La pesadilla inmobiliaria: comparte cama con un desconocido por 150 euros al mes

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‘La pesadilla inmobiliaria del mes’ es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Una habitación “grande” con cama de matrimonio en un piso nuevo y amueblado, que además incluye calefacción, lavadora, vista exterior y ascensor. El adjetivo “grande” se le queda pequeño cuando sigues leyendo: “para compartir conmigo”. Es decir, una habitación y dos desconocidos, una película que titularemos “2 bodies, 1 room”.

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¿Dónde está?: En la Avinguda Mare de Déu de Monserrat, en el Guirnardó, un barrio de la montaña de Barcelona, una zona que aunque no parezca distanciada del resto de la ciudad, destaca porque no se trata de ligeras cuestas, sino de subidas en las que no puedes mantenerte de forma vertical y donde cargar una bolsa de 5 kilos de patatas desde el súper que tienes justo debajo de casa es una dura prueba atlética.

¿Qué se puede hacer por ahí?: Tienes el campo a cinco minutos de casa -puede que sea un parque en un pequeño montículo, pero para los mesetarios como yo, un parque en una gran ciudad es un campo-, en el que puedes encontrar los Búnkers del Carmel desde los que puedes ver toda Barcelona hasta el mar y además puedes presumir de que vives “justo detrás” del recinto modernista de Sant Pau. Partiendo de ahí, si bajas por la Avenida de Gaudí, llegarás a Sagrada Família y podrás disfrutar de cientos de turistas fotografiándose en poses vergonzantes. Por otro lado, esta zona de Barcelona es un barrio al que de momento no ha llegado la gentrificación y que conserva a sus vecinos de toda la vida. Un barrio pureta.

¿Cuánto cuesta?: 150 euros por una habitación en la que está incluida un hombre de 34 años que “te paga los demás gastos”, y que duerme contigo -por si no estaba claro-. Por otra parte, es posible que no tengas que dar ningún tipo de depósito, porque el “depósito no especificado” no es necesario cuando vas a estar en la misma habitación que él. Se fiará de ti.

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Este anuncio, que encontré gracias a Twitter, despareció pocos minutos minutos después de publicarse por causas que desconocemos, para reaparecer una semana después con un tono mucho más descriptivo: dos fotos idénticas que enseñan una no-tan-grande habitación.

La genuina desfachatez del anuncio es algo que supera todo lo que habíamos visto hasta ahora en materia de alquileres. Lo de las camas calientes es algo tan antiguo como la precariedad, está claro, pero esta quizás es un poco caliente de más. El arrendador de tan suculento lecho dice que busca “chica entre 18 y 32 años”, y reitera: “Solo alquilo a chicas”. Parece que lo lleve tatuado en la frente o como un lema activista gritado a pleno pulmón en alguna mani: “¡Quiero cambiar el mundo! ¡Viva el feminismo! ¡Solo chicas!”, así me lo imagino yo, vamos.

La cosa ya veis que no huele demasiado bien. El arredandor de lecho en cuestión tiene 34 años, así que exige que como mínimo su compañera de cama sea dos años menor que él. El límite por abajo lo marca la más estricta legalidad, 18 años, ¿se trata de una cuestión de virilidad, todo ese rollo del macho adulto y la chica joven? ¿será porque no le gustan las maduritas? ¿o será que lo que quieres es convertirse en una figura paternal y enseñarte lo que es la vida?


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Pero el parece no querer darse cuenta de lo inadecuado de la propuesta y la imagen de depredador sexual que puede transmitir su anuncio y considera que todo son ventajas, ya que lleva “viviendo en Barcelona 12 años”, como si sus conocimientos de la ciudad condal fuesen un valor añadido, un dato que nos interesaría muchísimo si no fuera porque lo que en principio se alquila es una cama (o más exactamente, la mitad de una cama), no el disfrutar de la ciudad con él. Pero como decía, ahí está presente ese arquetipo del “maestro de la vida” que te va a enseñar lo que es bueno. Aunque se describe como “soltero y respetuoso” (supongo que para que no haya malentendidos), cuando le escribí preguntándole por el anuncio me dijo que podría enseñar la habitación a las diez y media de la noche, “después de conocernos”.

Además, como dice en su anuncio, le da igual si estudias o trabajas, lo que quiere es que hagas algo porque él trabaja a jornada completa. El elemento tranquilizador de toda esta historia es que en el piso no estaréis solos, por suerte para ti habrá dos mujeres más viviendo allí, aunque claro, tampoco sabemos en qué condiciones.

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Una vez analizado a nuestro compañero de cama, hablemos del apartamento. Según el criterio de este señor, alquila una cama grande, en una habitación grande con un armario empotrado también a compartir. Se ofrece a poner otro armario para que la chica en cuestión tenga más espacio para sus cosas. Aunque para él eso es opcional. Es decir, que no sería suficiente con compartir un espacio de 10m2 con un señor, sino que tienes que compartir los mismos compartimentos donde guardar tus cosas. El resto del piso está reformado y nuevo, nos enseña su nevera y su cocina, con plato en el fregadero incluido para darle naturalidad y un baño con una ducha novísima. La verdad es que si eliminas al arriendacamas del apartamento, la cosa no estaría nada mal.

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Pero ese es el problema, que no lo puedes sacar de la ecuación: no es tu pareja ni un amigo. Es un puto desconocido que quiere respirar el mismo aire que tú mientras duermes. Y además te pide que no fumes. Un punto descabellado al que hemos llegado en la inmoralidad inmobiliaria, que seguirá creciendo debido a la desesperación de alquilar un lugar de la manera más económica posible. Pero esto no es económico, creo que roza la ilegalidad y sobre todo, no es sano.

Sigue a Cristina en @cristinaprz.

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