Aquí te decimos cómo iniciar una pelea e insultar en nueve idiomas distintos

No importa cuántas horas de tu vida hayas dedicado a practicar yoga o hacer terapia, a veces las cosas se ponen difíciles y la única manera de mejorar la situación es decir un insulto honesto, a todo pulmón, que salga desde tu pecho hasta los oídos de Dios. Si te pegas en el dedo meñique del pie, si tus genitales colisionan con tu cierre o quedas atrapado en el tráfico: mentar madres es la solución. Si existe la posibilidad, intentarás culpar a los demás por tus infortunios, pero romperle la cara al enemigo nunca es la solución. Un insulto bien pensado puede ser más doloroso.

Maldecir es un impulso arraigado en nuestras mentes y lo que nos une como seres humanos, pero nuestra manera de hacerlo difiere enormemente de país a país. Así que le pedimos a nuestros colegas de VICE Europa que nos hablaran de la riqueza tradicional de sus insultos, groserías y maldiciones.

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ITALIA

Una de las cosas más fascinantes de decir groserías en italiano es que usas un vocabulario tan rico que podrías tener una conversación profunda simplemente insultando a alguien. Las palabrotas por lo general se utilizan como exclamaciones u oraciones exclamativas completas y cubren una amplia gama de emociones: “cazzo” o “minchia” (verga), “merda” (mierda), “figa” (coño) pueden expresar lo que sea; decepción, sorpresa y hasta satisfacción extrema. Si lo que quieres es ofender, la mayoría de las groserías atacan a miembros de la familia: “figlio di puttana” (hijo de puta) o “mortacci tua” (una forma de maldecir a los difuntos de tu enemigo).


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Maldecir a Dios, a la virgen o a Jesucristo es algo muy italiano, al igual que combinar estos nombres con cualquier palabra ofensiva, nombre o animal que te puedas imaginar. A diferencia de otras groserías italianas, estas blasfemias usan generalmente lenguaje complejo, articulado y rimbombante. Mientras más largas sean, mejor.

El mejor insulto de este idioma viene de Italia central y va así: “Li mortacci tua, de tuo nonno, de tua madre e dei 3/4 daa palazzina tua,” que se traduce en “Chinga a tus parientes muertos, y a los de tu abuelo, a los de tu madre, y a las tres cuartas partes de tu edificio”.

—Alice Rossi

Todas las ilustraciones son de Timo ter Braak.

SERBIA

Si Serbia es rica en algo es en sus groserías. El reconocido lingüista serbio Vuk Karadzic, quien reformó por sí sólo el idioma, escribió el primer diccionario y la primera traducción del Nuevo Testamento en ese idioma, fue también el primero en reconocer las groserías como patrimonio al catalogar todos los insultos populares.

Las personas más cercanas a nuestro corazón son los que cargan con el peso de nuestras maldiciones: nuestra familia y en particular nuestras madres. “Jebem ti mater” o “chinga tu madre” es la madre de todos los insultos, con todo y sus derivaciones. Por lo general, muchos de nuestros insultos están relacionados con las vaginas: por ejemplo “Pizda ti materina”, quiere decir “me chingo la panocha podrida de tu madre”. Variaciones de la misma incluyen “me chingaré a tu pinche hijo dentro de su madre” o “espero que un perro se chingue la panocha de tu madre”. Si quieres insultar la masculinidad de alguien, puedes dar un giro homofóbico diciéndole “te darán asco las vaginas y sólo un pito te hará gozar”. Decirle a alguien que es un “apestoso subnormal” también funciona.

Si quieres hacerlo bien, debes maldecir a todo el linaje de tu enemigo. Algunas opciones pueden ser “me chingaré a todos los muertos de tu familia, a tu progenie y a tus ancestros”, o algo un poco más elegante como “me chingaré a los de tu sangre, tu descendencia y tu clan”, o “me chingaré a toda la primera fila de tu funeral”.

Algo más cortés pero efectivo es “me cago en tu boca” o “me cago en tu espalda”. No obstante, el insulto más legendario de nuestro idioma sería: “Me chingaré tu pito en una panocha”. Generaciones de expertos han intentado entender como hacer esto y no han tenido éxito.

