La caza de los narcosubmarinos

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de ciencia y tecnología.

La embarcación pasaba desapercibida a medida que navegaba en aguas internacionales, a cientos de millas marinas de la costa de El Salvador, en el Océano Pacífico este. Estaba sumergido casi por completo, excepto por el tubo de escape y la cabina con ventanas que salía pocos metros fuera del agua. Pintado de verde azul opaco, el semisumergible de 12 metros avanzaba sigilosamente para esconder su carga: un motor diesel, tanques con combustible, equipos de navegación, cuatro miembros tripulando y 7,562 kilos de cocaína.

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El capital Nathan Moore, oficial a mando del barco Stratton de la Guardia costera de Estados Unidos, no podía ver la embarcación desde donde estaba parado a bordo del Stratton, a casi 300 kilómetros al sur de Puerto Escondido, México. Era la hora de almuerzo del pasado 18 de julio. Me contó que el clima y las condiciones del mar eran típicas para este momento del año en el Pacífico del este: brumoso, 35 grados Celsius, olas de entre uno y dos metros de alto y un leve viento de 12 nudos. Pero este no era un día típico. Moore tenía razones para creer que lo que estaba viendo era una embarcación clandestina, hecha a medida y diseñada por los traficantes de droga colombianos para mover cocaína a través del corredor de contrabando marítimo entre Colombia y México, país donde las drogas son descargadas y llevada hacia Estados Unidos y algunas veces a Europa.

La radio de Moore emitió un sonido.

Stratton, vemos el SPSS”. Era uno de los oficiales a bordo de la embarcación dedicada a la interceptación perteneciente al Stratton, un bote inflable de 8 metros que salió bajo las ordenes de Moore. “Nos movemos para interceptarlo”, dijo el oficial, mientras la embarcación se acercaba al semi sumergible.

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En los círculos de los agentes del orden este tipo de semi sumergibles autopropulsados se conocen simplemente como SPSS (por las siglas en inglés de self-propelled semi-submersible), pero en todos lados se les conoce con un nombre más exótico: narcosubmarinos.

Con sus plataformas angostas y estiradas y sus cascos recubiertos, los narcosubmarinos son esencialmente “lanchas” modificadas. Son construidos en distintos astilleros escondidos en las junglas costeras de Colombia, utilizando una serie de tecnologías basadas en el conocimiento local y herramientas del tipo “hazlo tu mismo” que encuentras en cualquier ferretería. Casi siempre son hechos de madera y recubiertos con fibra de vidrio, por lo que estas embarcaciones son impermeables. El típico narcosubmarino mide entre 6 y 13 metros de largo, cuenta con unos o dos tanques de gasolina en la parte delantera (los que también pueden ser utilizados como superficie para dormir), seguidos de la carga, la cabina y un motor que está en la pieza de instrumentos de la parte trasera. Un generador que carga baterías y los instrumentos de comunicación usualmente están detrás del motor. El peso de la carga sumerge 3/4 de la embarcación; viajan al nivel del mar por lo que es difícil verlos en el horizonte.

El semisumergible encontrado el 18 de julio. Video cortesía de la Guardia Costera de Estados Unidos.

Al menos tres personas son necesarias para navegar un narcosubmarino promedio: el conductor (o capitán), alguien a cargo de las herramientas de navegación y alguien a cargo de las drogas.

“Lo típico es que tripulación esté conformada por un navegante experimentado, el llamado ‘capitán’, quien también puede ser la persona que se preocupa de comunicarse con la ‘base’, los dueños de la mercancía”, dijo Javier Guerrero, un investigador de la Universidad de Edinburgh interesado en las innovaciones tecnológicas dentro del comercio ilegal de drogas. “La tripulación generalmente está conformada por navegantes experimentados, y el grado de conocimiento y experiencia —así como su relación con los dueños de la carga— determina la jerarquía dentro del narcosubmarino”.

