La mano derecha del diablo

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Frente al Teatro de Arte de Moscú, encontramos una cabeza de cerdo en señal de protesta, con las palabras “Para Tabakov” garabateadas con tinta negra en su frente húmeda y pegajosa. Alrededor del santuario, el 1 de abril de 2015, Dmitry Enteo y miembros de God’s Will, su grupo de activistas ortodoxos rusos, gritaron eslóganes contra la blasfemia y se crucificaron en un acto teatral. No está del todo claro si el objetivo de su ira, el director artístico Oleg Tabakov, estaba presente en el teatro ese día, pero sea como sea el grupo sin duda logró su intención de expresar su disconformidad con la decisión de que el hombre decidiera representar la obraUn marido ideal de Oscar Wilde. Para el portavoz de God’s Will, Enteo —un tipo menudo con una frente amplia, una sonrisa de autosatisfacción perenne y grandes ojos expresivos que parecen salidos de un verso de Pushkin— fomentar el caos no es nada nuevo.

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Las creencias religiosas ortodoxas que comparte con otros les ha llevado a denunciar cualquier forma de arte que huela a satanismo, homosexualidad o desviación cultural. Sus acciones suelen ser extravagantes y desmesuradas; además de lanzar cabezas de cerdo e interrumpir funciones de teatro, algunas de sus llamativas transgresiones incluyen lanzar huevos a miembros de la banda de Marilyn Manson antes de una actuación en 2014 en Moscú, supuestamente destrozar una exposición de arte por mostrar imágenes “pornográficas” de Jesucristo, escenificando un “flashmob misionario” en el museo Darwin de la capital y, según se ha informado, asaltar activistas LGBTQ y seguidores de Pussy Riot.

Enteo, cuyo nombre real es Born Dmitry Tsorionov, participa en una floreciente nueva ola de activismo liderada por jóvenes fanáticos de la religión ortodoxa: con una visión del mundo moral y anclada en el siglo XIX, intentan divulgar su mensaje utilizando la tecnología del siglo XXI. Su movimiento empezó a ganar notoriedad en 2012, cuando el colectivo de punk feminista ruso conocido como Pussy Riot hizo estallar una tormenta mediática después de que la policía arrestara a tres de sus miembros por tocar la canción “Punk Prayer” a los pies de la Catedral de Cristo el Salvador de Moscú. En 2013, tras las acciones de protesta de Pussy Riot, los activistas ortodoxos presionaron a los legisladores para que dieran efecto y reforzaran la pena oficial por sacrilegio. Como resultado, los legisladores modificaron el código penal ruso y añadieron el artículo 148, que clasifica las “acciones públicas, que expresan una clara falta de respeto por la sociedad y que son llevadas a cabo con la intención de atentar contra los sentimientos religiosos de los creyentes” como un delito federal; en otras palabras, etiqueta la blasfemia de ilegal.

Hoy, el artículo 148 ha demostrado ser útil para los activistas ortodoxos como Enteo, que en gran parte es responsable de desplazar la atención de la extrema derecha de las óperas y exposiciones de arte hacia formas de arte más populistas, como los blasfemos que se perciben en las bandas de heavy metal y hard rock de occidente. Con la ley de su parte, estos jóvenes fanáticos religiosos se están habituando a intimidar a los promotores, manifestándose en conciertos, haciendo llamadas con amenazas de bomba y amenazando con llamar al Servicio de Emigración Federal para bloquear los visados de los músicos, todo ello para conseguir su objetivo de limpiar Rusia de estos elementos “satánicos”.

El 26 de agosto de 2016, los activistas ortodoxos enviaron un mensaje a la policía rusa instándoles a prohibir de forma permanente a los iconos americanos del death metal Incantation, a los metaleros australianos Belphegor y al grupo americano de folk oscuro King Dude, insistiendo en que los grupos promovían el satanismo y la blasfemia. Aunque Incantation no parecieron tener muchos problemas en conseguir conciertos en Rusia, los manifestantes se reunieron fuera de su concierto en Moscú y el grupo se quejó de que se les prohibiera decir los títulos “blasfemos” de sus canciones sobre el escenario, algo con lo que también se encontró King Dude en una gira más reciente. “Está claro que no soy un satanista”, dice TJ Cowgill de King Dude. Pero “sí que soy luciferino, como llevo diciendo durante muchos años. No soy para nada anticristiano, y del mismo modo tampoco soy para nada antisatánico”.

