En el ADN del Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas, hay una sólida cultura de asociaciones vecinales y reivindicación que aún perdura. Un camino que se inició durante la dictadura, cuando el cura Llanos, un jesuita que había sido confesor de Franco, se trasladó a esta zona entonces repleta de chabolas y empezó a aprovechar las homilías para hablar de materialismo dialéctico. Pero El Pozo, como tantas periferias y extrarradios, también cuenta con otro relato. El del estigma barriobajero marcado a fuego por las crónicas de sucesos de los años ochenta, que alimentaron –y retroalimentaron- un universo de referentes culturales surgidos en sus bloques de viviendas sociales, y que abarca desde el cine de Eloy de la Iglesia a Los Chichos.
En medio de esos dos contextos, y sobreviviendo a todas las transformaciones del barrio se encuentra el Colegio Público Manuel Núñez de Arenas. Con más de medio siglo a sus espaldas, soltó hace siete años los lastres de la educación tradicional, y se inició en una nueva senda. Así, con el fin de lograr la equidad educativa, el claustro decidió expulsar los deberes, los libros de texto, la obsesión por la reproducción perfecta de la caligrafía entrelazada, los exámenes, y hasta la norma de guardar silencio.
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Con Marta González, directora del centro, e Isabel Vizcaíno, maestra de primaria, al frente del cambio. Para ellas, el colegio es algo más que su lugar trabajo. Ambas son activistas de la innovación educativa y la igualdad de oportunidades. Lo dejan claro cuando se les pide que describan a los alumnos del Núñez: “más del 50% son de etnia gitana y también tenemos presencia de hasta 10 nacionalidades distintas. Pero esto son clasificaciones y estadísticas que nos manda hacer la Consejería y que a nosotras no nos gustan nada” dice la directora. “Catalogar los colegios por las personas que estamos dentro nos parece un error. Cada niño es distinto y todos tienen los mismos derechos”, añade Isabel Vizcaíno.
La presión constante de la Consejería de Educación por la mejora de resultados fue el aliciente para que en el Núñez se abandonase el statu quo tradicional de clase magistral, pupitres individuales o las evaluaciones en función de la memorización, para establecer la metodología del aprendizaje basado en proyectos, un sistema de enseñanza considerado determinante para el éxito del modelo educativo de Finlandia y que, entre otras cosas, pone el acento en la importancia del juego en el aprendizaje. Su implantación, aún minoritaria en España, cuenta con cada vez más seguidores, sobre todo en la enseñanza privada.
Isabel Vizcaíno explica que “impartimos todo el contenido curricular que marca el Ministerio, pero organizado de manera diferente. Trabajamos en aulas distintas en función de la asignatura, y dividimos las clases en varios grupos de trabajo. Damos todos los contenidos y todas las asignaturas. Pero, en lugar del método de clase magistral del profesor en la pizarra y los libros de texto, trabajamos por proyectos que sustituyen a las unidades didácticas. No hacemos exámenes tradicionales de los de separar las mesas; hacemos evaluación continua a partir de las actividades que hacemos día a día en clase. Al cole vienen solo con su desayuno. No tienen que traer libros, ni lápices ni libretas”. Y todo el material se queda en clase, incluidos los cuadernos; siempre de folios blancos, nada de papel pautado ni cuadrícula.
‘Nos parece inaceptable que haya colegios que castiguen a los niños por no hacer los deberes, cuando saben que en muchas familias no les pueden ayudar’
En lo que respecta a la polémica de si para aprender hay que hacer tareas en casa, en el Manuel Núñez de Arenas lo tienen claro: “es muy cuestionable que haya que hacer deberes para adquirir conocimientos. No puede ser con deberes de los de 27 operaciones matemáticas o de ejercicios de caligrafía. Si hay que hacer cálculo, lo mejor es que el niño acompañe a sus padres a la tienda y se ponga a ver lo que cuestan las cosas que compra, cuánto tienen que pagar, cuánto le tienen que devolver del cambio, etc. Y por supuesto nos parece inaceptable que haya colegios que castiguen a los niños por no hacer los deberes, cuando saben que en muchas familias no les pueden ayudar. Me parece un crimen contra la infancia”, señala Marta González.
