Rastrear las canciones que enmarcaron la impronta del México de 1968 es dar cuenta de un rock por demás atrasado, por un lado, con una pila de artistas y discos que en su mayoría replicaban los hits de Estados Unidos e Inglaterra, países que ya estaban en plena complejidad y densidad estilística. Pero por el otro, la explotación de la imagen idealizada del mexicano de pueblito, ese que era bien rancherote, dicharachero y con zarape, aún era un férreo protagonista de la incipiente industria musical de la época.
Resulta toda una labor encontrar canciones emblemáticas de la generación, aquellas que se encuentren a la altura de una memoria fiel del México de aquel entonces. Sin embargo, en 1968, año cumbre para entender los movimientos sociales que cambiaron las dinámicas a nivel mundial, año de las Olimpiadas y del fatídico 2 de octubre, se escucharon una suerte de discos y artistas que de alguna manera u otra nos dan una idea somera del lado del cual mascaría la iguana mexicana, y que para bien o para mal sentaron precedentes que terminaron por volverse referentes ineludibles.
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Algunos soterrados, otros prácticamente en el olvido, estos artistas y canciones son un vistazo subjetivo para remontarnos a ese México del 68 que, con una psicodelia con huaraches e impostada sofisticación, son abrazados a medio siglo de distancia con este pasón rico en nutrientes y multicolor.
Uno de los pocos textos completos al respecto, aunque difícil de entrarle por la prosa desparpajada y libre de su autor, el afamado Guaraches de ante azul de Federico Arana, otrora líder del grupo Naftalina, relata sobre esa época que comprende el final de los sesenta y del sueño hippie en México: “A finales del año 67 hubo una noticia que anticipaba el panorama inmediato ‘El beatismo está pasando de Moda en México y ahora todos los jóvenes quieren ser hippies’. (…). Pero quizá la gota que derramó el vaso azteca fue un reportaje donde podía uno enterarse de que Alicia Reséndiz, queretana de 18 abriles, era la primera jipi de México. Se decía partidaria del amor libre y de la paz, pintaba, calzaba huaraches y cubría sus carnes con un breve vestido de apariencia rústica”.
Este medio centenar de canciones editadas y escuchadas en México durante 1967, 1968 y 1969 son ese soundtrack de risa y sorna con el que nos forjamos patria, le ponemos epazote y lo enmarcamos con un cuadro secante al ácido. Con el que recordamos a los que ya no están y que no pretenden otra cosa más que despertar la memoria colectiva de un país habituado a la indiferencia y la desmemoria. Que quede, que suene… y que role.
Antes de comenzar, na más la siguiente aclaración. Algunos apartados en la lista tienen uno, dos o hasta tres asteriscos al lado, junto al nombre del tema. Significan lo siguiente:
* Editadas en 1967
** Editadas en 1966
*** Editadas en 1969
Si no trae nada, pues se editó en el 68 ¿verdad? También puedes escucharlas de un tirón acá.
1. Angélica María – “5 de chocolate y uno de fresa”
México aún estaba verde de su rebeldía juvenil clasemediera y la espesura se nos daba a cuentagotas. 5 de chocolate y una de fresa fue una película emblemática de 1967, en donde una jovensísima y bella Angélica María, la novia de México, encarna una aparente chava fresa que resulta más hard core que los pelmazos que la quieren apantallar.
Dirigida por el cineasta Carlos Velo, el soundtrack de 1968 captura un romanticismo triste y cuasipsicodélico, enaltecido de su nivel lírico por la manopla de un jovensísimo José Agustín, amo y gurú generacional contracultural, quien tuvo un breve noviazgo con la María, quien compone buena parte de las canciones de esta cotorrísima película.
“Si pudiera sentir la luz que habla por ti, tal vez los filos del sol podrían llenar tu canción. No hay paredes sin fin, ni hay un mundo de sal, tú irás cambiando tu ser, limando tu ser…”. Para la época estaba muy cabrón y tenía un trasfondo mucho más complejo que la mayoría de las canciones que se confeccionaban en la época.
2. Apocalipsis – “Incense and Peppermints”
Oricinal de la banda angelina Strawberry Alarm Clock, Apocalipsis se aventaba un disco con organitos y panderos muy a la The Doors, con un inglés ahí con trabajos, pero presto y dispuesto pa mover la cadera y ver la maldita realidad bajo un filtro Technicolor más amable, digamos.
