Varios raperos y productores de todo el mundo hablan de “cocinar” ritmos y rimas como una analogía, de la misma forma en que dicen que algo está “en el horno” cuando está en su proceso de preparación. En la mayoría de los casos, esta parece ser una metáfora sencilla, sin mayor trasfondo que el de encontrar una forma creativa para referirse a la creación musical. Sin embargo, cuando el productor de Medellín AvenRec lo dice, es porque ha estudiado esta relación entre cocinar y hacer música a fondo. Tanto así, que inspiró el trabajo que ha venido publicando progresivamente desde hace unos meses, su nuevo álbum instrumental, S.A.L.T.
Éste será su primer álbum instrumental, aunque su carrera ya es larga. Hizo parte del grupo Da Distrikt, junto con D.J.H., Crudo Means Raw y El Cura, como productor y rapero. En 2014 publicó El Compilado, en el que brillaba gran parte de la vieja guardia del sur de Medellín, como Caña Brava, Alias Ramírez y Ultrajala, y que contaba con rapeos suyos. Luego se dedicó más a los beats exclusivamente, aprendió a samplear y sacó Rec Machine Da Mixtape (2016), un mixtape con Mano Armada de Cuba, Rapper School de Perú y varios de la escena local de Medellín como Kiño o Mary Hellen.
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Después de momentos de dudas y reflexión, su carrera volvió a coger impulso con Aspectos (2016), el debut del rapero paisa Sr. Pablo, producido por AvenRec. Desde entonces, ha estado trabajando en el nuevo trabajo de Pablo, y dando beats a figuras cercanas como SisonBeats de No Rules Clan. Pero era hora de un proyecto que llevaba aplazando varios años, un álbum conceptual que consistiera principalmente en instrumentales, que permitiera brillar con fuerza a su estilo suave, cálido y melancólico en igual medida.
S.A.L.T., pues, es un álbum que plantea cuatro momentos a lo largo de una comida: la bebida, la entrada, el plato fuerte y el postre. Cada uno de estos momentos es un capítulo, lo que divide el proyecto y permite cumplir el objetivo de Aven, junto con el equipo de La Música FM, con los que trabaja de cerca, en fortalecer su presencia digital y posicionarse como un autor importante y vigente. De estas cuatro entregas ya han sido publicados Liquid Intelligence, Suppe y The Main Course, con rapeos de artistas como Apache, Rapiphero y Sison. A comienzos de diciembre saldrá el capítulo que cierra el proyecto: el postre. En total 24 tracks para ambientar la gastronomía que lo apasiona.
S.A.L.T. se suma a proyectos como Messier 64 (2018) de Granuja, Jueves EP de Ruzto (2018), Jazz Affair (2017) de Soul AM y Voyage: El pasaje (2015) de Crudo Means Raw, todos álbumes instrumentales colombianos publicados en los últimos años. Tiene sentido: sin duda un factor que explica el boom reciente del rap colombiano ha sido la evidente mejoría estética en los beats, si se les compara con los del principio de siglo.
Para hablar de cómo surgió la idea de S.A.L.T., las similitudes que hay entre cocinar y hacer beats y la importancia que tienen para la escena colombiana los álbumes instrumentales, nos reunimos con AvenRec en las oficinas de La Música FM hace unas semanas.
¿Cómo surgió la idea de un álbum de instrumentales con la temática de la comida?
Yo hace rato quería sacar un álbum de instrumentales que tuviera preproducción, pensarlo, que tuviera una temática, que no fuera una compilación de beats cualquiera. Yo he trabajado con muchos artistas, pero mi página de Spotify estaba muy quieta. Después de Aspectos la gente me preguntaba que cuándo iba a sacar mi álbum de instrumentales, y eso me motivó mucho, y pensé en darle gusto a mi audiencia y darme gusto a mí. Entonces llevo casi dos años planeando esto. Estaba allá en la finca donde vivo y tengo mi estudio, en San Pedro, afuera de Medellín, y quería sonidos orgánicos, que no cansaran. En ese momento estaba muy engomado con el drumless, pegándole fuerte, pero sabía que si sacaba un álbum así la gente se podía cansar. Yo quería un álbum orgánico, y pensé en la gente que cocina, en los diseñadores gráficos, en los grafiteros, en gente que quiera escuchar beats para inspirarse y crear.