Enteo rechazó nuestra solicitud de entrevistarle, pero eso no quiere decir que no busque la atención. “¡Gracias a Dios!”, tuiteó después de que un concierto de Marilyn Manson se suspendiera en 2014 debido a una amenaza de bomba anónima. Después de que se suspendiera otro de sus conciertos en Novosibirsk, la tercera ciudad más grande de Rusia, Enteo dijo a NBC News: “No podemos permitir que algo así [como un concierto de Marilyn Manson] vuelva a suceder”. Twitter parece ser la plataforma social favorita de Enteo; en su biografía, se alinea con el “Movimiento de God’s Will, cristiano ortodoxo, ala derecha, conservador, pro-vida, pro-familia, pro-armas, creacionismo, anti-comunista, fusionismo” y comparte con sus más de 5.000 seguidores sus opiniones religiosas y políticas, su admiración por el fracasado candidato a la presidencia Ted Cruz y sus propias hazañas. Con su don para las redes sociales, un talento para el espectáculo propio de los millennials y un ansia de atención casi patológica, es como un equivalente ruso y ultradevoto de Milo Yiannopoulos.

En 2014, Enteo también dirigió sus objetivos hacia las leyendas del death metal estadounidense Cannibal Corpse, que tenían ocho conciertos cerrados por toda Rusia para una gira en octubre. Enteo dijo a Ria.ru que “hemos enviado una solicitud en masa al fiscal, con la descripción de lo que ocurre en los conciertos del grupo y las letras de sus canciones, que describen con todo detalle la violación y asesinato de niños”. Y continuó apuntando: “Primero intentaremos resolver esta cuestión con ayuda de los servicios policiales. Si no funciona, puede que haya manifestaciones, reuniones para rezar y movilizaciones en masa que tomarán diferentes formas”.

Al final se suspendieron tres conciertos. Cannibal Corpse relató los acontecimientos desde su punto de vista en una declaración, donde escribieron: “En Ufa nos quedamos sin electricidad poco antes del concierto (nos dijeron que fue debido a un retraso en el pago del alquiler de la sala) y en Moscú y San Petersburgo nos dijeron que nuestros visados no eran los correctos y que si intentábamos actuar la policía interrumpiría el concierto para arrestarnos y deportarnos (antes de la gira nos habían dicho que nuestros visados eran los correctos y que toda la documentación estaba en orden). También tuvimos problemas en nuestro concierto en Nizhny Novgorod. En esa ciudad tocamos solo la mitad de nuestro set antes de que nos parara la policía. Nos dijeron que tenían que registrar la sala en busca de drogas y que teníamos que acabar el concierto”.

Estas cancelaciones de los conciertos de Cannibal Corpse se sumaron a un incidente similar con los metaleros polacos Behemoth. Los manifestantes religiosos de Moscú enviaron al alcalde de la ciudad, Sergey Sobyanin, una carta condenando el programa de conciertos del grupo, escribiendo que “atentaba contra los sentimientos de los creyentes”, y los oficiales detuvieron y luego expulsaron a la banda del país. El 21 de mayo, cuando Behemoth llegó a un club en Yekaterinburg, la policía se llevó a los miembros de la banda a la oficina de emigración, donde se les informó de que no tenían los visados adecuados para actuar en vivo. La cosa acabó poniéndoles una multa de 2.000 rublos (unos 30 euros) y deportándolos después de haber tocado solo cuatro de los 13 conciertos que tenían programados en el país.

Más recientemente, otro portavoz extremista, Anatoly Artyukh, ha saltado al ruedo utilizando un enfoque incluso más agresivo y violento. Tanto él como Erteo están claramente desesperados por conseguir atención y han hecho apariciones públicas para difundir su retórica y presumir de su éxito reprimiendo grupos de metal occidentales. Nuestra solicitud para entrevistar a Artyukh no obtuvo ninguna respuesta, pero sabemos que el músico de 55 años y anterior empresario está al frente de la delegación en San Petersburgo de Narodny Sobor (el “consejo popular”), un grupo nacionalista estrechamente vinculado con la iglesia ortodoxa rusa, y que ha ganado popularidad promoviendo el odio hacia la comunidad LGBTQ; ha presionado para que se clasifique la homosexualidad y la transexualidad como trastornos psicológicos, ha repartido literatura antigay a escolares e incluso ha creado un ballet condenando la homosexualidad, el aborto y las mujeres sin niños.

Artyukh generó titulares el pasado mes de abril cuando le escupió a la cara a un músico austríaco de heavy metal, el cantante de Belphegor, Helmuth Lehner, cuando el grupo llegó al aeropuerto de San Petersburgo para empezar su gira por Rusia. En un vídeo que recogió el incidente se ve claramente cómo Artyukh, un tipo robusto con parka negra y rasgos duros, explica sus motivos, llamando a los miembros del grupo “pervertidos”, “gays” y “satánicos” y prometiendo “hacer lo que esté en sus manos” para evitar “este freak show”, mientras cita el artículo 282 del código penal ruso, que prohíbe “la incitación al odio o a la hostilidad, y la humillación de la dignidad humana”. Tras interrogar a un desafortunado fan que había estado esperando en la puerta para conocer a Belphegor, Artyukh se abrió paso hacia los miembros de grupo y escupió a Lehner en la cara; Lehner le devolvió el escupitajo y llamó a los agentes de seguridad. Artyukh continuó acosando verbalmente al cantante y a sus compañeros, incluyendo a la banda de death-metal americana Nile, y amenazó con hacer cancelar el concierto de Belphegor. Artyukh y su secuaces siguieron de cerca a la banda hasta salir del aeropuerto, con una clara intención de pelea; la tensión llegó al extremo cuando Artyukh golpeó al líder de Nile, Karl Sanders, en el brazo.

