Catapultas y jalapeños: La ingeniosa tecnología del mayor capo del mundo de las drogas

Este artículo fue publicado originalmente en VICE México en junio de 2012.

A pesar de que abandonó la escuela desde bien pequeño, Joaquín El Chapo Guzmán es una verdadera mente maestra. El Chapo, de 55 años —un líder robusto y calculador—, mueve más drogas hoy que Pablo Escobar en lo más álgido de su reinado.

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El Chapo es mito, inspiración de innumerables narcocorridos y relatos. El Chapo es leyenda, respetado y maldecido por escapar de prisión (en un carrito de lavandería, según los de Puente Grande) en 2001, y se dice que se balancea sobre sus pies mientras mira a sus subordinados a los ojos y reparte instrucciones. El Chapo es la pieza central de Cocaine Incorporated, el más reciente y exhaustivo perfil del capo por Patrick Radden Keefe, y que además podría ser el último de su clase.

Es una lectura fascinante. Keefe presenta un retrato increíblemente detallado de una complicada figura (“Es un pulpo”, según el testimonio de uno de sus cómplices) que ha permanecido en las sombras del submundo de la ilegalidad. Haciendo un seguimiento del ascenso de El Chapo, desde sus primeros días en el cártel de Guadalajara, a principios de los ochenta, hasta su conquista de Sinaloa, Keefe señala a este personaje como cualquiera de estas cosas: un hombre impredecible de la Sierra, excocainómano, astuto hombre de negocios, multimillonario, esposo y padre entregado, un asesino en potencia.

Pero es la innovación en el narcotráfico (el sucio y arriesgado reto de mover productos por el tiempo y el espacio) lo que realmente parece colocar a El Chapo por encima de todos los demás participantes. Sabe cómo superar a sus rivales y burlar las patrullas fronterizas. Eso es un hecho. Cuando se trata de suministrar a los estadunidenses un sinfín de rayas de coca y toneladas de hierba, heroína y cristal, las técnicas de tráfico de El Chapo están en constante estado de reinvención.

SUBMARINOS

A través de Military Times.

El Chapo y el cártel de Sinaloa estaban moviendo tanto yeyo colombiano en 1990, que simplemente llevar el producto a la frontera con Estados Unidos se convirtió en un reto completamente nuevo. Así que comenzaron a meter el producto en pequeños aviones privados, dentro de equipaje de contrabando en vuelos comerciales y, al poco tiempo, en sus propios 747, los cuales podían trasladar 13 toneladas de polvo. También invadieron las aguas, pasando sus productos en contenedores y barcos de pesca, dentro de sus propias lanchas y —el medio más notable de todos— submarinos.

La primera generación de narcosubmarinos fue una evidente basura: vehículos anticuados y semisumergibles, a lo sumo. Pero estos evolucionaron rápidamente. Al igual que los narcosubmarinos que aparecen en nuestro documental “Narcosubmarinos colombianos”, los de El Chapo se transformaron en medios completamente sumergibles diseñados por ingenieros y construidos bajo la protección de la selva amazónica. Tras ser desmontados y enviados río abajo, estos vehículos eran rápidamente reensamblados en la costa antes de zarpar hacia donde fuera que hubiera necesidad de más drogas. Valorados en un millón de dólares cada uno (calderilla para los estándares del cártel), estos trastos pueden acomodar a dos o tres adultos y pueden viajar miles de kilómetros. Incluso vienen equipados con palancas que, en caso de que la guardia costera se acerque demasiado, pueden ser activadas para inundar el interior y hundir el preciado cargamento.

JALAPEÑOS RELLENOS

A través de Judy Ransom.

Es real. En algún punto, El Chapo abrió una fábrica de enlatado en Guadalajara, donde empezó a producir miles de latas bajo la marca de Jalapeños Comadre. Cada chile se rellenaba con coca antes de ser sellado al vacío y enviado a los pasillos de ciertos establecimientos de mexicanos en California.

CATAPULTAS

A través de Gawker.

