El éxito está sobrevalorado

Central del fracaso

Siempre he querido preguntarle a alguien plenamente feliz, realizada y satisfecha (si es que estas tres rarezas no son la misma cosa) cómo se ve el mundo desde semejante altura. Pero por unas cosas u otras nunca he podido. Bien porque me haya dado miedo desestabilizar a ese mágico y despreocupado ser por hacerle siquiera plantearse este tipo de cosas, bien porque es bastante posible que nunca me haya encontrado con ninguno.

Y sin embargo no nos podemos quejar ¿no? Vaya, que vamos tirando. Eso como poco. Y si en vez de preguntarte directamente pretenden hacerse una idea de cómo te va por lo bien que sales en las fotos del feed, quizás hasta te tengan un poco de envidia. Para tus profesores del instituto y tus compañeros de 2º de carrera que te salen los terceros en Instagram Stories, eres una persona que sabe lo que quiere con una vida medio interesante. Ellos no te ven cenando palomitas ni echando de menos todo lo que nunca podrás tener.

Videos by VICE

A estas alturas a nadie se le escapa que vivimos en la tiranía del éxito y ya se ha hablado mucho de lo verde y preciosa que es la hierba en el jardín del vecino, de lo malas que son las comparaciones, de la presión del tener y el parecer antes que el ser… Todo OK. Lo sabemos. Lo sabéis. Y estas cuestiones siguen rigiendo nuestras vidas tranquilamente, como quien lee sobre fábricas precarias llevando unas Air Max puestas. Las hemos aceptado como motor de nuestras acciones aunque de vez en cuando tengamos inquietudes originales, desinteresadas y #reales.


MIRA:


Las motivaciones que nos impulsan en las acciones del día a día no son puras, no son auténticas, buscan saciar los complejos personales e intransferibles de cada uno. Quieres impresionar. Pero que no se te note el esfuerzo. Que no se note que no lo tienes muy claro. De alguna manera nos sentimos obligados a estar bien, ya sea porque si no has perdido en el juego del vivir, ya sea porque mira, hay gente que está mucho, pero mucho peor. Vamos, que hay gente que no tiene para comer. ¡Pero si hasta hay gente que está muerta!

Esto es como un rasca y gana en el que siempre sale el “siga intentándolo”. La existencia es un tongo, amigos. Basta un poco de interés y un día especialmente malo para que arañando la superficie alguien te diga “no tengo ni idea de si estoy donde quiero estar, pero creo que si finjo que sí al final me lo acabaré creyendo”. Y después una mirada nerviosa y un encogerse de hombros “pero vamos, que todo guay, no me quejo”.

Estoy llorando en la cama, pero no me puedo quejar.

Todos los días me levanto a invertir una insultante cantidad de mi tiempo en una actividad que me da igual como si fuera inmortal. Pero no me puedo quejar.

He gastado dos horas que nunca se volverán a repetir en hacerme un selfie que dure otras veinticuatro horas esperando un DM que me satisfaga diez minutos, pero no me puedo quejar.

Me parece que no siento nada demasiado importante por nada y que estoy aquí quieto y solo mientras me van pasando movidas, pero no me puedo quejar.

Creo que podría ser cualquier cosa que me propusiera pero no sé por dónde empezar y casi mejor me quedo donde estoy, “no va ya a ser que”. Pero no me puedo quejar.

¿Te acuerdas de cuando tenías trece años y le echabas la culpa de todo a la sociedad aunque tampoco te sabías el nombre de ningún político? Al final era verdad, lo que pasa es que tú eres parte orgullosa y perfectamente representativa de ella. Nos han/hemos hecho unos monstruos. Tantas expectativas, tantas promesas, tanta competición por TODO. Elige tu campo de batalla, porque por cada cosa en la que te de igual destacar habrá otras tres que te quiten el sueño. Cuando el psicólogo te diagnostica insatisfacción crónica sabes que tienes que ponerte cómodo y aprender a disfrutar desde el fracaso.