Y entonces mi mujer, que es chef, me mostró Chef’s Table, un documental de Netflix de gastronomía. Brutal, huevón. Había un mexicano re teso, un argentino que se va para la Patagonia, todos tienen técnicas brutales, y la forma en que hablaban de los ingredientes yo sentía que estaban hablando de beats. También había unos latinoamericanos que se iban a Francia a aprender de comida gourmet y ponían restaurantes franceses allá y les iba mal. Y decían que les tocaba volver a sus países, a probar los sabores que les recordaban la niñez, para hacer gourmet con comida local de sus países. Y yo me sentí identificado. Nos encanta Pete Rock, DJ Premier, Roc Marciano y a veces queremos ser eso, pero lo que tenemos que hacer es nuestro rap propio, no copiar las ideas del rap de la USA.
Yo al principio quería algo orgánico, y empecé a grabar unos sonidos de ramas y eso, pero fue difícil por el sonido de las vacas, no me fue bien. Y cuando empecé a ver Chef’s Table, me empeliculé, empecé a robar clips de audio porque hablaban de la comida muy parecido a como uno habla de los beats, y se me vino a la cabeza el lema del álbum: the art of cooking beats. Aunque todavía no tenía el nombre. Este surgió por la foto de la portada, de Mao, el mismo de Aspectos de Sr. Pablo y de Voyage de Crudo, que es de unos cristalizadores de sal en la Guajira. Perfecto para el álbum, la sal es muy importante en la cocina, resalta los sabores, y además era un lugar colombiano.
Luego decidí que no quería sacar el álbum solo de un tirón, y en La Música FM me recomendaron lo mismo. Tenía que pensar un plan para irlo sacando progresivamente. Un día Gambeta me cayó a la casa y me dio buenas ideas, entre ellas darle forma de capítulos.
Me puse también a leer libros de gastronomía, y en uno de cocina francesa explicaba los distintos momentos que componen los menús de todo el mundo. Y el menú latinoamericano se compone de cuatro partes: un aperitivo líquido, una entrada, un plato fuerte y un postre. Y ahí tuve los capítulos, y planeé los beats para que se ajustaran.
¿Cómo se ajustan los beats? ¿De qué forma crees que reflejan las etapas de la comida?
Entonces el aperitivo líquido es Liquid Inteligence: muy inspirado en cocteles, tienen como esa textura más suave. Está “Mi Chelada Helada”, “Blood Orange Caipirinha”, con un sample brasilero, “Jarabe Especial” y “Club Soda”. El segundo capítulo, la entrada, es Suppe. Ahí quería cosas cálidas, voces femeninas. No quería ensuciar tanto el álbum con letra. Antes de la idea del menú no quería que fuera nada de raps, sino melismas, como las de Cat Calle en “Hot Curry Sauce”, adiciones al beat pero que no le quiten el protagonismo. Estaba muy cerrado en esa idea. Pero Mabiland llegó a grabar y le surgió un parrafito y me pidió meterlo. Y pues obvio no quería encasillar al artista, entonces de una. “Ivan’s Ramen” es la de Mabi, inspirada en un man de Nueva York que hacía ramen en Japón y todos los japoneses se lo gozaban hasta que fue el mejor del mundo. Eso dio pie a que pudiéramos meter rapeos en el capítulo del plato fuerte, intervenciones que no le quitaran protagonismo a los beats. Pero los beats están cargados con letras, en el plato fuerte. Entonces van ahí Rapiphero, Apache, Sr. Pablo, Sison, N. Hardem y Vic Deal. Y luego en el postre quería obvio más dulzura. Pensé en Lianna, que tiene una voz perfecta para eso, y ella está ahi. Jazzy de Dec Dope también está, él canta una chimba, unos coros muy afinados. Y con Jazzy le pasó lo mismo, subimos a la finca y quiso meterle rap, entonces hay rap en el postre también.