Es una llamativa imagen: un grupo de personas encerrados en una especie de submarino hecho en casa por casi dos semanas y durante más de 4,800 kilómetros, con equipos de navegación que venden en cualquier tienda, sin baño, con ocho toneladas de cocaína y rezando por hundirse o ser atrapados.

“Muy pocas personas están dispuestas a hacer este viaje”, dice Manuel Angel Montoya, un ex traficante de drogas que trabajó para el cártel de Cali en los 90 y habló con Motherboard en 2011. “En alguna ocasión, en el aserradero donde tenían sus centro de operaciones, me tocó ver que llegaran los pilotos que salían en los submarinos. Llegaban con sus pocas pertenencias, tenían una buena comida, se les atendía excelentemente bien. Por la noche se encomendaban a su santo de preferencia, y rezaban. Me pareció que era una especie de ritual estilo kamikaze”.

Salen desde los bordes de la jungla a mitad de la noche. Guardias que pretenden ser pescadores vigilan si hay otras embarcaciones, a medida que los semi sumergibles se deslizan fuera del puerto. Un miembro de la tripulación se preocupa de la válvula de emergencia (un switch pintado de rojo) durante todo el viaje. Él hundirá la embarcación y el contrabando si es que las autoridades los atrapan, porque bajo las leyes internacionales ellos son considerados náufragos y deben ser rescatados si no hay evidencia de un delito.

“No es que un modelo reemplace al otro. Actualmente se siguen cogiendo semisumergibles con la misma tecnología de hace 5, 6, 7 años”.

Los narcosubmarinos han logrado cambiar la dinámica entre los cárteles internacionales de droga y las agencias anti narcóticos. Durante las últimas dos décadas los avances en ingeniería dieron vida a un tipo de narcosubmarino colombiano que lleva cargamentos más y más grandes y a mayor distancia, evitando su detección. Y si bien las primeras embarcaciones se limitaban a navegar en aguas costeras, ahora son atrapados por los agentes del orden (si es que son atrapados) exclusivamente en mar abierto. No son completamente sumergibles, pero pueden esconderse debajo del agua como los submarinos —subiendo sólo para ventilarse— y pueden viajar por 14 días y miles de kilómetros. Muchos narcosubmarinos apenas dejan una estela, por lo que logran viajar desapercibidos.

“Esto ocasiona que las autoridades desistan de la búsqueda porque por 1 o 2 horas no ven nada; después de ese tiempo sin ver nada es difícil mantenerse en un sector, dice Hernando Mattos, comandante colombiano de la flotilla de superficie del Pacífico.

Los narcosubmarinos son sólo una herramienta más dentro de las técnicas de contrabando, siempre en constante evolución, incluyendo las lanchas rápidas tradicionales, los contenedores de carga, las mulas de drogas y los aviones. Los narcosubmarinos son discretos en alta mar pero también son capaces de llevar más toneladas de contrabando que, digamos, un avión de hélice. La construcción de un semisumergible típico, como el que Moore estaba siguiendo el mes pasado, cuenta algo así como 1 millón de dólares, dice Mattos.


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No todas las organizaciones criminales pueden gastar esa cantidad de dinero en un submarino ‘hazlo tu mismo’ pero para los que sí, los narcosubmarinos son una tecnología de contrabando atractiva y viable. Famosos capos de la droga, como Joaquin “El Chapo” Guzmán, es conocido por haber utilizado semi sumergibles para expandir el imperio del cártel de Sinaloa.

De acuerdo con un detallado reporte publicado el año pasado por la Oficina militar de estudios extranjeros en Estados Unidos (FMSO, por sus siglas en inglés), las rutas marítimas representaron el 80 por ciento de las drogas ilegales de contrabando a Estados Unidos durante el año 2012, el momento más reciente desde que existen estos datos. De estas drogas que llegaron a través del mar, el 30 por ciento corresponde a narcosubmarinos. La FMSO reportó que ha aumentado la posibilidad que estos semi sumergibles que llevan drogas algún día lleven dinero, armas, extremistas o armas de destrucción masiva.