3. Dámaso Pérez Prado – “Concierto para Bongó”*
El cubano mexicanizado más querido del país era a todas luces una oda a la psicodelia involuntaria. El célebre “Caraefoca” lanza en 1967 el disco con el mismo nombre de esta canción, que era el último track de largo aliento de la obra, un tour de force por la herencia africana arrebatada y que deja flojito hasta al más tieso. Sendo rolón.
4. Los Locos del Ritmo – “Hey Joe”
Los Locos es sin lugar a dudas una de las agrupaciones pioneras más destacadas de la época, cañeros y bien ejecutados, que destacaban por ser realmente jóvenes y hacerle honor a su nombre. Este cover a Hendrix es bajo en calorías, pero amarra chido en plan sativo de bajo calado. Pero bueno, como dice la rola “todo es un malentendido”.
5. El Tarro de Mostaza – “Obertura / Brillo de luz”
Son poquísimos los grupos y discos realmente originales y fieles al espíritu de la época. El sorprendente disco oriundo de Poza Rica, Veracruz, impresionó a más de uno por haber conseguido un contrato discográfico con el mismo sello al que perteneciá The Beatles, y por poseer una panoplia de rolas realmente pachecas, diversas y lo mejor: en español. La manera en la que abre su disco debut es sumamente brutal y quizás merezca más atención que el que ha recibido por parte de un breve séquito de entusiastas coleccionistas duchos. Todo un viaje con tunas y ajo frito.
6. Los Hitters – “Delincuente”
Oriundos de la avanzada Tijuana, Los Hitters (qué nombre), Los Hitters era una de esas bandas que soltaba breves patadas al orden impuesto y el castrante conservadurismo imperante de la época con éxitos comerciales y rocanroleros, covers estadounidenses en su mayoría. Aunque sea en título, tibio y muy “por encimita” en su letra, esta canción habla un poquito de cómo era visto el joven rebeldón gordonio del momento.
7. Los Papos – “Las cosas que dijimos”
Si uno se pone especial en quitarle las varas y los cocos a la copiona música psicodelia mexicana, Guadalajara suele aparecer como un componente escueto pero más macizo que la de muchos de sus contemporáneos. Anteriormente llamados Grupo Náhuatl (no confundir con los avandaros setenteros), Los Papos se aventaron un disco cabrón para sus aires, Nací Libre de 1968, que en su portada lucía una sugerente chica flower power, muy de la época.
8. Los Hooligans – “Judy con disfraz”
Ricardo Roel y compañía sobrevivieron al ladrillazo del 68 que terminó con muchas de las bandas de la época, en buena medida por sus guitarras lúdicas y cotorronas. De psicodelia poco, pero con una cosquilla presta pal desmadre y los artes lúdicos de limpia y poncha.
9. Juan García Esquivel – “Speak low”
Reconocido como el gran compositor mexicano que siempre fue, y escasamente reconocido en su tierra, Juan García Esquivel estaba años luz de distancia creativa de sus contemporáneos globales. Sofisticado, divertido y polifónico, la música de Esquivel siempre es un viaje multicolor, en donde muchas cosas están pasando, a punta de timbres, orquestaciones deliciosas y vientos potentes. Un genio sin más. Habla bajito maestro, que el patrón nos está deleitando.
10. Javier Bátiz – “Try it on me”
El brujo mayor, cansador profesional, maestro de Santana y del Alex Lora. Dicen. Jabier Bátiz es uno de los referentes guitarreros y bluseros más completos de nuestro país. Con esa greña y esos rifss, bien amerita un leño de este pre. Rock cañero, cochino y negro pasado por cuero fronterizo y greña alborotada.
11. Los Ovnis – “Grito al vacío”
Rescatados del olvido en recientes fechas, Los Ovnis son un buen referente de la onda 100% psicodélica de la época, garageros y duros para sus tiempos. Unos genios que sirven de antecedente para entrarle a las artes más oscuras de La Máquina del Sonido y el Three Souls in my Mind del Lora más pandillero. Viaje sónico-lúdico sin escalas y obligatorio a Huatla de Jiménez.
12. Los Johnny Jets – “Estamos en algo”
Difícil comprarles como viaje psicodélico todo el rock que hacían Óscar Álvarez, Isaías Landeros, Pablo Reyna, Raúl Galván y Mauro Monreal, pero que en rolas como esta uno no puede evitar bailar como ruso de Tamaulipas (cualquier cosa que eso signifique). Además, pese a su machirulismo vedado, esta rola sugiera que alguien, incluso uno, “está en algo”. Vaya usted a saber en qué andaban.