—Magda Janjic

FRANCIA

Hoy en día, decir groserías en francés es bastante patético en comparación con las que usábamos en la Edad Media. Desde ese periodo hasta el siglo 18, toda la gente, desde los campesinos hasta los aristócratas, gritaban palabras como “gourgandine” (prostituta), o “sacrebleu”, que es difícil de traducir; es muy antiguo y es más o menos el equivalente francés de “maldita sea”. Aquellos eran tiempos más emocionantes. Los franceses se gritaban unos a otros cosas como “Jean-foutre, que significa “vil”, pero en una manera muy intraducible.


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Los franceses hoy en día son menos creativos con sus insultos: sólo usan ofensas homofóbicas como “pédé”, “fiotte”, “tarlouse” (variantes de maricón), o cosas mas básicas como “connard” (pendejo), “pute” (puta) o “salope” (zorra). Por suerte, los franceses todavía usan expresiones que son más elocuentes como “va te faire mettre”, que podría traducirse como “ve a que te cojan” y lo usas generalmente cuando necesitas mandar a alguien al carajo.

—Julie LeBaron

RUMANIA

En Rumania, la cultura de las groserías tiene tres pilares: sexo oral, nuestras madres y Jesucristo. El insulto más común es “muie” que se traduce burdamente como “chupame el pito”. También decirmos “mi pito” para enfatizar cosas en conversaciones diarias, como los polacos que usan “kurva” o “zorra”.

La madre de todos los insultos y también el más creativo es “Să mă fut în mă-ta”, que se traduce como “quiero chingarme a tu madre”. Tomando en cuenta esto, no sorprende que las estadísticas de las estrellas de PornHub rumanas muestren que una de las palabras más buscadas del sitio sea “mamá”.

Los insultos polacos más controversiales están relacionados con la religión. Aunque 81 por ciento de los rumanos se consideran cristianos ortodoxos, la mayoría de la gente usa “futu-ți Cristoșii și Dumnezeii mă-tii” que quiere decir “me cogeré a los dioses y cristos de tu madre”. Y no, no es un error; tenemos una forma plural para Cristo.

—Mihai Popescu

PAÍSES BAJOS

A diferencia de la mayoría de los países europeos, insultar a la madre de alguien no es la gran cosas para los neerlandeses. Tenemos un estilo más directo que consiste en desearle una sarta de enfermedades mortales al objeto de nuestro insulto. Por años, los insultos más populares se han relacionado a palabras como “klere” (cólera), “pest” (la peste negra), “tyfus” (tifus), “tering” (tuberculosis), y “pokke” (viruela).

Últimamente “kanker” (cáncer) es la palabra que se ha usado más para insultar y la más controversial, ya que el cáncer es un problema actual, no como la plaga. Es una maldición muy versátil, dado que se puede usar cuando te das cuenta de que te quedaste afuera de tu casa y tus llaves y celular están adentro (“kanker!”), pero también se puede combinar con otras palabras. Alguien que te cae mal es un “kankerlul” (un imbécil canceroso) y su contraparte femenina es una “kankerhoer” (una puta cancerosa).

Estas enfermedades también se puede utilizar en un grado superlativo e incluso de modo positivo. Si está muy lleno el gimnasio podrías decir que está “teringdruk” (hasta la madre de tuberculosis), y si te la pasaste muy bien con alguien, puedes decirle que fue “kankergezellig” (cancerosamente divertido).

—Twan Stoffels

AUSTRIA

En Austria, cuando algo en verdad nos fastidia, gritamos “hure!”, que quiere decir puta y se usa en forma similar a “chingada”.

Las partes del cuerpo son una categoría importante de las groserías austriacas. A veces llamamos a la gente “beidl”, que significa escroto, pero es un sinónimo muy común de pito. Igual que muchas grandes naciones del mundo decimos “idiota” y “pendejo”.


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Muchos austriacos le llamarían a alguien que les cae mal “schwuchtel” o “mongo”, que son términos ofensivos para homosexuales y discapacitados respectivamente. Pero estos insultos también se pueden aplicar a cosas porque, según los austriacos, las cosas también pueden ser homosexuales o discapacitadas. Es obvio que somos los peores y alguien debería mandarnos al carajo, o como los austriacos diríamos: “Geh scheißen!” (¡ve y cágate!).

