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12 días después de la masacre que sobrecogió París y que dejó una reguero de 130 muertos, los escenarios y las circunstancias de la matanza han sido reconstruidos casi al milímetro. Los investigadores han conseguido reproducir con precisión qué es lo que sucedió en el interior del Bataclan, la sala de conciertos donde 3 yihadistas mataron a 90 personas.
El Bataclan es una de las legendarias salas de conciertos de París. El espacio dispone de un aforo de 1.500 asientos y está enclavado en el distrito XI de la ciudad, en el corazón de la capital francesa. Todavía se desconoce cuál fue el aforo durante la noche del pasado 13 de noviembre. Los Eagles of Death Metal comparecieron sobre el escenario y los testigos aseguran que la sala estaba hasta los topes.
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“Había una atmósfera auténticamente rocanrolera. El cantante no paraba de hacer bromas y la gente estaba súper metida en el concierto”, relata Pierre, uno de los supervivientes.
El Bataclan fue el último de los seis escenarios que padecieron el ataque coordinado por 9 yihadistas de Estado Islámico (EI) en el centro de París. Esta es la reconstrucción de la mascare.
9:40 pm — Los yihadistas suicidas abren fuego
Son las 9:40 de la noche. Los miembros de Eagles of Death Metal llevan media hora sobre el escenario. De repente, tres asaltantes irrumpen en la sala y abren fuego indiscriminadamente contra la muchedumbre.
La sala está protegida por 6 miembros del equipo de seguridad. Dos de ellos están apostados en la entrada principal. En cuanto escuchan las primeras detonaciones, salen corriendo a abrir las salidas de emergencia de la sala.
“Didi”, el responsable de seguridad aquella noche en el Bataclan, relató al periódico Le Monde que los asaltantes abrieron fuego contra el equipo de seguridad apostado en la entrada del edificio. Las puertas acristaladas de la entrada estallaron en miles de añicos.
A las 9:49 de la noche aparece en Twitter el primer mensaje que anuncia la catástrofe. El fiscal general francés, François Molins, revelaría más tarde que uno de los teléfonos móviles de los terroristas suicidas fue recuperado del interior de una papelera en las horas posteriores a la matanza. A las 9:42 el terrorista escribe un mensaje de texto a un contacto desconocido. Reza: “Salimos. Empezamos”.
Muchos de los supervivientes del atentado han expresado que en un primer momento creyeron que los disparos eran petardos, alguna suerte demostración pirotécnica que acompañaba al directo. Entonces se dieron cuenta de que les estaban disparando por detrás. Algunos solo entendieron que algo terrible estaba sucediendo cuando la banda abandonó corriendo el escenario.
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Louise tiene 27 años. Estaba de pie cerca del escenario. Los asaltantes irrumpieron algunos metros a su espalda. Louise fue entrevistada el jueves pasado por el periódico Liberation. Entonces confesó que, al principio, no entendía nada. “La banda acababa de abandonar el escenario. Me di la vuelta desconcertada y vi a mucha gente tumbada. Fue entonces cuando percibí el olor a sangre”. Louis salió prácticamente ilesa, apenas un rasguño en la cabeza. Se escondió en el foso que separa al público del escenario hasta que llegó la policía.
9:45pm— Llega la policía y mata a un terrorista
Según un informe policial publicado por la revista francesa Marianne, los agentes de la brigada anti criminal reciben una llamada alrededor de las 9:45 pm y son los primeros en personarse en la escena del crimen. Alrededor de 20 agentes asisten la evacuación de los que han conseguido escapar del interior de la sala. Muchos están heridos y se organiza un puesto de socorro médico de emergencia en un restaurante cercano.
Un periodista que vive junto al Bataclan filmó parte del desalojo. Los espectadores, muchos de ellos heridos, lograron salir a la calle por una puerta de emergencia situada en un callejón lateral.
Según el relato de los testigos, muchos supervivientes aprovecharon el momento en que los terroristas cargaban de nuevo sus armas, para huir por la puerta principal. Otros, incapaces de acceder a las salidas de emergencia, buscaron refugio en los lavabos o en el terrado del edificio.
Un comandante de policía y su compañero son los primeros agentes en acceder al recinto. Lo primero que se encuentran es a uno de los yihadistas delante del escenario. Está unos metros por delante de ellos, de cara, y sostiene a un espectador a punta de pistola. Le está ordenando que se tumbe. “Le disparamos inmediatamente. Sabíamos que a tan poca distancia le abatiríamos sin problema. Lo hemos entrenado muchas veces”, relataría más tarde el policía en cuestión ante las cámaras de la emisora televisiva M6. “El único problema es que sabíamos que si fallábamos, estábamos muertos. Tenía muchas más armas que nosotros”. La policía cree que el cinturón explosivo del terrorista estalló cuando se desplomó contra el suelo.
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Los dos agentes abandonan entonces la sala de conciertos en busca de refuerzos. “Los agentes se retiraron al suelo cuando los terroristas volvieron a cargar sus armas. Sabían que, en ese punto, tenían que esperar a la llegada de las fuerzas especiales”, contaría más tarde a la agencia AFP el vicesecretario general del sindicato de policía francés.
