Tendríamos que estar tremendamente agradecidos por pagar alquileres altísimos

Pagar el alquiler nos está salvando la vida

Si me preguntaran cuál es el mejor momento del mes, no vacilaría ni un segundo y contestaría que el mejor momento del puto mes es ese instante preciso en el que me cobran el dinero del alquiler. No sé, deben de ser milésimas de segundo, ese ataque frontal a mi cuenta bancaria que reduce esos ya de por sí paupérrimos números a la mitad. Un golpe de gracia que parece indicarme que no me flipe, que no soy rico, que todo este dinero que he generado durante un mes levantándome temprano, destruyendo mis ojos durante ocho horas delante de un ordenador y comiendo arroz directamente de un recipiente de plástico calentado en el microondas, no es todo para mí, que hay más gente que necesita vivir de ese dinero, los caseros entre ellos, esa pobre gente. ¡Ah!, joder, qué maravilla, ese golpe de realidad.

Porque cuando me llega la nómina y veo “todo” ese dinero, me pongo nervioso. Esa cantidad solo la veo una vez al mes y me da miedo porque entonces me creo un ser tremendamente rico y empiezo a imaginar proyectos de consumo (discos, restaurantes, electrodomésticos, tarjetas de metro con muchos viajes) que realmente no podré ejecutar, pues ese dinero desapareceré a los pocos días.

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A ver, estoy hablando de una cantidad de dinero lamentable, que no estoy precisamente forrado y esto es España y mi cargo no tiene ningún tipo de relevancia, pero antes de que me cobren el alquiler esa miseria me parece tan descomunal que pienso que ese dinero podría llevarme a sitios (físicos y mentales) increíbles, mágicos. Creo, con toda la franqueza que soy capaz de generar, que si ese dinero no se fuera, yo ya estaría muerto.


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Y es precisamente por eso que el mejor momento del mes llega cuando me arrebatan el dinero del alquiler del piso; porque no es que me estén quitando injustamente una cantidad de dinero totalmente excesiva por esa miseria de piso situado en los límites de la ciudad, cuyo valor no es más que el fruto de una nueva burbuja inmobiliaria orquestada desde hace tiempo por bancos y fascistas en general, es que en ese momento me están salvando la vida.

Es que últimamente parece que esté de moda decir que pagar un alquiler demasiado alto o exagerado es algo negativo, pero no, joder. ¿Es que no veis que gracias a esos propietarios y fondos buitre que exprimen vilmente nuestras moribundas cuentas bancarias nos estamos ahorrando muchos problemas? Si no se nos fuera medio sueldo en pagar un piso, tendríamos medio sueldo para poder jugar al capitalismo sin ningún tipo de freno.

Haríamos fiestas de cinco días seguidos con manjares exquisitos y con drogas extremadamente puras manufacturadas por jóvenes vírgenes, donde caminaríamos desnudos al lado de animales exóticos con genitales raros y podríamos saltar por la ventana y caer al mar y hacer el amor con delfines con pelucas de oro. Luego tendríamos una resaca de un año y medio en la que nos apuntaríamos varias veces la cabeza con una pistola con balas de plata. Joder, si tuviéramos todo ese dinero extra (acumulado durante meses), haríamos locuras que reducirían nuestra esperanza de vida drásticamente.

No invertiríamos en nuestra propia start-up ni nos abriríamos un fondo de pensiones, seríamos unos borrachos que se lo gastarían todo en alcohol, drogas, tragaperras y sexo muy, muy raro (algo que involucrara a un tipo leyendo un texto en sueco en voz alta, varios litros de líquido amniótico, tres walkie-talkies, una cámara, conexión a internet y trece cuchillos tremendamente afilados).

También consumiríamos cantidades inhumanas de comida basura y tendríamos la casa llena de objetos inútiles como varios juegos de cortinas, espuma de poliuretano o una lavadora. Con ese dinero extra nos precipitaríamos directamente hacia el infierno. Moriríamos en tres meses o menos y encontrarían nuestro cuerpo ardiendo en medio de una casa forrada con papel de plata (al final tanto dinero nos convertiría en unos excéntricos) y sujetando una foto de cuando nos cobraban el alquiler y éramos pobres, añorando esos tiempos de pureza y sobriedad. Somos criaturas sin control que necesitamos ser domadas con el suave látigo autoritario de la austeridad y el capitalismo. Así que, cada vez que te cobren el alquiler y tengas que tirar el resto del mes con 200 euros, piensa que esto lo estará haciendo un buen samaritano por tu bien. No hay enemigos, no existe la gente mala, solo cretinos con muchas ganas de quejarse.

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