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El equipo de Moore se demoró un poco menos de 30 segundos en abordar el semisumergible y aprender a los 4 contrabandistas, que fueron inmediatamente llevados a bordo del Stratton. Las ocho toneladas de cocaína encontradas dentro del narcosubmarino son la mayor cantidad de droga incautada desde un semisumergible en la historia de la Guardia Costera. El valor estimado de estos 275 paquetes de cocaína, de haber llegado a la calle, es de $180 millones de dólares.

La interdicción de julio pasado es también la primera ocasión en que ha sido encontrada más de una embarcación semisumergible durante el patrullaje de un barco de la guardia costera. El 16 de junio, Stratton cogió una embarcación similar, autopropulsada y sumergible, que llevaba 2,476 kilos de cocaína. La guardia costera dijo que desde mayo del 2015 el Stratton ha incautado más de 15,000 kilos de cocaína, con un valor estimado de venta al por mayor de $540 millones de dólares. Desde abril, agregó la guardia costera, la tripulación del Stratton ha detenido 15 intentos marítimos para traficar drogas.

Aun así las interdicciones a semi sumergibles son algo poco común. Desde el 2006 sólo 29 de estas embarcaciones han sido detenidas en el Pacífico este, de acuerdo con la guardia costera. Sólo el 10 por ciento de estas embarcaciones fueron rescatadas intactas. El resto fueron hundidas por los traficantes o se hundieron cuando eran remolcadas a tierra para que las revisaran los oficiales forenses.

“La interdicción de un SPSS no es algo que ocurra todos los días”, dijo Moore, quien ha estado con la guardia costera por 23 años y es capitán del Stratton desde el 9 de junio. “Son realmente poco comunes”.

Guerrero, quien actualmente está terminando un estudio sobre la evolución de esta tecnología de contrabando, me dijo que los narcosubmarinos tuvieron más popularidad entre el 2007 y el 2011. Ahí fue cuando oficiales de Colombia y de la marina estadunidense comenzaron a ocupar métodos de detección basados en radares y rayos infrarrojos desde el aire para detectar estas embarcaciones y es en este punto que los narcosubmarinos parecen disminuir. En la carrera tecnológica entre contrabandistas y las fuerzas antinarcóticos, dice Guerrero, una vez que los contrabandistas sienten que las fuerzas del orden están poniendose al día (o en camino), ellos cambian las cosas.

Si el uso de los narcosubmarinos por parte de las pandillas colombianas está decayendo, ¿qué explica los recientes arrestos? y por cada interdicción con publicidad, ¿cuántos semisumergibles pasan bajo el radar y entregan su mercancía? Al igual que con muchas incertidumbres ligadas al comercio de drogas, la caza por respuestas comienza en la mitad de la jungla.

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La redada comenzó una mañana de julio. Dos helicópteros con personal del comando naval de la armada nacional colombiana descendieron en un pedazo de la selva, a 200 metros de la costa de La Guajira, cerca de un pequeño poblado llamado Dibulla en el norte de Colombia. Los agentes encontraron la embarcación en sus primeras etapas de construcción; era un barco de madera de 7 metros de largo que estaba casi terminado.

El Almirante Ricardo Hurtado, comandante de la fuerza de tarea contra el narcotráfico, que estuvo a cargo de la operación, cree que los constructores estaban a punto de comenzar a cubrir la embarcación con fibra de vidrio. Hurtado estima que el semi sumergible de La Guajira podría haber llevado entre 4 y 6 toneladas de contrabando. Nada más fue encontrado en el lugar (no había basura ni efectos personales) y nadie ha sido arrestado o detenido en conexión con esta operación ilegal. Hurtado dice que entre cinco y ocho personas estaban trabajando en la embarcación. No pudo decir mucho más porque el caso está siendo investigado.

Una vez que personal de la policía judicial y de la fiscalía reunieron evidencia desde el astillero ilegal, el submarino fue destruido.

