Cultivar marihuana es muy malo para el medio ambiente

Casi todo lo bueno es malo para el medio ambiente.

Ver Netflix en exceso. Usar palillos chinos desechables. Lavar tu ropa después de haberte ensuciado de lo que comiste con tus palillos chinos mientras veías Netflix en exceso. Todo. 

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Ah, y también el porro que inició todo este desmadre.

Por supuesto, ya sabíamos de los impactos ambientales que tiene el cultivo de mariguana desde hace tiempo. Pero ahora que el gobierno liberal de Canadá finalmente decidió cumplir una de las promesas más grandes y legalizar la mariguana para Julio de 2018, también tendrá que empezar a ver como minimizar los impactos ambientales relacionados.

“La clave es dejar que los reguladores y el público vean esto como un cultivo agrícola”, le dijo a VICE en una entrevista Jake Brenner, profesor asociado de los estudios ambientales en la Universidad de Ithaca en Nueva York e investigador de los impactos ambientales de la agricultura del cannabis.

“La tratamos como a un medicamento, como una droga, pero no la tratamos como lo que es, un cultivo antiguo con un montón de consecuencias ambientales”.

Para empezar, las plantas de mariguana necesitan mucha agua. Un documento de trabajo de 2016 preparado para la Asamblea Legislativa de Oregón reportó que una sola planta de mariguana puede consumir casi 23 litros de agua por día, en comparación con los 13 litros de agua que utiliza una planta de vino. Ese hecho es importante en especial para las regiones y temporadas de sequía, que probablemente veremos más seguido en las próximas décadas del cambio climático.


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El lado positivo es que actualmente regular las operaciones ilegales podría ayudar a asegurar que los arroyos y los peces no estén en peligro por las extracciones excesivas de riego, un problema mayor en California.

Pero los problemas van mucho más allá del agua.

Empecemos por las operaciones artificiales en lugares cerrados, que son ideales para el cultivo de un año entero en muchas partes de Canadá debido a los inviernos glaciales del país. El cultivo de mariguana en lugares cerrados requiere una cantidad enorme de electricidad.

Tiene sentido cuando piensas en todo lo que se necesita: muchos focos de alta intensidad, ventilación, deshumidificadores, aires acondicionados. De hecho, un artículo periodístico de 2012 encontró que tres por ciento del uso de la electricidad de California se va en alimentar el cultivo de mariguana en lugares cerrados.

Si escalamos eso al contexto estadounidense da un total de uno por ciento del consumo total de electricidad del país, equivalente a 15 millones de toneladas de dióxido de carbono por año o a la producción de siete centrales eléctricas de tamaño considerable. Eso nos da tres libras de dióxido de carbono por cada porro, o 4.600 kilogramos de contaminación por cada kilo de mariguana.

“Una percepción equivocada que tiene la gente es que el cultivo de cannabis en un lugar cerrado significa que se pueden salir con la suya sin afectar el medio ambiente”, le dijo a VICE Jennifer Carah, ecologista de agua dulce en The Nature Conservancy en California. “Ese no es el caso”.


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Por supuesto, cada provincia canadiense tendrá una proporción diferente de contaminación, dependiendo de la respectiva “combinación energética”.

Por otro lado, la legalización de la marihuana significará que los cultivadores de hierba que antes estaban tratando de permanecer ocultos, usando electricidad fuera de la red como diésel o propano podrán conectarse a la red que está relativamente más limpia y reducir las emisiones.

Además, los invernaderos (que sólo necesitarían calefacción artificial durante las noches frías) se convertirán en una opción más viable, ya que los agricultores no necesitan ocultar físicamente sus productos.

En algunos lugares cálidos es más viable cultivar al aire libre por un periodo de tiempo más largo. Eso significa que los agricultores no necesitan usar electricidad para los focos, en lugar de eso dependerían del sol y eso elimina de manera eficaz el problema de las emisiones de gas de los invernaderos.

Desafortunadamente, el cultivo al aire libre trae consigo otro conjunto de problemas.

Al igual que con cualquier cultivo agrícola, un incremento en la demanda muchas veces puede llevar a una mayor tala de árboles y a la construcción de carreteras. Esto a su vez puede aumentar drásticamente la erosión, la destrucción del hábitat, la desviación de los ríos y la fragmentación de los bosques.

“Puede contaminar las tierras y las aguas en áreas donde se cultiva, también puede envenenar la fauna mediante el uso de pesticidas, herbicidas, fertilizantes y combustibles derivados del petróleo”, dijo Carah.

Con frecuencia los productos químicos se utilizan para matar a roedores que pueden dañar el cultivo. Por desgracia, estos rodenticidas pueden entrar en la cadena alimentaria y representar riesgos significativos para los depredadores.

La legalización y la regulación podrían ayudar a mitigar tales problemas. Pero los productores de mariguana muchas veces se oponen a que el uso de plaguicidas se restrinja debido a que las cosechas son notablemente más bajas.


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Es un buen ejemplo del argumento de Brenner de que regular la mariguana no es una solución milagrosa para minimizar la destrucción del medio ambiente: “Regular esto como si fuera un cultivo agrícola es un paso adelante en la dirección correcta”, dijo. “No sé si garantice que los impactos ambientales desaparecerán”.

Con el tiempo, también habrá la posibilidad de que los agricultores de Canadá aprovechen los programas de eficiencia energética llevados a cabo por el gobierno y que inviertan en tecnologías de ahorro de energía tales como luces LED para cultivo, así como un montón de investigación y desarrollo para reducir costos. Esto también podría incluir la aplicación adecuada de los códigos de construcción y el etiquetado de los productos. El artículo de la revista de 2012 estimaba que el consumo de energía podría reducirse al menos en un 75 por ciento mediante la aplicación de “mejoras de eficiencia rentables y comercialmente disponibles”.

Pero hay que ser realistas.

Fumar marihuana tiene algunas desventajas ambientales. Pero hay muchos otros comportamientos personales mucho más graves desde el punto de vista ambiental y climático, como manejar vehículos grandes de combustión interna, como camiones, o viajes aéreos, o el consumo de grandes cantidades de carne cultivada en fábrica.

Legalizar la mota no será un proceso fácil. Pero si se hace bien, las posibilidades son que puede ayudar a mitigar algunos de los peores derivados del cultivo ilegal de la hierba, especialmente si los políticos están dispuestos a reconocer que la marihuana está aquí para quedarse.

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