Dinero

La pesadilla inmobiliaria: vive en unas oficinas por 280 000 €

Vivir en una oficina

‘La pesadilla inmobiliaria’ es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Según reza el anuncio se trata de una “casa” o “chalet” (con permiso de habitabilidad, claro) en el que vivir. Objetivamente y sin miedo a equivocarme —no sé, si miento que se me caiga el rabo ahora mismo— realmente se trata de unas putas oficinas de toda la vida, en fin, ese sitio en el que la gente va a trabajar, a comer tuppers y a sufrir durante ocho horas y por el que siente un odio tan profundo que si saliera a la luz solo una micra de todo este rencor el universo quedaría condenado a un sufrimiento eterno.
¿Dónde está?: Abandonamos Barcelona para ir a L’Hospitalet de Llobregat, ¿vienes conmigo? Perfecto. Esta ciudad forma parte del área metropolitana de Barcelona y se encuentra en la parte occidental de esta. Lo que siempre ha sido un municipio obrero de clase media está empezando a sufrir la metralla resultante de la desfasada gentrificación de todo Barcelona. Ya ha empezado, ya está aquí. En L’Hospitalet los propietarios han empezado a alquilar sus pisos a turistas y los precios de las viviendas suben sin control. Ya no queda nada.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Como el fenómeno destructor de barrios y vecinos aún es bastante incipiente, aún quedan bares decentes en los que no encontrarás aguacate ni bustos de ciervos de madera colgados en la pared. En esta ciudad hay también muchos locales de ensayo y discotecas y fue también en L’Hospitalet donde se realizó el salón del Manga de Barcelona desde 1997 hasta 2011. Y bueno, por ahí está el IKEA, donde puedes comprarte frankfurts por cincuenta céntimos.
¿Cuánto cuesta?: Tienes que comprar toda la oficina y te va a costar 280 000 euros. Quiero decir, no es una propuesta, tienes que hacerlo ahora mismo o te vuelo la cabeza con una escopeta. ¡Que te la compres maldita sea! Que no, joder, que es broma, nada ni nadie nos puede obligar a comprarnos un piso, ¿cierto?

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Alguien está vendiendo unas oficinas de dos pisos como si fuera una vivienda. Un consejo: No intentes vender un espacio como un hogar cuando es evidente que el espacio lo ocupaban unas putas oficinas. Digamos que la gente, cuando vuelve a casa con ganas de descansar después de pasarse ocho horas currando en una oficina, lo último que quiere es encontrarse con otra oficina en la que pasar lo que le queda del día, viviendo en un maldito despacho hecho con mamparas de plástico, cristal y aluminio.

Cuando uno llega a casa quiere encontrarse con eso, con una casa. Pero aquí alguien está aprovechando que una empresa de tuberías o de material aislante ha quebrado para vender ese espacio sin tocar nada, manteniendo todas estas paredes de mierda y dejando entrever lo deprimente que era trabajar en esta oficina anclada en la estética de los noventa y alzada a base de materiales baratos y una incapacidad magistral por organizar el espacio.

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El vendedor se encontró con un espacio enorme pero sin ningún tipo de habitaciones construidas en la planta arquitectónica, así que decidió dejar la oficina tal cual, pretendiendo que una familia viviera de esta guisa, con la cama de matrimonio en la sala de reuniones y el comedor en el despacho de Luís Callejas, el gerente. Si el propietario hubiera querido habitaciones de verdad habría tenido que construirlas, y eso supone invertir dinero, y el dinero no hay que perderlo, hay que ganarlo.

Pues aquí está, el futuro inquilino tendrá que intentar vivir dentro de estos cubículos generados a partir de la división espacial entre los estamentos y poderes que se encuentran dentro de una organización empresarial.

Superado este trauma, dejadme presentaros vuestro nuevo hogar.

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Esta es la puerta que tendréis que cruzar mínimo dos veces al día. ¿Esperanzador, verdad? Al final os encantará subir y bajar esta pequeña reja.

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Las oficinas también disponen de una agradable terraza llena de vegetación y con muchas posibilidades.

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Las “habitaciones” no ofrecen ningún tipo de intimidad, pero en las familias tampoco deberían existir los secretos. Las paredes blancas rozadas por la agradable luz de un fluorescente blanco puede que no sean lo más ideal para crear una sensación hogareña pero los humanos se acostumbran a todo, ese tipo al que le cortaron la polla se ve que ahora vive la mar de feliz.

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La cocina, como esto antes era una oficina, no dispone de ningún aparato para cocinar. Curioso, ¿no? Aquí habrá que enchufar planchas Palson o microondas para comer algo caliente, pero bueno, que comer pizzas Tarradellas crudas tampoco está tan mal.

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Estos son los pasillos por los que tendrás que deambular cada mañana para ir al baño y prepararte para ir a currar a un sitio exactamente igual que este. Una buena espiral de déjà vu durante el resto de tu vida.

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No se ve muy bien —he forzado a saco el brillo en Photoshop, uno hace lo que puede— pero ahí hay un secador de manos de esos expendedores de papel, es un sueño poder tener uno de estos en casa, las visitas fliparán. Joder si fliparán. Por cierto, tendrás que ducharte dentro de una palangana porque aquí no hay nada. En fin, nada nuevo.

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Y bueno, luego tienes esta especie de sótano/aparcamiento/sala-en-la-que-podrás-satisfacer-todas-tus-parafilias-demenciales-fruto-de-estar-viviendo-en-un-sitio-como-este en el que hay otra oficina con mamparas por si vienen algún invitado a dormir o tienes que ocultar algunas cosas después de tus “sesiones de fantasía”.

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¡Ah, me olvidaba! También está este rinconcito en el que podrás acurrucarte y llorar durante horas. Cuando los bomberos entren al ser avisados por los vecinos sobre “ese extraño olor” seguramente podrán encontrarte totalmente seco y ataviado con ropa de hace 20 años en este bonito rincón que se encuentra al lado de los armarios donde antaño se guardaban las prórrogas, contratos y nóminas (ver la foto de abajo).

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Con todos estos datos puedes sopesar si vale la pena pagar 280 000 euros por vivir en unas oficinas completamente oscuras.

Sigue a Pol en @rodellaroficial.

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