Tú también quieres ver menos series y leer más

Ha empezado el año y los malditos propósitos emanan solos. Reflexionas analizando esos pequeños fallos que cometes y te autoconvences de que los vas a cambiar. Una de esas promesas es ver menos series y devorar esos libros que desde hace un tiempo están en stand by. 2017 ha sido, seguramente, el año de las suscripciones a Netflix o HBO y se te ha ido de las manos entre tanto Juego de Tronos o Stranger Things. Esto es así.


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He hablado con diferentes jóvenes lectores para que me expliquen cómo las series han cambiado su ritmo de lectura, como le pasa a Irene (22 años): “En mi caso, ya casi nunca leo en casa porque prefiero ver series y reservo la lectura para los trayectos en tren o bus. Es más, he reducido el consumo de libros porque ahora en mi tiempo libre también he incluido las series y películas a la carta”. Un mal que nos afecta a muchos y que, si no le ponemos remedio, hace que los libros que nos compramos en Fnac o en Re-Read acumulen polvo sobre la mesilla de noche o la estantería.

Para que localices el problema y puedas domar al seriéfilo que se apodera de tu ser, me he puesto en contacto con Úrsula Salvador, psicoterapeuta experta en adicciones del Centro GRAT.

Las series, frente a la literatura, son el Roomba de la cultura: te deja el “pisito” apañado, pero jamás reluciente

“Vivimos en una sociedad donde no se fomenta ni el esfuerzo ni la espera. Lo queremos todo fácil y al momento, por eso el tema de la creatividad y la imaginación se están viendo afectadas porque no ejercitamos lo suficiente el cerebro con los libros. La lectura se entiende como un esfuerzo porque tienes que imaginar mucho más frente a la cultura audiovisual, que te facilita más información al ser espectador”.

Seguramente la gran diferencia entre una serie —o vídeo, en general— y un libro es que si te sumerges entre páginas, tú eres el protagonista que recrea y construye una realidad inventada a partir de palabras, mientras que en las series contemplas ese mundo ya definido. Porque no nos engañemos. Las series, frente a la literatura, son el Roomba de la cultura: te deja el “pisito” apañado, pero jamás reluciente. Esto mismo pasa en tu cerebro. “La lectura es una experiencia distinta. Se hace desde la libertad de elección, sin tanta presión social, y la motivación y la recompensa son a medio o a largo plazo”, explica la psicóloga del Centro GRAT.

Irene ha visto como series de la guisa de Peaky Blinders han desplazado su lectura

Si te azota el arrepentimiento cuando nunca cumples la autopromesa del “un capítulo más y me pongo a leer” y quieres saber por qué ocurre, la respuesta está mucho más cerca de lo que imaginas, como bien señala la experta: “El momento vital de nuestra sociedad, con mucho estrés y con infinitas horas en el trabajo, no deja muchas fuerzas para lo que resta de día. Por eso es fácil pensar que la lectura es un esfuerzo frente a las series. Ten en cuenta que con plataformas como HBO ahorras tiempo y dinero si lo comparas con el desembolso de un libro nuevo, sin olvidar la inversión de horas para efectuar su lectura”.

“Igual que dedicamos espacio a las series para ver un nuevo capítulo o temporada, lo podemos hacer con los libros” — Úrsula Salvador, psicóloga

Asimismo, la falta de voluntad es otra de las claves que terminan decantando el lado de la balanza. “Necesito cierta fuerza de voluntad para empezar un libro, en cambio, para comenzar una serie no necesito tanta. Es cierto que es más cómodo mirar una serie que leer un libro, así que este punto pesa también en mi toma de decisiones”, explica Jaume (21 años).

Todos aquellos que nos encontramos en esta tesitura queremos remediarlo y coger el ritmo de lectura de antaño, aunque terminemos claudicando de vez en cuando ante los embates del todopoderoso Netflix. Úrsula aconseja que para leer más, “es primordial que no nos lo impongamos cuando escojamos una lectura. La obligación siempre es contraproducente. Debe ser un libro que nos atraiga porque al final nos va a provocar las sensaciones que buscamos, como la curiosidad y las ganas. Igual que dedicamos espacio a las series para ver un nuevo capítulo o temporada, lo podemos hacer con los libros. Decidir, por ejemplo, que los miércoles por la noche toca leer. Algo así como convertir al libro en otro amante que está ahí y quieres cuidar para que forme parte de tu vida.

Jaume ha dejado de leer antes de dormir y lo ha sustituido por Netflix

Para ello necesitas voluntad, que es algo que uno mismo debe entrenar porque eres tú quién decide, aunque a veces parezca que nos dejamos llevar. Por eso es importante saber el significado de por qué se hacen las cosas. No es lo mismo ir al gimnasio para agradar a los demás que para cuidarte a ti mismo. Con la lectura pasa lo mismo”, concluye la experta.

