Amontonado sobre un taxi, comparto carcajadas con otras cinco personas mientras rolamos una pluma que vaporiza cannabis en un cartucho. No huele a mota pero tenemos los ojos rojos.
“¿Vienen del festival de marihuana?”, pregunta el conductor del vehículo.
Videos by VICE
Antes de esperar una respuesta, continúa: “Sí, desde hace rato nos avisaron en la base que iban andar por acá en el parque. Ya andan por ahí varios compañeros para llevarlos… ¿a dónde dicen que van?”
Es la noche del sábado 6 de abril y nos dirigimos a un bar en el suroeste de Guadalajara para fiesta de clausura del Cannafest, un festival cannábico que por tercer año consecutivo se organiza en la capital de Jalisco. En la terraza del lugar se encuentran los organizadores, ponentes y expositores del evento: activistas nacionales e internacionales que por años —en algunos casos décadas— han luchado por despenalizar una planta a la que día con día se le encuentran más beneficios y usos. Ahí también se encuentran algunos de los cultivadores y extractores más experimentados del país, todos reunidos para compartir sus conocimientos y sus esfuerzos alrededor de la planta.
En esta ocasión el Cannafest comenzó desde el miércoles 3 de abril con una gira que recorrió diferentes planteles de la Universidad de Guadalajara, en donde se impartieron conferencias con temas que iban desde el cultivo y extracción de marihuana, hasta el poder económico de la cannabis y las expectativas de regulación en México. En las ocho sedes que visitó la gira, más de 1.400 alumnos pudieron escuchar las diferentes experiencias de activistas como Paul Stanford, Don E. Wirtshafter, Mike Bifari, Carlos Cervantes, Leopoldo Rivera, Carlos Zamudio, María Ompame, Stephen Clarke, Raúl Elizalde, y más.
Relacionado:
Una vez concluida la gira universitaria se llevó a cabo el evento principal del Cannafest. Poco antes del mediodía del sábado, el parque Alcalde comenzó a recibir a todo tipo de visitantes listos para un día de cultura cannábica. El espacio estaba dividido en una parte interior y una exterior, y contaba con tres escenarios en donde se impartieron más de 15 talleres de cultivo, extracción, genética, industria, reducción de daños, regulación, reciclaje creativo, manejo de plagas y más temas especializados en diferentes aspectos del cannabis.
Por otro lado, en la parte interior había un corredor en donde diferentes proyectos mexicanos relacionados con el cannabis exhibían sus productos mientras explicaban a los asistentes cualquier duda que les hicieran relacionada con la planta. Medios cannábicos, productos de cáñamo, pipas, ropa y accesorios, materiales para cultivo, asesoría legal, cómics, grinders y alimentos empaquetados elaborados a partir de semillas de cáñamo: en este corredor los asistentes miraban curiosos los productos diferentes regiones del país mientras indagan sobre su uso y su origen.
En la parte exterior había un par de carpas con más productos relacionados con la marihuana y un área de comida, en donde además de tostadas y refrescos, los asistentes podían encontrar algunos platillos elaborados por SevenTentadores a partir de cannabis, como higos rellenos de queso, semillas de marihuana y miel cannábica o cocteles cannábicos con miel y azúcar infusionadas.
En el evento, como en el país en general, el consumo de cannabis no era permitido. Pero como dieron testimonio los veteranos del cannabis Paul Stanford, Don E. Wirtshafter y Mike Bifari en una de sus conferencias: eso nunca ha detenido a los consumidores de fumar, sembrar y compartir esta planta. Aunque no había venta de marihuana en ninguna presentación, los asistentes fueron preparados para pasar un día cannábico en el parque: discretos grupos de tres o cuatro personas se forjaban alrededor de un porro y caminaban hacia alguna esquina del evento, atentos a la seguridad del lugar. Otros caminaban afuera del parque para fumar y volver a entrar. Otros fumaban un rápido pipazo de hash y también había quien traía una pluma o vaporizador.
Durante más de siete horas, los asistentes recorrieron el recinto mientras convivían con los expositores y los ponentes. Mientras los curiosos se movían de los talleres a las conferencias, aquellos más experimentados caminaban por la explanada compartiendo sus experiencias con otros personalidades cannábicas de la región y del planeta. Cultivadores, extractores, breeders, activistas y empresarios contaban historias del mundo cannábico que narraban desde los inicios del movimiento en los años sesenta, hasta la última tecnología en microbios para aumentar la producción.
Se acerca la noche y termina el evento. Es hora de la fiesta de clausura. La horda cannábica se divide en pequeños grupos para llegar a la terraza de un bar que fue reservada para la ocasión, donde las reglas de convivencia son un poco diferentes.
Después de un largo pero entretenido camino para llegar al bar, el taxi se detiene frente a un gran lugar con detalles de madera y luces tropicales. Bajamos del coche y camino a la terraza del fondo: ahí, divididos en una decena de mesas, se encuentran las personas que en los días anteriores recorrieron las universidades de la ciudad profesando los beneficios de la marihuana y la necesidad de una regulación integral. Solo que ahora no hay presentaciones, sino una convivencia abierta entre aquellos más experimentados y quienes llevan poco tiempo relacionándose con la planta. Los temas son los mismos, pero acá, jóvenes cultivadores se acercan con los veteranos internacionales para mostrarles sus flores, los extractores comparten sus mejores productos en bongs y cartuchos para plumas eléctricas, se comparten técnicas avanzadas y semillas, se rolan porros de la sierra y de interior, y se brinda ocasionalmente por el éxito del evento y el futuro de la marihuana.
Durante cinco días, Guadalajara se convirtió en un espacio para el intercambio de conocimientos sobre la marihuana y la divulgación de información cannábica. Incluso un día después de la fiesta se lleva a cabo un último taller a cargo de Mike Bifari. Al terminar el taller, los organizadores y algunos de los ponentes se reúnen para compartir unas últimas fumadas. Además del humo de marihuana, se respiraba un aire de satisfacción y reflexión. Los esfuerzos para llevar a cabo el Cannafest fueron enormes, pero son apenas un paso más en la larga historia por liberar a la planta, y algunos de los activistas presentas son la prueba viviente de esta lucha mundial. Es inevitable pensar lo mucho que falta por hacer, pero por ahora solo queda compartir estos últimos porros y extenderse por el mundo para sembrar información y caminar hacia una regulación integral, un paso a la vez.