Agentes del comando naval de Colombia y de la armada nacional intentan desmantelar la embarcación en un sitio de construcción clandestina, al norte de Colombia. Gif por Jordan Pearson. Video cortesía de la fuerza de tarea contra el narcotráfico. Utilizado con autorización.

Aquí es donde todo comienza. Los primeros signos de narcosubmarinos surgieron en 1993, cerca de San Andrés, una isla en la costa caribeña de Colombia, lugar donde las autoridades incautaron un semisumergible.

En este punto de la historia los aviones eran el método preferido para traficar cocaína desde Colombia. Durante los tiempos de Pablo Escobar las aeronaves tocaban suelo en pistas de aterrizaje secretas de México y Estados Unidos, le dijo Montoya a Motherboard. Estos aviones eventualmente comenzaron a ser capturados por las agencias anti narcóticos, entonces la siguiente innovación, que comenzó en los 80, fue tirar el contrabando desde los aviones, dice Montoya. Pero esto llevó a muchas lesiones y muertes. Si las pandillas dedicadas a la droga querían estar delante de la ley y continuar obteniendo beneficios, debían cambiar las cosas.

“Cada innovación en el tráfico de drogas viene cuando el método actual llega a un estado de crisis”, dijo Montoya.

Las lanchas rápidas vinieron después. Conocidas como “langosteras” (porque eran utilizadas tradicionalmente para pescar langostas) estas embarcaciones abiertas eran ideales para mover drogas porque muchas de ellas poseían un refrigerador central que podía guardar una tonelada de mercancías de contrabando, explicó Mattos. Las langosteras evolucionaron con el tiempo, utilizando hasta cinco motores fuera de borda y podían llevar cuatro o cinco toneladas de cocaína, pero estas lanchas dejaban una larga estela en el agua y eran vistas fácilmente por los aviones de vigilancia. Muchas también se hundían.

Nuevamente los contrabandistas tuvieron que cambiar de táctica para evitar ser detenidos. Tuvieron que ir hacia abajo.

La embarcación de San Andrés era de poco más de 2 metros de largo (pequeño para los estándares de hoy) y con la capacidad de llevar dos toneladas de cocaína, como señaló Byron Ramirez en un resumen táctico de la evolución en la ingeniería de los narcosubmarinos publicado el 2014 en el diario Small Wars. Era un prototipo en bruto con una velocidad máxima de 16 kilómetros por hora, pero desató una década de experimentación que estandarizó el diseño de los narcosubmarinos hasta el día de hoy.

A medida que los contrabandistas veían una forma confiable de mover drogas sin ser detectados por los radares de las fuerzas del orden y por la vigilancia aérea, comenzaron a reunir más y más fondos para investigar y desarrollar semisumergibles. A medida que el diseño maduró, implementaron mejoras hidrodinámicas, incrementaron la capacidad del combustible y la autonomía y redujeron el número de tubos de escape de la superficie. La meta final era que los narcosubmarinos fueran completamente invisibles a la vigilancia aérea.

Como el progreso de cualquier tecnología, las innovaciones en los narcosubmarinos colombianos han sido iterativas, rápidas y con riesgos. Los primeros problemas con que los debieron luchar era que los primeros semi sumergibles generaban mucho calor. Los motores también expelían mucho humo. La primera generación de narcosubmarinos era fácil de encontrar, especialmente durante el día dice Mattos.

Para arreglar esto los contrabandistas hicieron unos cuantos cambios clave en la estructura de las embarcaciones. Comenzaron a instalar tubos de escape que prácticamente iban hacia el agua, por lo que el humo tocaba el mar y se enfriaba al contacto. También comenzaron a instalar motores con sistemas de enfriamiento por agua, así como serpentines. Todo lo anterior ayudó a reducir la huella de calor de la embarcación, explicó Mattos.

A partir de aquí los contrabandistas comenzaron a construir sus semisumergibles de forma cilíndrica, como los submarinos que todos conocemos. El problema con la forma de V que tiene una lancha rápida (forma que muchos de los primeros narcosubmarinos adoptaron) es que va por sobre el agua, a plena vista. Una forma cilíndrica es más fácil de hundir, “dejando solo por fuera ciertas partes de la embarcación”, partes totalmente selladas, “que es donde va el tripulante que lo va navegando”, dijo Mattos.

