Bienvenidos una vez más a nuestra columna Cocina migrante, donde contamos historias sobre la comida que migra de aquí para allá, como un boomerang; migrantes que se adaptan a una nueva realidad lingüística, cultural, social, económica y política, pero no dejan atrás sus costumbres alimenticias y gracias a eso —y a la nostalgia que cargan en la maleta— surgen nuevos y deliciosos proyectos.
María Andrea Villasmil es de Maracaibo – la segunda ciudad más importante de Venezuela – y llegó a la CDMX hace poco más de un mes. A estas alturas, la nostalgia ya ha hecho su parte y, obviamente, extraña con locura la comida de su tierra.
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Nosotros ya habíamos escuchado hablar de que en OchoTresCinco hacían muy buena comida de aquel país, porque el equipo que lo hace posible (y que es como una familia) es completamente venezolano.
Así que contactamos a María Andrea, le pedimos que ayunara desde una noche antes y fuimos con ella a comprobar qué tan ciertos eran los rumores.
Al entrar, Freddy, el primero del equipo (también oriundo de Maracaibo) que llegó a México, nos recibió con toda la calidez que los 30 grados de temperatura promedio de esa región de Venezuela le ponen en la sangre a la gente que nace allá. Nos sentimos en casa. Y nuestra invitada, doblemente.
Hasta la mesa llegó una botella de Fress Kolita (un refresco parecido a la Fanta de fresa), que nuestra catadora MUNCHIES destapó apenas la tuvo enfrente. Y dio inicio la comedera:
Arepa de carne asada
La sirven con pico de gallo (sí, allá también existe), cotija y salsa tártara. También las llaman “gritonas”. Después de ver la foto, entenderán por qué: son como una boca abierta de maíz, con mucho, mucho queso.
Aquí, tenemos que hacer una pertinente aclaración. Así como los mexicanos tenemos una obsesión con el picante, los venezolanos lo tienen con la salsa tártara. Nos quedó clarísimo. TODO, absolutamente todo, va bañado con ella. María Andrea nos confesó que podría vivir con un bote lleno, pegado a la mano.
Una vez que recobró el habla, su cara de felicidad era de esas cosas que uno tiene que ver en la vida. El veredicto fue:
“La arepa es súper parecida, incluso sabe mejor que las que he probado en Maracaibo. El sabor del queso es bastante similar al del “semiduro” que se usa allá.”
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Bandeja con distintos “pasapalos” (o sea, bocadillos)
Además de verse bonita, estaba bien surtida. Incluye tequeños (como deditos de queso), mandoca (aros fritos de harina, plátano y queso), pastelitos de papa y una empanada de plátano (no queremos spoilear, pero WOW).
Una vez que tuvo una botella de Maltín (una bebida necesaria para la existencia de cualquier venezolano; de malta, pero sin alcohol) en mano, María Andrea dio inicio a la segunda etapa de su ardua consigna.
Con la responsabilidad de poner en alto los colores de su bandera, terminó con todo, se limpió la comisura de la boca, y dijo:
“Aunque allá los tequeños se hacen con queso blanco de rancho, estos están buenísimos. Las mandocas no son mis favoritas, pero éstas están bien. El pastelito de papa es un poco dulce, a mi gusto, pero la orilla está crujiente y riquísima”.
Patacón
Este es el platillo estrella de OchoTresCinco. Los dueños nos contaron que, contrario a lo que ellos habían pensado, los mexicanos lo piden mucho. Visualmente, es una joya: se trata de carne deshebrada, queso cotija, gouda, lechuga picada, un chorrito de ketchup y (obvio) salsa tártara, entre dos tapas de plátano macho aplastado y frito.
Háganse a la idea de una hamburguesa, pero muy sudamericana.
Nuestra catadora llegó a hasta este plato con más dificultades, pero lo logró. Lento, pero seguro. Nos contó que estos patacones son como los tacos a los que encomendamos nuestra alma de madrugada, cuando de lo que se trata es de bajarse un poco la fiesta.
Tras un largo suspiro, sus palabras fueron:
“El patacón es muy interesante porque justo equilibra los sabores dulces y salados que tanto caracterizan a la comida de Venezuela. Ya no me cabe un gramo más de comida, pero podría darle otra mordida”.
Dejamos que descansara un poco, reposara sus ideas, regresara mentalmente hasta su casa en el ardiente departamento (estado) del Zulia y le hicimos la pregunta del millón de bolívares: “¿cuál fue tu platillo favorito?”.
No dudó ni dos segundos en contestar que, obvio, la arepa de carne asada.
Después de todo, incluso de haber probado lo mismo que Andrea, constatamos que, en efecto, OchoTresCinco sí merece el título de honoraria delegación gastronómica de Venezuela en la capital chilanga.
Y prometimos volver.