Cuba: esta es la generación que no ‘conectó’ con el discurso revolucionario de Fidel


Los nueve días de duelo por la muerte de Fidel Castro aún no habían terminado, pero Daniel, un joven de negro, de brazos musculosos, vestido de short blanco y camisa sin mangas, contemplaba a la gente pasar desde el malecón de La Habana entre sorbos de ron con cocacola.

El sol se había metido hace un par de horas y Daniel estaba despreocupado y con ganas de rumba, lo que para muchos eran días de luto. En su mano derecha sostenía una botella de litro y medio, que a simple vista parecía sólo gaseosa. A él no le importaba mucho que el gobierno de la isla hubiera ordenado la suspensión de la venta de alcohol y el cierre de los bares.

“No me interesa la muerte de Fidel.. fue bueno por una parte, pero fue un cabrón por otra, cómo decirte, hay algo que es eso, que llaman socialismo ‘man’, ¿ves? que no funcionó, por lo que vemos”, dice Daniel.

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Fidel como hizo buenas cosas, hizo cosas muy malas

“Fidel como hizo buenas cosas, hizo cosas muy malas; yo tuve que irme del país porque era un buen deportista y entonces apenas he podido ahorrar, ya compré un carro entre comillas moderno, porque aquí no hay nada moderno ¿ves? Estamos estancados. Salgo afuera y veo, y digo: uno puede tener una mejor calidad de vida en otra parte”.

Él nos cuenta que salió a competir por primera vez hace ocho años y desde entonces ha estado en varios países donde entrena por temporadas, y participa en campeonatos. “Yo le he dado medallas a Cuba, muchas”, y explica que sus ganancias primero las administraba el estado, pero que ahora ha logrado tener un manager.

— ¿Y no estás de duelo?

—No me interesa el duelo, ¿para qué? Eso se debería llevar por dentro; los que quieran. Yo no.

Un letrero anuncia que no hay ron por los 9 días de luto de Fidel Castro. (Imagen por Victoria Helena/VICE News).

Daniel es parte de una generación en Cuba para la que el discurso de la Revolución y los ideales castristas no significan nada. Aunque creció oyendo la historia del líder revolucionario, fallecido el pasado 25 de noviembre, nunca entendió el tema del socialismo. “Lo que sé es que estamos atrasados”, dice.

A dos kilómetros de ahí, en La Habana Vieja sobre la calle Obispo, decenas de jóvenes se juntan en una cuadra mientras sostienen su celular, tableta o computador, es un área peatonal con señal de wifi, donde es posible ver la pequeña revolución digital que viven los jóvenes cubanos.

El sistema de acceso a internet público funciona gracias a la empresa del estado Etecsa, que por 2 pesos cubanos (alrededor de 6.500 pesos) vende una tarjeta para conectarse a Internet durante una hora.

“Yo vine a gastar 15 minutos y no entra, la red es mala, como ve… yo sólo gasto 15 o 10 minutos al día, aunque los espero todo el día”, dice Azucena, una mulata de no más de 20 años de edad que viste falda corta azul y blusa gris ajustada. Espera tener conexión a través de FaceTime con “un amigo especial” que vive en Miami. Su cara está perfilada con cejas bien pintadas, rímel pronunciado, chapas rosadas y boca roja. “¡Parece que ya entró!”, dice contenta y se coloca con prisa los audífonos para hablar con su interlocutor que la saluda kilómetros fuera de la isla.

El sistema de acceso a internet público lo ofrece la empresa del estado Etecsa. (Imagen por Victoria Helena/VICE News).

Para muchos jóvenes el cambio más importante en los últimos años en el país es la llegada del internet inalámbrico público —aunque tienen que pagar— en el verano del año pasado. Eso los conectó con sus familiares en otras partes del mundo, principalmente en Miami, pero también les dio acceso a conocer otras realidades y obtener información, aunque esto es relativo.

Muchas páginas de internet están bloqueadas, como el blog de la disidente cubana Yoani Sánchez 14yMedio que es imposible abrir desde el país. Al igual que otros proyectos digitales que han surgido de cubanos fuera de la isla, así como páginas de Estados Unidos.

En cuanto al uso de celulares también persiste la censura. ¿Cómo? Activistas han denunciado que la empresa Etecsa detecta ciertas palabras que se incluyen en mensajes SMS enviados al exterior o al interior del país e implementa bloqueos para que no lleguen a su destino.

Yoani Sánchez con su equipo de 14yMedio denunció en septiembre pasado —basado en ejercicios prácticos— que palabras como “dictadura”, “convivencia” y “derechos” son filtradas en un software de la empresa nacional, bloqueando automáticamente la ruta del mensaje.