Mientras tanto, los contrabandistas se hacían más selectivos a la hora de contratar diseñadores y constructores. Todo dependía de la locación del sitio de construcción y cuan rápido necesitaban la embarcación. Guerrero, el investigador de narcosubmarinos, dice que la construcción de uno necesita un equipo de entre 15 o 20 personas, incluyendo especialistas en fibra de vidrio, electricidad y motores.

En algún punto los investigadores fueron capaces de contratar ingenieros rusos para construir el mejor narcosubmarino que jamas haya existido. A fines del 2000 las fuerzas del orden colombianas encontraron este submarino diseñado por rusos en un sitio de construcción cerca de Bogotá, la capital de Colombia. Con casi 30 metros de largo y 3 metros de ancho, era algo que nunca habían visto los oficiales. Los costos estimados de construcción ascendían a $10 millones de dólares y los oficiales aseguran que el submarino de doble casco hecho de acero podría haber llevar 200 toneladas de contrabando y navegar a 91 metros de profundidad, de haber sido completado. Nada como esto ha sido encontrado desde entonces.

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Para el año 2007, los narcosubmarinos alcanzaban velocidades de 17 kilómetros por hora y podían llevar hasta 10 toneladas de contrabando de drogas, que equivalen a casi $200 millones de dólares, según reportó el SWJ. Los contrabandistas instalaron motores diesel secundarios de unos 300 a 350 caballos de fuerza, lo que incrementaba la cantidad de contrabando que estas embarcaciones podían llevar. También jugaron con el tamaño de las embarcaciones, agregó Mattos, dependiendo de cuanta carga quisieran llevar.

La Armada nacional del Ejército colombiano encontró 9 semisumergibles en 2009, además de uno de los dos sumergibles que han sido encontrados hasta ahora (el segundo fue encontrado en Ecuador el año 2010; su costo estimado de construcción fue de $6 millones de dólares y $4 millones de dólares respectivamente, de acuerdo a Mattos). Las incautaciones llevaron a los oficiales a crear una fuerza contra el narcotráfico en la región, con el propósito de desmantelar los astilleros clandestinos. Hasta el día de hoy, Mattos dice que las fuerzas colombianas de la ley han capturado en la selva y alta mar 86 semi sumergibles, junto a un sumergible.

“No es que un modelo reemplace al otro”, dice Mattos, quien cree que las organizaciones criminales de Colombia con suficiente tiempo y dinero continúan construyendo los ahora clásicos semi sumergibles, “actualmente se siguen cogiendo semisumergibles con la misma tecnología de hace 5, 6, 7 años. No es que lo que construían hace siete años hoy en día no lo hagan, igual lo siguen haciendo”.

En años recientes, Ramirez escribió en SMJ, algunos narcosubmarinos han blindado su parte expuesta para reducir la huella de calor captada por los sensores infrarrojos, tanques de lastre han ayudado a mejorar la flotabilidad de la embarcación y a comienzo del año 2000 los sistemas de navegación basados en GPS comenzaron a ser populares y baratos para los traficantes. Sistemas similares son utilizados todavía, “son como los de un automóvil” agrega. Los traficantes también utilizan teléfonos satelitales encriptados para hacer reportes y coordinar la entrega de la droga.

Montoya, el antiguo traficante del cártel de Cali, dice que en el futuro los narcosubmarinos serán automatizados y operados a control remoto por traficantes sentados en oficinas.

De izquierda a derecha: El lugar de interdicción del semi sumergible; el lugar donde estaba el astillero de narcosubmarinos cerca de Tumaco; el sitio de la redada del narcosubmarino el 28 de julio. Imagen: Google Maps.

