No soy la clase de persona que establece límites con los amigos y la familia. Al menos, verbales no. Pero bueno, también es verdad que soy la típica millennial que odia el conflicto. Curiosamente, también odio que mi familia y amigos no respeten los límites que he marcado en mi cabeza, aunque nunca los haya verbalizado, lo cual reconozco que no es muy justo.
Pero hay un tipo de relaciones en la que no tengo reparos en poner límites: las sentimentales. Esto es porque, condenada a sentirme atraída por los hombres, el rechazo que siento por ellos y todo lo que consiguen puede mucho más que mi aversión al conflicto. Así, no tengo ningún problema en decirle a un tío que, si quiere que nos veamos una noche, tiene que hacérmelo saber claramente antes de las ocho de la tarde.
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Sin embargo, me costó mucho más decirle a mi madre que dejara de llamarme cada sábado a las diez de la noche cuando estudiaba en la universidad. Cuando digo que me costó mucho más, me refiero a que nunca llegué a decírselo. Al final, después de ignorar bastantes de sus llamadas y mandarle mensajes diciendo “Estoy en [insertar lugar]. Te llamo mañana”, mi madre captó la indirecta.
Tras hablar con la terapeuta familiar y de parejas Racine R. Henry sobre cómo expresar claramente tus necesidades en relaciones personales no sentimentales, aprendí que yo estaba adoptando una conducta pasiva-agresiva al ignorar las llamadas de mi madre en lugar de comunicarle que teníamos que encontrar otro momento para hablar. La doctora Henry también me dio una serie de consejos para marcar límites en las relaciones con familiares y amigos. Como quiero ser mejor persona, pienso aplicar esas recomendaciones.
¿Qué son los límites?
Para saber cuándo hay que marcar límites, primero hay que entender lo que son. “Un límite es una línea que marca el respeto, una barrera que estableces ante ciertos comportamientos que te resultan desagradables o indeseables”, explica Henry. “Es una forma de comunicar de forma verbal y no verbal cómo quieres que te traten”. Uno sabe cuándo alguien hace o dice algo que le ofende. Ese momento puede ser el más indicado para plantearse si es necesario marcar ciertos límites para evitar que vuelva a ocurrir.
En toda relación, marcar límites es importante
Tengo una amiga que me enviaba constantemente mensajes con parrafadas sobre cualquier tema mientras yo estaba en el trabajo. Muchas veces no tenía tiempo o energía para responderle debidamente y tampoco me atrevía a decirle que sus mensajes me parecían molestos y me distraían. En lugar de eso, intentaba responderle extensamente un par de veces a la semana para que no se pensara que la ignoraba, pero de forma suficientemente dosificada para que captara el mensaje. Este es un buen ejemplo de una situación en la que podría —debía, de hecho— haber marcado un límite. Pero no, me limité a prolongarla hasta que mi amiga consiguió un trabajo a jornada completa y no pudo seguir mandándome mensajes con la misma frecuencia.
Cuando hablamos de límites, a veces solo pensamos en el ámbito de las relaciones sentimentales, pero realmente puede ser muy positivo aplicarlos a todo tipo de relaciones. Según la doctora Henry, cuando estableces límites con alguien, “esa persona, ya sea compañera de trabajo, amiga o conocida, reconoce que no puede hacer lo que quiera, que hay determinados requisitos para la relación”.
Primero establece los límites mentalmente
Antes de hablar con la persona en cuestión, has de tener las ideas claras para poder transmitírselas. Establecer un límite no depende solo de la persona con quien quieres marcarlo. Si esa persona no los respeta, es importante que te mantengas firme y expreses tus condiciones (más adelante hablaremos de esto). Plantéate si serás capaz de ceñirte a esos límites que piensas marcar (no acostarte con tu ex, por ejemplo, puede no ser tan fácil de cumplir como esperas). “Tienes que ser capaz de justificarlo y llevar a cabo las medidas que sea necesario para mantener en firme tu postura”, señala Henry. De nada sirve marcar límites que ni tú misma piensas mantener.