Si hay algo que demuestre que el cártel de Sinaloa (o cualquiera para tal caso) está dispuesto a hacer lo que sea con tal de mantener el flujo de sus productos y seguir enriqueciéndose ayudando a los gringos a ponerse hasta el culo, es eso. Ah, ¿ahora vas a poner una valla? Pues tu estúpida valla nos la pela; ¿qué te parece nuestra versión moderna de la artillería griega?

“[La patrulla fronteriza] levantó esta valla solo para descubrir, unos días después, que estas personas tenían una catapulta”, dijo a Keefe el exdirector de operaciones de la DEA (policía antinarcóticos de Estados Unidos), Michael Braun, refiriéndose a la moderna verja que dividía la frontera de México con Arizona. “Y están disparando paquetes de cien libras (45 kilos) de marihuana al otro lado. Una catapulta. Tenemos la mejor valla que el dinero puede comprar y nos contraatacan con tecnología de hace 2.500 años”.

VEHÍCULOS TODO TERRENO

A través de U.S. Open Borders.

Cuando los submarinos, chiles enlatados y/o proyectiles no son suficiente, siempre quedan los aviones, trenes y automóviles.

El cártel de El Chapo ha logrado vadear el Colorado con puentes hechos de sacos de arena, sobre los cuales salen disparados buggies de arena cargados con polvos mágicos de alta calidad hacia algún lugar en la ruta del norte. También son reconocidos por haber escondido droga en camiones refrigerados y en “cavidades hechas a medida en la carrocería de los coches y en cargamentos de pescado”, según Keefe. También usaron trenes de carga, los cuales llegan a las “bodegas del cártel en Los Ángeles y Chicago, donde utilizan vías muertas para descargar la mercancía directamente en los coches”.

Cuando todo lo demás falla, siempre está FedEx.

TÚNELES

A través de Los Angeles Times.

Pero la que quizá sea la técnica más brillante de contrabando de El Chapo no es una que se salte la valla, sino la que pasa por debajo. El Chapo domina el arte del tunelaje, lo que le da un nuevo significado al “submundo”.

Como dice Keefe, la mayor contribución de El Chapo al trasiego de drogas es arte en constante evolución, “fue una de esas innovaciones tan lógicas que, en retrospectiva, es increíble que nadie lo haya hecho antes”. A finales de los ochenta, El Chapo contrató a un arquitecto para que diseñara un pasaje subterráneo entre México y una casa de seguridad del Cártel en Douglas, Arizona. El resultado final fue un túnel de 60 metros que pasaba justo debajo de las fortificaciones fronterizas, entre el almacén y la casa de un abogado del cártel. Ahí, se utilizaba un “grifo de agua” normal y corriente junto al domicilio del abogado para revelar una puerta secreta debajo de una mesa de billar dentro de la casa. ¿Qué opinó el jefe? Según Keefe, “a El Chapo le pareció guay”.

La policía encontró el túnel poco tiempo después. Entonces, como siempre, los federales de ambos lados de la frontera le estaban pisando los talones al capo. Uno no puede más que preguntarse cuánto tiempo podrá seguir viviendo con las expectativas de esta reputación que le precede y seguir desapareciendo entre mitos y leyendas.

Es verdad, muchos policías y políticos están en la nómina del cártel. Pero hoy más que nunca, el hombre se encuentra asediado, luchando por recuperar su posición tras el arresto de varios de sus empleados más allegados, y de lidiar con la sangrienta realidad de los Zetas, quienes se han convertido en una seria amenaza del territorio. Es más, millones y millones de dólares están siendo destinados por ambos gobiernos al rediseño de la frontera, con escáneres, cámaras y drones Predator en constante guardia.

Por ahora, se estima que la organización de El Chapo tiene ganancias del orden de los tres mil millones de dólares, igual que Facebook. Pero mientras la demanda estadunidense (“la insaciable nariz de Estados Unidos”, como alguna vez la llamara Héctor Aguilar Camín) siga existiendo (y seguirá), realmente no es difícil imaginar que los medios de transporte de El Chapo, tan astutos y casi graciosos como son, continuarán adaptándose. Y dado que sus innovaciones están proliferando, con imitaciones de los otros cárteles, es posible que incluso después de su muerte, El Chapo permanezca donde siempre ha estado: un paso por delante en el juego.