Históricamente muchos de los semi sumergibles incautados por la marina colombiana han sido lanzados en las costas de Pacífico, no del Caribe. En 1994 y 1995, luego de descubrir el semi sumergible de San Andrés, los oficiales encontraron nuevamente un rudimentario narcosubmarino en el norte de Colombia, en Santa Maria y Cartagena. Pero la actividad en el área pareció enfriarse luego de esto y aquí fue cuando la mayoría de las operaciones de construcción parecieron moverse al sur de las costas del Pacífico colombiano.

La costa del Pacífico colombiano tiene una larga historia en la construcción de embarcaciones y es un conocido semillero en la manufactura de narcosubmarinos. Las condiciones topográficas son ideales para este tipo de trabajo. Las costas de Pacífico ofrecen un lugar estrategico en la cadena de suministro de drogas, explicó el Teniente Coronel Julio Roberto Moreno Suarez, encargado del departamento de policía de Bolivar, en el norte de Colombia. Es un área de mucha jungla, junto a un laberinto de ríos y esteros que conectan los sitios de construcción con los remotos laboratorios de droga y el mar. Las organizaciones criminales utilizan una red de astilleros, que fueron establecidos hace mucho tiempo por los nativos, para construir los narcosubmarinos. Los oficiales algunas veces han encontrado dentro de algunos de los astilleros del Pacífico, muchas embarcaciones en construcción al mismo tiempo.

Un corresponsal de Motherboard pudo visitar uno de estos astilleros, un conocido lugar de construcción de narcosubmarinos cerca de Tumaco, en la región de Nariña, al sur de Colombia, pero fue detenido un poco antes de ingresar por guardias armados y con ropa de civil. Es dificil saber si los guardias estaban afiliados a una pandilla dedicada a las drogas o si eran parte de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) trabajando independientemente para los traficantes de droga. No revelaron sus identidades, pero entre sí se llamaban con sobrenombres como “El Gordo”, “Caracortada”, “Perro” y “Cholo”. Tenían rifles en sus espaldas y pistolas en el cinto, bebían alcohol y veían DirecTV para pasar el rato.

Luego de esperar por tres horas en un control, el reportero fue devuelto por razones de seguridad. La caminata de vuelta duró una hora entre la jungla.

Cerca de la entrada de un conocido sitio de construcción en Tumaco, en la región de Nariña, al sur de Colombia. Imagen: Motherboard.

No fue mucho lo que los oficiales encontraron el mes pasado en La Guajira, sólo el lugar de construcción, que esta vez estaba en el norte, no el sur. Luego de dos décadas de relativa inactividad en el norte de Colombia, nuevamente había muestras de un sitio de construcción.

“La verdad es que esto es relativamente nuevo”, me dijo Hurtado. “La costa de La Guajira es realmente seca; es un desierto. Hay sitios donde hace unos 3 años que no llueve, pero en ese sector hay un poquito de mangle, hay vegetación, que es el sitio que ellos utilizan para esconder estos sitios de construcción”.

En teoría, es un ejemplo que las organizaciones criminales están enviando narcosubmarinos a la costa este de México o que incluso se están adentrando en el Océano Atlántico.

Agentes del Comando naval de Colombia y de la Armada nacional descubrieron un narcosubmarino no terminado en un sitio de construcción clandestino al norte de Colombia. Video cortesía del Comando naval de Colombia y la Fuerza de tarea contra el narcotráfico. Utilizado con autorización.

Todos los materiales, desde generadores, tornillos, madera, fibra de vidrio y equipos electrónicos, son traídos desde ciudades puerto en la selva, como Buenaventura al sur o Barranquilla al norte, donde Hurtado cree que fueron conseguidas las partes para construir la embarcación de La Guajira. Él dice que los equipos de construcción por lo general tienen experiencia previa construyendo un semisumergible y que intentan ser independientes, mejorando los planos de construcción, pero existentes distintas modalidades en el país.

