Este artículo se publicó originalmente en VICE News en español.
Viajar en avión es mucho menos emocionante que hacerlo por el aeropuerto. En el servicio de viajeros de la Aduana de la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona-El Prat se confisca todo lo que no puede entrar en el país, y aquí es donde empieza el verdadero periplo para los contrabandistas. Maestros o novatos del fraude que tratan de burlar los controles de los funcionarios de la Agencia Tributaria española y la compañía fiscal de la Guardia Civil.
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Ambos cuerpos funcionariales trabajan coordinados en la zona de llegadas para atajar el paso de cualquier sustancia ilegal o de entrada ilícita que acompañe al viajero aunque ésta se esconda en las entrañas del recién llegado.
La droga, pero también grandes cantidades de dinero sin declarar, especies silvestres como el coral, el marfil y animales vivos que tienen vetado el ingreso para evitar su comercio ilegal o productos como el caviar de especies también protegidas engrosan el almacén de la aduana.
Comparten protagonismo con la viagra colombiana y china de contrabando (conocida comoo falsa viagra), así como con supuestas dosis de hormonas como la testosterona, cuyo tráfico también puede constituir un delito contra la salud pública.
Pero la droga es, sin ninguna duda, la reina de los alijos en la terminal 1. “Cocaína, marihuana, heroína y hasta khat”, asegura uno de los jefes de turno de esta compañía de la Guardia Civil. “El khat es una droga psicoactiva que tiene una apariencia muy parecida a las hojas de té y qué hasta este agosto pasaba desapercibida en los controles, nos limitábamos a retener el material porque no sabíamos que era droga”, añade.
De hecho, fue uno de los efectivos de este equipo multidisciplinar que, tras ver un documental sobre esta droga procedente del África tropical, encendió las alarmas. En el aeropuerto de Madrid, asegura este guardia civil y el jefe de servicio de la aduana, no sabían nada.
Además, continúan, “hace un mes y medio, vino un equipo de aduanas de Dublín a El Prat y nos dimos cuenta de que fuera de España también había mucho desconocimiento al respecto, justo entonces habían empezado a detectar su presencia”.
El khat es un psicoestimulante vegetal que se masca usado tradicionalmente en Yemen, Etiopía y Somalia, y que genera un estado de euforia leve seguido de una duradera sensación de estupor. Lo usan los combatientes de esta zona de África y su consumo está relacionado con enfermedades como la paranoia y la esquizofrenia.
La Guardia Civil ya ha confiscado cerca de una tonelada de esta substancia vegetal. Tras el khat, el estupefaciente que aflora en más ocasiones durante los controles es la cocaína. En un año pueden requisarse hasta 300 kilos de coca y la condena por haberla transportado puede implicar, en los casos en los que se transporta cerca de un kilo, unos 5 años de prisión por delitos contra la salud pública.
El equipo mixto, formado por los dos cuerpos funcionariales del Estado español, sabe donde hay que buscar: América del Sur sigue concentrando prácticamente todo el cultivo mundial de arbusto de coca. Por eso, los trayectos que tienen por origen países como Colombia, Bolivia, Paraguay o Ecuador se conocen como “vuelos calientes”.
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Con todo, la revisión de los antecedentes penales de los viajeros y los avisos que llegan tanto de la Agencia Tributaria como de la Guardia Civil son las principales herramientas del proceso de cribaje de los viajeros que van a ser inspeccionados. Una información fundamental dado que por el Aeropuerto de Barcelona-El Prat pasan cada año más de 37 millones de pasajeros, solamente el mes de noviembre de 2015 fueron cerca de 3 millones.
Los estupefacientes pueden estar escondidos en el equipaje, adosados al cuerpo del viajero o dentro de su organismo. “Si llevan droga dentro yo lo veo, llevo 30 años dedicado a ello”, asegura el radiólogo del servicio del área de viajeros de esta aduana.