Por supuesto: hablamos del fracaso desde una perspectiva occidental capitalista y normativa, no te voy a mentir, es la única que conocemos, pero tranquilos que también nos sentimos mal por eso ¡que no falten las cosas por las que sentirse regular!

1543316139075-fracaso_finalweb_1
Fotografía por Davit Ruiz

O no. Porque ya está bien. Esto es FRACASAR. Fracasar en una forma de triunfar que se supone que nos tiene que sentar bien a todos. Ya sabíamos que habíamos fracasado a ojos de nuestros antepasados más recientes, con sus ideas obsoletas sobre el trabajo y el amor. Pero por muy libres que seamos parece que también estamos fracasando en ser felices en nuestro propio mundo, uno en el que cabemos todos juntos, freelances, cuellos azules, parados, fans de RuPaul, celíacos, influencers, entes de luz, camellos, guapos, cyborgs ¿Y si el secreto está en abolir el concepto del éxito?

Para entender mejor hasta qué punto nos ha hecho daño esta cuestión lanzamos una pregunta al aire, es decir, internet. “¿Qué representa el fracaso para vosotros? ¿cómo lo vivís?”
Varias personas nos respondieron anónimamente a través Curiouscat. Esto es lo que nos contaron:

“Fracaso: lo que nos dijeron que era el éxito”.

“Comerse una lata de atún de pie en la cocina para cenar”.

“Como vivir en un síndrome premenstrual infinito en el que la regla nunca llega”.

“Para mi fracasar es cuando noto que he perdido el control de mí mismo y no tomo las decisiones que quisiera tomar”.

“Cuando duermes sin la funda del edredón porque está sucia pero solo tienes una funda de edredón así que no tienes nada para taparlo pero te da pereza poner la lavadora”.

“El fracaso es tener éxito a los ojos de todos menos a los tuyos propios”.

“Fracaso no es tener que volver a casa de tus padres, sino desear volver a casa de tus padres”.

“No ser como te ven“.

“Fracaso es darte cuenta de que estás desperdiciando tu vida y no hacer nada para cambiarlo”.

“Fracaso es estar de Erasmus y tener que volver a España porque ya no puedo un día mas con mi vida y necesito antidepresivos”.

“Una generación entera con enfermedades mentales no reconocidas, con miedo a compartirlas en el trabajo o con la familia, que checkea la app del banco mínimo un par de veces al día”.

“El fracaso es el punto de partida para hacer lo que te sale de dentro. Una vez asumes que te has estrellado te sientes más libre de presiones para empezar a construir algo”.

central del fracaso
Teresa Cano y Gala Castro, las creadoras de FRACASO. Fotografía por Carlos Cascos

Fracaso es, ante todo, un lugar común en el que todos nos estamos agobiando muchísimo. Porque en teoría no deberíamos estar ahí. Porque parece que hemos hecho algo mal y no sabemos qué ni en qué momento. De hecho parece que aunque nos movamos no acabaremos de escapar: se puede salir del fracaso a ratos, pero el fracaso no va a salir de ti y saldrá a saludar cuando menos te lo esperes. Así que quizás podamos hacer algo con toda esta ansiedad, empezando por juntarnos y hablar del tema sin vergüenza ni estigmas. A plantearnos qué cosas nos hacen sentirnos desgraciados y con cuáles disfrutamos genuinamente, evitando las primeras cuando sea posible y permitiéndonos destrozar el mobiliario cuando nos las tengamos que comer. A actuar sin castigarnos ni exigirnos inhumanamente. A aceptarnos y crecer en los parámetros en los que nos reconozcamos y no en los que esperamos de nosotros mismos.

Puedes empezar, por ejemplo, por dejar de comprar atún en lata y beber más agua.

Puedes leer el manifiesto de FRACASO y unirte a la comunidad en @centraldelfracaso.

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.