La sargento del Ejército de EUA Maatje Benassi era una de los varios cientos de mujeres y hombres estadounidenses que, el pasado octubre, viajaron a Wuhan para participar en los Juegos Militares Mundiales.
Según una teoría de la conspiración muy extendida, esta ciclista de 52 años se llevó consigo algo más a China: el coronavirus.
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La historia no tiene fundamento alguno. De hecho, fue la invención del teórico de la conspiración estadounidense George Webb. Sin embargo, el Partido Popular de China (PCCh) lo ha difundido de forma tan agresiva dentro de sus fronteras que ha acabado por convertirse en un hecho aceptado entre la población china que el ejército de EUA importó el coronavirus a Wuhan y desencadenó la pandemia que ha afectado a más de 1,5 millones de personas y ha matado a más de 80 000 en todo el mundo.
Es difícil determinar qué porcentaje de la población acepta como cierta esta conspiración, pero no cabe duda de que la difusión que ha hecho de esta el Partido Comunista en las redes sociales WeChat y Weibo y en la televisión estatal ha contribuido en gran medida a que el mensaje calara en la sociedad. Y es que cualquier ciudadano chino que discrepe con el relato oficial corre el riesgo de que le cierren su cuenta y arresten a su familia.
“Aunque sé que era mentira, no podría argumentar contra las publicaciones en las que se dice que el virus lo trajo el ejército estadounidense porque cualquier prueba que publicara contra la propaganda gubernamental sería eliminada, podrían borrar el grupo de WeChat o suspenderme la cuenta, y pondría en riesgo a mi familia”, nos explicó un ciudadano chino-americano que se hacía llamar Zhang. No quiso revelar su verdadera identidad por miedo a posibles represalias.
En el ámbito internacional, los intentos de Pekín por desviar las críticas y culpar a Estados Unidos no han tenido mucha repercusión, pero en China la campaña ha sido todo un éxito. Más de media docena de expertos chinos señalan que el relato está ampliamente aceptado gracias a que en el país llevan décadas adoctrinando a la población contra la superpotencia norteamericana, a la ausencia absoluta de cualquier medio de comunicación independiente y a la imposibilidad de acceder a fuentes externas.
“Por desgracia, la mayoría de la población de China cree de verdad que el virus se trajo desde Estados Unidos y lo llaman el “virus USA”, nos explicó Lucy, una china-americana de 45 años que hace poco regresó a China para cuidar de sus padres. “La propaganda antiamericana del PCCh es muy poderosa”.
El ‘virus USA’
Las teorías conspiranoicas sobre el origen del coronavirus no son un fenómeno exclusivo de China. Durante la crisis, hemos podido ver desde personajes famosos asegurando que Bill Gates creó el coronavirus hasta el senador Tom Cotton afirmando que la enfermedad es producto del experimento de un laboratorio de virología de Wuhan.
Lo que sí es exclusivo de China es la imposibilidad de la mayor parte de su población de contrastar las informaciones que hacen públicas los medios oficiales del PCCh o de obtener información de medios independientes al otro lado de la gran muralla cibernética de China que bloquea el acceso a la mayoría de sitios de noticias e información occidentales, como Google y Wikipedia.
Los ciudadanos chinos son plenamente conscientes de que su Gobierno censura cualquier tipo de crítica en WeChat y Weibo y difunde mensajes con los que pretende dar una imagen positiva. También son conscientes de las consecuencias que tiene cuestionar al Gobierno o tratar de contrastar la información que este da.
“Cuando el Gobierno hace campaña de desinformación respecto a otros países y bloquea cualquier relato que se le oponga, es mucho más fácil que la población acabe aceptando como cierta su historia”, señala Yaqui Wang, investigadora del Observatorio de Derechos Humanos.
Y en lo que a Estados Unidos se refiere, se ha condicionado a los chinos para que crean lo peor.
“A los medios chinos no les hace falta esforzarse mucho para convencer a la gente de que se crea la mentira descarada de que el ejército de Estados Unidos llevó la enfermedad a Wuhan. Tras 70 años de propaganda antiamericana, el pueblo chino ya está más que convencido de que Estados Unidos es un país malvado y responsable de muchos de los males del mundo”, añadió Lucy.
Viralización en WeChat
En China, la conspiración se propagó rápidamente por WeChat, una aplicación de mensajería tan integrada en la vida de los chinos que perder la cuenta implicaría dejar de tener acceso a la cuenta bancaria, las compras online, los servicios de solicitud de taxi en línea y mucho más.
Según Zhang, el bulo se compartió en varios grupos de WeChat en los que Zhang estaba de una forma aparentemente coordinada.
