Dos días antes de que Heisenberg* (nombre ficticio, obviamente, con el que quiere que le llamemos para proteger su identidad) se pusiera en contacto conmigo se publicó en VICE un artículo que escribí sobre el Rubifen, un medicamento derivado de las anfetaminas que también es llamada la cocaína para los pobres y que sirve para tratar a gente que tiene hiperactividad.
Me envió una fotografía a través de mensaje directo de Twitter. No me escribió ni una sola palabra. En la foto había unos blisters de pastillas y unos botes que normalmente se usan para guardar los medicamentos de las farmacias. Intenté saciar mi curiosidad preguntando qué representaba aquello, una pregunta lo bastante abierta como para que me pudiera responder la historia que se escondía detrás de aquellos frascos. Lo que pasó a continuación no me lo hubiese creído si me lo hubieran explicado.
Videos by VICE
Empezó a contarme que de pequeño le daban Rubifen porque le diagnosticaron TDAH a los ocho años. En su adolescencia, ya no le servía tomar una sola pastilla y se tomaba seis para notar su efecto, de hecho hasta incluso me propuso hablar sobre el síndrome de abstinencia que le había provocado el medicamento. La historia podría haberse quedado allí, pero decidí tirar aún más del hilo.
MIRA:
“En Zaragoza todo el mundo me conoce”, continuó explicando. “Seguro que incluso la policía ya sabe quién soy”. Aquello me llamó más la atención. Empecé a preguntar a contactos que teníamos en común en las redes quién era esa persona que había aparecido en mi vida como una seta y algunos me dijeron que le llamaban el “Breaking Bad de Zaragoza”. También me explicaron, todo presuntamente, que él era todo un especialista en la materia y que destacaba por conocer todo tipo de drogas baratas y legales.
Después de que me contaran las leyendas urbanas que corrían sobre este personaje, le volví a escribir pidiéndole su número de teléfono. Tenía una buena historia detrás y yo tenía la oportunidad de entrevistarle. Al descolgar el teléfono una voz grave y algo histriónica pronunció mi nombre, algo que al principio me impactó. La primera pregunta que le hice fue directamente: “¿quién eres?”.
No sé muy bien por qué, pero los seres humanos tendemos a describirnos por aquello que hemos estudiado. Me explicó que él había estudiado química quizás en parte motivado por esta extraña adicción que había desarrollado de adolescente.
“En las fiestas del Pilar la droga dura se acaba. Por eso empecé a hacer mis cócteles con drogas baratas y legales para colocarme”, continuó. A principios de octubre, antes del día 12, que es el día fuerte, la cocaína en Zaragoza va muy buscada, por ello, y porque tampoco le sobraba la pasta, Heisenberg empezó a experimentar haciendo mejunjes varios para él y sus amigos.
El hecho de trabajar en turnos de noche también le influyó a la hora de indagar más en el tema de los estimulantes legales y baratos. “Antes de ir a currar me tomaba de todo para poder aguantar despierto y ser más efectivo durante la noche”, explica el Heisenberg zaragozano. “Una cosa lleva a la otra y al final acabas buscando la forma más barata de colocarte, por lo que acabé por elaborar mi propia medicina”. A él le han perseguido las autoridades en más de una ocasión y asegura que hasta puede que nos estén grabando la conversación.
“Nos persiguen a nosotros, a los que sabemos de drogas que se pueden encontrar en el mercado legal, porque son drogas baratas y puede que hagan mucho daño al gran mercado de la cocaína”, me dice. “Hay muchos intereses económicos detrás. Lo único que están haciendo con esta caza de brujas es desplazar a los consumidores de drogas legales hacia este otro mercado más caro porque mueve más pasta”.
Ahora Heisenberg recibe en su casa fármacos que se pueden comprar en la farmacia de forma legal con receta y los combina de tal forma que generen el suficiente subidón. Asegura que sus cócteles hechos a base de metilfenidato, codeína y café pueden colocarte incluso más que el speed.
Es gato viejo, capaz de discernir la pureza de las drogas que le llegan, porque “dependiendo de la procedencia de lo que te llega no te puedes fiar. Hay fármacos que les meten yeso y los venden como si estuvieran sin cortar. Por eso es más fiable comprarlos en una farmacia o en el mercado gris”, nos dice.
“Para eliminar toda la mierda que llevaban al principio lavaba las pastillas con agua destilada o suero”. Me explica que cuando hacía eso era una liada porque lo tenía que secar luego en la ventana con un plato o un vidrio. “Muchas veces me había encontrado con que solo el 20% de la pastilla era metilfenidato”, dice. No fue hasta más tarde cuando conoció a gente que se dedicaba a vender esos mismos medicamentos pero de mejor calidad.
Una de las personas que le pasaba pastillas a Heisenberg fue detenida hace apenas un mes. Me estuve informando sobre el tema y se ve que el hombre trabajaba en una farmacéutica y sustraía los psicotrópicos a escondidas para luego venderlos. “A los que éramos buenos clientes nos enviaba las que tenían más sustancias”, explica Heisenberg. “Todo iba bien hasta que se le fue la pinza”. Empezó a venderlas por foros y empezó a comprar coches de lujo. Estaba claro que tarde o temprano le pillarían”, asegura.
Se calcula que el camello de Heisenberg habría ganado unos 85 000 euros vendiendo pastillas, aunque según nos cuenta nuestro protagonista con este tipo de drogas “legales” no te puedes hacer rico. “¿Qué las vas a vender? ¿A un euro? Son drogas para pobres y al traficarlas te expones mucho por poco dinero”, explica, “es una liada para el que lo vende”.
Hay cosas de este hombre que no se pueden explicar, lo que sí puedo decir es que dice haberlo probado prácticamente todo para colocarse. “Desde tomar el Rubifen vía intravenosa o beberme todo un frasco de jarabe para la tos de codeína, que es un medicamento derivado del opio”.
Se ve que vía intravenoso el subidón es muy corto: “Si ya tienes unos años no es plan de hacer el gilipollas. Además deja moratones”, dice. Asegura que la experiencia de tomarte un bote de jarabe hecho a base de metmorfina es totalmente estimulante. “Es un gustazo, y si te lo tomas en pastilla aún más. En realidad es una droga dura. Se lo toma quien ha estado con la heroína y ahora no tiene pasta para comprar más”, explica.
Experimentando en su propia piel el efecto ha podido comprobar qué combinación de sustancias era la que más subidón producía. “Hay gente que en vez de metilfenidato compra etilfenidato, otra droga que es perfectamente legal. Es como la coca más etanol. Quema brutalmente y no atraviesa la barrera cráneo encefálica. No llega al cerebro ni aún esnifándola, que es lo que quiere un rayero. Se toma en bombetas con papel de fumar, por ejemplo”, nos dice.
Aunque explica que antes era más fácil conseguir todos estos fármacos en farmacias de manera legal, asegura que ahora también te lo pueden sacar sin que nadie se entere si tienes contactos en el mundillo y eres discreto. “Además, la base de todos estos mejunjes son medicamentos totalmente legales que incluso se prescriben a niños”, asegura.
Si alguna vez te encuentras en plenas fiestas del Pilar sin mercancías, quizás te interesa preguntar por él. Algunos dicen que si pronuncias su nombre tres veces delante del espejo de alguna tienda de marcos y espejos en Zaragoza se te aparece. No le imaginéis en una caravana de color mostaza en medio de Los Monegros. Imaginadlo como alguien que vive al límite de lo legal, nadie le pone cara pero todo el mundo sabe de él. Es el Breaking Bad de Zaragoza.
Sigue a Alba en @AlbaCarreres.
Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.