Porque algo ha cambiado los últimos años. Seguramente hace un tiempo controlabas mejor los tiempos con tu espacio para la lectura, pero ahora estás tan “desatado” que cuando terminas Stranger Things te desesperas y pones un par de capitulitos de Dark o cualquier otra serie que te recomiende la propia plataforma online. Algo así le pasa a Jaume. “Antes, al tener un hueco libre, agarraba el libro para seguir la trama en el último punto. Ahora es demasiado fácil abrir Netflix y mirar cualquier serie, ya que tengo tres o cuatro siempre en marcha. Culpa mía”.

El tan aclamado “un capítulo más y a dormir” repercute en nuestro sueño y provoca insomnio, cansancio, apatía o disminución de las habilidades cognitivas

Desde que series como Lost se convirtieran en verdaderos fenómenos sociales a nivel planetario gracias a las redes sociales y los foros, se han incrementado los estudios científicos en torno al impacto en nuestra salud del consumo seréfilo, tanto física como mentalmente. Es el caso de American Academy of Sleep Medicine, que demostró que el tan aclamado “un capítulo más y a dormir” repercute en nuestro sueño, dando lugar a insomnio, cansancio, apatía o disminución de las habilidades cognitivas con efectos perjudiciales en nuestro día a día. Te suena, ¿verdad?

A Rebeca se le acumula la faena en su estantería mientras devora series sin parar

Y si una afición impacta en tu vida cotidiana durante un periodo prolongado, la frontera entre de la adicción se difumina, como bien explica la psicóloga Úrsula Salvador. “Para considerar que alguien es adicto, lo que se contempla como indicador sería que el producto de adicción pasa a ser el centro de la vida. La vida cambia entorno a esa adicción. En las drogas queda muy claro, aunque ahora aparece el concepto de socioadicciones. Entrarían el sexo, el móvil, las compras compulsivas o, en este caso, las series”, concluye la experta.

Por lo tanto, si a menudo dejas a tus colegas tirados, no vas al gimnasio, dejas otro libro a medias o te quedas hasta las tantas frente a la pantalla para hacerte un sofá, manta y serie, es muy probable que la sombra de una socioadicción se asome por tu puerta. Rebeca (28 años) lo confiesa. “Sí, soy una especie de adicta. Siempre que alguien me habla de una nueva serie que me puede gustar, tengo que verla y terminarla cuanto antes. Acabo como siempre: enganchada”.

“Netflix, por ejemplo, ha sabido muy bien cómo conseguir el subidón con el consumo. Cuando acaba un capítulo sale otro sin que hagas nada” — Úrsula Salvador, psicóloga

Úrsula equipara las sensaciones del subidón de las series a las de otra adicción, como las drogas. “Uno de los fenómenos que ocurre en la drogodependencia es que poco a poco necesitas incrementar la dosis para tener las mismas sensaciones. Imagina tener a tu alcance todo ese material. Netflix, por ejemplo, ha sabido muy bien cómo conseguir el subidón con el consumo. Cuando acaba un capítulo sale otro sin que hagas nada. Son experiencias para conseguir de nuevo ese subidón de la manera más fácil. En cambio, con el libro, lo experimentas a largo plazo porque tiene otros componentes. De hecho, la gente que se compraba ebooks, ahora lo ha cambiado por suscripciones en plataformas de series”.

La pila que me ha quedado acumulada de 2017

Como animal que vive en comunidad, la presión social hace de las suyas una vez más y nos pone en algún que otro aprieto. “He visto la última temporada de Black Mirror un poco por obligación”, explica Irene. “Entraba en Instagram y todo el mundo subía historias del opening. Además, mis amigos y compañeros de trabajo no paraban de comentar capítulos. Si quieres socializar en esos momentos tienes que haber visto la serie, si no quedas excluido de la conversación”.

“Ahora algunos psicólogos recomiendan que niños de 2 años no vean la tele porque afectan a la imaginación y al desarrollo cerebral” — Úrsula Salvador, psicóloga

No nos damos cuenta, pero estamos desplazando la lectura poco a poco sin tan siquiera pensar que son totalmente compatibles. Úrsula piensa que “el que disfruta leyendo, ahora disfruta mucho viendo series. Es una lucha muy complicada donde el libro siempre tiende a perder porque deberían ser más accesibles. Además de que es un problema de educación. Como he dicho antes, el tema de la creatividad se está viendo afectada por eso. Ahora algunos psicólogos recomiendan que niños de 2 años no vean la tele porque afectan a la imaginación y al desarrollo cerebral”.

Y en este punto estamos. Estirándonos de los pelos cuando se atrasa Juego de Tronos y consumiendo series que ni fu ni fa, sin pensar que esas horas a la semana las podemos dedicar a desempolvar las distopías en Marte de Bradbury, las lúgubres calles de Londres por las que caminaba Jack “el Destripador” junto a Alan Moore o a desenmascarar los pormenores del amor en un rincón de Macondo gracias a García Márquez: “’¿Qué se siente?’, preguntó Aureliano Buendía. José Arcadio le dio una respuesta inmediata: Es como un temblor de tierra”. Un terremoto escondido únicamente entre palabras y páginas.