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Han pasado unos pocos días desde que empezó la Navidad, pero en Belén hay pocas señales de alegría festiva, cuando los enfrentamientos callejeros violentos mantienen alejados a los turistas y los lugareños se quedan en casa.
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“Es la situación”, explica Issa Giacaman a VICE News mientras mira la puerta a la espera de clientes potenciales. “La gente ve lo que está sucediendo en televisión y tiene miedo a venir aquí”.
Su tienda, que atesora retablos de madera de olivo de la Natividad, crucifijos ortodoxos e iconos ortodoxos llamativos, por lo general hace negocio en diciembre, cuando los peregrinos acuden a la ciudad bíblica más famosa de Cisjordania. Pero, este año, tiene suerte si hace una venta al día.
Desde principios de octubre 19 israelíes han muerto en una ola de apuñalamientos, disparos y atropellos perpetrados por palestinos en todo Israel y Cisjordania. En el otro lado de la contienda más de 100 palestinos han muerto, incluidos 71 presuntos atacantes, y otros 30 en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Durante los últimos tres meses, hogar de alrededor de una cuarta parte de los 40.000 cristianos de Cisjordania, Belén se ha llevado la peor parte de los enfrentamientos semanales entre jóvenes de la localidad y soldados israelíes. Desde octubre, la Media Luna Roja Palestina ha tratado a más de 1.300 casos de inhalación de gas, 310 heridos por balas de goma y 74 heridas de bala en la ciudad. Equipos de médicos han registrado seis muertes durante los enfrentamientos, la mayoría en incendios.
Jacir Palace, el hotel más grande de la ciudad con unas 250 habitaciones, se encuentra en la primera línea de gran parte de la violencia. Sólo a unos pocos cientos de metros del gigante muro que divide Cisjordania de Israel, la explanada del hotel se ha convertido en un punto de encuentro semanal para jóvenes palestinos preparados para el enfrentamiento con soldados israelíes.
Alrededor del mediodía de los viernes, el personal del hotel comienza los preparativos para resguardarlo del granizo semanal de gases lacrimógenos, piedras y balas. Johnny Kattan, gerente del Jacir Palace, sabe manejar el taladro. Las ventanas están cerradas con antelación y, tan pronto como se disparan los gases lacrimógenos, ordena al personal a tirar hacia abajo las persianas de acero de la parte delantera del hotel.
Los huéspedes que deseen entrar o salir son conducidos discretamente por una puerta trasera. Hasta ahora, la estrategia ha dado buenos resultados. Kattan informa de que no ha habido “ningún herido” entre los clientes del hotel. “Lágrimas, ni tan siquiera las del gas”.
Pero a pesar de sus esfuerzos las reservas siguen viniéndose abajo. El hotel, normalmente completo para la temporada de fiestas, está hoy sólo ocupado a la mitad, este año, e incluso después de que las tarifas se redujeran en un 25 por ciento. Los ingresos de los negocios locales se han desplomado. El elegante bar-restaurante del hotel Al Makan — que significa “El Lugar” en árabe — ha sido cerrado hasta nuevo aviso, y clientes preocupados han cancelado sus reservas para conferencias, bodas y bautizos.
Este hotel no es ajeno a los tiempos difíciles, sin embargo. Durante la segunda intifada, poco después de ser reformado, se vio obligado a cerrar sus puertas a los huéspedes y fue tomado por el ejército israelí como base militar durante varios años antes de volver a abrir en 2005. Pero este año es la segunda mala temporada consecutiva. El turismo de Navidad del año pasado en Belén se redujo alrededor de su mitad después de una sangrienta guerra del verano entre Israel y Hamas, seguido por ola de ataques por parte de palestinos en Jerusalén durante el invierno.
‘Después del ataque de Estado Islámico al avión entre discusiones de Egipto y Putin con Turquía, incluso los rusos no vienen’.
Sentado en la parte central del desértico comedor, Kattan sostiene que el hotel está ahora en una situación financiera desesperada. “Con los precios de las habitaciones reducidas necesitamos tener un 60 por ciento de las habitaciones llenas sólo para cubrir, por el momento estamos justo por debajo de eso”, afirma a VICE News. “Con la situación actual, el objetivo es tan sólo mantener nuestra cabeza fuera del agua, pero si no hay mejora en febrero tendremos que tomar una decisión sobre dejar marchar al personal”.
En otro golpe al turismo del que depende Belén, la Autoridad Palestina ha ordenado que las celebraciones de Navidad en la ciudad han de ser “atenuadas” como señal de respeto por la gravedad de la situación. Mientras que el desfile anual de bandas de música de gaita seguirá adelante el 24 de diciembre, las decoraciones que adornan las calles del pueblo se han reducido a un par de cuadras del centro, y algunos conciertos festivos han sido cancelados.
En la iluminación anual del árbol de navidad, la alcaldesa de la ciudad de Belén, Vera Baboun, calificó la situación en Palestina de “crítica”. Los fuegos artificiales festivos que normalmente acompañan el evento fueron prohibidos. “La solución política de la justicia y la paz sigue siendo una vía desde el horizonte”, dijo a los periodistas Baboun. “Desde la ciudad de la paz que vive sin paz les enviamos mensajes de paz”.
“Es como si la Navidad hubiera sido cancelada”, dijo Michel, de pie junto a su puesto de bolas de nieve, imanes y otras baratijas en una calle lateral a pocos metros de la Iglesia de la Natividad, donde los peregrinos creen que Jesús nació. “Mira: no hay nadie, es una ciudad fantasma”.
Pero no son sólo los problemas domésticos los que están haciendo que los turistas den la espalda. En la Plaza del Pesebre, guías turísticos y conductores de taxis, se reúnen bajo un gigantesco árbol de navidad a fumar cigarrillos y lamentarse de los conflictos regionales y locales por igual.
Issa Abu Daoud ha pasado más de una década guiando extranjeros alrededor de las iglesias de Belén. Durante la época de bonanza llevó hasta 10 grandes grupos por día, pero en toda esta temporada ha anotado un total de cuatro.
Un informe revela que Hamas mató y torturó a palestinos durante el conflicto de Gaza. Leer más aquí.
“La situación aquí es mala. Los combates asustan a los europeos y americanos. Sus gobiernos les dicen que no es seguro venir aquí”, declara a VICE News. “Pero ahora, después del ataque de Estado Islámico al avión ruso en Egipto y los enfrentamientos de Rusia con Turquía, incluso los rusos no vienen… Ellos normalmente recorren la región, pero esto se acabó”.
El mes pasado, Moscú impuso sanciones a Turquía, incluida la prohibición de los paquetes turísticos al país, en medio de una disputa diplomática con Ankara sobre Siria, y los vuelos de Rusia a Egipto fueron suspendidos después de que una bomba de fabricación casera derribó un vuelo de transporte de pasajeros turistas rusos sobre el desierto del Sinaí en octubre.
“Es un gran golpe porque los rusos vendrían en grandes grupos”, dijo Dauod. “Fueron buenos negocios. Ahora los únicos turistas que siguen llegando son de África y el Lejano Oriente y no gastan tanto dinero”.
De vuelta al Jacir Palace, un perplejo grupo de turistas japoneses pide el té, mientras que fuera quedan los últimos jóvenes palestinos de pie alrededor de una pila de neumáticos en llamas. A pesar de los problemas, la postura de Kattan es mantener las apariencias con una sonrisa en su rostro. “¡Todo lo que necesitamos para resolver el problema es un milagro de Navidad!” , bromea.
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