13. Chilo Morán – “Mezcal”
En el 68, el gran trompetista sinaloense de jazz Chilo Morán se saca un disco de la manga que nos vende psicodelia en las trompetas de su título y portada, pero cuando uno pone play, pus…como que nos queda a deber. Pero igual está rico, y si uno se pone los lentes adecuados aprende a ver, sí, con calzador medio boogie o Dixieland, pero que bajo el tamiz amezcalado del título se deja querer con todas las de la ley.
14. La Fresa Ácida- “Nacido en Bayou”*
A esta fresa “Creedence” instrumental del 69 mexicano como que le sobra dulce y le falta ácido. Pero igual está cotorro saber que allá a lo lejos, en el monte anopalado, hay un Bayou moreno al que todos subimos para contemplar lo lejos que está el malviaje.
15. Los Xochimilcas – “Nocturno de Harlem”*
Los Xochimilcas juegan un papel medio extraño en la música popular mexicana, entre abuelitos de Botellita de Jeréz y Café Tacuba, y payasitos del sistema. Sin embargo, su versatilidad y ejecución ducha los hace un referente ineludible del rock de la época, muy a pesar de varios. Este estándar de jazz medio borrachito, con acordeón incluido está suave, como para volver a prender.
16. Los Dugs Dugs – “Sueños de California”**
Escuchar el México musical del 68 es remontarnos también al rock que se gestaba un par de años antes. Y los de Durango sabían portarse rudos arriba del escenario, sin embargo, sus primeros trabajos cumplían con la norma: covers que echaban mano de un sueño ajeno. ¿A qué sonaba la California mexicana? Más o menos así.
17. Los Johhny Jets – “Felipe el hippie”***
Pese a su letra deliberadamente chistina, esta canción era un “algo” tras el 68, prueba del ridículo hippie mexicano. De las primeras rolas que critican y disfrutan a esa juventud marihuana de finales de los sesenta.
18. La Fachada de Piedra – “Sad shoes”
Otra banda olvidada de Guadalajara, con un rock caliente y de cuadrito obligado. En inglés, pero harto cadencioso. Ira nomás.
19. Los Hitters – “Hierba verde”
Otra de Los Hitters (sí, casi todas las bandas de rock se han llamado Los algo), que si bien está medio tontorrona e inocente, sugiere y sugiere. Pus total, si uno sabe sentir el amor, sabe ver diferente.
20. Marimba Perla del Soconusco – “La Zandunga”*
Folclor mexicano. La marimba es un instrumento que remite a ese sur costero o selvático del país: sabroso, tranquilo y sin problemas aparentes. Una máscara tal vez, un paraíso artificial, ponle, pero que de alguna manera no deja de ser preferible al paraíso fiscal, gubernamental o de miseria idealizada que ha pesado sobre el país por décadas. México en la piel.
21. Los Locos del Ritmo – “No quieres despertar”*
Otro cover de Los Locos, muy de la época. Un viaje que habla sobre luz y oscuridad, ying y yang, un mejor aferrarse al sueño que a la terrible realidad. ¿O qué? ¿tú sí quieres despertar?
22. La Máquina del Sonido – “In-a Gadda da Vida”***
Hay que decirlo de una buena vez: Iron Butterfly nunca ha sido la grandísima banda de la psicodelia que muchos idealizan; su hit emblemático sí es un himno a la espesura de altos vuelos lisérgicos, pero hasta ahí. ¿Hasta ahí? Esta versión mexicanizada con ínfulas rasposas más tiradas hacia Arthur Brown que al conjunto de San Diego, California es un hueso duro de roer. Ahora, cerremos los ojos e imaginemos ese rebote a bordo de un camión alejado de las cero emisiones… ¿Ah verdad, wey?
23. Los Pulpos – “Compasión por el diablo”***
Uno de los covers más chidos-feos de los Stones, un diablo bien acá, con lana y poder, con el que dan ganas de encuerarse y entregarse con soltura a los placeres dionisíacos. ¿Apoco nel, maestro?
24. Los Nakos – “Hippie”***
Una de las conciencias más politizadas del listado. Mailo y Los Nakos son un heredero directo del movimiento social del 68, una respuesta inmediata y de protesta que ha estado muy de cerca de los gritos de protesta en diferentes momentos críticos del país.