—Markus Lust

DINAMARCA

En Dinamarca, todas las maldiciones tienen que ver con ser devorado por cosas espantosas, por ejemplo “satanedme” (Satan me come) o “kraftedme” (el cáncer me come). Haz de cuenta que chocas con un tipo y te hace tirar tu libro de cuentos de Hans Christian Andersen. A esto tú le responderías: “¡Por tu culpa Satán me comió!”

Existen varias maldiciones que no merecen ser danesas: las traducciones de maldiciones en inglés tal como salieron en subtítulos de películas. Estos incluyen gemas como “skidespræller” (terremoto de mierda), “kors i røven” (una cruz metida por el culo), y “røvbanan” (banana de culo). Esto es lo más cercano a palabras simples, pero efectivas como “chingar”, “mierda” e “imbécil” que encontrarás en el idioma danés.

Necesitamos ayuda. Es en serio. Por favor mundo, mándennos mejores insultos. Hay niños daneses inocentes que corren el peligro de creer que la traducción danesa de la emblemática línea “Yippee ki-yay, motherfucker!” de Bruce Willis en Duro de matar es “Gracias y adiós, hermano mierdero”. Por favor, ayúdennos.

—Alfred Maddox

GRECIA

Ser griego y decir groserías van de la mano. Una palabra muy común es “malakas”, que significa “pendejo” pero se utiliza mucho en lugar de “amigo”, “hermano” o “güey”. Una expresión menos amistosa sería “me cago en tu tumba”, la cual no se debe usar a la ligera porque puede ocasionar que los griegos se peleen a golpes.

Otra maldición común es “mejor gástalo en los doctores” y la usas cuando quieres comprar algo en una tienda pero es muy caro. Es lo que le dices al dueño de una tienda cuando otro cliente le compra un objeto que tú querías. Él debería gastar su dinero en el doctor para que lo cure de su locura. “Na se pane tesseris” es otra expresión que no se puede traducir con exactitud, pero se refiere al momento en que estás en tu ataúd, y cuatro personas te cargan a tu tumba. Básicamente significa “muérete”.

Y finalmente, una frase que gozó de gran popularidad en las décadas de los 80 y 90 en Grecia fue “espero que tu videocasetera se queme”. Si no entiendes la gravedad de esta maldición, no tienes idea de cuán caras y cuán cool eran las videocaseteras en ese entonces.

—Pavlos Toubekis

ALEMANIA

A diferencia de lo que se esperaría de un idioma tan tosco como el nuestro, nuestra tradición en cuanto a groserías es algo aburrida y dócil. Las groserías en alemán clásico usualmente suenan a un niño torpe que intenta decir algo malo pero no le sale. Algunos ejemplos son “Dumme Kuh” (vaca estúpida), “Pissnelke” (que alude al diente de león y a una chica aburrida y santurrona) o “Flachzange” (que nombra a unas pinzas planas y a un idiota).

A comparación de otros países, Alemania se enfoca más en materia fecal, traseros y actos sexuales. La primera palabra que cualquiera aprende fuera de Alemania es “Scheiße” (mierda), mientras que “Arschloch” (pendejo) también es bastante popular.

Nuestras mejores groserías se han colado en el lenguaje de forma natural a través del rap alemán. Gracias a los raperos, Alemania conoció el concepto de cogerse a la madre del otro, con palabras como “Huresohn” (hijo de perra) y “Ich ficke deine Mutter” (me cojo a tu madre). También hemos tenido la tradición de inventar insultos cursis que no son realmente groserías y llevarlos a un nuevo nivel como con “Du Lauch!” (¡eres un puerro!). Así es, la verdura.

—Barbara Dabrowska

ESPAÑA

España siempre ha sido un país muy religioso desde el día en que nació Jesús. Por eso nuestros insultos tienen que ver con escupirle en la cara a Dios, a Jesús, a María, su madre, y a todo su séquito celestial. Esta gran tradición ha sido reemplazada gradualmente por frases políticamente correctas, pero todavía puedes escuchar gente mayor en la calle gritar cosas como: “¡Me cago en la puta madre de Jesús, en su padre, y en toda su jodida corte celestial!”. Recuerdo que una vez mi padre se enojó tanto con alguien que dijo “me cago en su corazón”, y es un recuerdo que hoy todavía me causa escalofríos.

En fin. Si en verdad quieres insultar a alguien en España, necesitas cagarte encima, en, o junto a algún santo.

—Juanjo VIllalba