Un enorme brazo robótico, blandiendo una escobilla gigante, pende sobre un charco de líquido oscuro. Con unos movimientos rápidos y agresivos, la máquina parece interpretar un baile calculado, pivotando y arrastrando su escobilla sobre la superficie mojada para tratar de recoger el líquido oscuro hacia el centro. La obra se titula Can’t Help Myself (No me puedo controlar) y se presenta dentro de la exposición Tales of Our Time (Historias de nuestros días). El trabajo es la primera obra robótica del Guggenheim de Nueva York y consiste en una imponente instalación creada por los artistas Sun Yuan y Peng Yu.
Pero el arte robótico no es nada nuevo, así que ¿por qué ha esperado tanto el museo para adquirir una de estas piezas?
Videos by VICE
“Cuando los nuevos medios y las nuevas tecnologías emergen en el arte siempre supone un nuevo reto”, contesta el comisario Xiaoyu Weng. “Sucedió con el vídeo, los nuevos medios; ahora tenemos que enfrentarnos al mantenimiento, el funcionamiento y la conservación (por ejemplo, la preocupación de que los sistemas de software y programación queden obsoletos algún día)… Pero tenemos una actitud muy positiva y activa ante todo esto, como hemos demostrado con la adquisición de Can’t Help Myself para el Guggenheim”.
Can’t Help Myself, Sun Yuan y Peng Yu, 2016. Imágenes exclusivas cortesía del Museo Guggenheim.“Can’t Help Myself es una obra provocadora y enigmática”, explica Weng a The Creators Project. “Trata varios temas actuales que son de vital importancia en un contexto global, no solo por su naturaleza robótica, sino también por su mensaje conceptual y sociopolítico”.
Si eres como yo, ese líquido rojo y viscoso te recordará a la sangre, pero Sun Yuan y Peng Yu señalan que la obra no está basada en el simbolismo y está abierta a la interpretación. Sea como sea, la imagen nos hace plantearnos lo que los artistas llaman el “placer y pánico” de anticipar el futuro. “Un simple error informático, un fallo energético o perder nuestro móvil, nos hace darnos cuenta de lo atrapados que estamos dentro de la estructura del conocimiento actual”, dicen los artistas a The Creators Project. “Cuanto más intenso es ese sentimiento de dependencia, más intensa es la sensación de pánico y placer que nos da. Lo más aterrador es que por mucho que reflexionemos sobre ello, no podemos detenerlo… Y al mismo tiempo ese temor es también emocionante, pues sabemos que hay unos conocimientos más allá de nuestra experiencia que están por descubrir”.
A medida que la tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas, esta ansiedad por la dinámica de la relación entre humanos y máquinas da pie a un importante diálogo sobre el futuro del arte: ¿cómo pueden la tecnología y la robótica ocupar el lugar del artista y ampliar o imitar su voluntad? “Incluso si las máquinas desarrollaran una nueva capacidad de cálculo que sobrepasase su configuración original, esos cálculos seguirían basándose en la lógica programada por los humanos”, dice Sun Yuan en un vídeo de la exposición. “El trabajo de un artista refleja su voluntad. El artista no tiene por qué estar presente de forma física, sino que puede confiar en un represente que se encargue de cumplir con su voluntad”.
Con Can’t Help Myself, estamos presenciando una inteligencia artificial que sigue una coreografía establecida por los artistas. “Mientras el potencial humano no se vea limitado, cualquier potencial artístico de los robots tampoco tendrá límites”, dicen los artistas a The Creators Project. “Cada vez más dispositivos mecánicos entran en nuestras vidas y otros tantos se convierten en una parte de nuestro cuerpo. Así que es natural que entren también en el mundo del arte”.
Bocetos de desarrollo de Can’t Help Myself, Sun Yuan y Peng Yu, 2016. Imagen del vídeo.
Can’t Help Myself cuestiona el lugar de la máquina en la narrativa de la humanidad y explora lo que el artista Bill Vorn llama la estética de los comportamientos artificiales. A medida que las máquinas aprenden y responden a más información y la tecnología avanza, las relaciones entre el humano y la máquina se hacen cada vez más complejas. “Los seres humanos han aprendido de las máquinas para poder tomar el control sobre ellas”, explican los artistas. “La gente que vivió en el pasado no puede apenas comprender la narrativa de hoy y, del mismo modo, a nosotros nos será difícil construir las narrativas del futuro. Esto es así porque las máquinas, como una parte integral de nuestro conocimiento, están cambiando continuamente y por ello acelerando los cambios de los seres humanos. Están en una interacción continua en la que ambos se aprovechan el uno del otro y progresan a la par”.
Can’t Help MyselfLa exposición Tales of Our Time se puede ver en el Museo Guggenheim de Nueva York hasta el 10 de Marzo de 2017
Traducción de Rosa Gregori.
Artículos relacionados:
¿Crees que podrías empatizar con un robot?