Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.
La mayoría de días recibo 100 mensajes en mis buzones de Instagram, Facebook y Twitter, normalmente de hombres que quieren decirme algo sobre cómo me veo, cómo se ven sus penes o para preguntarme cosas como: “¿Es seguro tener sexo con una mujer durante su periodo?”, “¿Eres una puta?”, “Cuándo vas a venir a Milwaukee?”. Los indeseados mensajes que llegan de hombres extraños son solo una rutinaria, una mundana parte de mi vida como columnista de sexo y mujer en Internet. Es tan así, que apenas y lo noto mientras hago mi trabajo: trabajando tiempo completo, escribiéndole a mis amigas estando desnuda, forzándome a mí misma a hidratarme, y comiendo Cheez-Its de cualquier apariencia que presenten. Pero siempre he tenido una curiosidad perversa por estos hombres, especialmente aquellos que se acercan desde lejos para decir: “¿Intercambiamos fotos?”. A veces, envían fotos de sus penes, y cuando lo hacen, por cierto, casi nunca conocen sus ángulos. Mis buzones están llenos de por lo menos un puñado de fotos de penes cada semana de hombres que no conozco, y que espero nunca conocer.
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Me pregunto: ¿Cuál es el mejor escenario posible? ¿Que les envíe un nude mío y la dirección de mi casa, en donde los estaré esperando en mi bañera, con ‘How to Love’ de Lil Wayne sonando a todo voluman? ¿Acaso se volvieron locos? Soy la clase de mujer que solo se siente cómoda si le tiran los perros en un kiosko de Wawa y me preguntan si quiero carne extra, pero esa no es la razón por la que estoy escandalizada por una foto de un pene no solicitada. Primero que todo, enviar tus genitales a mujeres extrañas no cuenta como ‘echar los perros’. Además, me pregunto cómo estos hombres ven sus iniciativas de alcance. ¿Lo piensan como un movimiento algo atrevido pero posiblemente efectivo, que no les cuesta nada y aún así es excitante, sin importar si respondo o no? Resulta que sí.
Cuando recibo un DM en Twitter o Instagram de alguien que no sigo, tengo la opción de presionar la foto borrosa para verla bien, o de rechazar el mensaje por completo. Como una científica sexual y autosaboteadora, siempre hago click. Cuando es un pene, lo borro, casi instintivamente, y luego paso días meditando sobre el hombre que estaba atado al miembro. ¿Qué lo hizo hacer eso? ¿Qué quería lograr, y alguna vez tuvo éxito? ¿Y por qué no se quitó esa sucia camisa antes de tomar la foto? (Un poco de dirección de arte sirve mucho). Esta semana, recibí una foto borrosa de un hombre, con la propuesta “¿intercambiamos nudes?”. Hice click en la foto para verla, aunque era obvio que eran genitales. Y en efecto, eran genitales.
Necesitaba respuestas.
(En todo caso, antes de llegar más lejos, porque sé que la gente sale de los artículos a medida que se alargan, una buena regla general para los chicos que leen en sus casas es: Nadie quiere ver un pene que no pidieron ver o expresar interés como parte de algún juego sexual largo y consensuado)
Primero quise saber, ¿Este hombre le había enviado su pene a alguna mujer al azar antes, y si fue así, alguna vez funcionó? Su respuesta me sorprendió profundamente.
Eso es un éxito de 2/5. Cuarenta por ciento. ¿QUÉ?, ¿Entonces este comportamiento había sido válido? No pude saber si solo trataba de salvarse o impresionarme con el poder persuasivo de su pene. Pero ahora quería saber lo que ‘éxito’ significaba en este contexto.
Él tiene razón con respecto a algo, enviar un pene sí llama la atención dentro del desorden. Recibo muchos mensajes, y no respondo la mayoría de ellos, aunque trato de leer tantos como sea posible para tener un buen pulso en The Culture. Pero lo que me sorprendió fue que él pensó que este era su mejor paso para construir los fundamentos para una relación sexual casual.
Él dijo que no era su estrategia de rutina, y que tampoco me consideraba una ‘mujer al azar’, por mi columna de sexo (dijo que las otras “cuatro” mujeres habían sido modelos de webcam o trabajadoras sexuales). Eso me desanimó, un recordatorio de la percepción dominante de que las personas que lidian con sexo profesionalmente no son merecedoras de decencia básica e invitan insinuaciones fuera de hora. Los hombres en Internet tienen el lujo de no verme como una persona real, sino como una caja de resonancia para sus levantes e innovaciones para masturbarse (Los hombres siempre tratan de interrumpir el espacio de masturbación). Si mis años escribiendo sobre sexo me han enseñado algo, es que muchos hombres se excitan solo por la mera mención de una mujer sobre sexo, aún más de sus columnas intensamente descriptivas en donde, muy seguido, mete elementos dentro de ella. Así que él decidió que la posibilidad de que me excitara por su pene indeseado era más probable que la posibilidad de que me molestara o asqueara. O, incluso si sabía que los pronósticos estaban en su contra, estaba dispuesto a lastimarme.