Isabel Vizcaíno concreta que “lo importante es trabajar de forma significativa, fomentando la curiosidad con el fin de que ellos, de forma autónoma y fuera del aula, investiguen y te traigan sus conclusiones. Ellos saben que si traen un experimento o una investigación va a ser tenido en cuenta en su evaluación y se va a enseñar a todos sus compañeros. Pero hay que desterrar lo de los deberes de copiar el enunciado en rojo y la respuesta en azul, un error tanto de profes como de familias que defienden ese modelo”.
El cuidado de las relaciones humanas tiene una importancia fundamental en el Núñez, donde no cabe el concepto de profesor autoritario. Así lo explica Marta: “cuanto mayor es el vínculo afectivo entre profesores y alumnos, cuando los quieres, ellos siempre te quieren a ti, y ahí es cuando el profesor tiene mayor capacidad de autoridad en el aula. Lo vemos continuamente, cuando llega algún maestro a hacer alguna sustitución y no se conocen, vemos cómo le cuesta hacerse con la clase”.
Pero eso no significa que no haya normas, ni límites. “Organizamos asambleas en las que establecen sus propias normas. Si se las saltan, les hacemos entender que hay un compromiso adquirido. Por ejemplo, si dos se pelean por una falta en el fútbol, aprenden a asimilar que ese acto tiene como consecuencia que al día siguiente no pueden jugar. Una decisión que acaba saliendo de ellos mismos”, aclara la directora.
‘Los padres entran cuando quieren, pueden acompañar al alumno al aula. Y tienen hasta llaves del colegio’
Otra de las claves del Manuel Núñez de Arenas se basa en la estrecha colaboración entre familias y profesores, evitando las situaciones de conflicto que suceden a menudo en los centros educativos. “Los padres entran cuando quieren. Hasta tercero de primaria pueden acompañar al alumno al aula porque no hacemos filas. Y tienen hasta llaves del colegio”, explica Isabel Vizcaíno.
Marta González explica que “al entrar al aula tenemos un periodo de lectura, en el que los niños pueden estar leyendo en clase, en pequeños grupos, acompañados de su madre o padre. Pero no siempre tiene por qué ser así. En clases donde hay niveles muy diferentes de lectura puede ser que un adulto acompañe en lectura a un alumno que no es su hijo. Esto ocupa unos minutos al día, luego se van a trabajar. A veces también colaboran ofreciéndose para impartir una actividad. Por ejemplo, si una madre sabe de programación, hacemos un taller. Aparte, también organizamos determinadas actividades encaminadas a la participación de la familia, como salidas u otros talleres”.
La educación artística desde el fomento de valores sostenibles también ocupa un lugar destacado en la propuesta educativa del Núñez. “Nos cedieron un terreno anexo que contaba con muchos árboles, pero estaban en total descuido y abandono. Nos implicamos en su recuperación 500 personas. Profes, alumnos, familias, alumnos de otros centros, vecinos del barrio… conseguimos hasta un crowdfunding de 4000 €, limpiamos la zona y pintamos los troncos de los árboles al estilo del Bosque de Oma de Agustín Ibarrola. Es nuestro Proyecto Z_Oma”, explica Vizcaíno.
La Orquesta del Reciclaje es otro de sus proyectos estrella. Con instrumentos cedidos por Ecoembes y bajo la batuta de Víctor Gil –director técnico de la JORCAM-, esta agrupación ofrecía un concierto en el Teatro Real el pasado 4 de enero. “Es una actividad voluntaria. Formamos parte con la residencia infantil Villa Paz. Ensayan dos horas a la semana en horario de clase de música, y otras dos como actividad extraescolar. Ellos eligen el instrumento que les gusta, y se les proporciona. Primero aprenden la colocación de las notas en el instrumento, y después a leer el pentagrama. También hay un taller de luthería en el que aprenden a fabricar, cuidar y reparar los instrumentos. Llevamos ya tres años en esto. Víctor, nuestro director, está muy contento con sus avances. Y hemos notado un impacto muy positivo en las niñas y niños que forman parte de estas actividades. Han mejorado en atención y en concentración”, relata Marta González.
