Antes de los smartphones, ser un hombre gay en una nueva ciudad significaba tener que volverse un detective de homosexuales. Dependiendo de la época, eso podía significar usar guías de viaje gay como Spartacus, hacer una inmersión en la web o simplemente usar el propio radar gay para encontrar lugares donde conocer otros hombres y otras personas LGBTI.
Todo eso cambió gracias a las apps para citas gay. Hoy en día, uno puede abrir una aplicación como Grindr en casi todo el mundo, ver una parrilla de otras personas gay, queer o trans que están cerca y comenzar una conversación con una (o docenas) de ellas. Las intenciones (sexo, contactos, una nueva amistad) dependen de los participantes. Y ahora que los sitios de encuentro gay siguen cerrando alrededor del mundo, las apps de citas pronto serán lo único que quede para reemplazarlos. Solo Grindr atrae más de 2 millones de usuarios al día en 196 países. Su competencia china, Blued, tiene números diarios similares, y afirma tener más de 27 millones de usuarios registrados en total.
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Pero aún no está claro si estas aplicaciones serán capaces de reemplazar la variedad de funciones que los bares gay ofrecen a la comunidad LGBTI. Por su misma naturaleza, las apps despojan a las personas de la profundidad de las primeras impresiones. Cuando “conoces” a alguien en una aplicación, esa persona se reduce a una información limitada: unas cuantas fotos, algunos datos (edad, altura, peso, etnicidad, situación sentimental, preferencias sexuales, etc.) y las incómodas conversaciones que pueden resultar cuando hablas con extraños con un poquito de información para empezar.
No es ninguna sorpresa que algunos hombres gay se quejen de que las apps están muy enfocadas en el sexo. Aunque algunos realmente las usan para encontrar amistad o establecer lazos con la comunidad queer, es normal que, cuando las plataformas reducen a los usuarios a sus características físicas, la gente las vea como una feria de ganado. Y a pesar de que se ha dicho que los bares gay a veces se sienten igual, reunir a personas homosexuales en un mismo espacio físico fomenta encuentros inesperados, donde las personas no pueden ser filtradas por su información o sus datos. Además, los bares gay son lugares que permiten a la comunidad LGBTI promover consciencia sobre asuntos que la afectan, así como organizar colectas de fondos para eventos que ayudan causas y organizaciones.
Para algunos, la caída del bar gay no es necesariamente algo malo, ya que permite nuevas oportunidades de conexión en diferentes lugares. “Me alegra que los bares gay estén cerrando”, dijo Darren Jay, un hombre de 26 años que vive entre Sudáfrica y Berlín, y se autodenomina “nómada post-gay global”. “Para mí, es una señal de que la sexualidad se está volviendo una cualidad menos definitiva en las personas. Me atraen los lugares mixtos, donde las personas que van a divertirse tienen acceso a un espacio seguro y las posibilidades de la noche generan más expectativa y sorpresa”.
Jay dice que las aplicaciones para citas gay han sido centrales en su vida sexual desde que salió del clóset. “He estado usando apps de citas desde los 18, es decir, la mitad de mi vida”, dice. “Muchos hombres gay ven la escena gay como un espacio seguro para ser ellos mismos, mientras que yo cada vez la veo más como una especie de gueto. Elegí las citas online como una forma para saber un poco más sobre las personas antes de conocerlas. Aprendí que las expectativas eran contraproducentes, y comencé a aceptar estas apps como lo que son: un espacio de encuentro donde todo es posible”. Como consecuencia, se rehúsa a asignarle a los espacios cualquier propósito específico —para él, las aplicaciones y los bares son lugares de oportunidades iguales, donde los amigos u otras personas se pueden desarrollar libremente—.
Para algunos hombres gay, sin embargo, las apps no parecen ser el mejor lugar para construir redes sociales significativas o para hacer amigos. Mark Asbury, un estudiante estadounidense de PhD que se mudó en 2015 a Australia con visa de estudiante y sin amigos homosexuales, dice que fue más fácil encontrar amistades en sitios como Meetup, en los que puede conectarse con los usuarios de grupos LGBTQ locales.
“Nunca he hecho amigos a través de apps de citas”, dijo. Pero ha establecido un grupo de amigos gays a través de grupos dedicados a la meditación queer, los videojuegos y noches nudistas no-sexuales de todos los géneros. “Estoy inscrito a más o menos todos los grupos LGBTQ de Melbourne, así que reviso el calendario y voy cuando estoy interesado”.