¿Cuáles son las similitudes entre cocinar y hacer beats?
Cuando veía a los chefs más duros de cada país, veía esa delicadeza y respeto que le tienen a la comida. El chef argentino del documental dice ahí que no cree en darle vueltas a la comida, así como hamburguesas, hay que respetarla. Uno puede ver la comida como algo inerte, pero para ellos es algo vivo. Los ingredientes buscan que sean lo más orgánicos posibles, no intoxicarlos. No se puede maltratar la comida y acelerar los procesos. Y yo también siento así con los beats. Cortar los samples es como cortar comida, muy delicadamente, para hacer un buen loop.
Fue el respeto lo que me llamó la atención y me inspiró para respetar mis beats, que no estén intoxicados por agroquímicos, que serían la trampa de lo comercial. No dejar contaminar la música para que crezca más rápido artificialmente. Nuestros ingredientes son las baterías, el sample… también se buscan como los ingredientes que ellos encuentran en mercados los domingos. Así como uno hace digging para encontrar los mejores sonidos, ellos buscan los mejores ingredientes en granjas hidropónicas. Y hay veces que sí hay que contaminar la vuelta un poco utilizando sonidos bajados de internet.
¿Cuáles son los retos de hacer un álbum instrumental en este contexto del rap colombiano?
El miedo más grande que tenía era que la gente no se cansara de escuchar beats sin rapeos, porque uno duda de eso incluso haciéndolo, como que no quiere escucharlo más. La solución fue que cada beat fuera muy bueno, que no hubiera forma de que la gente se cansara. Que todos los beats sean llegadores, que ninguno agote al público. El segundo reto, o miedo, fue con gente que hace críticas muy mediocres al hip hop en Colombia, no todos, pero muchos, que no saben de rap y atacan por redes sociales que porque dizque “no es under” o “no es real”. Esa vuelta sí que ha hecho daño. En Estados Unidos lo han sabido interpretar. Roc Marciano y el parche de Griselda son valijas, pero lo hacen bien, se visten bien, trabajan duro, a tal punto que a Griselda los fichó el sello de Eminem.
Entonces lo underground no tiene que estar mal hecho, ni vestirte feo. Eso es cuento viejo, eso ya pasó. Ese fue mi segundo reto, lo que dijeran los críticos esos. Pero lo pensé y no me importa, es gente que ni siquiera ha escuchado rap. Esto es una mezcla de drums muy J Dilla con su cojeo orgánico, influencias de Pete Rock, muy noventeros. Pero siempre manteniendo el tema de la cocina y sobre todo que fuera muy positivo. A mi me encantan los beats oscuros, pero esos les gustan más a los raperos, y no me quería quedar ahí, quería que la gente creativa pudiera escuchar y que se inspiraran. Yo sé que alguien que sepa de buen hip hop, así no sea de su total agrado, va a apreciar que es un trabajo bien hecho.
Tu trabajo anterior fue Aspectos (2016) con Sr. Pablo ¿Cómo fue ese trabajo de crear con él?
Antes de Aspectos yo ya había sacado un par de trabajos y venía trabajando con varios artistas de Medellín e internacionales. Tenía el estudio acá en Provenza, al lado del D.J.H. Pero hace un par de años tuve un rayón, un sinsabor, y me interné a pensar, me llevé el estudio a la finca donde estoy viviendo ahora, en San Pedro, acá a las afueras de Medallo. Le dediqué un montón de tiempo a un montón de artistas que grababan conmigo, y algunos sí se pusieron las botas y publicaron y otros dejaron eso ahí empolvándose, aunque yo les gasté tiempo en mezcla, masterización.