Luego, tómate tu tiempo para pensar detenidamente en la persona con la que quieres hablar: su personalidad, vuestra relación y cualquier otro aspecto que pueda ser relevante. ¿Se le da bien escuchar? En caso negativo, tal vez tengas que ser muy concisa y clara, marcar unas reglas estrictas y dejar poco margen a la ambigüedad. ¿Es una persona que no encaja bien las críticas constructivas? En ese caso, deberás tener especial cuidado con el tono que utilizas.
¿Cómo abordar una conversación para marcar límites?
Si, como yo, crees que es posible dejar clara tu postura ignorando mensajes o dejando entrever que estás algo molesta, siento decirte que lo más maduro es hablar las cosas.
Puede parecer obvio que este tipo de cosas deberían hablarse en persona, pero Henry asegura que no ha de ser necesariamente así. “Depende de lo cómoda que te sientas”, señala. “Eres tú quien marca los límites, por lo que tú decides cómo y dónde tener esa conversación”. Henry también considera que, si lo que quieres es que tu mensaje quede muy claro o te incomoda mucho la perspectiva de abordarlo en persona, lo mejor es optar por un email o un mensaje de texto. “Lo bueno de escribirlo es que puedes expresar lo que quieres con precisión y de la forma que consideres mejor”, añade.
Explica a esa persona por qué estás marcando límites y que su comportamiento te molestaba. Dile que tu decisión es una forma de mejorar vuestra relación, no de distanciaros.
Debes mentalizarte para su reacción
Tendrás que afrontar la posibilidad de que la persona no se tome bien lo que le digas. De hecho, según la doctora Henry, ocurre con mucha frecuencia. “Hasta ese punto, la persona había disfrutado de cierta influencia sobre ti, cierta indulgencia por tu parte. Pero desde el momento en que te plantas y decides que esa situación no te conviene, es normal que la otra persona ofrezca resistencia y rechazo”, afirma Henry. “Se puede esperar que haya conflicto y tensión, sea lo que sea que quieras cambiar”. Si te encuentras en esa situación, Henry aconseja que mantengas esos límites de todas formas e intentes explicarle a esa persona por qué has tomado esa decisión. “No tiene por qué ser ‘O lo hacemos a mi manera o nada’, sino más bien ‘Antes tu comportamiento me hacía daño; esto es lo que me gustaría que cambiara para que podamos mantener nuestra relación’”, dice Henry.
¡No pierdas la esperanza! A veces pueden aceptar tu decisión. “Si es un amigo, alguien que se preocupa por ti y no se daba cuenta de que te estaba haciendo daño, puede que entienda por qué marcas los límites, ya que lo que realmente quiere esa persona es que te sientas bien y mantener vuestra relación”, añade.
Mantener los límites
Sería fantástico que el trabajo duro se acabara después de haber tenido la charla, pero la realidad es que mantener los límites probablemente te resulte igual de complicado, ya que implica no solo ceñirte a lo que dijiste que harías, sino asegurarte de que la otra persona también lo haga. Si tienes problemas para mantener tu palabra, la doctora Henry recomienda que “priorices tu bienestar y tus sentimientos a la hora de justificar tus decisiones y por qué es importante para ti. Puede que a la otra persona no le guste, que no esté de acuerdo, pero tiene que respetarlo”. Si no lo hace, debería darse cuenta de que puede haber consecuencias. Por ejemplo, “has demostrado que no eres capaz de respetar mis condiciones sobre esta relación, por lo que vamos a tener que dejar de vernos fuera del trabajo”.
La intención desempeña un papel muy importante a la hora de marcar límites, y es fácil caer en antiguos hábitos si te olvidas de lo que has decidido. Según la doctora Henry, hacerte una serie de preguntas puede serte de ayuda para ceñirte a tu decisión: “¿Por qué creo que este valor es tan importante como para establecer un límite? ¿Cómo puedo comunicar esto a la otra persona sin poner en peligro nuestra relación?
Si nada de lo anterior funciona, quizá sea el momento de plantearse si vale la pena mantener la relación. En cualquier caso, te sentirás orgullosa de ti misma por mirar por tus necesidades. ¡Buena suerte!
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