Otros encuentran los bares gay irrelevantes en nuestra era digital. “¿Quién va a los bares gay en este momento?”, se pregunta Jim Buckell, un escritor australiano de 58 años que conoció a su pareja actual en una app de citas hace unos meses. “Si quieres conocer a un hombre gay en 2017, lo buscas en Internet”.
Buckell dijo que para los hombres que crecieron en la era pre-Internet y están acostumbrados a las subculturas y a los bares gay tradicionales, toma un tiempo ajustarse y orientarse hacia la cultura de las aplicaciones de citas. “Generalmente, los hombres están ahí por sexo, de manera inmediata o en el futuro cercano. Pero hay espacio para moverse si solo quieres hacer amigos… solo tienes que saber cómo crear el perfil”, dijo.
Algunos están preocupados porque cuando se pierdan los bares gay, las oportunidades para la interacción espontánea entre los subgrupos de la comunidad LGBTI se perderán con ellos.
“La cultura de las tribus siempre ha existido (ya sabes, bears, twinks, beefcakes)”, dijo Josh Tsang, un entrenador personal chino/thai de 29 años que se identifica como bisexual, y que vive entre Melbourne y Londres. “Creo que las apps ayudan a canalizar lo que quieres, pero cierran la mente de las personas sobre interactuar en medio de esos grupos. Es más preocupante para mí que los únicos gays representados en los medios sean modelos blancos y atléticos, y la idea de que ese tipo de belleza y atractivo pueda llegar a las personas que usan las apps”, dijo, refiriéndose a los filtros de las aplicaciones. Los detractores han señalado la naturaleza problemática de esas opciones.
Tsang dijo que usa las aplicaciones tanto para hacer amigos y salir como para sexo. Pero, al mismo tiempo, afirmó que ha experimentado su cuota de racismo tanto a través de las apps gay como en los bares gay. Las aplicaciones, no obstante, por lo menos dejan filtrar a esos racistas. Un usuario de la aplicación “comentó una vez que, por mi etnicidad, debería estar feliz de que alguien me estuviera poniendo atención”, dijo. Por otra parte, “soy bi, y nunca me he sentido 100% cómodo en un bar gay, porque normalmente soy asediado por rice queens (hombres gay que se inclinan por jóvenes asiáticos) en los orinales o encuentro que no le intereso a la gente debido a mi condición étnica. Las apps sí ayudan a igualar las barreras étnicas, pues ambas partes pueden filtrar en algunas aplicaciones qué les gusta y qué no”.
Para Dani Weber, una performer y activista drag de género fluido de 25 años que ha pasado los pasados 18 meses trabajando como guía turística LGBTQ en San Francisco, las aplicaciones de citas gay son “nuevos lugares increíbles para la conexión social”.
“Ser queer significa que no siempre estás seguro cuando te acercas a una persona aleatoria y comienzas a hablar con ella. Quedas expuesto a la homofobia y a los juicios del otro”, dijo. “Las apps me ayudan a decir exactamente lo que quiero, y dejar a las personas elegir por sí mismas si quieren conocer más. ¡Las amo!”
“No estoy súper involucrado en la escena de las citas monosexuales gay, pero sé que hay rastros de racismo y feminofobia”, dijo. “La gente no le da la oportunidad a los otros de decir ‘hola’, solo por su raza o expresión de género. Eso realmente me preocupa. Creo que la tecnología es una extensión de nuestras comunidades actuales, así que no culparía a las apps por el incremento en los prejuicios o el aislamiento; simplemente puede hacer los problemas más explícitos y visibles”.
Lo que se vuelve evidente cuando se habla con una variedad de personas queer es que la gran popularidad que tienen las aplicaciones es un arma de doble filo. Aunque abren la oportunidad de vivir vidas gay más libres e interconectadas, también conllevan la amenaza de volver a los usuarios en “participantes de sofá” de la comunidad LGBTI, solo esperando la siguiente foto de un pene. La caída del bar gay es solo uno de los grandes cambios culturales que la comunidad LGBTI global ha estado viviendo en los últimos años. Todavía queda por verse si las aplicaciones reemplazarán los bares (o si alguien quiere que se reemplacen), pero, por ahora, son la mejor alternativa que tenemos.