Un grupo de chicos practica gimnasia en el malecón de La Habana. (Imagen por Victoria Helena/VICE News).

Anabel es una niña inquieta que aunque ríe mucho habla poco. Su cabello es rubio y su complexión gruesa sin llegar a tener sobrepeso. Camina por las calles de Matanzas esperando que la tarde le sonría conociendo a alguien. Acaba de terminar sus estudios preuniversitarios, y con sus 18 años dice estar decidida a no ir a la escuela más.

“En el colegio de siempre, de toda la vida, desde niña, los libros, todos hablan de la Revolución esa de la que no quiero saber nada… lo que yo sé es que su Revolución me hizo crecer sin un hermano y sin varios amigos que se escaparon del país para vivir una vida en serio”, cuenta.

‘Aquí no hay nada moderno ¿ves? estamos estancados’.

Está sentada en una banca del cerro Monserrat, una zona de recreación con dos tiendas que venden cerveza. La vista a la ciudad, también llamada ‘La Venecia’ cubana por sus numerosos puentes y canales, es privilegiada desde este punto.

Ella conoce bien la diferencia entre el mundo capitalista y el socialista, aunque no es capaz de explicarlo con palabras académicas o sofisticadas. “Yo he ido a Varadero, (a 20 minutos de Matanzas) he trabajado ahí… yo veo cómo es salir de vacaciones… yo quiero hacer eso, quiero viajar”.

Anabel vive con su madre; su padre hace tiempo que se fue del país. Pasa los días rondando con su amigo Roy, quien tiene los mismos sueños de huir algún día de Cuba. “Con dinero aquí todo se puede, viste, si logro juntar unos 3.000 dólares yo sé que logro conseguir quien me saque”, dice Roy.

Anabel evita hablar sobre dónde vive su padre y cuando se fue.

Un joven lava su auto en las calles de La Habana. (Imagen por Victoria Helena/VICE News).

“Me siento un bicho raro dentro de tanta muestra de dolor”, dijo en los días de duelo Ana, una joven escritora de 31 años entrevistada por 14yMedio. Ella fue una más de las que no asistió a los eventos en la Plaza de la Revolución. “Fui uno de los niños del Periodo Especial”, señaló al blog de Yoani Sánchez.

A ese periodo se le conoce así por el colapso económico que se vivió tras las consecuencias del bloqueo económico por la caída del bloque soviético.

Sonia, una bailarina de 30 años de La Habana, pero entrevistada en Santiago de Cuba a donde fue para una capacitación, coincide con esta visión. Sin mencionar el concepto de Periodo Especial, dice que su niñez fue muy difícil.

Está sentada en la Plaza Ferreiro, uno de los cinco puntos desde donde se puede tener acceso a Wifi en esa ciudad. “Lo que te puedo decir es que a ese señor lo veo como algo muy lejano, y lo que sé es que lo que he vivido es pobreza”, menciona sin dejar de ver su tablet, cortando así la entrevista.

Un pequeño bar de La Habana al que van jóvenes.Imagen por Victoria Helena/VICE News.

“Los jóvenes de ahora tienen otra cultura, con una información distinta y desean lo que los países que viven bajo el yugo imperialista quieren: dinero, moda, tecnología, computadores, cosas que no nos definen como país”, dice Alejandro, un taxista de Santiago de Cuba que se dice orgulloso de su gobierno. Él tiene casi 50 años de edad y creció con el discurso de la gloria por los cambios logrados tras la Revolución Cubana, lo que los millennials y los más jóvenes no vivieron.

‘Los jóvenes quieren dinero, moda, tecnología, computadores’.

Ya es sábado 3 de diciembre por la noche en Santiago y las calles que permanecieron cerradas por los actos del adiós a Fidel empiezan a abrirse. Los jóvenes preuniversitarios, ataviados con sus uniformes azul claro que fueron obligados por sus profesores a acudir al acto de homenaje caminan riendo, haciendo bromas, y abrazándose después de concluir en su misión y esperar al próximo: hacer otro acto de presencia en el panteón de la ciudad para la inhumación de los restos.

“¡Tómame una foto!”, grita a VICE News una jovencita que camina con una pancarta en las manos que dice “Yo soy Fidel”; y ella parece más emocionada por robar cámara que por la muerte del Comandante.

En la equina de una calle de la Habana. (Imagen por Victoria Helena/VICE News).

*Ninguno de los jóvenes que aparece en las fotografías que acompañan este texto corresponde con los entrevistados, quienes prefirieron omitir su verdadero nombre y no aparecer en imágenes.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.