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No todo es dinero, decenas de miles de aficionados y Champions cada dos o tres años. En el fútbol regional, los equipos no tienen las facilidades de los grandes clubes europeos: para algunos, cada año puede ser el último. Es una carrera de supervivencia continua.
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El UC Ceares, de Gijón, es la mejor prueba de ello. Hace cuatro temporadas estuvo a punto de desaparecer, pero unos cuantos aficionados no quisieron ver como el equipo de su barrio se perdía en os confines de la historia y decidieron tomar las riendas del club. Ahora, un Verkami reúne fondos para contar su historia.
Desde entonces se han convertido en el mejor exponente del movimiento Against Modern Football: los fans dirigen el club basándose en los valores que según ellos el fútbol ha perdido. Sabían que se enfrentaban a ciertas complicaciones como un presupuesto bajo, poca afición o poco gancho para fichar jugadores.
El resultado, sin embargo, ha sorprendido a todo el mundo. Se han hecho un hueco en el conocimiento colectivo de la tercera división y han ganado protagonismo. Sobreviven con el presupuesto más bajo de la liga y aún así hay jugadores que se sienten atraídos por el carisma del club antes que el dinero de otros.
Los dirigentes saben que este enamoramiento suele durar un año, y que al acabar se irán a ciudades donde ganen más, por esto son conscientes que cada año deben crear un nuevo equipo. Pero están demostrando ser los mejores en esto y ya forma parte de la idiosincracia del club.