25. Kaleidoscope – “Let me try”
El título del disco psicodélico “mexicano” más codiciado de los coleccionistas del mundo, y recientemente sampleado por Beyonce y Kendrick Lamar, lo ostenta una banda que aterrizó en México, pero que sus integrantes formaban un crisol sonoro multiregión: Kaleidoscope fue una banda espesota, formada en República Dominicana pero afincada en Puerto Rico, con integrantes de Dominicana, España y Puerto Rico. Con un tiraje escaso de 200 copias y editado en México, este disco es piedra de toque para subir de nivel el rock mexicano de la época.
26. Esquivel – “Guanacoa”
Otra del maestro Esquivel. Bien rica, elástica y bella. Saquen los martinis y mezclenlos en toques de tres.
27. Eulalio ‘Lalo’ González El Piporro – “Ojos de Pancha”
El imaginario del zapateador más cotorro del norte mexicano conlleva una agilidad mental inusual para sus tiempos, con unos arrestos involuntariamente colgados de la brocha y prestos para el rock and roll ranchero. ¡Ámonos!
28. Apocalipsis – “Don’t let the sun catch you crying”
Otra espesura agringada de los Apocalipsis. Una que merece el recueste y el encendido sentimentaloide de cara al sol, tumbados, esperando a que algo importante suceda. Para llorar de amor. ¡Ay!
29. Los Rockin Devils – “Cadena de tontos”
Frankie y la voz ocasional de Blanquita Estrada encarnaban uno de los grupos más soft pero a su vez más deliciosos y sofisticados del incipiente imaginario roquero mexicano. Una de esas piezas que andan muy en la frecuencia Hipshakers del momento. Rola sobreviviente. Tontez tornasolada.
30. Los Yaki – “La Gloria eres tú”
Directamente de Matamoros, Tamaulipas llega el romanticismo aroquerado de Los Yaki, una de esas bandas que bien pueden leerse como pioneros de la balada romántica vernácula o como roqueros pasteurizados de la época. Digamos que este material viene rebajado pero aún así, amarra.
31. Los Fugitivos – “Ayúdame”***
En los sesenta, asumirse como delincuente, rebelde o fugitivo, aunque sea en plan inocente y bromil era ya un tipo de protesta. Al final, toda esa angustia juvenil de la época era un grito de ayuda. Copiado, edulcorado, pero un grito de protesta a fin de cuentas. Guadalajara está en la casa buscando en el amor la mano amiga de un hermano.
32. La libre expresión – “Tiempo de olvidar”***
Tras lo sucedido en el 68 te llamas La Libre Expresión, bien. Covereas gacho a The Zombies, mal. Le pones a tu versión Tiempo de Olvidar, doblemente mal. Qué mal viajes. Esto es sólo un capricho.
33. Óscar Chávez – “Fuera del mundo”
Peliculón ese el de Los Caifanes, dirigida por Juan Ibáñez, quien fuera guionista también junto con Carlos Fuentes. Todos los personajes del filme son entrañables, paradigmáticos de los verdaderos rebels mexicanos de tez morena. Y las rolas de Óscar Chávez son un deleite por donde se le mire. Fuera del mundo es un vals contemporáneo de amor triste, imposible. 1967 cobrando sentido en el 68 y más allá.
33. Los Ovnis – “Mi protesta”
Garage mexicano duro y psicodélico. Otra de Los Ovnis para entrar en la sintonía que merece el material traído de Acapulco Dorado por los camaradas. ¿Qué?
34. Tempo 6 – “Cada vez más pálida”
Cada vez más pálida la tienes. Con un nombre de grupo y un cover así, pues cómo no.
35. Johnny y los Leos – “Dinero”
Una de esas primeras rolas aspiracionales con el capitalismo. Sueños de opio, una suerte inocente del viaje materialista que luego replicarían muchos roqueros mexicanos, desde la lana que se paga un domingo en la carretera de cuota de El Tri, hasta el cero varo de los infames Poncho Kingz. Tener lana: qué buen viaje, qué mal viaje.
36. Frankie y los Matadores – “Baila esta samba”
Cuando aterrizas del avión te das cuenta con tristeza que ni Frankie es matador, ni que su rockcito es samba. Caray.
37. Kaleidoscope – “Colours”
De verdad que el caso de Kaleidoscope sorprende para los estándares de la época. Todo vertiginoso, riffsoso y a colores, cómo no.
38. Los Oxfords – “No me ayudes”
No me ayudes con el nombre triste de la banda, dijera el hater de Los Oxford’s. No me ayudes a repetir la misma canción de desamor de la época. Ni modo, no todos los viajes son chidos.