“Hay diferentes modalidades, existen estructuras del narcotráfico que mandaban a hacer sus semi sumergibles para sacar la droga”, dice él, “y habían otras estructuras que ya sabían hacer los semi sumergibles, entonces los ofrecían a una sola estructura o a varias estructuras que sacaba droga y armaban una carga completa para venderla rumbo hacia los Estados Unidos”.

Cuando están terminados, los narcosubmarinos hechos en cualquiera de las dos costas de Colombia flotan suavemente hasta llegar a la boca del Océano Pacífico o el Caribe, donde son cargados con contrabando antes de salir a un área de 7 millones de millas cuadradas conocidas como la zona de tránsito. Este pedazo de mar incluye el Caribe, el Golfo de México y el Pacífico del este que es donde el Stratton ha visto acción últimamente. La zona de tránsito es vasta, con casi la mitad de la superficie de Estados Unidos continental y está bajo los dominios de la Operación Martillo, un esfuerzo conjunto contra el narcotráfico liderado por el equipo mixto interinstitucional del comando sur de Estados Unidos.

Para encontrar los narcosubmarinos en la zona de tránsito, los barcos como el Stratton y otros de la Guardia Costera que participan en esfuerzos para luchar contra el narcotráfico, necesitan de la vigilancia aérea de una flota de aviones de rastreo, los que son comandados por la oficina de aduana y patrulla de las frontera de Estados Unidos y personal de la Fuerza Aérea y Marina estadunidense, quienes ayudaron en la interdicción del mes pasado.

Lo que está claro, por ahora, es que las pandillas colombianas nunca han dejado de construir narcosubmarinos.

Muchos narcosubmarinos son hundidos luego de llevar su carga al punto B.

“No es que vayan y vuelvan”, dice Matros, quien ha escuchado que los capitanes de narcosubmarinos y su equipo ganan individualmente cerca de $7,.000 y $50,000 dólares respectivamente por cada viaje. “Hacen un viaje y entregan la droga allá. […] ¿Arriesgarse nuevamente a que los detecten? Lo que hacen normalmente es el viaje, le quitan las válvulas de fondo y hunden el artefacto. Un alijo de droga cubre los gastos de todo el viaje y les queda la ganancia”.

Él estima que un kilo de cocaína cuesta entre $1.000 y $1.500 dólares en Colombia y que en México el mismo kilo de cocaína se vende por entre $20.000 y $25.000 dólares (en Estados Unidos el precio sube a los $160.000 dólares). Basados en la menor estimación posible, 8 toneladas de cocaína colombiana se vendería en cerca de $158 millones de dólares en México.

Los recursos se acaban incluso en un negocio con este tipo de ingresos. Por eso es que algunos creen los narcosubmarinos ya no son tan desechables como alguna vez lo fueron: ahora hacen múltiples viajes. Hurtado agregó que hasta que los esfuerzos de la marina colombiana obliguen a los criminales a adaptarse a nuevas técnicas de contrabando, las pandillas continuarán aprovechando la gran experiencia acumulada por los marineros de narcosubmarinos para que la droga y el dinero sigan fluyendo.

Muchos miembros de la tripulación son muy pobres, lo que explica por qué toman el riesgo en primer lugar, “y muchas personas piensan que esa es la solución”, dice Hurtado. Un sólo viaje puede darles dinero para no trabajar por muchos años. “Normalmente construyen una bonita casa, compran un vehículo y se dedican a gastarse la plata, que se les acaba hasta que hacen otro viaje”.

Pero puede que no tengan tanta suerte la próxima vez que hagan este viaje.

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Cuando el Jefe del Comando Sur de Estados Unidos testificó frente al congreso en marzo del 2014, dijo que debido a la escasez de presupuesto, el Comando Sur no pudo perseguir al 74 por ciento de las embarcaciones sospechosas de llevar drogas.

“Simplemente me siento a mirar como se alejan”, dijo el general.

El reporte de la FMSO, publicado el mismo año, decía que los narcosubmarinos y otras técnicas de tráfico de drogas a través del mar, eran utilizados con “una relativa impunidad”. Sólo una de cada cuatro embarcaciones eran detectadas en ese tiempo, de acuerdo con la FMSO.

