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Por qué este filósofo español se ha convertido en un meme

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“¿Cuál es vuestro vídeo favorito de la Fundación Gustavo Bueno?” Lo preguntaba hace unos meses en Twitter Marcelo Criminal, el músico que le compone temas a Solán de Cabras, el autor de “Perdona (ahora sí que sí)“. Y justo después de responderle con el mío me acuerdo de este tuit y de este otro y de que desde hace tiempo vengo viendo memes como este en los que Bueno es el protagonista.

¿Se ha convertido Gustavo Bueno en un meme? “Lleva tiempo siéndolo”, me responde Marcelo. “De hecho yo lo conocí por eso. Luego descubrí los vídeos de su Fundación y me los pongo cuando tengo insomnio porque me relajan. Me atrae como filósofo, aunque a él no le gustaría nada, como sofista y creador de argumentos para lo que le interesa. Es un señor aparentemente adorable pero muy enfadado y con convicciones clarísimas que consigue enganchar. Sin embargo, en tiempos en los que Vox bebe en tantas cosas de su pensamiento, me da un poco de miedo su asimilación popular y superficial”.

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LA MEMETIZACIÓN DE GUSTAVO BUENO

De hecho Gustavo Bueno fue, posiblemente, la primera persona en España hablar de memes, o al menos en hacerlo en televisión. Lo hizo en un programa con Sánchez Dragó. Pero, ¿cómo y por qué uno él mismo ha acabado memetizándose y convirtiéndose en referencia, Twitter e ironía mediante, para los que aún eran demasiado niños cuando Bueno discutía en el plató de Gran Hermano?

Ernesto Castro lo achaca a distintas causas, entre ellas ese espíritu de troll mencionado por Marcelo, ese “ser un señor aparentemente adorable pero muy enfadado”. “Gustavo Bueno es uno de los pocos filósofos españoles que tiene un montón de obra para el formato YouTube y eso es lo que le hace más asequible para los jóvenes”, comenta.

“Además, su doctrina es tan omnicomprensiva y ofrece un punto de vista que al mismo tiempo es crítico con el presente pero ofrece respuestas para todo que de alguna forma casa muy bien con el tipo de mentalidad de un cierto perfil de, si no estudiante de filosofía, sí de personaje interesado en cuestiones humanísticas en sentido amplio que tiene una visión crítica del presente y que no obstante busca el dogmatismo del megatroll. Yo creo que en realidad Gustavo Bueno gusta inicialmente por su actitud mediática, igual que gustaba Antonio García-Trevijano por la misma razón: por cómo se presentaban en la televisión, por la forma en que interpelaban a sus interlocutores, la beligerancia con la que discutían. Más que el contenido, es una cuestión del tono y de lo omniabarcante del sistema”.

Pedro Insua, uno de los discípulos más notorios de Bueno afirma que “no le sorprende mucho” que haya chavales acercándose al padre de la Escuela de Oviedo gracias en buena medida a Twitter y a los memes. “Yo conocí la obra de Bueno con 18 años y enseguida me interesó, y conmigo muchos estudiantes compañeros de promoción. Es una obra que compromete mucho al lector, exigiendo un posicionamiento constante sobre cuestiones de actualidad. Digamos que, por decirlo con Kant, hay en ella una primacía de la razón práctica, sobre todo política, que no deja indiferente. La filosofía desarrollada por Bueno es, por razones dialécticas, necesariamente polémica y, en buena medida, destructiva de cualquier opinión (nada vale, decía Bueno, si no lleva un fundamento al lado).

Este carácter controvertido, el “pensar contra alguien”, es muy vigoroso y jovial, por decirlo de algún modo, porque exige estar siempre alerta, engranando con los problemas del presente, y eso supongo que tiene más gancho que una filosofía que viva mirando a la eternidad. La lectura de Bueno enseguida te pone al día del estado de la cuestión (la que sea), con una riqueza de referencias realmente apabullante, evitando mucha hojarasca retórica de la que adolecen otros autores. Esa parresía, esa franqueza y honestidad expositiva, es muy de agradecer, sobre todo, para una persona joven que, enseguida, quiere estar en situación”, concluye.

Juan Carlos Buzón, también filósofo, piensa sin embargo que la figura de Bueno no es tan conocida entre el público general. Ni siquiera entre la chavalería tuitera. “La gente joven, así en general, no sabe quién es Gustavo Bueno”, explica.

“Pero sí que existe un relativo y nutrido grupo de jóvenes, tanto en España como en Hispanoamérica, que interesados por la filosofía, la historia, la geopolítica e incluso la astrofísica, leen sus obras, disfrutan con sus conferencias en YouTube y diseñan memes, se hacen camisetas o incluso graban rap inspirado en la figura del viejo profesor. Todo esto no es casualidad, sino el fruto de la actitud que caracterizó a Bueno, siempre dispuesto a participar en tertulias televisivas, a mezclarse con la gente, a hablar en román paladino; una actitud que contrasta con la del resto de filósofos, que siempre han tendido a refugiarse en sus libros y engolar la voz, mientras miraban al vulgo con perplejidad”, termina.

