda de chicas. Le faltaba la baterista y puso un anuncio que decía algo así: “se busca baterista mujer” en una cosa como rock.com. Nunca encontró a la chica. En lugar de eso conoció a Ale (baterista), quien conserva todavía la misma posición que ocupaba en la casi-banda-de-chicas. A Yiruim lo conoció haciendo servicio social en el CNA. Trabajaban en el centro multimedia, o jugaban Buscaminas en las PC’s que les prestaban ahí o algo parecido. Se hicieron amigos cada uno viendo su pantalla. “No hablábamos, ni nada.” dijo ella. “Sólo para salir a fumar.” dijo él.

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Pronto empezaron a juntarse los tres en casa de Poli a improvisar. Al principio grababan sus ensayos con una cámara de video. Luego lo veían. Si les gustaba algo y entendían lo que habían hecho —con la calidad del video era difícil escuchar lo que estaba haciendo cada uno— repetían las formulas que les sonaban bien y a partir de eso empezaron a construir sus rolas.

Con el tiempo se vieron obligados a mudar de tecnología. Se improvisaron un estudio casero con una computadora, una consola prestada y algún micrófono. Los ensayos empezaron a convertirse en sesiones de estudio. Esa era la dinámica del grupo desde el principio. Sin ninguna intención de publicar, empezaron a grabar un EP al mes —en lo-fi, pero de calidad en ruido. Se dieron cuenta de que tenían mucho trabajo grabado y lo subieron a http://acidandali.bandcamp.com/ para su descarga gratuita.

Hablamos un poco de la vida nocturna al norte de la ciudad. “En el DF sí hay dónde tocar, pero hacia el Estado de México no hay nada.“ Nos contaron sobre una tendencia fuerte de post-rock y el noise en la zona. “Pero todas las bandas que empezaron a hacer música como la nuestra al mismo tiempo que nosotros ya desaparecieron.“ También hablamos del Festival Antes y de cómo hicieron para colarse en el cartel. Así de autodidactas como son para grabar, también son buenos para mover su material. Aprenden rápido. Su próximo objetivo es el Austin Psych Fest. Seguro los vamos a ver ahí en la siguiente edición con sus caras de no-sé-qué-hago-aquí.

Una vez se fueron los tres de luna de miel a un pueblo en las afueras de Querétaro. “Rentamos un cuarto chiquito, nos llevamos el equipo, y nos pusimos a tocar. Después de un rato nos dio hambre y quisimos salir a comprar algo. No sabíamos que no había nada a nuestro alrededor más que una laguna increíble.” Regresando de ese viaje grabaron Noche/Laguna . Les brillan los ojitos cuando mencionan esa rola.

“Gritabas y sonaba hasta el cerro.” Con esa imagen armaron “Retorno” a su regreso de ese fin de semana en un pueblo fantasma. Los visuales también los hacen ellos. Tienen una tendencia multimedia (yo creo que por los ácidos) porque son diseñadores.

Les pregunté que a quién se le ocurre hacer noise cuando Cristian Castro está a punto de convertirse en la estrella de rock más importante de este país . Me respondieron con una encogida de hombros. Si me hubieran respondido con cualquier otra cosa me hubiera levantado y me hubiera ido.

“¿Ultimas palabras?” les pregunté en broma. “Never fear” respondieron los dos al mismo tiempo. Sin titubear.