10:15pm— Los terroristas se hacen con rehenes en la planta de arriba
Después de intercambiar disparos con los agentes apostados en el exterior del edificio, los dos asaltantes restantes deciden subir a la planta de arriba. Allí toman a una docena de rehenes escondidos, se los llevan y se encierran con ellos tras una puerta que da a un pasillo. Agentes de la Brigada de Búsqueda y de Intervención (BRI), y las unidades especiales de Asistencia, Intervención y Disuasión (RAID) irrumpen en el Bataclan por la planta de abajo unos minutos después. A partir de las 10 y cuarto no se vuelve a escuchar ningún otro disparo.
Stéphane, de 49 años, fue uno de los rehenes. En declaraciones al periódico galo L’Humanité en los días posteriores al ataque relató las dos traumáticas horas que pasó con los terroristas. Stéphane estaba viendo el concierto desde uno de los palcos del primer piso cuando escuchó la primera ráfaga de disparos. “Intentamos escondernos entre los asientos, pero estábamos a la vista”, contó. “Se nos acercaron y nos dijeron ‘No os vamos a matar. Seguidnos’”.
‘Se nos acercaron y nos dijeron ‘No os vamos a matar. Seguidnos”.
La primera unidad de las BRI entra en el Bataclan a las 10:30 de la noche y agiliza la evacuación de los heridos. Las fuerzas de seguridad irrumpen en el interior de la sala y peinan la sala. A las 11 y cuarto se encuentran con una puerta cerrada. Los terroristas y sus rehenes aguardan al otro lado.
Cuando la policía intenta abrir la puerta, uno de los rehenes — un portavoz designado por los terroristas — grita a los policías que no entren. Les dice que si lo hacen los terroristas empezaran a asesinarles.
Los dos yihadistas exigen entonces hablar con la policía por teléfono. El semanario francés L’Obs publicará en unos días que, entre las 11:27pm y las 12:18am, se registran cinco llamadas al número facilitado por los terroristas. De hecho, en una entrevista con el mismo semanario, el negociador de las BRI — al que se conoce solo como Pascal — confesará que le llevó muy poco tiempo convencerse de que los terroristas no tenía intención alguna de rendirse.
12:18 — La policía lanza la ofensiva final
Los oficiales abren la puerta y se meten en el pasillo donde se agolpan los rehenes y sus captores. Avanzan protegidos por un escudo rodante a prueba de balas al que se conoce como “Ramsès”. El escudo portátil puede soportar 300 kilos y detendrá 27 balas durante el transcurso de la emboscada.
El escudo Ramses empleado por la policía para entrar en el Bataclan.
La policía logra liberar a todos los rehenes ilesos y abatir a los dos yihadistas — ambos provistos de sus respectivos cinturones explosivos. Según ha contado el subdirector de las BRI, George Salinas, muchos miembros del público se escondieron en armarios y techos falsos. La policía tardaría una hora más en evacuar el edificio por completo.
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Dos de los tres terroristas que participaron en la matanza del Bataclan ya han sido identificados. Se trata de Ismaël Omar Mostefaï, un francés de 29 años nacido en el distrito de Essonne, al sur de París, y Samy Amimour, de 28 años y oriundo de Drancy, al norte de París. Los servicios de inteligencia franceses tenían constancia de que ambos habían viajado a Siria en los últimos años.
Según ha informado la emisora radiofónica francesa RTL, los investigadores también han identificado al tercer yihadista. Sin embargo, su nombre todavía no ha trascendido. 90 personas perdieron la vida durante el asalto. Muchos otros siguen gravemente heridos y están siendo tratados de sus lesiones.
El martes, el fiscal Molins informó de otro escalofriante hallazgo — el presunto cerebro de la operación, el yihadista belga Abdelhamid Abaaoud, acudió a la escena del crimen para presenciar la dantesca carnicería que había ingeniado.
Mientras la policía intentaba liberar a los rehenes, se detectó la presencia de un hombre sospechoso deambulando por los aledaños del Bataclan durante dos horas. De las 10:28pm a las 12:28. Era Abaaoud.
La sospecha de que el cerebro de los atentados acudió a la escena del crimen está basada en el hecho de que el móvil de Abaaoud fue localizado en la zona donde se encuentra el Bataclan. No demasiado lejos de los bares y las cafeterías devastados por los disparos y las deflagraciones de los cinturones explosivos. Se sospecha que Abaaoud es uno de los tres ocupantes del vehículo desde el que se abatió a más de un treintena de personas que disfrutaban de una cena o de una copa durante aquella misma noche.
De hecho, se sabe que durante la sangrienta noche orquestada por él mismo, Abaaoud tomó el metro en la estación de Montreuil (donde uno de los coches empleados para cometer los atentados fue abandonado) y se desplazó hasta el centro de París. Según Molins, Abaaoud se dedicó a deambular por las calles en las que se habían cometido los atentados, y a contemplar a la policía mientras esta desalojaba el Bataclan.
Abaaoud sería abatido mortalmente cinco días después de los atentados, durante una redada policial desplegada en un apartamento de Saint-Denis, una localidad de la periferia de París. Según ha contado el fiscal Molins, Abbaoud planeaba inmolarse en La Defénse, el enorme corazón financiero de París, el mismo día que fue liquidado.
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