Cascos rotos, caídas y fracturas: La sangrienta historia de los sprints del Tour de Francia

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Cuatro o cinco horas de un escenario inmutable, aquel del ratoncillo agotado que intenta escapar mientras es tragado por el gato que ronronea; el pelotón, no lejos de la meta después de varios kilómetros solos o en pequeños grupos. Esto es lo que cada etapa del Tour de Francia presenta año con año.

Afortunadamente, el panorama revestido de maravillas arquitectónicas del patrimonio francés atraen gran parte de su interés en los últimos kilómetros de la ruta. El pelotón se lanza a 50 km/h por tramos, y los ciclistas intentan mantenerse a la cabeza de la procesión, oleada tras oleada, para colocar a sus mejores velocistas lo más cerca posible de la línea de meta.

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Ante la presencia de una bandera roja, el equilibrio se vuelve caos y entra de lleno la carrera de las ratas. Los velocistas aceleran, hombro a hombro e, incluso, casco a casco como Mark Renshaw lo hizo en 2010. Estas bombas humanas, abalanzadas a 70 km/h, compiten por la victoria en condiciones no siempre de fiar. Peter Sagan fue vetado del Tour por empujar a Mark Cavendish contra las vallas de contención en el sprint final de la cuarta etapa del martes.

Las imágenes muestran la violencia del choque que dejó a Cavendish con la escápula fracturada y fuera de la competición. Fue un episodio impactante para los espectadores, pero común para los velocistas. En la historia del “Grande Boucle”, algunos incidentes son legendarios.

Djamolidine Abdoujaparov sin duda figura entre los kamikazes de la bandera roja. El ciclista de Uzbekistán tenía un estilo propio destacado por Frédéric Moncassin, el mejor velocista francés de los 90: “Aceleraba viendo hacia el piso. Cuando corres de esa forma no hay duda que cometerás errores. No sé qué pasaba por su mente. Era un hombre peligroso”. El comentario quedó materializado en el Tour de 1991, donde Abdu aceleró peligrosamente y se estrelló con uno de los obstáculos de la pista, arrastrando a sus perseguidores.

Tres años más tarde, el belga Wilfried Nelissen y el francés Laurent Jalabert pagarían muy cara su llegada a Armentières. Nelissen arrolla a un gendarme que se encontraba parado a un costado del recorrido provocando un verdadero caos en los últimos metros.

Pero incluso cuando los velocistas no terminan con la cabeza ensangrentada, las mañas son muchas y hasta se atreven a lanzar cosas a sus rivales con la ingenua esperanza de no ser descubiertos. Esto le sucedió a Frédéric Moncassin cuando, a 400 metros de la línea de meta, fue golpeado por una lata que uno de sus rivales le aventó.

Recientemente, Mark Cavendish se involucró en otro incidente a la llegada a Saint Malo en 2013. ¿Empujón voluntario o no sobre Tom Veelers? Después de recuperarse de sus emociones, el holandés comentó que el golpe fue totalmente intencional. Sin embargo, Cavendish no mostró remordimiento por el accidente: “Nuestros codos chocaron cuando intenté cambiar de carril. De todos modos espero que se recupere pronto”.

Cuatro años después, el hombre que inició el caos en 2013 recibió el mismo trato a manos de Peter Sagan. Le deseamos una pronto recuperación.