Además de filósofo, Juan Carlos es el creador de Videojuegos Fermín, plataforma desde que ha lanzado Symploké: La Leyenda de Gustavo Bueno, un videojuego cuyos capítulos 1 y 2 se encuentran disponibles en la plataforma Steam. “Tenía ya cierta experiencia en programación y desarrollo de videojuegos y me dije: ¿por qué no lanzar una aplicación didáctica de filosofía para estudiantes de secundaria? El proyecto echó a andar, pero pronto acabó tomando un cariz más juerguista y personal, desentendiéndome a la postre de cualquier motivación pedagógica. Quería que Gustavo Bueno, al que muchos consideramos El Filósofo por antonomasia, fuera el primer filósofo de la historia cuya vida y obra fuera homenajeada en un videojuego”, explica.

Aparte de tener un videojuego propio, Bueno también es uno de los protagonistas de las Camisetas Filosóficas de Iocandi Causa y ha inspirado el lema de la marca: “Vestir es vestir contra alguien”. “La idea surgió espontáneamente en Twitter, después de ver la camiseta que un usuario había mandado a imprimir en una web de camisetas personalizadas”, comenta Carlos, filósofo y fundador de la marca.

“Incluí a Gustavo Bueno porque quería montar un proyecto que pudiera resultar interesante a un cierto nicho muy concreto de jóvenes cercanos al materialismo filosófico, y que me permitiera hacer diseños que, en primer lugar, me gustaran a mí. En cualquier caso, las ideas del filósofo riojano, que considero de una potencia filosófica casi sin parangón, están ahí porque soy un ávido lector del materialismo filosófico”.

VIRAL ANTES DE INTERNET

Pero mucho antes de convertirse en viral en las redes, de protagonizar videojuegos y series de camisetas, Bueno trabajó su condición de filósofo popular, de personaje público e intelectual más allá de la Academia en los platós televisivos. “Dragó siempre decía, y de esto sabe un rato, que Bueno era un animal televisivo. Supongo que la clave de ello residiría en ese contraste que había en la persona de Bueno entre cierto aspecto de abuelo entrañable combinado con la hybris desatada en los momentos en los que, en la controversia, se requería agitar a su oponente para despertarlo del “sueño dogmático”. Eso acompañado de una solidez en la argumentación extraordinaria, teniendo en cuenta que detrás de él había —y hay— elaborado todo un sistema filosófico, que le permitía desbaratar con cierta facilidad las opiniones, más o menos espontáneas, de sus oponentes en la discusión”, apunta Pedro Insua.

Ernesto Castro por su parte explica que “dentro del materialismo filosófico se distinguen varias oleadas de personas que se han ido incorporando al sistema o han ido contribuyendo como discípulos de Gustavo Bueno y la más voluminosa es la que coincide con su momento más mediático, con el momento en el que alcanza una influencia más allá de Asturias. Hasta entonces siempre que se hablaba de Gustavo Bueno se hablaba de la Escuela de Oviedo y a partir de los años 90, cuando empieza a ir más a la televisión, de la mano de Alberto Cardín y de Manuel Delgado, su figura se mediatiza mucho más. Empieza ir a Tribuna Popular, luego salta a los debates en Antena 3…”.

“En un primer momento lo llevan en calidad de ateo beligerante y poco a poco van dándose cuenta de que puede hablar de cualquier cosa, de que siempre lo hace con la misma beligerancia y de que siempre sube los niveles de audiencia porque no tiene reparo, por ejemplo, en hablar sobre la fama y en criticar a los famosos por hablar de la fama sin tener una teoría o una filosofía sobre ella. Es entonces, justo de esos años de donde vienen parte de los discípulos que hicieron con él el tránsito del comunismo soviético a la defensa de la nación española. Gente como Pedro Insua o Iván Vélez, los principales discípulos de Bueno son todos de esa generación. Y por un lado están ellos, está la generación que conoce a Bueno a través e la televisión, de la revista El Catoblepas u otras publicaciones del mismo perfil y luego hay otra, la inmediatamente más joven, la mía por así decirlo, que conoce a Gustavo Bueno a través de internet y que ya no colabora con revistas sino que más bien tiene una relación con él y su pensamiento a través de las redes sociales, el uso de los memes y en mi caso por ejemplo también a través de los vídeos de YouTube”.