39. Los Thunder Kings – “Solo una razón”
Si uno pone atención a la rola de Los Thunder Kings quizás pueda encontrar esa candidez que se puede respira en buena parte del ska noventero mexicano, de esa idealización amorosa repetida ad náuseam y que sin embargo carecía de otra ambición más que el sabroseo.
40. Toño Quirazco – “Cuando me enamoro”
Y si de pioneros del ska mexicano hablamos, Toño Quirazco es la autoridad. Aunque en este tema se encuentra más cercano al órgano melódico de Juan Torres, a La Sonora Santanera o a los riffs hawaianos de Santo y Johnny, que a los albores de La Tremenda Corte o Panteón Rococó (¿por fortuna?).
41. Los Chijuas – “The sun is going black”
Youtube aún no nos acerca a buena parte de las bandas más soterradas y ninguneadas del 68 más cañero de guitarras. Una de las más notables y difíciles de cuadrar en el rock mexicano, sin duda es la obra completa de este grupo oriundo de Chihuahua, quienes en este tema vuelven a meterle trigo a la pobre burra, a punta de organitos y luz que se torna negra. Así era el cuartito de media gota.
42. Los Temerarios – “Algo para el gato”
Va de nuevo: no confundir con la banda vernácula de Gustavo y Adolfo Ángel, esta es la temprana versión garagera y medio surfera del gran Chico Che, una joyita instrumental poco valorada en su momento. Rock sabroso costeñito con su toque de algo. Toque y toque un rato hasta que se convirtieron en los amos del trópico.
43. Las Moskas – “Vamos a nadar”
Junto con Los Ovnis, Las Moskas son de esas bandas más completas en su desmadre y guitarreo. Bailar a lo idiota hasta que el cuerpo haga estragos. No hay más. Pero nadando.
44. Los Monjes – “Ruidos de la ciudad”*
Los Monjes es otra de esas bandas olvidadas de culto aquilatadas por nuevas generaciones que merecen más foco del que tuvieron en su momento. Proveniente de 1967, el EP de este trío es toda una revelación de su momento, con una actitud y arrestos más definidos que buena parte de la música que se hacía a finales de los sesenta en nuestro país.
45. Judith Reyes – “Los Granaderos”*
Una de las voces más comprometidas con las causas sociales de la época sin duda alguna es la de la periodista, escritora y cantante tamaulipeca Judith Reyes, quien con un valor atípico del grueso de los músicos masivos roqueros de la época le entra claro y directo contra las fuerzas policiales y los instrumentos de control de la época. Protesta honesta y con muchos ovarios.
46. Los Zignos – “Pastel de fresa”
Pop psicodélico que estuvo fuerte en la época y que se disolvió tristemente en el olvido. Los Zignos eran unos fresas reventados dignos de mención. Más amor rico directamente desde Coahuila. De los pocos grupos que se decía sabían tocar y tenían un directo destacado del resto de sus contemporáneos.
47. Óscar Chávez – “Lázaro Patricio”
Para 1968, Óscar Chávez ya era un letrista reconocido y valorado de su tiempo, un artista completo y carismático que lo mismo le entraba al folclor mexicano, lleno de color e imágenes que le hacían justicia al viaje diverso del país, que a la protesta y los gritos de inconformidad. Esta letra es una genialidad vertiginosa, muy mexicana y con una inventiva recia.
48. Los Hermanos Carrión – “Concha Nácar”
El rock baladezco de Los Hermanos Carrión es como un viaje pasteurizado que nunca acaba por definirse del todo. Ambiguo, suavizado y pasable como ese material de bajo calado que sirve para pasar el rato mientras uno hace cualquier otra cosa.
49. Roberto Jordán – “El juego de Simón”
Esto era lo que la tele vendía, pura buena onda mientras la brutalidad ocurría en las calles del país. Del repertorio sesentero que te imponían una coreografía definida. Pura agüita de jamaica sin piquete. Qué bárbaro el Roberto.
50. Los Blazers – “Tenemos que irnos de aquí”*
Una psicodelia si se quiere impostadona pero que servía para hacernos el caldo gordo mientras el leño discreto se consume detrás del café cantante; un totopo lisérgico suave a la espera de que la espesura de los setenta llegue, que el sueño hippie se acabe a la mala y que el malviaje pase. Tenemos que irnos de una vez del olvido, de la forma que sea.
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