“Es difícil tener estimaciones”, dijo Guerrero, dado la manera en que se mueve el mercado ilícito de drogas. “Si quieres que te lo explique como una carrera, los traficantes desarrollan una tecnología y luego los agentes del orden desarrollan otra. Está cambiando constantemente”.

Si Guerrero tuviera que aventurar una respuesta, él dice que respecto al pasado son pocos los narcosubmarinos que pasan sin ser detectados, lo que no significa que ya no sean el método favorito de las organizaciones criminales en Colombia. “La marina colombiana sabe que los traficantes continúan usando narcosubmarinos y distintos tipos de submarinos y semi sumergibles”, dice Guerrrero.

El equipo de abordaje del Stratton retira sacos de cocaína desde el semi sumergible incautado el 18 de julio. Foto: Guardia costera de Estados Unidos.

Saber cuántos narcosubmarinos logran pasar desapercibidos frente a las autoridades es pura especulación y saber cuántos narcosubmarinos existen es también algo turbio. La FMSO reportó que docenas de potenciales submarinos se construyen anualmente en Colombia por grupos como las FARC, los Rastrojos y los Urabeños.

“Determinar cuántos se construyen al año es muy difícil”, dice Hurtado. El agregó que el proceso de investigación para saber cuántas organización están intentando construir semisumergibles es “bastante complicado”, pero que los oficiales colombianos creen que el número de narcosubmarinos construidos cada año se ha reducido debido a una ley del 2009 que envía a la cárcel a cualquier que construya, posea o navegue un narcosubmarino.

“Son muy pocos los que vemos en comparación con los años anteriores, el 2008, 2007, 2009”, dijo.

Lo mismo sucede con la cantidad de cocaína que se fabrica en Colombia, dónde la producción está declinando, pese a que Suarez, el jefe de policía en Bolivar, dice que el país sigue siendo uno de los más grandes productores de la droga. En México, el lugar preferido de los narcosubmarinos para descargar, las incautaciones de cocaína en la primera mitad de este año fueron de un 340 por ciento más que en el mismo periodo del año 2014 de acuerdo con un reporte de Animal Político.

Estos números son suficientes para que la interdicción de dos semisumergibles por parte del Stratton y la redada de los oficiales colombianos en el sitio de La Guajira no parezcan pura coincidencia. Con unos recursos de inteligencia en desventaja es difícil sacar una fotografía precisa sobre cómo estas drogas van desde Colombia a México, ya sea por tierra, aire o mar.

Lo que está claro por ahora es que las pandillas colombianas nunca dejaron de construir narcosubmarisnos. Quizás están lanzando menos que antes, pero cada vez que lo hacen envían más cantidad de drogas. Menos semi sumergibles van hacia México y esto puede explicar por qué ya no los encuentran tan seguido. Ganan los traficantes y ganan las autoridades.

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La cubierta del semisumergible estaba resbalosa debido a las olas que pasaban sobre ella. Uno de los oficiales a bordo del bote interceptor del Stratton se abalanzó en cuchillas hacia la escotilla cilíndrica de la embarcación. No pudo levantarla porque estaba bloqueada desde el interior, así que comenzó a golpearla. Pudo ver personas adentro y les hizo señas para que se rindieran. El viaje se había acabado.

El oficial gritó a uno de sus compañeros para que le pasara una palanca y luego hizo un movimiento con todas las fuerzas que tenía. La escotilla salió volando.

“¡Afuera! ¡Afuera! ¡Salgan ahora!”, les gritó el oficial en español.

Aproximadamente 900 de los 7,000 kilos de cocaína fueron dejados dentro del semisumergible para estabilizarlo a medida que las autoridades lo remolcaban hacia la orilla. El Stratton logró remolcar el semisumergible por 100 millas náuticas antes que comenzara a llenarse de agua. La cocaína se hundió a más de 4 mil kilómetros de profundidad, junto con el submarino .

Reporte adicional por Camilo Salas.