Entonces me fui para San Pedro, empecé a pensar qué iba a hacer, estaba pensando en un álbum instrumental, y conocí a Pablo, me lo presentó Sison (No Rules). Les mostré beats a ambos y ambos empezaron a componer, y Pablo me empezó a mandar vainas con los beats míos. Yo no sabía que él tenía tanto talento, y me enamoré del proyecto de él. Nos pusimos a crear Aspectos y me desconcentré de lo mío. Pablo es importante en mi carrera, me despertó, me revivió las ganas. Y ya tenía confianza también en mis beats, entonces no se los quería pasar a cualquiera, sino a un proyecto organizado. Entonces con Pablo empezamos a subir a la finca todas las semanas, cuando yo todavía no vivía allá, a trabajarle a Aspectos. Y todo salió muy bien.
Creo que gran parte del cambio y del boom del rap colombiano en esta década ha sido por sus beats ¿Cómo has sentido tú esa evolución sonora en el panorama local?
Para mi parche, cuando conocimos el sampleo se nos abrió la mente. Algunos grupos de antes sabían loopear mas no samplear. Yo antes tampoco sabía samplear, solo loopear. El loop es coger un pedazo de una canción, cortarlo y repetirlo, y cuidar que dé la vuelta sin sentir el bache, el error. Pero ese loop, por un lado, tendría derechos de autor. Entonces uno podía cambiarle el pitch, eso ayudaba, pero no era una solución. Samplear es coger un pedazo, o incluso ni siquiera un pedazo. Antes cogía los inicios de música romántica latinoamericana como Roberto Carlos y cogía los inicios, sin voces, era fácil de loopear. Pero alguien más lo puede coger igualito, y eso te baja reputación. Samplear implica coger varios pedazos más cortos, chopearlos, de toda la canción; y se puede invertir la secuencia de los sonidos, también, el origen del sample se hace irreconocible, casi. Es darle la identidad propia al sonido, no hacer que todo suene tan inmediato sino trabajar más en la composición de sample.
Cuando aprendimos a samplear fue que se dio ese cambio en los beats del rap colombiano. De los primeros que escuché en hacerlo fue Favela Beats. El Arkeologo hoy lo hace muy bien. Yo descubrí eso con D.J.H., juntos, los secreticos para samplear. La evolución ha sido buena, el arte de samplear cambió el juego. Antes, los grupos viejos, o eran loops sin nada más o pistas tocadas. Los beats fueron lo que nos generaron ese estigma, que no sonaba bien. No había beats que generaran ese sentimiento de frescura, de que fuera parchado, que invitaran a ir a un toque. Antes en los toques de Medallo había puros manes así estilo Wu Tang con las Timbs, parados en una esquina mirando feo, vicio, no se veían peladas bien que querían soyarse el rap, puros manes. Gente que no era rapera, pero quería ir no iba porque se sentía incómodo y el ambiente era pesado. Solo quedaban raperos. Cuando surgió el sampleo más artístico, se mostró que había un arte ahí aparte del vandalismo. Y las letras salieron del barrio y la balacera, algo que las estancaba, cambiaron su punto de vista.
Ruzto, Granuja, Crudo, Soul Am, tú ahora, han sacado álbumes instrumentales en los últimos tres años ¿Qué crees que le pueden aportar estos trabajos al rap colombiano y que le pueden enseñar a sus oyentes?
Que la gente vea que detrás de los raperos no solo está un productor o un beatmaker, que son distintos, porque el productor te graba y te guía. Pero sí, importante que en Colombia entendamos que no hay solo un rapero con un beat, que sale de la nada. Mira que todavía algunos no tiran los créditos al productor. Las canciones no son solo de raperos, también de la persona que hizo el beat y que puso al MC en un buen lugar para que saliera la letra. “The Look of Love” no es una canción solo de Sr. Pablo, también es mía. Antes los productores estábamos atrás, y necesitábamos ese reconocimiento, no por fama o dinero, sino para que la gente entienda que nosotros también nos quebramos la nalga fabricando un buen beat para que alguien bueno lo coja y se monte en él.
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