Una y otra vez , los hombres que confronto por enviarme fotos de penes indeseadas se muestran reacios a ver el acto como acoso
Le dije que recibir una foto de un pene, para mí, se sentía deshumanizante. Él estaba arrepentido. Tuvimos un intercambio de ideas, y él fue honesto conmigo sobre por qué lo hizo: Genuinamente quería establecer algo sexual conmigo. Alentado por nuestra larga hora de conversación, preguntó si aún podíamos rescatar algo. Dije que no, lo había hecho mal, pero le agradecí por tomarse el tiempo de explicarme la psicología detrás de su estrategia.
Vale la pena mencionar que los hombres desconocidos no tienen un monopolio sobre las fotos de penes no solicitadas. Los hombres que conoces también te las van a enviar. En 2013, después de una semana de coqueteos de lado y lado, un hombre con el que hice match en Tinder me envió una foto de su pene eyaculando, espontáneamente. ¡Un video! Nunca nos habíamos visto en persona, ni lo haríamos, hasta el año pasado, cuando le pedí que nos viéramos en un parque de perros de Brooklyn para poder preguntarle, “¿Por qué?”.
“Algo sobre ti me excitó y me sentí muy cómodo contigo”, dijo. Le pregunté si escribir sobre sexo se había sentido como una invitación. “En parte”, dijo, “pero creo que tenemos mucho en común. Era más que sexual en términos de comodidad. Siento que no eres una persona que juzga y que es muy abierta”.
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Una y otra vez , los hombres que confronto por enviarme fotos de penes indeseadas se muestran reacios a ver el acto como acoso. Insisten en que es un método de cortejo no convencional, al menos hasta que me tomo un tiempo en mi día para decirles: “Esto se siente mal”. Luego me siento incluso peor por perder dos minutos de mi tiempo que pude haber gastado contando las arrugas en la cara de mi pug.
La gran mayoría de mujeres con las que hablé para este artículo y que reportaron haber recibido penes también me dijeron que se sentía horrible y como una violación, y puedo corroborar que es así. Una mujer me dijo a través de Twitter que un hombre que ella apenas conoció en el colegio reapareció hace unos años, por medio de una foto de su pene. “Llegué de correr después de un gran día en el trabajo”, dijo, “Estaba haciendo tacos. Tomé mi celular y vi que tenía un DM en Instagram y ahí estaba. Le pregunté si había sido un error, esperando que me dijera como: ‘Oh mierda, persona equivocada’ o algo así. Él dijo que no. Yo dije, ‘Entonces me gustaría una explicación por este comportamiento’. Él dijo, ‘Ven y averígualo’. Me salí. Él trató de culpar al alcohol. Luego dijo la línea: ‘No me gusto a mí mismo en este momento. Ahora sabes por qué’”.
Este hombre pensó que iba a obtener un polvo. Y cuando ella dijo que no, en vez de disculparse por su comportamiento, se puso en el lugar de la víctima. Para muchos hombres, parece que, enviar un pene se siente como un riesgo menor que, digamos, tratar de solicitar sexo o romance en formas más vulnerables, como con palabras o historias en Instagram.
“Enviar fotos de penes puede ser visto como un intento de experimentar una conexión e intimidad de ‘bajo riesgo’”, le dijo la psicóloga Sarah Davies a Esquire. “Que es algo que todos deseamos profunda y humanamente. Pero, de este modo, puede estar protegido bajo una forma física muy masculina, sin el riesgo de ser emocionalmente vulnerable. Un elemento de miedo al rechazo es natural, pero si ese rechazo es una respuesta a un bulto de carne, es tal vez más tolerable que el rechazo sobre alguna parte más significativa de su identidad”.
En una publicación citada por The Guardian, un profesor de psicología de Harvard sugiere que la mejor explicación para el fenómeno de las fotos de penes es que “los hombres no perciben el interés que tienen las mujeres en recibir fotos de sus basuras”, aunque el exhibicionismo puede alimentarlo.
En mi investigación para esta pieza, escuché la inspiradora historia de una mujer que recuperó el poder después de ver fotos de penes que no quería ver. Ella convierte las fotos indeseadas en un negocio, vendiéndole a los hombres que las envían una suscripción “traviesa” para su cuenta privada de Snapchat y ganando dinero con eso. “Los mensajes con penes de Twitter es la forma con la que encuentro personas para que compren la suscripción” me dijo.
Pienso que eso es hermoso. ¿Qué tan raro es que todo el mundo gane?