Crecer en un pequeño pueblo de Nueva Jersey con pocas oportunidades de escape me llevó a creer por mucho tiempo que estaba condenado a seguir los pasos de todas las generaciones que me preceden: no aprovechar la vida ni ver mucho más allá de las fronteras del condado. Ese sentimiento cambió cuando me enamoré del skate. Una vez vi unas fotos de Tom Groholski y Mike Vallely, dos chicos que crecieron en pueblos vecinos, en las que salían en los lugares más exóticos y fantásticos, y recuerdo haber pensado: Bueno, tal vez sí hay alguna manera de salir de aquí.
Luego vi una foto de Mark Gonzales haciendo ollies en unas escaleras debajo de la Torre Eiffel y mi vida cambió para siempre. ¿Hacen skate en París?, pensé. Tengo que irme para allá. Yo no sabía nada sobre Francia ni me importaba el lugar, solamente quería patinar en esas escaleras y en los legendarios estanques bajo la Torre que sólo están vacíos por unos días dos veces al año. Desde ese día mi vida ha estado en constante movimiento. Me la paso tratando de encontrar bordes cerca de la Ópera de Sydney o alguna rampa cerca de las pirámides de Egipto, alguna colina inclinada en el Monte Rushmore o alguna otra pieza de utilería arquitectónica que pasaría desapercibida para cualquier otro turista.
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No soy el único skater que siente un amor especial por los viajes. Hay algo en el skate que te genera una pasión por viajar y un fuerte deseo de aventura. De hecho, mi amigo Jonathan Mehring, un fotógrafo galardonado y nombrado como una de las diez personas más influyentes en el skate por ESPN, podría necesitar una intervención para calmar su adicción a los viajes. Ni siquiera sé por qué tiene un apartamento. Ha visto más lugares del mundo que todos los padres de los compañeros de clase de mi hijo juntos. Probablemente está en un avión mientras escribo esto. Jonathan creció en Covesville (Virginia), un pueblo aún más pequeño que el mío, que ya ni siquiera sale en el mapa. Por suerte, los padres de Jonathan le fomentaron el gusto por los viajes desde pequeño y como resultado ha aprovechado al máximo las oportunidades que el periodismo de skate le ha dado. Ha visitado lugares que la mayoría de nosotros ni siquiera sabemos que existen.
Todo ese amor por viajar se materializa en un libro de fotos de 240 páginas, Skate The World, publicado por National Geographic, que cuenta con imágenes de más de 30 países incluyendo Chile, Etiopía, China y Marruecos. Me encontré con Jonathan hace unas semanas en su apartamento de Brooklyn para hablar de su libro, de lo que es haber llegado de Hong Kong con la lengua negra y peluda, de los olores únicos de India y de la mejor ciudad para hacer skate en el mundo.
VICE: ¿Cómo carajos hiciste para que National Geographic te publicara un libro de skate?
Jonathan Mehring: A finales de 2008 estaba en una fiesta de Navidad y terminé hablando con una editora, Susan Hitchcock, sobre mis viajes de skate. En ese momento no sabía que ella trabajaba en National Geographic. Yo le estaba contando de mi viaje trans siberiano, acababa de volver de Kazajistán, y ella me preguntó si creía que tenía suficiente material para hacer un libro. Había estado tomando fotos por al menos 10 años, entonces le dije que sí. Cuadramos una cita que terminó siendo muy intimidante. Les gustó mucho la idea, pero nunca habían hecho algo por el estilo, así que les pareció algo riesgoso. Me preguntaron que si podía conseguirme un patrocinio para ayudar a financiar el libro. Eso no mató el proyecto pero lo puso en el congelador por un tiempo.
Años después terminé en Bangalore, India, en un viaje personal. Estando allá me enganché por casualidad en el programa de construcción de parques de skate de Leivi’s y luego, al año siguiente, me contrataron para filmar el proyecto del parque de skate en Bolivia. Después de eso le pregunte a Erik Wolsky, quien estaba a cargo del programa de skate de Levi’s, si estaría interesado en patrocinar el libro y a él le pareció una buena idea.
Eres uno de mis amigos más viajeros. ¿En qué momento te picó el bicho de salir y conocer el mundo?
Siempre me ha gustado viajar. Cuando tenía 10 años viajé con mis papás por carretera, atravesamos el país y fuimos acampando por el camino. ¡Fue increíble! Empecé a hacer skate un par de años después: patinar siempre ha tenido que ver con explorar. Soy de Virginia, un lugar donde no hay mucho que hacer, así que nos la pasábamos viajando por carretera… ahí pueden estar las raíces. La revista Slap me envió a un par de giras cuando empecé a trabajar con ellos más o menos en 2000, y mi primer viaje de skate fuera del país fue a Hong Kong.
Esta es una historia divertida: en esa época yo era un estricto vegetariano y pensé que habría de tener algunas opciones vegetarianas en ese viaje. El tofu era muy común en Hong Kong pero lo servían con salsa de carne. Yo era el típico joven gringo que le tenía miedo a comer cosas nuevas, entonces terminé comiendo solamente focaccia de tienda. Comer pan durante dos semanas estuvo bien por el momento, pero cuando volví a Filadelfia me tomé unas cervezas y comí pasta. A la mañana siguiente, cuando me desperté, sentía la lengua rara. Me miré en el espejo y la tenía negra. Cuando llamé al doctor, me dijo que tenía un hongo llamado Lengua Negra Peluda que se adquiere por comer mucho pan. Me dijeron que comiera frutas y verduras y que se quitaría con el tiempo.