“Hace unas semanas, empecé a ver mensajes diciendo que el virus lo trajeron de Estados Unidos los militares”, señala. “Todos los mensajes aparecieron a la vez en distintos grupos de WeChat. Ten en cuenta que la mayoría de los grupos de WeChat son independientes unos de otros. El Gobierno tiene que estar detrás para que un mismo mensaje aparezca en varios grupos a la vez”.
El PCCh tiene un tremendo control sobre el funcionamiento de WeChat y ya ha demostrado antes que no tiene reparos en usarlo para redirigir a su conveniencia el relato sobre el coronavirus.
El Gobierno ha censurado a los usuarios de WeChat que han compartido cualquier comentario remotamente negativo acerca de la gestión de la crisis por parte del Gobierno, ha silenciado a los usuarios de WeChat en el extranjero sin que estos fueran conscientes de ello y ha endurecido las medidas de censura sobre el coronavirus cuando la epidemia empezó a descontrolarse.
El hecho de que el Gobierno de China no haya prohibido que se hable del tema en WeChat solo demuestra que está más que encantado de que se siga difundiendo.
“Se ha hablado largo y tendido del tema en WeChat y Weibo”, nos contó una investigadora especializada en redes sociales y residente en Hong Kong que en Twitter se da a conocer como Chelsea. “El PCCh no censura los debates sobre el origen, puesto que la mayoría de la población cree que el virus no procedía de China. Creo que esa es la dirección el la que le interesa que vaya el asunto al Gobierno”.
Coincide con ella Victor Shih, experto en China de la Universidad de California.
“Aunque el Gobierno y las empresas tecnológicas chinas han demostrado en numerosas ocasiones que tienen capacidad para frenar rumores y evitar que se viralicen determinados mensajes en WeChat mediante herramientas de censura, han decidido no evitar que esta teoría sin fundamento se extienda por todas las comunidades chinas”, nos explicó Shih.
Pero esta vez, Pekín también pretende sembrar la desinformación más allá de sus fronteras. “La novedad ahora es que China está propagando la desinformación de forma externa en Twitter, una plataforma prohibida en el país, y a través de sus medios de difusión en el extranjero”, dijo Wang.
El origen de la teoría conspirativa
Los resultados de una investigación publicada esta semana por el Observatorio de Internet de Stanford muestran que la conspiración se remonta al menos a enero, cuando comenzaron a surgir noticias sobre el virus en Wuhan.
Si bien no está claro ni quién ni exactamente cuándo apareció la teoría, sí sabemos que había ganado tanta fuerza que el día 2 de enero un canal de YouTube para aprender chino compartió un vídeo en el que se refutaba la idea de que la epidemia de neumonía que afectaba a Wuhan fuera el resultado de un acto de guerra genética perpetrado por Estados Unidos.
Aproximadamente durante ese mismo periodo, el doctor Li Wenliang trató de advertir a sus amigos de la propagación de un virus que provocaba síntomas similares a los de la neumonía en su hospital de Wuhan. Poco tiempo después, el Gobierno lo silenció.
Según Wenliang, “las plataformas se habían comprometido a eliminar cualquier tipo de desinformación relativa al origen del coronavirus y nuestra investigación había empezado a mediados de marzo, por lo que se podría haber eliminado parte del material”.
Durante enero y febrero, la teoría de la conspiración siguió filtrándose en plataformas como YouTube y Twitter, ambas prohibidas en China, y en los medios de comunicación en lengua inglesa apoyados por el Gobierno chino.
En marzo, el Ministro de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, dio a la conspiración el respaldo oficial del PCCh en un tuit que señalaba que “Estados Unidos podría haber traído la epidemia a Wuhan”.
Una semana después, reforzó sus declaraciones haciendo alusión a la teoría de la conspiración de Webb, según la cual Benassi fue la paciente cero de coronavirus, y sin presentar prueba alguna.
La razón por la que Pekín insiste en difundir estas falsas informaciones es simple: mientras se discutan estas teorías y se intente desmontarlas, no se hablará de la mala gestión del país ante la epidemia ni de si las cifras facilitadas por el Gobierno eran fiables.
“Este tipo de propaganda es muy conveniente para los líderes porque desvía la atención de los verdaderos problemas de China”, nos contó Charlie Smith, pseudónimo de uno de los fundadores de GreatFire.org, organización que analiza la censura en internet en China. “Tanto tú como muchos otros periodistas estáis cubriendo esta historia en lugar de sacar a la luz otras más veraces y seguramente dolorosas. Es una pérdida de tiempo para todo el mundo menos para el propio Partido Comunista de China”.