Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.
En 2005, el albino británico-paquistaní Imran Zeb viajó a China para realizar la investigación de su doctorado. Al final decidió quedarse en el país, ya que le encantan la cultura, el idioma y la gente. Pero había un elemento todavía más inusual en el hecho de vivir allí.
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La gente, al ver su piel y cabello, suponía que era un europeo blanco. Aunque nunca negó su origen étnico, dejó que la gente pensara lo que quisiera y disfrutó de las ventajas de que le percibieran como blanco. Con toda la discusión de los privilegios de los blancos en los medios de comunicación y algunos que niegan su existencia, él comparte su historia con nosotros.
Después de mudarme a China, pronto me di cuenta de que todos creían que era blanco. Me mudé a una sociedad relativamente homogénea, y aun así destacaba por extranjero, aunque de algún modo me ha supuesto ciertas ventajas.
Una de las más importantes es que a algunas mujeres chinas les parece que la piel pálida es atractiva. No puedo decir que sea algo general, porque China, desde luego, es un vasto país con multitud de diferentes culturas y normas sociales, pero sí que lo he vivido.
Al ser un “chico blanco” en Shanghái, he intentado acercarme a las mujeres y hablar con ellas; con frecuencia consigo su número, a veces incluso aunque estén acompañadas. Las veces que he visto a chinos intentarlo, la chica normalmente les dice que se marchen. Creo que prefieren una “apariencia occidental” porque es la que impera en el mundo de los famosos.
Al ser un “chico blanco” en Shanghái, he intentado acercarme a las mujeres y con frecuencia consigo su número, aunque estén acompañadas. Las veces que he visto a chinos intentarlo, la chica normalmente les dice que se marchen
A pesar de que en China la islamofobia no parece tan descarada como en el Reino Unido, sin duda existe, y el hecho de que la gente me vea como blanco (aunque soy musulmán) en parte me salva de eso. La situación con los uigures, un grupo étnico predominantemente islámico en la región de Sinkiang, ha tenido un impacto significativo sobre cómo se percibe a la comunidad musulmana. En un artículo académico sobre su situación publicado en el Equal Rights Review en 2011 se dijo que se les percibe como “criminales y carteristas violentos armados con cuchillos”, lo que resume bien cómo se les ve.
Es una profecía que se cumple por sí sola. Se les discrimina mucho, y creo que el elemento criminal surgió como respuesta a la situación. Sea cual sea la causa subyacente, es algo que se añade a la imagen negativa que se tiene de los musulmanes, lo que evito gracias al tono de mi piel.
Si me identificaran como musulmán, probablemente me enfrentaría a algunas de las suposiciones y conceptos erróneos habituales. Durante el tiempo que llevo aquí, he aprendido que algunos chinos dicen que piensan que los musulmanes no comen cerdo porque el cerdo es su antepasado. Creen que es por respeto, como pasa con las vacas sagradas y el vegetarianismo en el hinduismo.
A pesar de que en China la islamofobia no parece tan descarada como en el Reino Unido, sin duda existe, y el hecho de que la gente me vea como blanco (aunque soy musulmán) en parte me salva de eso
Después de escuchar a la gente decir esto en repetidas ocasiones, publiqué un mensaje en un grupo de WeChat, el equivalente chino de Whatsapp, preguntando por qué la gente cree que el cerdo está prohibido en el Islam.
Efectivamente, algunos respondieron diciendo que los musulmanes descendíamos de los cerdos. Y así me encontré con varios conceptos erróneos, como que “piensan que el cerdo les puede traer buena suerte” y que “consideran que los cerdos son sagrados”. Una persona incluso dijo: “porque el cerdo es Alá”.
Así que, al parecer, tener la piel pálida impide que me vean como un pariente del cerdo, aunque eso no quiere decir que el hecho de que me confundan con un blanco me haya protegido completamente de la islamofobia. Una vez me negué a trabajar de profesor porque el director dijo: “oh, un nombre musulmán, igual les enseñes a los niños cómo ser terroristas”. No hay mucho que decir ante algo así.
Una vez me negué a trabajar de profesor porque el director dijo: “oh, un nombre musulmán, igual les enseñes a los niños cómo ser terroristas”. No hay mucho que decir ante algo así
A pesar de que las ventajas de ser pálido en China supera de lejos a las desventajas, algunos chinos todavía tienen prejuicios sobre las creencias acerca de los blancos. Pregunté a algunos lugareños sus opiniones sobre los blancos occidentales, y había respuestas como “practican el sexo con muchas chicas diferentes” y “algunos huelen mal”. En el lado positivo, una chica dijo que tienen el pene enorme.
En general, mudarme a China ha sido un ventaja en muchos sentidos. Ha sido como una especie de transformación con la que me llevo los beneficios de ser visto como un blanco y me escapo de algunos de los prejuicios a los que se enfrentan los surasiáticos en el Reino Unido. Shanghái también es muy grande, por eso más o menos disfruto del anonimato y no me prestan mucha atención por ser albino. Aquí estoy muy feliz con la vida que llevo.