“Puede que se lo traguen, llegan a ingerir cápsulas que tienen el tamaño de siete aceitunas, pero también se lo introducen vía anal y vaginal”, explica este experto. En estos últimos dos casos, precisa, suelen utilizar cápsulas hechas con látex que envuelven la droga compactada aunque la coca también puede ser líquida.
“Algunos toman hasta soluciones, que pueden contener grasa animal o vegetal, para conseguir que la imagen radiográfica esconda la cápsula. En estos casos cuando miras la placa hay zonas que salen difusas o totalmente blancas”, explica.
La vía vaginal, precisa, suele tener una ventaja para las “mulas” en cuanto a la cantidad de droga que puede introducirse porque “caben cápsulas mucho más grandes”.
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Durante la visita, el radiólogo realiza una placa a un ciudadano paraguayo que, de acuerdo con el criterio de dos guardias civiles, tiene una apariencia sospechosa. Un agente nos cuenta que “su trayecto empezó en un país suramericano, que va muy bien vestido, que parece que todo su atuendo sea nuevo”.
Además, añade, lleva dos maletas que, sin embargo, están muy vacías, se contradice cuando le preguntan por el motivo de su viaje y sufre de sequedad en la boca. Tras la inspección y la placa se comprueba que, aunque el tipo encajaba con uno de los perfiles más prototípicos de las “mulas”, está limpio.
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Lo cierto, cuenta el jefe de turno del cuerpo de seguridad, es que los perfiles son diversos y cada vez incluyen un mayor número de ciudadanos de Europa del Este. Por ejemplo, también pueden ser hombres mayores, mujeres con niños o chicas preñadas, pues el uso de radiografías está contraindicado durante los embarazos. Casos que pueden requerir el traslado de estas mujeres a hospitales donde se les pueden realizar pruebas alternativas y menos invasivas.
En los 90 y en la primera década de este siglo hubo casos de perros e incluso de una gallina “mula”. Las placas dieron positivo. De hecho, en Madrid hace tan sólo tres años se registraron casos de canes que llevaban droga dentro.
“Lo principal cuando se detecta droga en el cuerpo es garantizar que no haya rotura en el proceso de evacuación de la sustancia. Si la cápsula se rompe, la persona muere de sobredosis”, explica el radiólogo. El especialista asegura que eso pasa en unos dos de cada 100 casos. “Es algo muy peligroso”, remata.
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Pero el organismo humano no sólo alberga droga. “También me he encontrado con casos de personas que llevaban dinero en efectivo dentro, recuerdo uno que había enfundado los billetes enroscados dentro de un estuche metálico de puros”, relata el radiólogo. Este fue, aclara, un caso excepcional.
El transporte de más de 10.000 euros o su contravalor en moneda extranjera requiere que el pasajero declare el montante al salir o entrar del país. De lo contrario, la Aduana lo incauta, salvo mil euros que el viajero puede llevarse consigo en “concepto de supervivencia”, y lo hace llegar al Banco de España hasta que se aclara si su procedencia es o no es lícita.
Eso es lo que les pasó a un padre y a una hija que llevaban 15.000 dólares encima. Parecían una familia sacada de un cuento de Walt Disney pero, en estos casos, nadie esta eximido de pasar por el cedazo. En la aduana empiezan estos procesos pero los expedientes cerrados nunca regresan a estas oficinas, donde desconocen su desenlace.
Cacheos, apertura de maletas, escaners y placas… La revisión de los viajeros susceptibles de transportar ilícitos es completa, pero al final de este recorrido, a la zona de radiología, sólo llegan las supuestas “mulas”.
Tres décadas analizando imágenes radiográficas dan para darle vueltas a la cabeza: “es un trabajo duro, es difícil que te guste cuando piensas que vas a enviar gente a la cárcel, luego reflexionas y te quedas con lo bueno: tu trabajo contribuye a sacar de circulación productos altamente nocivos. Todo depende de cómo te lo mires”, asegura el experto tras inspeccionar unas placas realizadas recientemente a dos “mulas” con cocaína dentro de su organismo. Imágenes en blanco y negro.
Sigue a Maria Altimira en Twitter: @MariaAltimira