Este artículo apareció originalmente en VICE México.
Cuando Julián tenía ocho años, un mal diagnóstico de cáncer puso la vida de su madre en peligro. Unos años después, a los trece, la historia se repitió. Ahora, con 18 años, Julián dirige una compañía dedicada a utilizar la inteligencia artificial para detectar y prevenir enfermedades como el cáncer y la diabetes.
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“La inspiración vino de un diagnóstico tardío que le hicieron a mi madre. Un error por parte de los médicos y de la mamografía provocó un diagnóstico de cáncer de mama en fase tardía que puso su vida en riesgo”, me cuenta Julián, añadiendo que desde entonces se dedicó a investigar todo lo que pudo sobre el cáncer, los problemas que hay en el campo de la innovación médica y los desafíos en torno a la detección temprana del cáncer de mama. “Entonces recluté a los dos tíos más listos que conocía en ese momento y nos pusimos a trabajar”.
Así es como hace poco más de dos años Julián fundó Higia Technologies junto con Antonio Torres y José Ángel Lavariega. Ahora cuenta con un equipo de quince personas repartidas entre Ciudad de México, Monterrey, España, Colombia, China y Corea, todas ellas especializadas en hardware, biomedicina, inteligencia artificial, ciencias informáticas y diseño industrial. Además, posee un equipo de software que se dedica a hacer las plataformas móviles.
Su primer producto, el Eva Bra, es una copa que utiliza biosensores térmicos para analizar los cambios de temperatura, compararlos con una base de datos y detectar así posibles riesgos de salud. El implante se coloca sobre el pecho y debajo de un sujetador, y se utiliza una vez a la semana durante entre sesenta y noventa minutos. A poco más de una semana de su lanzamiento, se han vendido el 75 por ciento de las 5.000 unidades que lanzaron para la primera etapa. Además, trabajan apoyados por instituciones públicas y privadas como el Instituto Mexicano de Seguro Social, TecSalud y diversas asociaciones contra el cáncer de mama, además de Apple, Google, compañías de seguros, etc.
Pocos días después de haber lanzado esta nueva obra tecnológica, hablamos con Julián para saber cómo funciona esta copa y para que nos hablara sobre el uso de la inteligencia artificial para la prevención de enfermedades.
VICE: ¿Cómo surgió la idea de crear Eva?
Julián Ríos: Al principio la idea era cuantificar tres cosas: la coloración, la textura y a temperatura de los pechos para lograr la detección. Conforme fuimos avanzando, nos dimos cuenta de que el color es sumamente subjetivo y de que la textura no era una variable que pudiera aplicarse en esta la tecnología. Es decir, no había sensores plenamente fiables para detectar el nivel de elasticidad del tejido. Entonces nos quedamos únicamente con la variable de la temperatura, que es en lo que se centra Eva.
Tampoco sabíamos si iba a ser una copa o un sujetador. El problema de un sostén es la gran cantidad de permutaciones que presenta porque tienes que estar probando con distintos tamaños de copas y circunferencias de torso. Para evitar esas variables, decidimos que el producto fuera una copa o un inserto y no un sujetador.
¿Cómo funcionan estas copas?
Dentro del cuerpo humano existe un fenómeno que se llama angiogénesis. Funciona de tal manera que cuando hay un tumor o una masa anormal, esta se rodea de vasos sanguíneos, porque el tumor necesita crecer, y la sangre aporta oxígeno y nutrientes para que pueda continuar haciéndolo. Entonces, cuando se tiene cáncer de mama, el flujo de sangre es superior y al ser el principal fluido que circula por el cuerpo genera más temperatura. Los distintos tumores situados a distintas profundidades y en distintos tamaños dentro del pecho tienen curvas térmicas muy características y propias. Es decir, un tumor en fase tres se ve térmicamente muy distinto a uno en fase dos o a uno fase cuatro, etcétera.
Eva es un conjunto de biosensores térmicos que van sobre el pecho de la mujer y cada segundo detectan el comportamiento de la temperatura del pecho. Es decir, cómo está fluyendo la sangre dentro de los senos. Una vez que se tiene una idea de la circulación de la sangre, los datos son analizados mediante algoritmos de inteligencia artificial. Estos algoritmos son lo principal, hacen que los datos de temperatura se conviertan en un diagnóstico. Esto se hace de la siguiente manera: tú tienes la curva de conductividad térmica de la paciente y analizas esa curva comparándola con una base de datos gigantesca. Se trata de miles de casos confirmados de cáncer, o miles de casos confirmados de mastitis, o de inflamación, etc. Entonces el algoritmo comienza a decir, vale, esto se parece mucho a un cáncer de mama en fase dos, o a un pecho saludable, o a un quiste. Es muy sencillo de utilizar. Solo hay que colocar el dispositivo sobre el pecho, abrir la aplicación en el teléfono móvil, comenzar la exploración y todos los datos son enviados en tiempo real a la aplicación móvil. Los algoritmos comienzan a trabajar y listo, se hace una evaluación de riesgo.
¿Con qué datos se compara la información recopilada por el dispositivo?
Antes de pensar en comercialización o venta se tienen que realizar estudios clínicos. Estos estudios consisten en aplicar el dispositivo a miles de mujeres con cáncer de mama, miles de mujeres libres de cualquier inflamación, mujeres que estén ovulando, que estén embarazadas, mujeres con cirugía reconstructiva, etc., de tal manera que cuando el algoritmo se tope con un caso aleatorio, es decir, cuando el dispositivo se encuentre un caso en el mundo real, pueda comparar esos datos. Esa recopilación de datos se estuvo realizando a lo largo de todo este año con la colaboración del Instituto Mexicano del Seguro Social y hospitales tanto públicos como privados.
¿Estáis trabajando en más productos que utilicen esta tecnología?
Sí. Uno de ellos se llama Aquiles, que es una alfombrilla que se utiliza después de la ducha para medir los cambios de temperatura en la planta del pie. Digamos que la sangre que circula dentro del pie puede predecir si el paciente sufre riesgo de amputación por pie diabético. El otro producto se llama Adán, que utiliza la misma tecnología que Eva, pero aplicada al cáncer testicular.
El objetivo es crear no solamente productos extraordinarios sino una compañía fuerte que nos sirva de vehículo para seguir atacando enfermedades mediante la inteligencia artificial, la tecnología punta y la ciencia. Y no solamente para el cáncer, sino para todos los aspectos de la vida cotidiana.