Dice Pablo Iglesias que el 155 no sólo se va a aplicar en Catalunya. “El PP quiere usarlo para más menesteres en Euskadi, en Navarra y en Castilla- La Mancha. ¿Es porque Castilla-La Mancha se quiere ir de España? No, porque gobierna también Podemos. Ese es el espíritu del 155”, declaró el líder de la formación morada este lunes.
Iglesias no se ha vuelto loco. No todavía. La razón de ser de esta afirmación es que, hace dos semanas, el delegado del Gobierno del PP en Castilla- La Mancha declaró que el presidente regional, García-Page, “estaba pidiendo a gritos el 155”. La razón que esgrimía el representante del Gobierno de Rajoy para suspender la autonomía era “corregir los problemas que sufre la Comunidad”, gobernada por el PSOE y Podemos.
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Hace ya meses que parece que vivimos en una escena de esa obra maestra de Cuerda llamada “Amanece que no es poco”, y la verdad que aplicar el 155 en La Mancha sería un giro de guión a la altura de este circo. Y, como manchega de nacimiento y de corazón, desde que Iglesias dio la voz de alarma, no puedo parar de imaginar cómo serían las garras del 155 extendiéndose sobre la llanura.
El delegado del Gobierno de Rajoy en Castilla- La Mancha declaró que el presidente regional estaba pidiendo a gritos el 155
Para empezar, el Ejército no podría entrar en La Mancha en tanque. Cualquiera que la haya cruzado camino de Despeñaperros (porque, craso error, La Mancha casi nunca es destino sino lugar de paso) puede imaginarse lo mal que agarran en esa tierra agostada las ruedas de un tanque.
Ante esa tesitura, las Fuerzas del Estado tendrían que hacer aparición en tractor, sorteando viñas y olivos y cargando las provisiones en el remolque, siendo recibidos con los saludos de los locales y ante la mirada escrutadora de las señoras que, tras el visillo, conjeturarían sobre quiénes son esos forasteros.
¿A quién le importaría que aplicaran el 155 en esta región seca, pobre y campesina? ¿Quién la conoce más allá de la Feria de Albacete?
Si intervinieran la autonomía manchega, apenas saldría en los periódicos. ¿A quién le importa esta región seca, pobre y campesina? ¿Quién se preocupa por este trozo de tierra árida en el que el 38% de la población está en riesgo de exclusión social?
Seguramente la gente se enteraría antes por Joaquín Reyes, por Julián López o por Agustín Durán que por los medios de que han intervenido La Mancha. Porque los manchegos sólo importamos cuando somos graciosos, y ni siquiera se nos reconoce como tales: ¿por qué los andaluces siguen ostentando la pole del humor en el imaginario popular cuando, claramente, la retranca manchega es la que lo peta?
La gente se enteraría antes por Joaquín Reyes o Julián López de una posible intervención a Castilla- La Mancha que por los medios
Pero ese es otro tema. La cuestión que hoy nos ocupa es que, si aplicaran el 155 en La Mancha, se enterarían pocos y se interesarían menos aún. Quizá se organizara alguna manifestación en algún punto de nuestra geografía en apoyo a la tierra de Sara Montiel, de Almodóvar y de Jose Luis Perales, pero sería un fracaso. Nadie sabría qué gritar (probablemente ese “ejjjjjque” popularizado por Bono, o el “bacín” que internacionalizó Joaquín Reyes sería lo único que se le ocurriría a la peña). Tampoco se harían memes, porque nadie sabría sobre qué hacerlos.
Con Catalunya es muy fácil: que si la butifarra, que si los castellets, que si la sardana, los calçots, el pa amb tomàquet… Pero, ¿alguien fuera de las fronteras de La Mancha sabe cómo se baila una jota manchega, qué es la harina de almortas o de qué hablamos cuando hablamos de galguear? ¿Alguien es consciente de que, desde que se configuró como Comunidad Autónoma, hay un movimiento separatista y muchos afirman que Toledo no es La Mancha? ¿Alguien conoce algo de los manchegos que no sea la Feria de Albacete y los Miguelitos de La Roda?
¿Alguien es consciente de que, desde que se configuró como Comunidad Autónoma, hay un movimiento separatista en La Mancha? Muchos afirman que Toledo no va con ellos
Ante esta tesitura, la de un hipotético 155 en tractor, sin repercusión mediática y con el drama del programa de emparejar ancianos que presenta Ramón García en Castilla- La Mancha TV intervenido, algunos como mi padre, lo tienen claro: “Que lo apliquen. Mientras no toquen el horario de los bares, aquí nos da igual”.
Yo pienso otra cosa. Creo que, de intervenir La Mancha, las fuerzas invasoras, el Estado, los villanos, pronto querrían ser manchegos. Se les olvidaría que están aplicando el 155, se quedarían en algún punto de Ciudad Real o de Albacete y se mimetizarían con el entorno. Empezarían a tener “mosca” después de comer, a darse costalás en vez de a caerse, a estar lustrosos en vez de jodidamente gordos. Se olvidarían de su cometido inicial y se reirían, como nos reímos nosotros, cuando nos dicen que las mejores puestas de Sol de España se ven en Los Caños o en Finisterre. No habría resistencia más pacífica ni más efectiva que la de los manchegos.