El vídeo del incidente, que fue publicado en YouTube, resulta incómodo de ver, y el resultado de lo ocurrido fue incluso más lamentable. El concierto de Belphegor en San Petersburgo fue cancelado horas antes de la hora marcada para su aparición sobre el escenario, y su concierto de Moscú se convirtió en una farsa, pues se ordenó a la banda a que eliminaran toda decoración del escenario y a Lehner que no cantara en la canción “Lucifer Incestus” (el incesto de Lucifer); el ingeniero de sonido acabó silenciando la voz durante el resto del concierto, por el contenido de las leras de la banda, y cuando los chicos bajaron del escenario descubrieron que sus próximos dos conciertos, en Ekaterinburg y Krasnodar, también habían sido cancelados.

“Por supuesto, Belphegor volverá a Rusia”, asegura Lehner, aunque no está claro si la banda tendrá que enfrentarse a cargos penales y si se conseguirá vetar del país a Belphegor y grupos similares.

“Lo cierto es”, dice Lehner, “que no me veo a mí o a Belphegor como víctimas. Hicimos lo que debíamos para fastidiar a ese tipo de gente”.

Aunque parece que Enteo, Artyukh y los de su calaña se preocupan sobre todo por artistas de renombre —pues son los más adecuados para atraer la atención hacia su causa— otro incidente reciente demuestra que también han empezado a interesarse por la escena del metal underground local. En abril, los polacos Batuskha se vieron forzados a cancelar dos conciertos, diciendo por e-mail: “Teníamos todos los permisos y ‘luz verde’ por parte de la policía rusa, el control de emigración y los oficiales responsables. Pero por desgracia recibimos amenazas de los grupos extremistas afiliados a la iglesia ortodoxa Rusia asegurando que iban a apalear e incluso matar a los asistentes a nuestros dos conciertos. Puesto que está fuera de nuestro control y no podemos asegurar que esos conciertos sean 100% seguros tanto para el público como para nosotros, nos vemos forzados a cancelar ambas fechas de forma inmediata”.

Los promotores locales también han sido atacados. Una banda de metal americana (que habló con nosotros a condición de mantenerse en el anonimato para asegurar la seguridad del promotor ruso que organizó sus conciertos en Moscú y San Petersburgo) llegó a tocar su primer bolo y se encontró con que el promotor había tenido que firmar un documento declarando que el grupo no promocionaría ninguna blasfemia. También corrieron rumores de que policías vestidos de afiliación ortodoxa vestidos de paisanos —“tipos mayores con camisa blanca que parecían fuera de lugar”— se plantaron en el concierto de la banda en Moscú para fisgonear, pero por suerte no dieron muchos más problemas. Sin embargo, el grupo parecía tranquilo a pesar de la experiencia, y comentó: “Hemos tocado en Rusia unas cuantas veces, y sí, la primera vez que fuimos era muy consciente de los problemas con los que se encuentran los grupos allí. Pero eso no me hizo dejar de querer ir a Rusia; de hecho, diríamos que tuvo más bien el efecto contrario”.

Quizás esa sea la mejor forma de hacer frente a un grupo de extremistas oscuros que actúan como si fueran una versión rusa del modelo de iglesia bautista de Westboro en los Estados Unidos, tomándoselo con calma y negándose a darse por vencidos. Pero entre la fanfarronería de los activistas y los dolores de cabeza de las bandas, los que más sufren son los metaleros rusos, y aunque estos extremistas ortodoxos todavía no centran tanto su odio en la escena local como lo hacen con los grupos occidentales, Andrei P. del grupo Station Dysthymia de Novosibirsk nos dijo que la gente está intranquila ante esa posibilidad.

“Lo más difícil es que cuando quieres tocar o ir a un concierto”, dice Andrei, “siempre vas preocupado por si aparece alguien a joderte la fiesta”.

“Soy ruso, amo a mi gente y a mi país”, continúa, “y por eso creo que tenemos que luchar contra la mierda como esta, relacionada con la música o con cualquier otra cosa. No estoy en contra de la gente religiosa, pero creo que igual que no es asunto mío decirles cómo tienen que vivir su vida, tampoco es asunto suyo imponer sus creencias a otra gente”.