Carlos, de Iocandi Causa comenta que “es posible que no haya sido su mera presencia en los platós, un teatro relativamente inusual para un filósofo, sino su papel de basilisco en ellos lo que hizo que Bueno adquiriera tanta fama”. Y continúa: “esta impronta aparentemente hosca complace a los propios, que ven con lógica naturalidad la exasperación del maestro, y espanta a los ajenos, que observan a un anciano acalorado e intolerante. Su actitud responde, más allá de cuestiones de carácter, a la concepción de Bachelard sobre el pensamiento como un ‘pensar contra alguien’, asumida plenamente por Bueno”.

https://www.youtube.com/watch?v=OWQNaYf3Vmc

BUENO, VOX Y VICEVERSA

“Gustavo Bueno es sin duda alguna una de mis influencias en la afirmación de España como nación. No sólo el planteamiento con el que se acerca al país, sino también la propia retórica contundente que utiliza para su defensa”. Lo dice Santiago Abascal en un reportaje de El Español en el que el diario digital analizaba la relación entre el pensamiento de Bueno y la formación de extrema derecha. Ambos coinciden, en efecto, en la férrea defensa de la unidad de España como Estado y Nación. Y este hecho, unido a la beligerancia que, como su maestro, siguen teniendo discípulos como Insua o Vélez u otras figuras cercanas a su pensamiento como Santiago Armesilla y a la supuesta contradicción existente entre el marxismo y la defensa de la unidad de España quizá hayan hecho de Bueno una figura aún más memetizable y atrayente.

“Algo de esto hay, por supuesto. El hecho de que se nos vea formando parte de la sociología ‘progre’, por decirlo de algún modo, en la que en efecto estamos muchos de nosotros, no encaja para muchos con la defensa cerrada de la soberanía nacional española. Esto produce algo de desconcierto en unos y en otros (a mi me han llamada facha, por un lado, y estalinista, por otro), no sabiendo muy bien a qué atenerse y es que, ocurre, que mucha de esta gente se desconcierta porque parte de una visión frívola, reduccionista (sociológica o psicológica), de la política”, comenta Insua.

“Pero el problema está en esa visión infantiloide, maniquea, que no atiende a argumentos, sino que los encapsula a partir de una serie de clichés o estereotipos sociológicos o psicológicos. A mí me pasó, creo, en el programa de Julia en la Onda, al que acudí como tertuliano durante un año. No terminaban de pillar lo que decía, para empezar la propia Julia Otero, pero también algunos compañeros de tertulia y muchos oyentes, pensando en que yo lo que terminaba diciendo eran completos disparates, o cosas directamente ininteligibles, porque determinadas combinaciones de ideas no les cabían en la cabeza”, concluye.

“Bueno es el único filósofo fuerte que realmente tiene la derecha, es quien ha dotado a la derecha y a la extrema derecha de un pensamiento coherente y sistemático recuperando la vieja vinculación de la España con el catolicismo o el proyecto imperial a pesar de que Iván Vélez e Insua sostienen que ellos son la ‘izquierda definida’, es decir, la izquierda que se define en relación al Estado”, dice Ernesto Castro.

“Forma parte de esa generación de izquierdistas que se han convertido en emblemas de la derecha o la extrema derecha como Antonio Escohotado, Albiac o el propio García-Trevijano, que terminó sus días defendiendo la unidad de España contra los soberanistas y la aplicación no ya del 155 sino de otro artículo aun más duro contra los independentistas catalanes. Gustavo Bueno forma parte evidentemente de esa cosmovisión que está detrás del voto muy juvenil a VOX o a partidos muy nacionalistas”, comenta.


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“En la era de Internet”, argumenta Castro, “un filósofo no puede ser realmente popular si no tiene esa vehemencia, esa coherencia muchas veces del loco, del kamizaze”, comenta Ernesto Castro. “Gustavo Bueno era un hombre con un gran sistema filosófico pero muy imprudente en sus declaraciones políticas. Declaraciones del tipo ‘yo mataría a un etarra con mis propias manos’ o ‘hay que meter los tanques por el Paral·lel’. Este tipo de declaraciones pueden inflamar a la chavalada, que tiende al radicalismo. Tradicionalmente al de izquierdas pero en los últimos años, en lo que va de siglo XXI, quizá también por un ideario heredero del falangismo”.

Sea como sea, esa coherencia de kamikaze, esa doctrina omnicomprensiva, esa beligerancia con la que “pensaba contra los demás”, una ausencia de prejuicios que le llevaba a platós tan variopintos como el de Rifi Rafe o Gran Hermano y frases para el recuerdo como “A mí esta señora analfabeta no me habla” unida a la gran cantidad de material presente en internet han llevado a Gustavo Bueno a convertirse en el pensador español favorito de Twitter. Cuando le pregunto a Insua, uno de sus discípulos, qué cree que pensaría el filósofo de su memetización responde: “supongo que le harían gracia, sin más”.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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