Después de convertirse en la única persona en ganar tres Premios Óscar a Mejor Actor, protagonista de la que el New York Times consideró la mejor película del siglo XXI, e investido como caballero por sus servicios al mundo de la actuación, Daniel Day-Lewis va a dejar de actuar, según informó Variety.
“Daniel Day-Lewis no trabajará más como actor”, le dijo a Variety su vocera, Leslee Dart. “Él está inmensamente agradecido con todos sus colaboradores y su audiencia de todos estos años. Esta es una decisión privada y ni él ni sus representantes van a hacer ningún otro comentario sobre el tema”.
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Si el “mejor actor del mundo” mantiene su palabra, su última aparición en la gran pantalla será en Phantom Thread, una película de Paul Thomas Anderson sobre el mundo de la moda en la Londres de los cincuenta. Según IMDb, Day-Lewis protagonizará el film —que se estrenará en diciembre— como un diseñador al que llaman para confeccionar la ropa de la alta sociedad británica y la familia real.
El actor se ha ganado una importante reputación por llevar a sus personajes hasta sus máximos extremos. Durante el rodaje de Petróleo sangriento, la épica película de Anderson sobre un maniático capo del petróleo, el actor vivió en una carpa en un desolado campo petrolero de Texas. Para Mi pie izquierdo, se confinó en una silla de ruedas para representar a un artista con parálisis cerebral. Caminaba, hablaba y se veía como Abraham Lincoln aunque las cámaras estuvieran apagadas en Lincoln, de Steven Spielberg. Así que es posible que este anuncio de retiro solo sea una más de esas preparaciones para un papel.
Day-Lewis, de 60 años, también ha sido reconocido por dejar largas temporadas entre papel y papel. Según dicen, vivió como ermitaño y trabajó como zapatero antes de que Martin Scorsese lo convenciera de actuar como Bill the Butcher en Pandillas de Nueva York, que también le valió un guiño de los Premios de la Academia. Si tenemos suerte, años después de que se estrene Phantom Thread, algún director monolítico se acercará a Day-Lewis con un guion tan bueno, un papel tan exigente, que el actor no podrá decir que no.