Allí, decidí que si iba a viajar iba a probarlo todo. Quería experimentar verdaderamente las culturas que estaba documentando, pero tampoco quería enfermarme otra vez.
Los lugares a los que viajas son tan remotos que normalmente me toca googlearlos para saber dónde carajos quedan. ¿Cómo consigues estos lugares? ¿Siempre estás seguro de que habrá spots de skate en el destino que escoges?
No siempre. Solía tener un mapa en la pared y me paraba a mirarlo y pensaba:nunca he oído de esta ciudad. La voy a googlear. Así fue con Astaná, la capital de Kazajistán. Nunca había oído de ella , pero revisé y tenía una arquitectura increíble, edificios de vidrio en forma de pirámide y una torre con columnas blancas de 60 metros que sostiene una esfera dorada de al menos 15 metros de largo. Es una locura. Es como una de esas ciudades fantasmas en China. Hay más ciudad de la que la gente puede utilizar. Era una mina de oro para el skate y nadie había ido hasta el momento. Probablemente por lo que se encuentra tan lejos. Nos tomó 36 horas llegar allá.
Esa es otra cosa de ti: vas a todos estos lugares pero nunca coges la ruta fácil.
Me gusta la aventura. Cuando las cosas se ponen difíciles, seguro sale una anécdota que hace la historia memorable. Keegan Sauder me dijo una vez: “La decepción es la aventura más grande”. Y eso tiene sentido. Si todo sale perfecto, de acuerdo a lo planeado, ¿cuál es tu aventura realmente?
¿Cuál es la decepción más grande con la que te has encontrado a lo largo de los años?
Bueno, quieres caminar por la línea; no quieres un verdadero desastre. El sentido común es lo que siempre debes buscar. El viaje más miedoso fue el de Vietnam. Manejamos en moto desde Hanoi hasta Saigon, por lo menos 3.200 km, y no cogimos la ruta más directa. Jerry Hsu y yo nunca habíamos manejado una moto o una scooter o nada por el estilo. Los dos nos caímos. Compramos estas motos cuando llegamos a Hanoi y yo apenas podía darle la vuelta a la cuadra. Es bien complicado manejar allá. Yo me caí una sola vez. Jerry dos veces. Fue un viaje difícil porque los primeros tres o cuatro días viajamos 12 horas por día, con lluvia. Era bien jodido.
‘The Killing Season’ – A Motorbike Trip Through Vietnam.
Imagino que el patinaje es extraño en algunos de los lugares a los que has viajado
Dos viajes vienen a mi mente cuando dices eso porque fueron los opuestos extremos. El primero fue India, donde la gente ama que le tomen fotos: camina hasta donde estás y te pide que le tomes una foto. Están fascinados con el skate. Cada vez que alguien intentaba hacer un nuevo truco había entre 50 y 100 personas alrededor, casi hasta el punto de que tú no podías patinar en el lugar. Fue maravilloso y divertido estar allá; todo el mundo estaba feliz con el skate.
El contraste directo fue Azerbaiyán. Es un país rico en petróleo que se encuentra entre Rusia e Irán, entonces tiene un encuentro cultural ruso/persa. Hay un montón de áreas sensibles de interacción social. Por ejemplo, había una mujer sentada en una saliente que queríamos patinar y llevaba una burka. Teníamos a un chico local con nosotros y le dijimos que le preguntara si se podía correr un poco y él nos dijo: “No. Sólo podemos pedirle a su esposo. Es una mujer casada”. A parte de eso casi nos metemos en varias peleas en Bakú, la capital, porque la gente odiaba el skate. Nos veían a nosotros patinar y decían como, “¿Qué es eso? No me gusta”.
Hubo un punto en el que esta gene trató de tumbar a Theotis Beasley mientras él grababa y luego volvieron y trataron de arrancarle su arete de diamante mientras pasaba. Después trataron de raponearle la cámara a Jason Hernández. La noche siguiente Stefan Janoski estaba tratando de hacer un truco en un pista y unos borrachos subieron a tratar de tumbar a Scuba Steve. Entonces Theotis se levantó y le dio un puño en la garganta. Seguramente nos iban a robar pero ellos vieron que los superábamos en número entonces salieron corriendo.
Nos detuvo la policía durante seis horas por tomarle fotos a un campo de petróleo. Hay lagos de petróleo burbujeando por todas partes, sin rejas. Es la ciudad más contaminada en el mundo y estábamos tomándole fotos a estos lagos y nos llevaron a la estación de policía por un tiempo, pero luego nos dejaron ir. Ese tipo de cosas nos pasaban mucho.
¿Qué sigue?
Tengo un montón de ideas pero ahora que terminé con la revista Skateboarder y soy fotógrafo freelance tengo que encontrar patrocinio para cada viaje, lo cual ha sido bastante difícil. No he viajado tanto últimamente. Me gustaría ir más a África; sólo he ido a un par de países allá. .
Si tuvieras que escoger la mejor ciudad del mundo para hacer skate, ¿cuál sería?
¿De sitios para rodar? Barcelona. China tiene muchos lugares. Pero no me gustan los lugares fáciles, me gustan los difíciles… por los que hay que luchar. Suelen ser los sitios donde mejor se sacan fotos. Y bueno, pues, no soy yo el que patina…
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