Pero hay quien puede pensar que toda esta original propuesta se hace inviable cuando irrumpen en el aula Newton, los polinomios y el tema de supino. Juanjo Vergara, experto en innovación educativa y formador de docentes de secundaria, explica que “las metodologías activas están orientadas al máximo rendimiento educativo y a la excelencia. Prueba de ello es el éxito de Finlandia. Está demostrado que son especialmente eficaces para desarrollar competencias que tienen que ver con el pensamiento creativo y resolutivo, habilidades indispensables actualmente. Hay que darse cuenta de que hoy en día el aprendizaje ha cambiado radicalmente. Está distribuido y llega por todos los sitios, desde el móvil, por ejemplo. Ya no puede basarse en el rol del profesor sabio, centrado únicamente en la transmisión de ideas. Hoy hay que fomentar el deseo de aprender y el profesor debe acompañar al alumno en el proceso”.
Por su parte, Isabel Vizcaíno apunta que “lo que nos ha llevado a fracasar todos los años en el Informe Pisa es la enseñanza tradicional. La que se basa en memorizar, los libros de texto y las horas de deberes”.
Pobreza, ‘guetificación’ de los centros públicos y fracaso escolar
Pero, a pesar del gran trabajo y esfuerzo de maestros como los del Núñez, el panorama general de la educación es otro. España ocupa el primer puesto de la UE en abandono temprano de los estudios. Organismos como la Fundación Adsis o Save the Children publican periódicamente estudios sobre la incidencia de las carencias económicas de las familias en dicho abandono escolar, y reclaman no sólo más recursos, sino una forma de abordar la educación que entienda que la escolarización obligatoria no resuelve el problema de la desigualdad si no se afronta desde la equidad; poniendo el acento en que no todos los niños acceden a la escuela en las mismas condiciones.
‘Es como si un hospital no atendiera a enfermos graves porque se van a morir, y solo tratase resfriados. Los resultados escolares mejorarán, pero a costa de dejar a miles de chavales en la cuneta’
En el informe Necesita Mejorar, de Save the Children, la ONG alerta sobre la desigualdad entre centros públicos españoles en función de la brecha económica. Una situación de la que las consejerías de educación no se hacen responsables e ignoran, sobre todo a la hora de elaborar rankings de rendimiento académico y resultados, o de plantear reválidas. En dicho informe se recoge la opinión de Salvador Fenol, director del instituto Giner de los Ríos, en Fuentevaqueros (Granada), que explica así la situación: “es como si un hospital no atendiera a enfermos graves porque se van a morir, y solo tratase resfriados. Los resultados escolares mejorarán, pero a costa de dejar a miles de chavales en la cuneta”.
Abandono escolar y abandono por parte de la Administración que se manifiesta en la escasez de becas, dotadas con cuantías casi testimoniales para los estudiantes de PCPI–programa para mayores de 16 años que no han terminado la ESO-, así como la ausencia de incentivos e itinerarios para reenganchar en el sistema educativo a quienes han abandonado los estudios.
Por si fuera poco, las políticas de austeridad están llevando a cabo cierres de centros educativos públicos en zonas económicamente vulnerables. Una consecuencia directa del descenso anual de las matrículas que acaba desencadenando un fenómeno de “guetificación” en estos colegios e institutos. El resultado suele ser la masificación de centros que absorben al alumnado de los colegios clausurados, además del desgaste de profesores y familias ante un conflicto llevado siempre de muy mala manera por la consejería de educación de turno.
Y es que reducir el índice de abandono escolar no forma parte de las prioridades del Ministerio de Educación, las Consejerías o las editoriales de libros de texto. En parte porque comparten el mismo ideario que corre por las venas de la sociedad y está omnipresente en charlas sobre emprendimiento, en frases aparentemente motivadoras compartidas en Instagram, y en los guiones de muchos programas de televisión. Se trata de la idea de que cada uno de nosotros es el único culpable de sus propios éxitos y fracasos, aunque los fracasados sean menores de edad.